5 Day 4 - Stranger.

Un hombre recuerda distintas épocas de su vida de manera diferente, al parecer nunca de manera cronológica. Un cuentista a veces desea parecer el héroe trágico en su historia, quiere hacer ver a todos que el mundo entero está en su contra, que el universo conspira contra él, cuando en realidad... solo están describiendo la situación de un perfecto extraño, un desconocido. He recordado a detalle todo, sé porque no quería hacerlo, tal vez hubiera sido mejor si lo dejaba en el olvido. A partir de este momento basta de recordar, solo quiero contar la historia restante de los 4 aspectos que le dieron sentido a mi vida, tal y como pasó a partir de aquí.

Eh estado las últimas horas observando el cielo, recargado en mi ventana mientras fumo un cigarrillo. Jamás había fumado, pero creo que es momento de hacer cosas que jamás eh hecho. Toso debido a mi inexperiencia fumando. Es tan irónico, siempre pensé que hacer esto era tan... estúpido, pero consigue traerme un poco de tranquilidad. No me fue posible dormir, cada vez que intenté conciliar el sueño tuve pesadillas. La noche está por terminar y el sol está por salir, a lo lejos puedo ver como el horizonte se comienza a iluminar. El inicio de un nuevo día, contemplado solo por aquellos que miran hacia al cielo. Me recuesto de nuevo en mi cama, no puedo dejar de pensar en Cristal y en como éramos tan unidos.

—¡hermano! —llamó una voz por fuera de la puerta del autobús— por fin regresaste.

Cuando tenía 8 años fui a un campamento de matemáticas en verano, estuve lejos por 3 meses. Al volver a casa fui recibido por mamá y Cristal. En cuanto bajé del autobús fui fuertemente abrazado por mi hermana, quien parecía estar realmente feliz de verme.

—te extrañé hermano —dijo Cristal mientras me apretaba— no vuelvas a irte por tanto tiempo.

La abracé casi con la misma fuerza que ella, pues, aunque no se lo dije, también la había extrañado demasiado. Años más tarde, cuando tenía 12, ella iba a ser enviada al mismo campamento. Ese campamento se hacía cada año para niños dotados a la edad de 8 y mi madre insistió en que también fuera. La ayudé a estudiar y logró pasar el examen de admisión. Un día antes, no se veía convencida de querer ir, así que hablé con ella.

—Cristal... ese lugar es asombroso ¿sabías?, conocerás a muchas personas.

—lo sé... pero estaré lejos por mucho tiempo, una vez leí que todos se acostumbran a las situaciones cotidianas, así que... puede que se acostumbren a estar sin mí.

Ya desde ese momento ella tenía ese miedo dentro de su corazón, todos los sentimientos de Cristal eran tan intensos como la perpetua luz de nuestro sol, le era imposible ocultarlos.

—eso jamás pasara —le dije en voz baja— vas aprender muchas cosas, tal vez al volver ya no tengas que preguntarme nada más.

Cristal se acercó mirándome gentilmente a los ojos y me dijo.

—eso jamás pasará...

Papá entró por la puerta y se acercó a nosotros, abrazó a Cristal y ella comenzó a reír junto a él.

—¿lista para mañana pequeña? —preguntó mi padre a Cristal.

Cristal solo asentó con la cabeza. Creo que mi padre se dio cuenta de la incertidumbre de Cristal, así que comenzó a acariciar su cabello mientras le decía.

—tranquila, tú eres tan lista como Alden, cuando regreses verás que tu madre ya no intentará hacerte la causante de su mal comportamiento, ¿verdad Alden?

—claro —respondí.

Ahora parecía tener un poco más de confianza, pero realmente no era eso lo que la afligía. Al día siguiente fuimos mi padre y yo acompañarla a subir al autobús. Aún parecía indecisa, nos abrazó a mi padre y a mí con tanta fuerza que parecía que no quería soltarnos. Una mirada de mi padre le dio valor suficiente para subir al autobús. Antes de dar marcha, Cristal nos miró por la ventana y comenzó a despedirse, no se veía contenta, pero aun así sonrió para nosotros. El autobús comenzó la marcha, Cristal no se despegaba de aquella ventana viendo cómo se alejaba cada vez más.

—¿será bueno para ella? —pregunté a mi padre.

El talló sus ojos mientras veía el autobús alejarse.

—no —dijo mi padre— Alden, tú ya deberías saber que tu hermana no quiere esto, no quiere convertirse en astrónomo mucho menos en físico como quiere tu madre. Pero se siente tan opacada por ti, que aun así acepta hacer todo esto. No quiere decepcionar a nadie, pero a la vez, tu hermana siente todo tan intensamente que, al alejarse de nosotros comienza a pensar que dejaremos de quererla.

Mi padre no pudo haberlo dicho mejor. No eran deseos de Cristal ser prodigio y estudiar en universidades prestigiosas, mucho menos apartarse de nosotros para hacer exactamente eso.

—si no fuera por mi madre —dije a mi padre— que dice y hace todo para presionarnos, y mucho más a Cristal, tal vez no tendría que ser así.

Mi padre me miró y me tomó del hombro, comenzamos a caminar mientras hablábamos.

—Alden, Beth solo quiere lo mejor para ustedes —dijo mi padre— sé que a veces puede ser dura, puede que a veces parezca que no, pero ella está orgullosa de ustedes.

—¿orgullosa? —pregunté a mi padre.

—sí, deberías verla cuando salimos con nuestros amigos, es ella quien no deja de hablar de ti y de Cristal, ustedes son su orgullo, sabe que con Cristal debe ser más dura, pero todo es para que sea mejor y deje de meterse en problemas. Sabe que tiene a un par de genios como sus hijos.

Es extraño que no recordara esas palabras de mi padre hasta el día de hoy. Era verdad, mi madre era como yo, incapaz de mostrar sus sentimientos, pero como Cristal sentía todo intensamente, tenía que confesarlo.

—por eso —continuó mi padre— cuando llegué a faltar en sus vidas, quiero que las cuides y no las abandones.

—claro que no, papá...

Si tuviera que hacer recuento de las veces que fallé... seguramente no terminaría.

Pasaron 3 meses, había llegado el día en el que Cristal volvería. Debido a que mi padre trabajaba y mi madre estaba fuera en la ciudad, solo fui yo a esperar. Tenía tantas ansias de escuchar las experiencias nuevas que tenía. El autobús estaba a la vista, poco a poco se acercaba. Después de unos minutos llegó y se paró frente a mí. Comenzaron a bajar varios chicos de él, pero fue hasta el final que Cristal bajó, y lo que pensaba que sería una cálida sonrisa en su rostro era todo lo contrario. Al verme corrió hacia mí, me abrazó fuertemente.

