4 Day 3 - Come Un Fiore.

Abro los ojos. Un rayo de luz entra por la ventana, se abrió paso por el hueco que deja la cortina iluminando mi rostro. Alzo mi mano y tapo algo de esta luminosidad ensombreciendo parte de mí. El fulgor de tanta luz me enceguece, supongo que estuve mucho tiempo sin verla. Me levanto de la cama y miro por la ventana, ha dejado de llover y el cielo está despejado. Hay tanta tranquilidad a pesar de los días pasados. Si me concentro lo suficiente puedo escuchar el aleteo de los pájaros en los álamos cercanos... pero qué coincidencia. Justo ayer un recuerdo llegó a mi mente, aquel en donde Meriel durmió en mi habitación por primera vez. Llovía y el cielo se iluminaba con los relámpagos. Pero todo eso se desvaneció al día siguiente, justo como ahora...

—buenos días, Alden... despierta, es hora de levantarse.

Escuché su voz, abrí los ojos lentamente, a mi lado estaba Meriel sonriendo sentada en el borde de la cama. Siempre admiré su capacidad para sonreír, incluso acabando de despertar. Se levantó de la cama y se dirigió hacia la ventana, la abrió y miró de lado a lado.

—¡mira Alden! —dijo emocionada— las nubes se fueron, es... un día hermoso.

Miré hacia la ventana, realmente el paisaje cambio de la noche a la mañana. Un día soleado se asomaba pintando un hermoso recuadro.

—vaya —dije asombrado— hubiera apostado que un huracán azotaba la costa, pero parece que no.

Meriel suspiró profundo y comenzó a reír. Los pájaros volaban y cantaban desenfrenados delante de ella.

—tienes razón —dijo Meriel— cualquiera pensaría eso, pero también... "después de una larga tormenta, siempre vendrá la calma" ¿no lo crees?

Y allí estaba desde mi cama observando a esa chica llamando a los pájaros que volaban alrededor. Justo en ese momento comencé a pensar, realmente podría estar gustoso todo el día observándola reír y jugueteando con los pájaros que se acercaban, si me dieran a elegir, ahora sé que eso elegiría.

Vuelvo en sí. Cierro la ventana y las cortinas dejando solo obscuridad en la habitación. Después de una ducha termino de ponerme algo de ropa para después bajar por las escaleras e ir hacia la cocina. Me paro frente a la cafetera y la observo por unos segundos. Tal vez hoy tengo deseos de tomar una taza. Después de un efímero suspiro presiono el botón de encendido y la cafetera comienza a preparar el café. Tomo las dos tazas al pie de ella y las miro detenidamente. Una de color negro con una ilustración de distorsión del espacio tiempo, la otra de color azul cielo y una hermosa flor azul.

Mientras sirvo el café pienso en el momento que fueron compradas. Fue en octubre, habían pasado 7 meses de conocer a Meriel, habíamos quedado de vernos en un parque. Estaba preparándome cuando tocaron a la puerta. Preguntándome quien podría ser fui atender. Al abrir esa persona salto hacia mí y me abrazó con fuerza.

—Meriel... ¿Qué haces aquí? —pregunté— estaba a punto de ir al parque.

Después de eso Meriel me soltó y caminó hacia fuera, a un lado de la puerta había una pequeña caja, la levantó y entró de nuevo.

—te compré un regalo —dijo Meriel— en cuanto lo vi me encantó y pensé que a ti también te gustaría, estaba ansiosa de dártelo.

Meriel extendió ambas manos con la misteriosa caja en ellas. Desconcertado la tomé, enseguida noté que aquello que contenía se deslizaba en el interior.

—¿Por qué? —pregunté a Meriel.

—ya te lo dije... la vi y pensé que a ti también te gustaría, tanto como me gustó a mi —dijo Meriel acomodando un mechón de su cabello— Ábrelo.

Parecía estar más ansiosa que yo de abrir aquella caja, lo notaba en su mirada y en la calidez de su sonrisa. Sin tener tiempo que perder comencé a quitar el papel, al terminar de quitarlo abrí la caja, dentro se encontraba esta taza.

—¡no puede ser! —dije emocionado— ¿es lo que creo que es?

—¡si! —dijo Meriel aún más emocionada— es un agujero negro. Ves, sabía que te gustaría.

—en realidad es una distorsión del espacio tiempo.

—¿eh?

