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Mundo Shinobi - Señores de la guerra - 463

La princesa de la nación del Rayo se sostenía en el aire, a casi cien metros de altura mientras vigilaba desde el exterior del edificio. No es como si pudiera repeler la gravedad o tuviera alguna técnica para volar. Era solo que sus técnicas de dios de la muerte, conservadas de su vida anterior, se lo permitían. El mundo reaccionaba y funcionaba de forma diferente una vez que estaba en contacto con la fuerza del alma a la que la princesa llamaba Reiatsu.

La princesa llevaba ropas oscuras y su rostro oculto bajo una capucha como eran las antiguas formas. Ella vigilaba a Kain, lo cual no era muy difícil considerando que todo el piso estaba expuesto al tener una muralla de vidrio. Era ostentoso, igual que Kain Uchiha, innecesariamente ostentoso, pero a él le gustaba presumir. Y funcionaba.

La princesa estaba de brazos cruzados mirando a Kain Uchiha tener sexo con esas tres mujeres. Se suponía que ellas eran las reinas de tres países importantes y poderosos, pero todos en la sala de estar fueron reducidos a animales en estado de celo. La princesa lo había sentido, pero se preguntó si realmente era eso o sus sentidos la engañaban.

El cuerpo espiritual no necesitaba nada más que Reiatsu para sobrevivir. Incluso cosas como bañarse o comer no tenían ningún sentido si no era con agua o alimentos ricos en Reiatsu. Un cuerpo humano, uno normal, unido al alma, se sentía totalmente diferente. Incluso sentimientos que nunca experimento en miles de años de vida en su forma espiritual vinieron a ella y mientras miraba a Kain y las tres mujeres tener sexo, tuvo la necesidad de llevar su mano a su entrepierna.

La princesa se dio una sonora palmada en la frente, tomo una profunda respiración y se cruzó de brazos con fuerza para no pensar en que sus manos podían alcanzar partes que no eran necesarias en este momento.

Ella estuvo todo el tiempo mirando, esperando por su oportunidad para acercarse y seducir a Kain. Este último, joven y lujurioso, bajaría la guardia y sería el momento más apropiado para matarlo. Entonces ella lo podría eliminar. Él, de todo el mundo, no se merecía una segunda oportunidad.

Sin embargo, las cosas no funcionaban como ella esperaba y cuando se fueron las tres reinas, Kain se quedó solo durante un par de minutos. Ella espero para ver si él la podía sentir, pero parecía que no.

Por su parte, Kain sacó una extraña máquina de su haori que levito como un pequeño diamante gris y la sala de estar se llenó de pequeñas criaturas tan pequeñas como hormigas. Era una vista bastante interesante, pero no paso nada en especial. Las diminutas cosas estuvieron deambulando por donde Kain y las reinas tuvieron sexo y después se desvanecieron.

—¿Estás limpiando?— murmuro la princesa llena de incredulidad

De repente Kain se dio la vuelta, la princesa se asustó porque le dio la impresión de que él la estaba mirando, pero no fue así. No había signos en su lenguaje corporal. Él solo camino a la mesa de centro, tomo uno de los habanos y lo encendió. Después se acercó a la ventana y siguió mirando a la ciudad. Sin embargo, su repentina reacción le produjo desconfianza a la princesa y ella espero.

La princesa se sentía bien, fuerte, ni cerca a lo que era antes de morir por primera vez en el mundo espiritual, pero fuerte. Sin embargo, al carecer de chakra desconocía los alcances y el peligro. Además, como parte de la realeza, se mantenía alejada de las villas ocultas. Ella se preguntaba como su padre y los nobles no habían mezclado su sangre para obtener dicho poder. Por otro lado, no pensó muy bien de los shinobis al ser dominados por los civiles durante tantos siglos.

La princesa vigilo a Kain en todo momento, una vez que él termino de fumar el habano, fue al sofá, se sentó y se sirvió una copa de vino. Al mismo tiempo, varias decenas de metros por detrás del sofá, estaba la puerta que llevaba al pasillo. Se abrió y entró esa enorme mujer rubia y morena. Era bastante sorprendente, la mujer más alta que hubiera visto en sus dos vidas. Se veía atlética y fuerte, tenía un bonito rostro, pero cuando veía a Kain perdía toda esa ferocidad.