—¿Qué pasó? —le pregunté— Cristal... ¿pasó algo?

—no —respondió Cristal— es solo que...

—¿Qué?

—es solo que te extrañe demasiado...

De pronto comenzó a reír, solo entonces pude suspirar aliviado, vaya que extrañaba su sonrisa. Se había esforzado tanto los últimos meses que se había hecho bastante buena. Esa tarde mostró sus calificaciones del campamento y eran casi perfectas. Como mi padre había dicho, a mi madre parecía costarle trabajo mostrar lo contenta que estaba con Cristal, pero era más que evidente. más noche salimos a cenar en familia. Parecía que todo nunca antes había estado mejor... pero solo meses después mi padre murió en un accidente de auto, destrozando así nuestras vidas.

Prepare todo en mi mochila: un almuerzo empacado y mi libreta, sé que no la había mencionado antes, pero siempre la llevo conmigo, es importante para documentarlo todo. Tomé una taza de café y ahora estoy por salir de casa. Hoy ya no hay nuevos mensajes en la contestadora, la última semana estuve recibiendo bastantes, y aunque tengo deseos de hablar con mamá, creo que ya de nada sirve que lo intente. Salgo de casa y me coloco mis auriculares, reproduzco la pieza de en ultramar de Ludovico Einaudi.

Ahora se perfectamente cual es mi siguiente parada, tomo un autobús que me acerca a mi destino. De nuevo esta zona. Miro alrededor, solo un colosal popurrí de idas, venidas, gente y edificios. El ritmo de la ciudad es tan acelerado que todo se va en un parpadeo. Estoy totalmente rodeado de desconocidos mirándome como a un extraño. Camino un poco más y al final de esta avenida está mi destino, el parque más grande de esta ciudad. Llego a él, ahora está frente a mí. Fue aquí en donde años atrás sería cómplice de mi mejor amigo. Camino por uno de los senderos que llevan al estanque. Llego a él y lo observo, el agua clara y alcalina deja ver el fondo con facilidad, los pequeños peces nadan sin saber que son prisioneros en un lugar tan hermoso. No eh pensado en ese día desde que pasó, había intentado dejarlo para siempre en un baúl de recuerdos que jamás abriría, pero mis fallos no se limitan solo a lo académico.

Hace 5 años, James me había hecho una petición, abandonar un día de mi itinerario para ayudarlo con la chica que le gustaba. Acepté debido a que tenía tanto tiempo de no hacer nada junto a él. Llegué a casa más tarde después que me lo pidiera. Después de reorganizar mi agenda me recosté en mi cama. Mi teléfono sonó, tenía un nuevo mensaje.

"ya quiero verte... hoy fue un duro día lleno de trabajos y más trabajos, son agobiantes, de verdad que estoy cansada, pero cuéntame ¿Qué tal estuvo tu día? Se que ya lo dije, pero... ya quiero verte hehe Emoji de beso"

Hablábamos todo el tiempo, Meriel era una de las razones para llegar a casa y mirar el teléfono.

"ya veo, pero ahora ya puedes descansar y dejar de pensar en ello. Mi día, estuvo bien solo que..."

Estuve 5 minutos pensando en que responderle, las frases románticas no fluían en mi como en ella, pero lo intentaba.

"mi día, estuvo bien solo que, faltaste en él".

Y así por horas y horas hasta que los dos dormíamos. Pero, esa misma tarde también recibí un mensaje de James.

"hola Alden, quiero confirmarte, mañana en Mystic Park a las 4 de la tarde, espero verte amigo. Dijiste que también tenías algo que contarme, yo también quiero hablar de otra cosa importante, pero será después. Mañana veras porque mi urgencia en esto, realmente es hermosa, nos vemos".

Realmente tenía cosas por contar, por primera vez en mi vida una hermosa chica se había enamorado de mí. A mi cabeza comenzaron a llegar demasiadas escenas, yo y Meriel, James y la chica que le gustaba teniendo citas y haciendo cosas de adolescentes normales, podría no parecerlo, pero a veces tenía deseos de ser (aunque fuera solo un día) un adolescente normal. puse una alarma a primera hora e intenté dormir. Al día siguiente durante mis clases no podía pensar en otra cosa, miraba el reloj y se acercaba cada vez más la hora. Al terminar mi clase, el profesor Michael me llamó, era parte de mi itinerario investigar algunas cosas, pero ya tenía otros planes.

—lo siento profesor —dije apenado— de verdad que tengo algo que hacer, pero reprogramé las actividades para otro día.

—¿tienes algo que hacer? —preguntó sorprendido.

—sí, de verdad discúlpeme.

De pronto el profesor comenzó a reír. Él era muy extraño, a veces se ponía a reír de la nada, pero, no dejaba de ser sabio o eso pensaba.

—¿Por qué se ríe? —pregunté confundido— ¿acaso se está burlando?

—no —respondió el profesor— de hecho, estoy contento, ¿de verdad tienes algo que hacer? ¿es una chica verdad?

Ahora estaba apenado.

—¡no! Claro que... no.

—no importa la razón —dijo el profesor sonriendo— de verdad estoy contento que al fin tengas otros planes que no sean estudiar. Sabes, tienes más de 4 años aquí en la universidad y jamás habías cambiado un día estudio por salir y visitar a tus amigos, familiares o novia.

Me puse a pensar y tenía razón. Durante todo ese tiempo, jamás había cancelado un día de estudios e investigación por otra cosa. Eran 24 horas y 7 días a la semana el tiempo que dedicaba a la universidad. Por eso el profesor estaba contento de que por fin tenía un plan distinto. Y eso que aún no le contaba de Meriel y como ahora pasaba la mitad de mi tiempo con ella. Salí apresurado de la universidad, tenía un largo camino por delante.

Eran las 3:45, siempre me gusto ser puntual. Pero faltaban 15 minutos y mi costumbre era llegar solo 5 minutos antes, así que esperé afuera del parque por 10 minutos. Cuando entré al parque caminé por el mismo sendero hasta llegar al lago. Me senté en una banca frente al lago y comencé a esperar. Pasaron un par de minutos, había llegado la hora, pero nadie llegaba. Estaba nervioso, tenía mucho tiempo que no salía con James, me preguntaba si se había acostumbrado a no hablar conmigo. Pero sin duda alguna también estaba entusiasmado, después de tanto tiempo mi mejor amigo recurrió a mí para ayudarlo (aunque fuera solo un poco) con la chica que le gustaba, aunque realmente no sabía en que lo ayudaría. Pensaba en eso cuando de pronto un par de manos taparon mis ojos. De inmediato pensé que era James, pero...