—un puente de Einstein-Rosen o más comúnmente conocido como agujero de gusano.

Meriel comenzó a reír de pronto.

—no se de lo que estás hablando —dijo entre risas— pero te gustó ¿verdad?

—claro —dije yo— me gustó mucho, pero... yo no te preparé nada.

—no te preocupes, no es necesario.

Miré de nuevo mi obsequio, realmente me había gustado mucho.

—de verdad te lo agradezco —dije a Meriel con una sonrisa— entonces... ¿aún quieres ir al parque?

—de hecho —dijo Meriel— mejor estrena tu taza nueva ... quiero saber que si la vas a usar.

Ambos comenzamos a reír, esa visita me había tomado por sorpresa, pero esas mismas para ese momento ya eran parte de mi rutina, la cual no quería romper.

—entiendo... ¿quieres tomar café conmigo? —pregunté a Meriel.

—claro —respondió ella— me encantaría.

Aún la conservo en perfectas condiciones, después de tanto tiempo. Termino mi amargo café, lo único dulce que podría gustarme ahora no se en donde esta. Me dirijo hacia la puerta, pero me detengo a mirar el teléfono. Me acerco a él y coloco mi mano encima, pero antes de tocarlo me detengo, creo que hoy tampoco será.

Salgo por la puerta y comienzo a caminar de nuevo, realmente no sé a dónde ir, así que solo juego con el azar para elegir la dirección. Mientras camino pienso de nuevo en la taza azul con una hermosa flor, sonrió mientras... recuerdo.

Toco la puerta de la casa de Meriel, aun jadeando de tanto correr para llegar a tiempo. De pronto la puerta comienza a abrirse y Meriel se asoma.

—¿Alden? —pregunta tallando sus ojos.

Al enfocar su mirada y darse cuenta de quién era, sonríe dulcemente. Parece tener sueño aún, creo que levantarse a las 5 de la mañana no está dentro de su itinerario.

—¿Qué haces aquí? —pregunta de nuevo— ¿no deberías estar en la universidad?

—no —respondo ocultando mis manos— aún tengo una hora.

—oh ya veo... ¿Por qué escondes tus manos?

Lo notó rápidamente, sonrío y muestro lo que tengo en ellas.

—sé que no te regalé nada ayer... pero, aquí tienes.

Extiendo mis manos, en ellas una caja envuelta en papel. La miro a los ojos, ella está viendo directamente a la caja, poco a poco su mirada comienza a brillar y su sonrisa comienza a dibujarse. Me mira de nuevo, sus cejas levantadas y ojos abiertos indican sorpresa.

—ábrelo —digo moviendo la caja un poco— espero que te guste.

Vuelve a mirar la caja y la toma tímidamente, parece que aún no creía lo que estaba pasando. Comienza abrirla, al ver el interior se queda muda. A juzgar por su mirada intuyo que no le gustó la simpleza de mi obsequio, me acerco a ella... pero antes de decir algo, me abraza con fuerza.

—no me gustó —susurra en mi oído.

—entiendo —digo un poco desanimado— creo que...

—me encantó —dijo interrumpiendo, sí que le gusta hacer eso— me encantó...

Noto algo extraño, la abrazo más fuerte y ella hace lo mismo.

—Meriel...

—me encanta... me encanta.

Siento mi hombro húmedo, lo noto de inmediato... Meriel llora, los rotos pedazos del pasado aún están presentes, pero sé que acogida entre mis brazos todo estará bien.

—no es nada —digo gentilmente— en cuanto la vi me encantó y supe que te gustaría.

Meriel se aparta un poco, comienza a limpiar su rostro sonriendo a la vez. Sonrió en respuesta, me acerco a ella e intento ayudarla limpiando su rostro, con sus suaves y tibias manos me toma las mejillas, sonrió de nuevo, hacerlo frente a ella se había vuelto fácil. Se acerca un poco más tirando de mí.

—¿quieres tomar una taza de café conmigo? —me pregunta antes de...