—El amor vuelve idiota a las personas ¿Verdad, Kisuke?— murmuro la princesa para sí, como si alguien estuviera a su lado. Sin embargo, al ver a Kain y a la mujer alta abrazarse, se sintió extraña y le dolió el corazón, de forma literal, como si una aguja le hubiera pinchado el corazón. Fue un sentimiento momentáneo y doloroso, pero pensándolo lógicamente, fue solo su imaginación. Sin embargo, dolía como si alguien la hubiera herido. Ella llevó su mano a su seno y se lo apretó con relativa firmeza, como si eso le fuera a quitar el malestar.

Por su parte, Kain y la mujer rubia se alejaron de la sala de estar, caminaron una docena de metros a la izquierda y se sentaron en el comedor. Kain de nuevo sacó la extraña maquina con forma de diamante, levito en el aire y en la mesa aparecieron todo tipo de alimentos.

—Eeeeeh, ya pensaba yo que viajar a la distancia de esa manera tan misteriosa era increíble, pero tenías más trucos ocultos. A Kisuke le gustaría echarles una mirada a sus juguetes, puede que con lo idiota que es, se volverían amigos— dijo la princesa con una sonrisa, pero sus ojos la traicionaron y un par de lágrimas cayeron. Ella trato de sonreír y se mordió el labio inferior. Tomo una profunda respiración y siguió observando mientras se olvidaba de su objetivo. El simple hecho de ver a Kain y a esa mujer rubia sonreír y conversar, la hacía sentir bien.

Sin embargo, la princesa frunció el ceño cuando se empezaron a besar y todo empezó a escalar. La mujer se sentó en la mesa del comedor y Kain la fue desnudando a medida que la besaba.

La princesa torno los ojos al cielo en un gesto de fastidio y empezó a descender suavemente hasta llegar al piso quince del edificio. Ella se acercó al balcón, donde la esperaba su fiel sirvienta. Una mujer morena y pelirroja con los ojos verdes más hermosos que hubiera visto.

—Rizu ¿Todo en orden?— preguntó la princesa.

—Sí, hime-sama— respondió Rizu, la sirvienta, mientras observaba a su misteriosa princesa levitar en el aire cubierta de esa ropa oscura, como si fuera shinobi —daimio-sama no se ha despertado y no hemos tenido la necesidad de llamar a una de las sirvientas para que lo atienda—

—Eso es bueno— dijo la princesa y se movió al balcón. Se apoyo en el borde con el pie derecho y después saltó al suelo del balcón con gracia y sutileza, como si fuera tan ligera como una pluma —¿Tu entrenamiento?—

—Voy progresando, hime-sama— dijo Rizu mientras la miraba con preocupación en la mirada.

La princesa noto la mirada de Rizu, como si ella tuviera un gran problema, pero pensó que solo era una preocupación normal. Ella era la princesa y había salido a pasear a un lugar donde nadie la podía alcanzar. La princesa se quitó la capucha oscura revelando su cabello purpura y su rostro moreno —eso es bueno— dijo —una vez que abandone este mundo, ya no te podré proteger. Eres Uzumaki, así que será extremadamente difícil ¿Lo entiendes?—

—Sí, hime-sama, recuerdo sus sabias palabras todos los días—

—Eso es bueno— dijo la princesa, paso por al lado de la sirvienta ignorando el malestar en la mirada y le dio unas palmaditas en el brazo. No era nada importante, dijo en su mente, no era nada.

Rizu se dio la vuelta, llevó su mano al pecho como si quisiera contener el latido de su corazón y le preguntó —usted ¿A Kain-sama?—

La princesa se detuvo y la miró de soslayo hacia atrás con una sonrisa incomoda —¿Tú también?—. Ella miró a Rizu: cabello liso y rojo hasta los hombros, piel morena, ojos grandes con un iris verde, llevaba un kimono celeste con detalles florales. Muy bonita. Era el tipo de mujer que los hombres amarían con bastante facilidad, pero Rizu le había comentado a la princesa que tenía un amor unilateral por un diplomático que a veces iba al palacio imperial. Nunca le dio su nombre. Sin embargo, a la princesa le parecía bastante divertido y descarado que Rizu mantuviera sentimientos por Kain —pero si ni siquiera has hablado con él— dijo

Rizu agacho la mirada y se ruborizo.