—¿puedes adivinar quién se robó tu mirada?

Al escuchar esa voz supe quién era. Tomé esas manos y las sostuve.

—solo hay una persona que pudo hacer eso —dije en voz baja.

Después de darse la vuelta se sentó a mi lado, era Meriel, quien había llegado a alegrar mi día.

—hola —le dije tomándola de las manos.

—hola... ¿tienes mucho aquí? —me preguntó.

—este... no, acabo de llegar ¿y tú?

—también acabo de llegar —respondió Meriel— no esperaba verte hoy.

Una llegada demasiado inesperada, comencé a pensar en lo pequeño que puede ser el mundo. En una ciudad con más de un millón de personas, nos encontramos en ese lugar a esa hora, ese día.

—yo tampoco lo esperaba —le respondí con una tímida sonrisa.

Meriel me miraba como siempre. La brisa de otoño combinaba con ella, su cabello que se escapaba queriendo ir con el viento era detenido por su mano. Su mirada que parecía haber encontrado algo en mí (algo que ni siquiera yo había encontrado) brillaba como siempre. Todo en ella irradiaba una luz inopacable y su forma de siempre encontrar las palabras correctas era asombroso.

—"las cosas más bellas son aquellas que no esperas" —dijo Meriel a modo de verso.

Por un momento, deje de pensar en el ruido a mi alrededor. Dejé de pensar en todo y me concentré en su voz. Pero después de unos momentos recordé a que había ido a ese lugar, comencé a mirar alrededor, James parecía no llegar aún. Otra de las interrogantes era por qué Meriel había aparecido.

—por cierto... ¿Qué haces aquí? —le pregunté.

—podría preguntarte lo mismo —respondió Meriel— cierta persona me dijo que tenía su itinerario lleno el día de hoy.

—si... lo siento —le dije apenado— es solo que un viejo amigo me pidió un favor, tenía mucho tiempo que no hablaba con él y... no pude decirle que no, estoy esperándolo.

—entiendo —dijo Meriel.

Meriel comenzó a mirar alrededor en busca de alguien y de pronto...

—qué casualidad —dijo Meriel— yo también espero a un amigo. Había quedado que a las 4, pero no lo veo por ningún lado, ya se le hizo tarde.

Creo que es comprensible mi sorpresa cuando escuché eso. Pero tal vez era solo una enorme casualidad, ella estaba esperando a un amigo de la preparatoria a la misma hora, en el mismo lugar y en el mismo día. Sabía por mis investigaciones que las extraordinarias casualidades existían, como la casualidad de que la luna esté a esa distancia exacta, en ese ángulo exacto y sea de ese tamaño, solo así puede lograr eclipsar por completo al sol, algo que hace pensar que fue puesta allí a propósito, pero era eso, una casualidad.

—¿un amigo? —pregunté.

—sí —dijo Meriel aun mirando alrededor— estamos trabajando en equipo en algunas tareas de la escuela.

—entiendo —respondí— y... ¿tienes mucho de conocerlo?

Meriel paro de buscar a su amigo alrededor y volvió a mirarme.

—aún no lo conozco del todo —dijo Meriel— lo acaban de cambiar a mi grupo, pero es agradable. Ayer tuvimos una reunión en la preparatoria y me pidió que lo ayudara con algunos temas, y... me gusta mucho ayudar a los demás.

Ahora estaba casi seguro que no era una casualidad. Seguía intentando negarlo, pero... creo que estaba claro.

—de hecho —dijo Meriel— puede que lo conozcas, él es del mismo pueblo a las afueras de la ciudad del que tu vienes, su nombre es...

Comencé a sentir un hueco en el estómago cuando lo dijo. Definitivamente no era por accidente haberme encontrado con ella esa hora específica, en ese lugar específico y en ese día en particular. Meriel era la chica que James había mencionado, esa hermosa chica que le gustaba.

—su nombre es James.

Intenté contener mi sorpresa y no estar con la boca abierta. No sabía qué decir o hacer, comencé a preguntarme una infinidad de cosas.

—¿estás bien? —preguntó Meriel sacándome de mis pensamientos— tienes un rato muy callado.

—sí —respondí— estoy bien, no te preocupes.

—bueno, ¡vayamos a caminar! —exclamó Meriel— creo que James no vendrá y creo que tu amigo tampoco, deben haber tenido otra cosa que hacer.

Comencé a mirar a mi alrededor. Aposté a que Meriel tenía la razón, tal vez James tenía algo que hacer y no pudo ir. Eso me daría más tiempo para explicarle todo. Nos levantamos de la banca y comenzamos a caminar juntos cuando de pronto Meriel me tomó de la mano.

—¿no te molesta que vayamos tomados de la mano? —me preguntó Meriel.

Miré nuestras manos, aún no sabía qué pensar de toda esa situación, pero sabía que mi mano tomada de la suya, se veía mejor. Sonreí y la miré a los ojos.

—no —respondí mientras la miraba— no me molesta ni un poco, de hecho, creo que me gusta la idea.

No siendo suficiente, después de decirlo Meriel se estiró hasta alcanzarme y me besó. Solo por ese momento, mi mente se desconectó del mundo entero hasta dejar de preocuparme por todo. Pasamos una tarde asombrosa, ambos hablamos y hablamos, bueno ella más que yo.

Más tarde al volver a casa tomé una ducha y me acosté para intentar dormir un poco. Mi teléfono sonó anunciando un nuevo mensaje, lo tomé y lo leí.

"¿podemos vernos mañana?".

Ese número era de James, no lo tenía registrado, pero lo sabía por el mensaje del día anterior. Volví a pensar en lo que había pasado esa tarde y aún no sabía cómo decirle. Apagué la lámpara, me quité mis lentes y me acomodé en mi cama, me quedé dormido al poco tiempo. Al día siguiente todo pasó como normalmente pasaría. Salí de clases y fui hacia la salida de la universidad. Ese día no tenía planes con el profesor ni nada relacionado con la universidad, así que iba con la intención de ir a casa. Tenía en mente pasar una tarde agradable con Meriel, en mi itinerario estaba explícito, el resto de mi día le pertenecía. Iba pensando a donde sería buena idea invitarla, cuando lejos en las bancas estaba James sentado. Me detuve, no había respondido el mensaje del día anterior, pero allí estaba esperándome.

Me acerqué a él, ni siquiera volteo a verme.

—siéntate —dijo James.