Se que dije que solo caminaría, pero el lugar que quiero visitar está demasiado lejos como para llegar caminando. Tomaré un autobús, así que comienzo a esperar. El autobús llega, subo a él y comienza el viaje, iré a la zona escolar de la ciudad. El término ciudad realmente no aplica mucho aquí, en realidad es pequeña. Es decir, tampoco es un pueblo, pero definitivamente no es una zona metropolitana. En la zona empresarial hay algunos edificios, en el centro hay parques y muchas tiendas de todo tipo, me gusta verlo como una Nueva York muy pequeña. En la entrada a la zona escolar está la universidad, unos kilómetros más lejos están los demás niveles: primaria, secundaria, etc. Me bajo del autobús, frente a mí, la universidad en la que hace poco fui profesor, tiempo atrás estudiante y... tiempo atrás visitante. Camino por fuera de la valla, más adelante está un gran auditorio. Jamás llegué a dar una conferencia como quería, pero si asistí a muchas, aún recuerdo la primera.

Llevaba meses conociendo al profesor Michael, comenzamos a reunirnos cada vez más seguido en la cafetería frente a la biblioteca. Comenzó a enseñarme algunas teorías que desconocía. Hablábamos y hablábamos... también discutíamos, pero debo admitirlo, mantener debates con una persona como el profesor era interesante, no pude ganarle ni una sola vez. Realmente era brillante, claro que hoy en día lo pondría en problemas. De cualquier forma, me invitó a ese gran evento en donde fueron invitados muchos grandes astrofísicos, pero el que realmente me emocionó fue Neil Brock. Recuerdo bien el día, llegué en el autobús, la universidad estaba llena. temía que el profesor no pudiera conseguirme un lugar dentro. No lograba encontrarlo entre el tumulto de personas, así que entre solo. El auditorio estaba repleto y seguían entrando más personas, los asientos se estaban llenando rápidamente y no lograba encontrar al profesor. Volteaba buscándolo por todos lados, pero no parecía estar, si no lo encontraba lo más seguro es que terminarían sacándome del lugar. cuando la conferencia estaba por comenzar uno de los coordinadores me vio y fue hacia mí con la intención de sacarme.

—oye niño —dijo el coordinador— esta es una conferencia solo para universitarios, la secundaria está un poco más lejos hacia allá.

Tenía que ser universitario... estaba guiándome hacia la puerta, al final no iba a poder estar en la conferencia de Neil. Pero entonces por la puerta entró el profesor Michael, en cuanto lo vi me emocioné. Llegó hasta nosotros, rio un poco al ver que me estaban sacando.

—¡llego tarde! —exclamé.

—lo siento Alden —dijo el profesor aun riendo— George él es un invitado mío.

El coordinador en cambio parecía desconcertado por la afirmación del profesor.

—¿Cómo? —preguntó el coordinador— solo es un niño, no debería estar aquí.

—es más que un niño George, no te sorprendas si en uno o dos años más entra a la universidad.

Ese coordinador realmente parecía molesto, pero no le quedó otra alternativa que dejarme allí.

—¿Dónde nos sentaremos profesor? —pregunté mirando que los asientos estaban llenos.

—solo sígueme —respondió el profesor.

Llegamos hasta los asientos más cercanos a donde estaba el podio, el profesor me había conseguido un asiento en primera fila.

—¿aquí? —pregunté emocionado.

—sí —dijo el profesor— ¿Qué te parece?

—excelente —le respondí— muchas gracias profesor.

Unos momentos después comenzaron las conferencias, ninguna de ellas me aburrió. Hablaban de demasiadas cosas interesantes, como la materia obscura y cómo influye en la expansión del universo. Hablaron también de la teoría de la relatividad de Einstein, un sinfín de temas que me encantaban. Pero al final llego a quien estaba esperando, Neil Brock. Comenzó a hablar de los agujeros negros. Cuando el gran Neil invitó al público a hacer preguntas no dudé en levantar mi mano. Sorprendido de ver a un niño en la audiencia no dudó en señalarme.

—¿Qué hace ese niño? —dijo alguien en los asientos.

—no lo sé, pero ¿Cómo lo dejaron entrar?

Realmente no me querían por allí, pero sin dudar comencé a hablar por el micrófono que acababan de darme.

—hola... mi nombre es Alden...

Debo admitirlo, realmente estaba nervioso.

—hola Alden —dijo Neil— ¿Qué edad tienes?

—tengo 13 años.

—vaya, realmente eres joven... ¿tienes alguna pregunta?

Todos me miraban, nadie creía que un niño estuviera a punto de hacerle una pregunta a Neil, estaba nervioso, pero quería preguntarle así que comencé.

