1 Mi rostro reflejado en otra persona

Una extraña sensación recorre mi espalda.

Escalofríos.

Frías, delgadas y delicadas manos acarician mi cuerpo, rozando alrededor de mi cara, pasando por mi cuello hasta llegar a mi pecho.

Cabelleras rubias inundan mi campo de vista, hipnotizandome, como si estas me invitaran a jugar con ellas.

Acariciando mi espalda, pasando sus dedos por zonas cicatrizadas.

La mujer frente a mí postra sus ojos en mi dirección, llenándome mientras mi mente entra en un trance, como si todos mis pensamientos anteriores se desvanecieran y solo pudiera concentrarme en el vacío de sus retinas.

Lo delicado de sus toques reflejan todos esos años de práctica por los que probablemente ha pasado.

Sus labios se acercan a los míos de manera lasciva mientras mi cuerpo sigue petrificado por tal acto.

Mi mente se pierde en el espacio y mi cuerpo se funde con el de ella.

A pesar de no sentir nada por esta mujer, no puedo evitar el pensar en sus motivos por los cuales entró a la prostitución.

¿Qué clase de vida ha llevado hasta ahora?

¿Qué pensarán sus familiares al respecto?

¿Qué estará pasando por su cabeza en este momento?

Nada más permito ser absorbido por ella, por esta habitación de hotel a la media noche y por mi propio abismo.

Pareciera que sólo ignorara mis extremidades bañadas en cicatrices y aceptara todo de mí.

Toda esta lluvia de sentimientos y todos mis anhelos, se los he dado a una prostituta.

Ella sigue acariciando mi rostro teñido en lágrimas, consolandome mientras acaricia suavemente mi cabello, manteniendo una dulce sonrisa y ojos muertos en vida.

El único sonido que permanecía al pasar los minutos fueron las cigarras que bruscamente me arrullaban.

Y la sensación de incomodidad se alejaba de mi cuerpo mientras mi mente divagaba aún más lejos.

Se perdía en el espacio y se hacía uno con las estrellas.

Mi cuerpo tieso dormía en esa inmensa cama al mismo tiempo que mi acompañante salía de la habitación, habiendo hecho un trabajo sin acción, lo cual era lo que mi ser necesitaba.

Paz momentánea.

Mi conciencia desprendía luces tenues, que flotaban alrededor de la atmósfera, cubriendo la habitación, bailando entre sí, derramando lágrimas ajenas a su tiempo.

Lágrimas que perdieron su significado, avanzadas a su tiempo, mientras marcaban su nombre como arrepentimiento.

No quiero despertar.

No quiero lidiar conmigo mismo.

Se supone que ya he cruzado la etapa "difícil" de mi vida, y aún así, sigo encadenado a ella.

Pero, es raro.

A veces no termino de satisfacerme con una sonrisa, ese vacío siempre se llena con pena, y mi cuerpo lo recibe sin discriminación.

Cualquier acción trivial, cualquier tropiezo, cualquier recuerdo.

El pensar que podría haber hecho alguna cosa de tal manera.

Era como si ese sentimiento me complementaria.

Es como si fuera feliz de cierta forma.

Era como si me gusta sentirme miserable.

Tal vez sea un masoquista.

O tal vez ésta es mi propia forma de rellenarme a mi mismo.

No lo sé y no sé si quiero saberlo.

Pero.

Por ahora solo quiero dormir y no pensar en nada más.

Con mis lágrimas secas marcadas alrededor de mis ojos y las ojeras bajo ellos, pensé: "me gusta de esta forma".

Vivir como un miserable.

Sin amigos, sin una familia a la cual acudir.

A veces me frustra que mi vida haya acabado de esta manera, aunque no hice nada para impedirlo.

Incluso intenté huir de todo.

En mi adolescencia me prometí a mi mismo, que sí no lograba ser feliz antes de los treinta, me iba a suicidar.

Creía haberlo olvidado, pero...

Despejando la mente un poco me di cuenta, de lo cobarde que soy.

Incluso pensé que una extraña iba a darme el confort que necesitaba.

Pero recapacitando todo...

¿Yo me lo merezco, no?

...

La suavidad que se extendía alrededor de mi almohada me llevó de vuelta a mis días en primaria, siendo una mente tan inocente llena de sueños.

Tonto y sin preocupaciones.

Disfrutando del sol que irradiaba sobre mi tierna cabeza, haciendo relucir las baldosas de mármol dibujadas en los pasillos.

Siguiendo sus patrones con la mirada, preocupandome por no pisar las líneas entre ellas.

Con una conciencia ajena al mundo exterior.

Sin pensar en cómo se sentía mi madre estando sola en casa diariamente.

O que estaba haciendo mi padre en ese momento.

Como si esa escuela bloqueara toda clase de pensamiento negativo.

Qué negara todo tipo de raciocinio adulto.

Qué negara todo tipo de pensamiento impropio de un niño.

Riendo en todo momento.

Jugando en cualquier oportunidad.

Viviendo felizmente.

...

¿Qué era normal en ese entonces?

¿Cuántos de mis recuerdos son pura ficción?

...

A pesar de todo siempre le tuve miedo al cambio.

Las responsabilidades.

El abandono.

El hecho de que un día, iba a quedar completamente solo.

En este mundo donde las personas velan por su propia seguridad.

Dónde una sonrisa no es para siempre.

Dónde un "hasta luego" se vuelve eterno.

Dónde una vida puede ser grotescamente desperdiciada.

Dónde todos merecemos vivir.

avataravatar
Next chapter