Su cara sin expresión alguna intentaba decirme que algo pasaba. Me senté a su lado, antes de que pudiera preguntarle qué estaba ocurriendo me interrumpió con una pregunta.

—¿Cómo está Cristal?

Sin embargo, esa pregunta me confundió bastante, ya habíamos hablado de eso dos días antes. Intenté responder, pero de nuevo antes de contestarle fui interrumpido.

—hace dos días te dije que la vi con unos chicos de preparatoria, ¿recuerdas? —dijo James.

—si —respondí a James.

—bien, sé que no te lo dije, pero hablé con ella, hablé con Cristal... y cuando le pregunté por ti, ¿no te interesa saber que me dijo?

Era esa una situación inusual, la seriedad con la que decía cada oración me intranquilizaba cada vez más. Pero quería saberlo así que...

—sí —respondí— si puedes decirme... hazlo.

James lentamente comenzó a girar su cabeza hasta mirarme a los ojos, su mirada inexpresiva me dijo esa frase mucho antes de que lo dijera con palabras.

—dijo que eras un desconocido...

Es increíble como una simple palabra describe perfectamente lo que siempre has sido. Miré hacia el piso, extrañamente, no me sorprendió demasiado saber lo que Cristal pensaba, pero James no se detuvo allí.

—sé que desde que viniste a esta ciudad dejamos de hablar frecuentemente —dijo James— pero seguíamos siendo amigos, jamás me dijiste que habías abandonado a Cristal y a tu madre, y desde entonces... no has hecho nada para verlas, cuanto apuesto a que ni siquiera recuerdas sus rostros.

—James —intenté decir algo, pero James mirándome furioso me interrumpió.

—no quise creerlo —dijo James— Cristal dijo que ya no eras su hermano... ahora comienzo a pensar que tampoco eres mi amigo...

Después de vociferar al fin se tranquilo, su mirada no se despegaba del piso. Me acerqué, intenté poner mi mano en su espalda para hablar, pero me arrebató con agresividad.

—¡te vi ayer! —exclamó— jamás te agradó ninguna chica y ahora resulta que te gustó la única chica que le ha gustado a tu amigo.

—James... yo.

—los vi Alden, como coqueteaban y se agarraban de la mano... cómo te besaba.

Cada vez que intentaba explicarle que Meriel y yo teníamos meses saliendo, él hablaba más y más fuerte. No me dejaba decirle lo que tenía que decir.

—¿Cómo pudiste?... yo era tu único amigo, pero... cómo puedo sorprenderme después de lo que le hiciste a Cristal.

Giró una vez más para verme, pero al hacerlo un gesto de sorpresa apareció en su rostro.

—mira tú expresión —dijo James— no tienes ninguna, Cristal tenía razón... tu no sientes nada.

James se paró y comenzó a caminar. Después de pensarlo unos momentos me levanté y fui detrás de él, quería arreglarlo, aun no era tarde.

—¡James! —grité hasta que se detuvo— dime... ¿Qué quieres que haga?, lo que sea, solo pídemelo, yo... no quiero perderte.

James regresó y se paró imponente frente a mí. Me miraba directamente a los ojos, pero yo no tenía el valor para mirarlo a él. Después de pensarlo unos segundos me respondió...

—aléjate de ella —dijo con una fría voz— dile que no quieres verla más.

—pero...

—a ella la acabas de conocer —dijo de nuevo— a mí me conoces desde que éramos niños, ¿Quién te dolería más perder?

A pesar de odiar la idea, él tenía razón, James era la última conexión con mi niñez que me quedaba para ese momento, así que...

—está bien... lo haré, déjame pensar en cómo le...

—hazlo ahora, esta noche.

—pero...

—solo hazlo y todo esto quedará en el olvido Alden.

Sé que James tenía en mente que yo era un desconocido, pero esa persona parada frente a mí no era James, por lo menos no el que conocía. Era como si un extraño hablara a través de su boca y me viera a través de sus ojos, abandonando hasta los últimos resquicios de voluntad para apegarse a una idea egoísta, pensar solo en su felicidad, pasando por alto la mía y la de Meriel. Hablando con esa versión de James, dudo mucho que se alejara de ese deseo al explicarle mi relación con ella, así que no lo intenté.

James se fue, me quedé sentado a las afueras de la universidad pensando en lo que acababa de pasar, vaya dilema en el que estaba.

por otro lado, no solo era el hecho de que mi mejor amigo me pidiera algo imposible, sino que parecía que Cristal se había acostumbrado a vivir sin mí. Una vez dijo que las personas se acostumbran a los hechos cotidianos, pudo acostumbrarse al hecho inequívoco de que la abandoné, pero, por otro lado, estaba yo con la desagradable sensación inequívoca de que jamás me acostumbraría a estar sin ella.

Horas más tarde y sin darme cuenta había llegado a ese bello suburbio. Aún no estaba preparado para lo que iba hacer. Llegué a su casa, me paré frente a su puerta y estuve más de 10 minutos allí, esperando a que algo dentro de mi dijera: "Vete... no puedes hacer eso". Pero otra parte de mi decía: "él es tu único amigo, no puedes hacerle eso". Sin más tiempo que perder decidí tocar la puerta, comencé a respirar cada vez más acelerado, tenía miedo. La puerta comenzó abrirse y Meriel salió por ella, me miró, de inmediato notó la expresión de miedo en mi rostro.

—Alden... ¿estás bien? —preguntó Meriel preocupada— ¿pasó algo?

—Meriel... ¿quieres caminar un poco?, tengo algo que hablar contigo.

—claro —dijo Meriel— deja me preparo, vuelvo en un minuto.

Meriel entró de nuevo. Mientras tanto, pensaba en algunas cosas que podría decirle, lo último que quería hacer era lastimarla. Salió de nuevo. Había recogido su cabello en una pequeña coleta, no podía verse más hermosa. comenzamos a caminar, el cielo resplandecía con la infinidad de estrellas que brillaban, Meriel se abrazó fuertemente de mi brazo mientras señalaba aquellas más brillantes.

—son hermosas ¿verdad? —preguntó Meriel— es una pena que nadie las mire.

Cada vez que sonreía o decía algo... me era más difícil tener que decir lo que tenía que decir.

—mira la luna —dijo Meriel intentando tomarla— cuando era niña tenía la loca idea de que me seguía a todas partes, de cierta forma me hacía sentir especial, me hacía creer que, aunque estuviera encerrada en una habitación, podía estirar mis manos y alcanzar aquello que me hacía sentir especial.

—sí —dije yo— también lo pensaba hasta que supe que era imposible.

Meriel me detuvo y se paró frente a mí, me tomó de ambas manos y sonrió.