—como usted lo dijo, la masa de un agujero negro crea tal distorsión del espacio tiempo que incluso la luz no puede escapar. Esa misma distorsión del espacio tiempo hace que dentro del horizonte de sucesos el tiempo funcione diferente.

—así es —dijo Neal— el tiempo no funciona igual, es llamado "dilatación gravitacional del tiempo" cuanto mayor es la distorsión local del debido a la, más lentamente transcurre el tiempo.

—entonces —seguí con mi pregunta— por ejemplo, el agujero negro que está en el centro de nuestra galaxia tiene la misma edad que la vía láctea, alrededor de 13 miles de millones de a��os. Pero, como usted lo dijo, mientras mayor gravedad local haya, más lento transcurre el tiempo y un agujero negro de esa masa posee una gravedad infinita dentro de la singularidad. ¿eso no quiere decir que realmente para el agujero negro no ha pasado ni la mitad de ese tiempo? Es decir, ¿realmente su existencia no es menor debido a que el tiempo local se ha detenido al interior?

Todos se quedaron en silencio, incluso el mismo Neil. Yo sabía que era una pregunta que realmente no tiene respuesta, pero quería escuchar la opinión de Neil.

—muy buena pregunta —dijo Neil después del largo silencio— en realidad tendría sentido pensar eso, ya que, si dentro del horizonte el tiempo se detiene abruptamente, entonces la evolución del agujero negro no avanza de la misma manera que en el resto del universo. Pero es difícil decirlo, realmente no hay una respuesta, solo podemos armar teorías basándonos en los pocos datos que tenemos, pero, en definitiva, se sabe que pueden llegar a desaparecer, en teoría un agujero morirá cuando...

—no tenga más materia para devorar —dije terminando la oración de Neil.

—exacto —dijo Neil— cuando ya no queden estrellas, planetas u otro tipo de materia, en ese caso entonces...

—perderían energía... y mientras más grande sea mayor cantidad de energía necesitan para sobrevivir.

Y de allí comenzó una pequeña charla entre nosotros, el profesor solo se quedaba asombrado escuchándonos y los demás parecían estar molestos, después de todo era una conferencia para ellos. Al terminar el evento el profesor y yo fuimos llamados por Neil quien agradeció mi participación.

—este chico sí que es listo —dijo Neil al profesor.

—claro que lo es —dijo el profesor— es mi aprendiz.

Neil giró a verme y me preguntó.

—¿ya sabes que es lo que quieres ser?

—claro —respondí— quiero ser astrofísico.

—lo serás —respondió Neil— esfuérzate y seguro lo conseguirás mucho antes de lo que todos esperan.

Esa misma tarde fui invitado por el profesor a celebrar a su casa, no sé qué era lo que quería celebrar, pero debo admitir que fue un grandioso día. A partir de ese momento fui ganando reconocimiento, lo que me "ayudaría" más tarde. Cuando entré a la universidad no pasaba desapercibido, aun así, nadie quería ser mi amigo, parecía que no les agradaba a los demás universitarios, creo que en parte se debía a que acaparaba toda la atención de los profesores. Ni siquiera aquellos alumnos que eran considerados los más inteligentes, aquellos con los que pensaba me llevaría bien querían acercarse a mí. James seguía siendo mi único amigo, pero apenas iba en la secundaria y así como a mi familia dejé de frecuentarlo.

Acabo de llegar a la preparatoria, solo un par de kilómetros más desde la universidad. No vine a este lugar a estudiar, pero si vine a otra cosa. Paso por la valla y comienzo a caminar a lo largo, allá al final de la calle está el patio trasero.

Todo es tan tranquilo ahora. Veo a los jóvenes disfrutando de su descanso en el patio. Las futuras mentes del mañana despreocupadas por eso que aún no conocen, ya que una verdad universal que arrastra todo a su paso, así como un gran tsunami azotando la costa es... que mientras más sabemos menos quisiéramos hacerlo. Todo es tan diferente, se respiran otros aires, las modas y tendencias cambian conforme el tiempo avanza sin intención de detenerse. Tiempo atrás quise venir a ver a esa chica, la misma que avivó una llama que pensaba estaba extinta dentro de mí, esa calidez que ya no sentía por nada en este mundo y que hacía que solo me concentrara en lo que está fuera de él. Armado sólo de una nota que especificaba lugar y hora, me aventure al interior del patio que ahora tengo frente a mí. Fue impresionante descubrir el bosque que está detrás de la preparatoria. Los grandes árboles se alzaban dejando en claro que, en este mundo, aún hay cosas que pueden sorprender.