La princesa negó con la cabeza, soltó un suspiro y puso una mirada seria —en serio— dijo —no sé qué le ven de bueno. Sin embargo, tienes que entender que tus sentimientos no cambiaran mi decisión. Él y su hijo tienen que morir. De lo contrario, todo lo que conoces ardera en llamas. Esa es la clase de existencia que fue su hijo y un hombre que engendra a semejante alma, no puede ser mejor. No te engañes por su actitud y aspecto. Él es cruel y mata sin pensarlo dos veces. En la guerra el sembró cuerpos por toda la nación del Hierro cuando el Tsushikage decidió invadir—

Rizu tenía la mano en el pecho, conteniendo los latidos de su corazón. Ella espero a que la princesa le diera la espalda y sacó un cuchillo de su kimono. Ella dio un salto hacia adelante con la velocidad de un chunin y trato de apuñalar a la princesa.

La princesa se dio la vuelta sin dificultad y atrapo el cuchillo con sus manos desnudas. Ella quedó mirando a Rizu, incrédula de que esta muchacha la haya intentado apuñalar de verdad por un hombre al que ni siquiera conocía en persona. La princesa miró los ojos de Rizu, hermosos ojos verdes. El cabello rojo y la piel morena. La princesa la miró con dureza y le preguntó —¿Por qué? Te enseñe mis técnicas para que pudieras ser fuerte, para que pudieras protegerte. Para que no terminaras como tu familia, pero aun así ¿Me traicionas?—

—Usted es la que no entiende— dijo Rizu con la mirada seria, ella empujaba el cuchillo con ambas manos, a un par de centímetros de introducirlo en las costillas de la princesa, pero no podía moverlo. Su princesa era demasiado fuerte. Rizu continuo —Kain-sama es bueno, lo siento en mi corazón—

—¿En serio?— preguntó la princesa con una expresión fría y aburrida —¿Solo por qué es bueno? No hay salvación para los tontos—

—Usted nunca ha sentido amor por nadie y jamás…—

La princesa con la mano desnuda la decapito en un simple movimiento horizontal y la cabeza salió volando al extremo del balcón. El cuerpo se desmorono y solo quedó el silencio, la incomodidad y la tristeza. La princesa miró el cuerpo sin cabeza a sus pies. Había conocido a Rizu hace años, después de la guerra. Ella era la única superviviente de un grupo de cinco personas del clan Uzumaki. Todos habían muerto y ella solo se salvó para que la ocuparan para reproducirse. La sangre Uzumaki, bueno, casi todo su cuerpo, era un gran componente para desarrollar medicina que sanaba heridas mortales en horas.

La princesa la salvó de un destino terrible y la ayudo. Se hicieron amigas y hace un año le empezó a enseñar a controlar su energía espiritual. De verdad pensó que se habían vuelto amigas, pero ahora se preguntaba ¿Qué era la amistad? Rizu la quiso matar solo porque ella pensaba matar a Kain y su hijo. La princesa sintió tanto odio en su corazón y grito —¡tu lealtad estaba conmigo, no con ese tipo!—

La princesa sintió un terrible calor, le dio varios pisotones al suelo a punto de hacer temblar el piso y respiro con fuerza. Al instante empezó a escuchar los golpes en la puerta de su habitación. Ella se volteo y pensó que no necesitaba problemas. Así que ella entró a la habitación, se detuvo detrás de la puerta y escucho que la llamaban del exterior.

—No pasa nada policía— dijo la princesa mientras escuchaba a los policías al otro lado de la puerta —solo estaba un poco enfada y por eso grite. Si pasa algo, te llamare—

—¿pero?—

—¿Qué pasa? No dijo tu dueño que el sistema de seguridad en ciudad Tengu es perfecto. Si alguien hubiera utilizado chakra se habría dado cuenta de inmediato—

Hubo silencio por unos segundos y al final, el policía dijo —entiendo, si ocurre algo princesa, no dude en llamarnos—

—Sí, muchas gracias— dijo la princesa y soltó un suspiro. Entonces pensó en el desastre que quedó en el balcón. Ella fue por el cuerpo y la cabeza de Rizu. Entonces utilizando sus técnicas espirituales, voló más allá de ciudad Tengu y sepulto a Rizu en un claro, frente a un lago.

La princesa miró la piedra a forma de lapida y murmuro —Rizu, idiota, si hubieras estado de mi lado tu vida hubiera sido mejor, pero te enamoraste de alguien al que nunca conociste y moriste como una tonta. En serio ¿Qué le ven de bueno a ese tipo?—

La princesa se quedó contemplando la lápida mientras la luna brillaba en el cielo nocturno.

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