—"en los límites de la imaginación nada es imposible" —susurró Meriel— yo quería con todas mis fuerzas alcanzar aquello que me hacía sentir especial y ahora... incluso puedo abrazarlo.

Meriel me abrazó con todas sus fuerzas y se refugió bajo mi barbilla. La gente pasaba alrededor, pero a ella no le importaba, dentro de su percepción sólo estábamos nosotros dos.

—yo... ¿yo te hago sentir especial? —pregunté a Meriel.

—desde que me miraste con el mismo cariño con el que mirabas las estrellas yo... sentí que era más especial que todas ellas —dijo Meriel riendo— gracias a ti ya no tengo que estar sola en aquel rincón preguntándome cuándo volverá mamá. Ya no tengo que preguntarme si alguien en el mundo le importa si existo, ya no más, porque sé que de verdad soy importante para ti. Ahora quiero ayudarte Alden, quiero hacer que tu mirada deje de estar triste todo el tiempo... sé que quieres ocultarlo con todas tus fuerzas, quieres hacerme creer que eres un iceberg, pero eso no funciona conmigo, ¿sabes por qué?

—¿Por qué? —pregunté con toda la curiosidad del mundo.

—Por qué te amo... sin duda tú has cambiado el cómo percibo las cosas, has hecho que vuelva a sentir algo que creía había perdido hace ya mucho tiempo... una persona que no siente nada, un "iceberg" jamás lo hubiera logrado...

La mayoría de sucesos en el universo tienen un efecto, en ocasiones negativos, en otras positivo. "Cada acción conlleva una reacción", tercera ley de Newton, a veces las repercusiones son diminutas, no las notamos, como el hecho de que la luna se aleja gradualmente de la tierra y provoca que la rotación se detenga haciendo más largo el día, sin embargo, es tan pequeño el desfase que no lo notamos. En cambio, hay otros sucesos en los que ocurre lo contrario, no se puede ocultar la reacción que provoca, como la muerte de una estrella y la supernova resultante. Había tomado una decisión que tendría una reacción grande en mi vida. Meriel se apartó un poco y me miró tiernamente a los ojos.

—y bien... ¿de qué querías hablar?

Llegó el momento de hacerlo, tenía que decirlo.

—de nada —dije poniendo mi mano en su mejilla— solo tenía deseos de caminar junto a ti... y no... lo que acabas de decir fue al revés, tú hiciste que mi percepción cambiara y encontrara algo que creía perdido...

Las mejillas de Meriel comenzaron a pintarse de rojo y su tierna sonrisa de par en par se notaba más que nunca. Era momento de decirlo.

—también te amo Meriel... y nunca he estado más seguro de algo en mi vida.

Una pequeña lágrima se escapó de su ojo, pero no podía dejar de sonreír. Limpió su rostro y después se estiró hasta alcanzar mis labios, sabía que había tomado la decisión correcta. James había sido egoísta, no tenía pensado dejar ir a Meriel por un capricho de mi mejor amigo. Sabía las consecuencias de mi decisión, pero el cambio que ella había logrado en mi era algo que no quería abandonar.

—¿ahora ya podemos comenzar a pelear por quien ama más? —preguntó Meriel riendo.

Nos abrazamos de nuevo mientras ambos reíamos. Más tarde regresamos a su casa, ambos cansados de tanto caminar.

—oye —dijo Meriel— este fin de semana viene mamá... y traerá a su novio.

—¿en serio? —pregunté.

—sí, no sé qué quieran hablar conmigo —respondió Meriel— quería saber si puedes acompañarme, no quiero estar sola.

—claro... solo tengo que mover algunas cosas, pero cuenta conmigo.

Meriel me abrazó más fuerte, el tema de su madre aún parecía afectar al punto de ponerse seria al hablar de ella. Pero yo pensaba ayudar en lo que fuera necesario. Nos despedimos y ella entró a su casa. Comencé a pensar en aquella situación y después de respirar profundamente emprendí mi camino de vuelta. Indeciso tomé mi teléfono, poco a poco hice la marcación que debía y el teléfono comenzó a sonar. Sabía cómo terminaría todo, pero hice lo que debía.

—¿James?

Se escuchaba la tenue respiración de James del otro lado de la bocina, pero no respondía, parecía esperar a que dijera lo que tenía que decir... así lo que lo hice.

—escucha... hace algunos meses atrás, conocí a una chica... pensaba que jamás pasaría, pero así fue, me enamoré de esa ella y ahora por nada en el mundo James... por nada en el mundo puedo dejarla ir, tienes que entenderlo, yo... no pude decirle que ya no quería verla porque la verdad es, que quiero verla cada día, es todo lo que tengo ¿entiendes?

Tenía fe que James iba a entenderlo, después de todo, era mi mejor amigo, pero...

—entiendo —dijo James de la manera más tranquila— a partir de ahora si es lo único que tienes. Hace casi 4 años abandonaste a tu familia, ahora lo haces con tu único amigo... ahora sé que no piensas en nadie más, solo en ti, espero que Meriel se dé cuenta antes de que la lastimes... adiós "amigo".

Colgó la llamada dejándome solo en el teléfono aquella noche, esa fue la última vez que hablé con James. Ahora, años después, sigo preguntándome si hice lo correcto. Hace ya algún tiempo volvimos a coincidir, es una ciudad pequeña después de todo, pero al vernos... pasamos el uno al lado de otro como completos extraños. Tercera ley de Newton, para avanzar hay que dejar algo detrás, para ese momento en mi vida ya había dejado a mi madre, mi hermana y mi mejor amigo.

Salí del parque, comencé a caminar por el Hudson boulevard. En la siguiente avenida hay una florería. Me paro frente a ella y entro, camino hacia el mostrador y una dependienta se acerca atenderme.

—¿Qué va a llevar joven? —pregunta la amable mujer.

Comienzo a recordar... aquella ocasión en la que Meriel me pidió acompañarla en la llegada de su madre, vine a esta misma florería. En un artículo sobre relaciones encontré que es un acto romántico comprarle flores a la chica que quieres. Así que llegué aquí y me paré frente al mostrador.

—hola buenas tardes —dijo la dependienta de aquel entonces— ¿en qué te puedo ayudar?

—quisiera un ramo de flores —respondí.

—si... ¿de cuáles? —volvió a preguntar.

Había demasiadas flores, muchas posibles elecciones, pero también venía en el artículo que cada mujer tiene su flor favorita, yo no sabía cuál era el de Meriel. Comencé a mirar las flores alrededor, una por una. Las rosas, los tulipanes, narcisos, cuando de pronto una figura familiar llamó mi atención. Meriel siempre llevaba un collar con esa flor.