Al caminar solo un poco dentro del bosque, pude escuchar varias voces escandalosas reír a carcajadas, y al acercarme un poco más comencé a distinguir las palabras

—¿Por qué no llamas al nerd a que te ayude? —dijo una voz femenina.

Me acerqué rápidamente a ver que estaba pasando.

—te dije que serias una perdedora... y ya sabes lo que les pasa a los perdedores.

Me acerqué, me escondí detrás de un árbol y miré sigilosamente. Estaban todos rodeando a una sola persona, la cual parecía estar sentada en un tronco que estaba el en suelo... no podía distinguir quien era hasta que...

—vamos Meriel.

Me sorprendí solo de escuchar su nombre, esa chica a la que estaban molestando era Meriel y esos chicos eran los supuestos amigos que tenía.

—aún tienes oportunidad de arreglarlo todo solo tienes que...

—¡NO! —exclamó Meriel enojada— ya les dije... no quiero tener nada que ver con ustedes, por favor... déjenme sola.

Pero de pronto una de las chicas que estaba allí derramó una botella de refresco en su cabello... todos comenzaron a reír, realmente me estaba preguntando si esos chicos no venían del cretácico. No conformes con el daño que ya habían hecho, el chico llamado Beck (quien era el que se suponía que sentía algo hacia ella) tomó su mochila y sacó todo de su interior tirándolo en el suelo. Salvajemente comenzaron a pisotearlo todo. entendí lo que Alicia me había dicho tiempo atrás, ellos eran unos patanes. Meriel incrédula aún intentó detenerlos, pero no pudo tener éxito, y al ver su cuaderno de dibujos y su libreta totalmente destrozados en el piso, ella simplemente comenzó a llorar. Ellos lograron romper esa alegría que siempre la rodeaba, así que no pude contenerme más, armado de todo el coraje que reuní me acerqué amenazante a ellos y empujé a Beck. Todos me miraron extrañados de lo que había pasado. Me incliné con Meriel, pero ella me miró como diciéndome "¿Qué haces aquí? Vete antes de que te hagan algo". Pero no la iba a dejar sola.

—¿Qué creen que hacen? —pregunté enojado.

—vaya vaya, pero que tenemos aquí —dijo Beck— pero si es el nerd ¿Qué vas hacer? Acaso ¿vas a lanzarme con un libro?

Todos comenzaron a reír cínicamente, realmente estaba comenzando a sentir miedo de esas personas. Aun así, me levanté y me paré frente a él.

—vaya broma —dije en burla— he escuchado primates sonando más intelectuales que tú, tal vez debería hacerlo, así aprenderás algo.

Las risas pararon, al ver a ese chico la adrenalina inicial pasó y comencé a sentirme intimidado, comenzó a tronar los huesos de sus manos. Creo que es obvio lo que pasó después, pero digamos que no se fue totalmente ileso. Minutos más tarde...

—¡Alden! —escuché una voz— despierta... ¡Alden!

Comencé a recobrar la conciencia. Mi cara me dolía bastante y a juzgar por la posición del dolor tendría un ojo de color morado al día siguiente. Meriel tenía mi cabeza apoyada en su regazo, me miraba con tal preocupación que parecía que era todo lo que le importaba. Pero a mí solo me preocupaba ella, así que...

—estas...

Pero como de costumbre interrumpió a mi pregunta.

—¡¿en qué estabas pensando?! —preguntó furiosa y preocupada a la vez— mira cómo te dejaron...

—pero...

—todos los chicos de esta preparatoria están acostumbrados a esto, yo me acostumbraré también... yo no quería que te...

—¿Qué quieres decir? —dije interrumpiéndola por segunda vez desde que la conocí— ¿querías que me quedara de brazos cruzados viendo cómo te hacían llorar?

Meriel iba a decir algo, pero se quedó sin palabras mirando tristemente hacia el piso. Me levanté lentamente hasta pararme por completo, sacudí mi ropa y volví a ponerme mis lentes (los cuales parecían estar rotos una vez más). Di unos pasos y tomé la mochila de Meriel, regresé hacia ella y me incliné una vez más para comenzar a juntar sus libros y cuadernos. Ella solo estaba en silencio mirando como guardaba sus cosas, estaba apenada de que presenciara aquella escena. Al meter el último cuaderno suspiré profundamente, comencé a levantarme de nuevo, pero antes de que pudiera hacerlo Meriel se inclinó hacia mí y me abrazó. Ese fue el primer abrazo que recibía de ella.