—deme una decena de girasoles por favor —respondo a la dependienta igual que en aquella ocasión en el pasado.

Salgo de la tienda y sigo por el bulevar, de nuevo voy por este lugar con un ramo de flores en mi mano. La gente que me mira debe pensar que voy hacia el lecho de mi amada, sin saber que solo recuerdos quedan de aquel tiempo. Llegó a una glorieta, en aquella ocasión aquí me reuniría con Meriel. Ella tenía algunas cosas que hacer y al terminar vendría aquí conmigo, después iríamos a su casa en donde ya estaba su madre. Me vio desde lejos, comenzó a saludar moviendo de lado a lado su mano. escondí el ramo tras mi espalda y llegué a ella. Enseguida notó que escondía algo.

—¿Qué escondes en tus manos? —preguntó curiosa.

Sonreí y mostré el ramo de girasoles, Meriel no pudo ocultar su gesto de sorpresa al verlo. Tímidamente se acercó y lo tomó. Una gran sonrisa se vislumbraba en su rostro, se acercó a mí y me abrazó.

—¿Cómo supiste cuáles eran mis flores favoritas? —preguntó emocionada.

—recordé el collar que siempre llevas puesto —respondí a Meriel.

Meriel se apartó y miró su collar.

—este collar es especial para mí —dijo Meriel.

—¿así?

—sí, era de mi abuela, es un muy preciado obsequio, me lo dio antes de irse...

A pesar de que en esa situación cualquiera se pondría triste, Meriel era todo lo contrario, al ver su collar sonreía, aun no entendía por qué.

—ya veo, es muy hermoso.

Me tomó de la mano y juntos comenzamos a caminar hacia su casa. Mientras caminábamos pude notar que algo incomodaba a Meriel.

—¿sucede algo? —pregunté a Meriel.

—no es nada... ya casi llegamos, antes de llegar quiero decirte, mi madre no es de las que hablan mucho, no es de las que cuenta historias vergonzosas de sus hijos cuando eran niños, no es de las que se entusiasman cuando conocen a los novios de sus hijas, no es de las que festejan los logros o esas cosas. Solo quiero que escuches lo que escuches, no cambies tu manera de verme... ¿sí?

—no te preocupes —le respondí— eso jamás va a pasar ¿está bien?

Meriel sonrió tranquila. Llegamos a su casa, se paró frente a la puerta y lo pensó unos momentos para entrar. Después de un largo suspiro giró la perilla y entramos a la casa. Su madre estaba allí, tenía un notable parecido a Meriel, pero sin la misma esencia de alegría que la rodeaba, tenía un largo cabello oscuro y un par de ojos azulados.

—Meriel al fin llegas —dijo su madre— tardaste demasiado ¿no lo crees? ... además no te pedí flores.

—sí, lo siento, las partes a donde me pediste ir no están nada cerca.

—como siempre quejándote, dime, ¿Quién es el joven?

—él es Alden y es mi novio, el me regaló estos girasoles.

Esa fue la primera vez que Meriel se refirió a mi como su novio, me sorprendió bastante y creo que a su madre también. De pronto un tipo alto y fornido se levantó del sofá, era Francis el novio de la mamá de Meriel. Caminó hacia nosotros y me miró de arriba abajo.

—¿tú eres su novio? —preguntó Francis— vaya, vaya... bueno vayamos a cenar, ven Alden haznos el honor.

Francis tomó la mano de la madre de Meriel y caminaron hacia el comedor. Me sentía extremadamente incómodo, algo en ellos no me dejaba tranquilo. Dentro de mi tenía esas ganas de dar media vuelta y huir de ese lugar, de hecho, lo estaba considerando cuando de pronto Meriel me tomó de la mano, giré a verla, parecía preocupada.

—si quieres irte, te entiendo —dijo Meriel.

—no —respondí— estoy contigo, ¿recuerdas?

Caminamos hacia el comedor, la comida estaba servida. Ambos nos sentamos y comenzamos a comer. Durante la mayoría de la comida estuvimos todos en silencio, nadie decía nada, hasta que su madre tuvo algo que decir.

—dime Alden —dijo la madre de Meriel— ¿a qué te dedicas?

Estaba tomando un poco de agua cuando me hablo así que me ahogue un poco con ella.

—disculpe señora —respondí apenado.

—dime Claire, por favor.

—está bien Claire, en este momento estoy por terminar una investigación y obtener mi doctorado.

Normalmente esas palabras impresionaban a la gente, pero no a ellos.

—así que eres un nerd —dijo Francis.

—Alden es un genio —dijo Meriel.

—sí, eso parece —dijo Claire.

La comida terminó y todos nos dirigimos hacia la sala de nuevo. Meriel se sentó en el mismo sofá que yo, Francis y Claire en uno frente a nosotros. La mirada de su madre no se apartaba de nosotros, entonces Meriel me tomó de la mano y me miró con una sonrisa. Su madre no pudo pasarlo por alto.

—se ven muy bien juntos —dijo Claire— parece ser un gran chico.

—el mejor —dijo Meriel.

Pero Claire no lo dijo de una manera amable, parecía sarcasmo. Después de mirarnos de nuevo con repudio comenzó a sonreír, parecía que tenía algo que decir.

—bien Meriel —dijo Claire— ¿estás por entrar a la universidad cierto?

—sí —respondió Meriel— lo recordaste, que bien.

—bueno espero que te gusten las universidades inglesas, porque nos mudaremos haya.

Ambos, Meriel y yo, fuimos sorprendidos por esa noticia, la madre de Meriel tenía planes de mudarse al extranjero junto a su novio Francis. Una idea que no me gustaba ni a mí, ni a Meriel.

—¿Qué? —exclamó Meriel.

—así es —dijo Claire— era esto de lo que Francis y yo vinimos a hablar contigo.

—yo no quiero irme, no de nuevo... ¿Qué pasará con la entrevista que tuve hace unos días en la universidad?

Meriel no había mencionado esa entrevista de admisión a la universidad porque era una sorpresa para mí, pero esos planes serian arruinados por su indolente madre a quien parecía no importarle.

—bueno, no te detengo si quieres quedarte —dijo Claire— pero ya puse en venta esta casa y hay varios compradores, puedes quedarte si te apegas a la idea de vivir en la calle, a mí no me importa.

Meriel bajo la mirada, entendía perfectamente el porqué. Yo mismo pude presenciar esa falta de cariño que día con día tenía que pasar.

—sabía que no te gustaría —dijo Claire— será mejor que empaques, aquí no tienes a nadie y si sigues así tampoco haya lo tendrás.

Ninguna madre tendría que decirle eso a su única hija, mi madre por lo menos lo intentaba, pero Claire estaba lejos de eso. aunque se equivocaba en una cosa.

—me tiene a mí —levanté la voz en medio de las habladurías de Claire— ella no tiene que estar sola nunca más si se queda aquí.

Claire soltó una carcajada.

—aun eres un mocoso —dijo Claire sin dejar de reír— ¿en serio crees que ustedes dos durarán juntos? No me hagan reír.

Pero en un giro inesperado Francis tomó la mano de Claire y la miró seriamente, después nos miró a mí y a Meriel.

—dime Alden —dijo Francis— ¿estás seguro que puedes cuidar de Meriel? Claire tiene razón, aún son demasiado jóvenes para saber lo que es vivir solos, tu aun debes vivir con tu mamá y Meriel no tendría en donde quedarse.

Meriel lo miraba extrañada al igual que yo, de verdad parecía otro tipo de persona. Pero también se equivocaba en algo.

—yo... yo tengo más de 4 años viviendo solo, con una de mis becas compré una pequeña casa en la orilla de la ciudad, si están de acuerdo puede quedarse allí, solo en lo que termina la universidad.

—¿de verdad me crees tonta? —dijo Claire— se lo que todos los chicos a tu edad quieren.

—Alden no es así —dijo Meriel mirándome con una sonrisa— él es diferente a todos.

—pero...

—no creo que sea un pervertido —dijo Francis— digo, solo míralo, es un nerd de arriba abajo, no creo que tenga malas intenciones.

Puede que Francis no haya sido como imaginaba al principio, pero seguía siendo un idiota, aunque tenía razón y parecía que Meriel le preocupaba más a él.

—dime Alden, ¿de verdad cuidarías de ella? —preguntó Francis.

—claro que sí —respondí— claro que la cuidaría, en mi casa hay una habitación extra.

—bien —dijo Francis— entonces si Claire está de acuerdo no veo problema.

Claire parecía indecisa, pero después de pensarlo unos días acepto. Pasaron un par de semanas y después de que Claire vendiera la hermosa casa en los suburbios se fue de la ciudad junto a Francis. Cualquier padre tal vez no hubiera estado de acuerdo, pero Claire actuaba como si se hubiera librado de una carga. Meriel se mudó a mi casa y comenzamos a vivir juntos, un sueño hecho realidad ¿cierto? ... pues aún no llegamos al fin de la historia.

Terminé aquí, una pequeña plaza cerca del suburbio en donde vivía Meriel. En este momento... no tengo idea de en donde vive. Dejó el ramo de Girasoles en el suelo y me alejo, hoy no habrá quien se alegre al recibir aquel detalle. Sigo caminando, aún estoy en esta zona de la ciudad que ahora es iluminada por los faroles. Miro al cielo, las estrellas son eclipsadas por tanta luz reflejada en suelo, es una lástima, hoy había predicción de lluvia de estrellas. Frente a mí puedo ver un bar, jamás he entrado a uno, como dije hoy en la mañana creo que es momento de hacer cosas que jamás he hecho, debo saber que se siente. En este mundo hay muchas cosas que no hice, descubrí estrellas y estudie teorías increíbles, pero... ¿de qué sirvieron?, me quedaré con esas ganas de esas fiestas de llegar a casa por la mañana, todos mis compañeros de facultad lo hacían... excepto yo, pero no esta vez. Entro al bar, busco un buen lugar en la barra y me siento.

El bartender se acerca a mí.

—¿Qué le sirvo? —pregunta el hombre.

Buena pregunta, no sé qué pedir. Miro las botellas de atrás, no me dan deseos de probar ninguna.

—parece que es tu primera vez ��vuelve a decir el bartender.

—lo siento —le respondo— realmente lo es, no sé qué ordenar.

El bartender se sorprende, pero parece decidido ayudar, comienza a buscar entre las bebidas.

—ya sé —responde de nuevo— ¿Qué te parece una cerveza?

—está bien, que sea una cerveza.

El bartender puso una botella frente a mí. La tomo y doy el primer trago.

—no está nada mal —digo al bartender.

Me mira extrañado.

—vaya, pensé que era tu primera vez en un bar —dice el bartender— pero no que era tu primera cerveza ¿de verdad nunca habías tomado?

—no... el alcohol nubla las ideas.

Después de mirarme raro el bartender se va atender a otras personas que ya estaban en el lugar. sigo tomando mi cerveza. Al pasar una hora comienzo a sentir los efectos del alcohol con tan solo tres cervezas. Había pasado esa última hora sin ver clientes nuevos, pero acaba de entrar una pareja. Al enfocar un poco mi mirada y verlos... no puede ser.

—¿Cristal? —me pregunto temeroso.

La chica que entró con ese sujeto es idéntica a Cristal, los mismos grandes ojos azulados, su castaña y larga cabellera y... ese lunar, ya no tengo dudas, es Cristal. Después de años de no verla me fue difícil reconocerla. Se sientan en una mesa detrás de mí, creo que no me vio aquí sentado. "¿acaso no sentías deseos de volver hablar con ella?" comienzo a preguntarme en mi cabeza, pero no sé si deba. Después de jugar un par de veces al azar decido acercarme, el azar me dijo que no fuera, pero estas tremendas ganas de volver a escuchar su voz parecen ganar la contienda. Tomo lo que resta de mi cerveza, me levanto de la barra y me dirijo hacia esa mesa. Me acerco hasta llamar la atención de ambos.

—ho-hola.

La miro, pero en la mirada que recibo de respuesta parece... no haber nada.

—ha pasado tiempo —digo en otro intento de hablar con ella.

Pero Cristal no deja de verme con esa fría mirada que no dice nada más que...

—Cristal, yo quisiera...

—oye —dice de pronto el chico que la acompaña— ¿Qué es lo que quieres?

—solo quiero hablar con...

Ambos se levantan de la mesa, Cristal pasa a mi lado empujándome con su hombro, no recordaba tal fuerza en ella.

—Cristal... por favor, habla conmigo.

—Cristal —pregunta el chico— ¿acaso lo conoces?

Al fin se detiene, da media vuelta y me mira, pero es de nuevo esa mirada inexpresiva que no me dice absolutamente nada, aun así, me pregunto qué es lo que va a...

—no... no lo conozco, solo es un desconocido, vámonos.

Cristal da media vuelta y sigue su camino junto con ese chico. Esa palabra ya quedó grabada en mi mente. Quizá esta sea la última oportunidad de hablar con ella y saber cómo está mamá, si puedo hacer que hable conmigo tal vez pueda entender. Así que salgo detrás de ella y la tomo de la mano, estoy decidido a hablarle.