—gracias Alden...

—no tienes que agradecer —respondí.

Realmente esos chicos indolentes la habían lastimado, pero no físicamente. Pensaba en ello cuando Meriel se apartó y comenzó a mirarme.

—¿te duele? —preguntó mientras tocaba suavemente mi rostro.

—solo un poco —respondí.

—te llevaré a mi casa para curarte, está más cerca.

—no es necesario...

—vamos... déjame cuidarte, es lo menos que puedo hacer por lo que paso.

Sin siquiera aceptar Meriel me tomó de la mano y se levantó llevándome con ella. Me llevó hasta su casa en uno de los suburbios más hermosos de la ciudad. Las casas de ese lugar no resaltaban por tamaño, el suburbio no se conocía por lujoso, sino por la hermosa vegetación que lo rodeaba y la hermosa simpleza que lo caracterizaba. Pero más temprano que tarde me di cuenta que la verdadera belleza no viene de un bello lugar en realidad, y que aquello que lo opaca está en donde menos lo esperas. Entramos, Meriel me guio hacia la sala y me pidió sentarme en el sofá mientras ella se dirigía en busca de algunas cosas. Al volver se sentó a mi lado, tomó un trozo de gasa y algo de alcohol y comenzó a curar mi herida en el rostro. Enseguida el dolor se hizo presente.

—lo siento —dijo Meriel— ¿te lastimé?

—no, está bien.

—mira tus lentes —dijo Meriel— mira como los dejaron...

—no te preocupes —le respondí— siempre tengo un par en casa listo para emergencias.

Un extraño silencio llegó, creo que Meriel no sabía que decir en ese instante.

—¿Cómo terminaste en esa situación? —pregunté curioso.

—iba al lugar que puse en la nota que te di... ellos me vieron y me siguieron, pero no quiero hablar de eso, si no te importa.

—claro, no te preocupes...

Comencé a mirar alrededor, noté algo, a excepción de la habitación en la que estábamos todas las demás luces estaban apagadas, así que le pregunté.

—¿no hay nadie en casa?

Después hacerle esa pregunta tomó las cosas que usó para curarme y se levantó, no sin antes decir.

—no, no hay nadie en casa.

Caminó hacia un cuarto que estaba al lado de la sala, la seguí hacia allá y pregunté.

—¿pasas mucho tiempo sola?

Mas ella pensando se limitaba a mover algunas cosas que estaban en ese lugar. Había algo de misterio en ella, pensé de nuevo que tal vez eran temas que no debía tocar, así que decidí no preguntar más al respecto... pero entonces.

—mis padres se divorciaron hace un año y... perdón Alden, estoy de nuevo hablando de eso.

nuevamente se repetía la misma escena, era como rebobinar esa parte para ver que camino tomaría. Pero este nuevo intento debía ser distinto.

—no te preocupes —dije— debió ser duro para ti.

Meriel me miró, en esa miraba había algo, tristeza, desconsuelo... no lo sé, lo único que sabía era que esa era la primera mirada que transmitía eso. Miró de nuevo hacia el piso y apretó sus manos.

—ya era duro antes de eso —dijo Meriel.

—¿a qué te refieres? —pregunté confundido.

—es una larga historia Alden, de verdad no quiero molestarte con historias tristes.

Tal vez actuaba de esa manera en respuesta de lo que había pasado en el parque, pero estaba totalmente seguro de que para ese momento quería que ella fuera mi amiga, así que.

—puedes hablar conmigo —le dije acercándome gentilmente— incluso si no estoy presente aquí contigo, si quieres hablar... puedes llamar.

Meriel parecía más tranquila después de eso, así que comenzó a contarme. Sus padres se conocieron a temprana edad. Su madre era universitaria y su padre... bueno su padre era miembro de un grupo delictivo de Sacramento. Después de que Meriel nació su madre tuvo que dejar la universidad e irse a vivir con su padre, ya que su familia no quería saber nada de ella al enterarse quien era su pareja.