—Cristal por favor espera —digo en un desesperado intento de detenerla.

—tú de nuevo.

—yo solo quiero...

—¡no me importa lo que quieras! —exclama Cristal furiosa.

—yo solo quiero hablar contigo y con mamá, sé qué hace tiempo que no...

De pronto Cristal se acerca a mí y me toma del cuello de la camisa, su inexpresiva mirada ahora parece llena de furia, de verdad no lo entiendo.

—de verdad que eres un imbécil —exclama furiosa.

—pero ¿qué pasa? —pregunto confundido— Cristal, yo solo quiero que tú y mamá...

Cristal me suelta con agresividad, de sus ojos llenos de furia comienzan a brotar lágrimas, sus mejillas tiemblan debido a su enfado... solo quiero entender porque...

—mamá murió... tu y yo no tenemos nada de qué hablar, ya no... nunca más.

—¿Qué? ...

Un día espectacular se aproximaba, el cumpleaños de Cristal a principios de mayo y, por otra parte, el mismo día me graduaría de preparatoria a los 12, por lo cual me darían un reconocimiento. Nuestros padres estaban contentos con ambos.

—bueno Christofer qué tal si vas por el regalo —dijo mi madre.

—pero claro Beth —respondió mi padre— se lo merecen ¿no es así?

Mi madre se quedó callada por unos momentos, pero después de unos segundos sonrió, se acercó a nosotros y nos abrazó... pocas veces hizo eso.

—ambos se han esforzado mucho los últimos meses —dijo mi madre— por eso su papá y yo decidimos regalarles algo con lo que podrán observar mejor las estrellas.

Cristal y yo nos miramos, realmente estábamos contentos. Un regalo sin duda especial, un telescopio Celestron Powerseeker, con el no solo veríamos planetas y estrellas, si no también algunas nebulosas y galaxias.

—gracias papá —dije mirándolo.

—no me agradezcas a mi —dijo mi padre— fue idea de su madre.

Un rostro que no recordaba, uno que irradiaba aquel cariño que solo una madre puede brindar, fue el que vi ese día en la sonriente cara de mi madre. Después de que Cristal y yo le agradecimos volvimos abrazarla, poco después nuestro padre se unió a ese abrazo familiar. Una familia feliz.

—bueno —dijo mi madre— debes apresurarte o cerrarán y no podrás volver hasta mañana.

���no importaría —le dije a mi madre— podemos esperar.

—claro que no —dijo mi padre— esa misma noche iremos todos juntos a mirar las estrellas.

Mi padre salió por la puerta y se fue en el auto por nuestro esperado regalo, mientras que nosotros esperábamos junto a mi madre, quien, en ese momento, más que nunca sacaba a relucir su parte más atenta y cariñosa. Esperamos y esperamos, pero no había señales de nuestro padre. Después de las primeras dos horas nuestra madre comenzó a preocuparse y preguntarse que lo estaba retrasando. A la tercera hora tocaron a la puerta, mi madre fue a atender. Bajé las escaleras y miré hacia la puerta, de pronto... mi madre se derrumbó en el piso y comenzó a llorar desgarradoramente. Cristal bajo corriendo a ver que estaba pasando, ambos caminamos hacia ella, nos abrazó y cuando nos dijo que había pasado, Cristal comenzó a llorar mientras que yo... solo me quedé incrédulo por la noticia sin hacer absolutamente nada... mi padre murió en un accidente mientras iba por nuestro regalo y a pesar de estar devastado... no fui capaz de llorar, no frente a ellas.

Pero ahora... creo que no puedo esperar a llegar a mi habitación para llorar...

—¿Qué? —vuelvo a preguntar aun no queriendo creer esa noticia— cómo... ¿Por qué no lo sabía?

Cristal se aleja de mí, sus labios comienzan a tambalearse y parece que está al borde del llanto.

—sí que eres un idiota Alden... ¡estuve intentado llamarte toda esta maldita semana! —exclama furiosa— y no tuviste ni la más pequeña curiosidad del porque a pesar de odiarte... quería hablar contigo.

—entonces esos mensajes eran...

—si... era yo intentando decírtelo, pero ya no sirve de nada o ¿sí? ...

No puedo hablar, no sé qué decir, Cristal da media vuelta con intención de irse, pero regresa de nuevo y se para frente a mí.

—estuve tanto tiempo pensando en que decirte cuando te tuviera enfrente, pero ahora que te veo, ya no tengo nada que decir Alden, mamá seguía tan orgullosa de ti a pesar de que nos abandonaste... te veía los periódicos y se alegraba por ti, pero tú nunca mereciste ese orgullo, ahora no eres más que un jodido extraño... sé que desde hace 9 años no te importa, pero no quiero volver a verte nunca más.

Estoy estático, lagrimas brotan de mis dolientes ojos sin matiz, aun no puedo asimilar esto...

—Cristal... por favor, yo...

Intento de nuevo acercarme a ella, pero el chico que iba con ella se pone frente a mí.

—¿este es el idiota de tu hermano que no respondió a ninguna de tus llamadas?

—sí, es el...

—así que eres tú...

Lo miro, es imponente y parece que tiene la intención de hacerme daño, pero no me importa. Quiero llegar a ella, al fin esta frente a mí... y yo... esa noticia no puede ser verdad... tengo que alcanzarla. Intento rodearlo y alcanzarla, pero mi camino fue interpuesto por un fuerte golpe en mi rostro, mi cabeza se estremece, mis lentes caen lejos de mí y escucho como se rompen al impactar contra el piso... pero aun así no están tan rotos como yo. Caigo al piso, ese chico se sube salvajemente encima de mí y comienza a golpearme, golpe tras golpe hasta que todo comienza a volverse más y más borroso.

—¡basta Jean! —escucho a Cristal gritando intentando alejarlo de mí— no lo lastimes más, por favor.

Ya no siento nada... pero sé que los golpes cesaron y el chico se levantó. No puedo ver nada, intento alcanzar mis lentes, pero no puedo moverme ni un poco... solo escucho como esos pasos se alejan de mí.

—Cri-Cristal —digo en un intento de detenerla— por favor...

Intento hablar, pero cada vez se hace más difícil pronunciar las palabras. Comienzo a perder la conciencia, todo comienza a oscurecerse. Debo estar mal herido, pero extrañamente no siento dolor físico, el colosal dolor que siento dentro de mí lo opaca en todos los sentidos.

—Cristal por favor... perdóname...

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