Dentro de su relación ellos siempre tuvieron problemas debido a las adicciones de él. Pasaron muchas cosas, falta de dinero, comida, ropa, etc. Así que un día su madre hizo lo imposible y consiguió un trabajo de azafata en un aeropuerto, todo cambio a su favor, pero comenzó a viajar mucho, quedando Meriel al cuidado de su padre. Él nunca le hizo daño, no físicamente, pero constantemente lo veía llegar sangrando o totalmente drogado. Mientras que su madre... de cierta manera la culpaba de no haber terminado su carrera. De una manera subjetiva para su madre Meriel era la razón del colapso de su vida entera. Así que no importaba si estaba o no en casa, jamás recibía alguna muestra de cariño de parte de ninguno de los dos.

Así fue su niñez, ni un solo cumpleaños, navidad o año nuevo, solo un abismal abismo de falta de cariño y amor. Hace dos años su madre conoció a un extranjero en uno de los vuelos y después de un tiempo terminaron "enamorándose", salieron en secreto por un año hasta que finalmente su padre se enteró, se divorciaron después de eso. Debido a la peligrosa banda con la que él estaba, ellas tuvieron que dejar esa ciudad, terminando aquí.

Me di cuenta de que realmente cada persona tiene su propia historia llena de tragedia, unas más que otras, pero al fin de cuentas es nuestra. Mi admiración por ella no podía ser mayor, aun después de todo ello, Meriel tenía la capacidad de sonreír, algo que yo pocas veces hacía. A nadie más le había contado eso, por alguna razón confiaba en mi más que en nadie... para ese momento sabía más de ella que su propia madre.

—entonces tu madre en este momento está...

—no —dijo Meriel— normalmente trabaja 20 días y descansa diez, pero se supone que ahora está de vacaciones.

Obviamente algo no me cuadraba cuando Meriel me dijo eso, así que pregunté.

—¿entonces dónde está?

—¿recuerdas ese día en el parque donde nos conocimos? Cuando pensé que no querías ser mi amigo, mi madre acababa de irse y ese mismo día recibí un mensaje de ella, dijo que, terminando su jornada de 20 días, pasaría sus vacaciones con su novio fuera del país, aunque pensándolo bien... eso fue hace 4 meses.

—pero ¿y tú?

—¿yo? ... yo simplemente estaba fuera de esa ecuación, ella no ha vuelto a casa y no tengo idea de cuándo volverá.

Fue ahí cuando me di cuenta de algo. Sin duda alguna, no importaba que tan bella fuese una casa, que tan enorme o incluso si era un castillo irradiando alegría, si lo que pasaba al interior contradecía esa belleza con las historias que había detrás. Cualquier persona que viviera fuera de los suburbios envidiaría a Meriel por esto, pero sin saber absolutamente nada. Basta con preguntarle al firmamento, ¿Quién no ha querido la luna sin conocerla por dentro? ... Debía estar cerca de ella, ahora lo tenía más que claro. En los meses que tenía de conocerla, jamás le había mostrado una muestra del afecto que me había hecho sentir, así que... me acerqué a ella y la abracé. En una ciudad en donde se piensa que las cosas necesarias son solo lo material, estaba esta persona que desesperadamente necesitaba aquello que no es tangible, aquello que pocas veces es sincero. Realmente le sorprendió, sus ojos lo mostraban, pero no me equivocaba, era lo que ella había querido desde hacía ya mucho tiempo, lo sé porque Jamás había sentido un abrazo más fuerte en mi vida.

El tiempo pasó, tenía que irme, se lo había dicho antes de llegar ya que mis clases continuarían, pero bastó con una mirada para convencerme de quedarme, no... ya lo había decidido desde antes de que me lo pidiera. Volvimos al sofá, me senté en una de las orillas y Meriel en la otra, después de un largo silencio se acercó y apoyó su cabeza en mi hombro, el silencio continuaba, pero extrañamente no era incómodo. Tomó una almohada y se recostó sobre mis piernas mientras yo acariciaba su suave cabello.

Meriel se quedó dormida rápidamente. Su corto y ondulado cabello estaba destendido sobre la superficie de la almohada, su mano sosteniendo la mía, se veía tan pacífica dormida. Giré a ver el buro de a lado, sobre él había una libreta rosada bordada con flores. La tomé, sabía que no debía, pero la curiosidad me ganó y lo abrí. Pasé página por página y pude darme cuenta que las primeras hojas estaban en blanco. Creí que no iba a encontrar nada, pero justo a la mitad un escrito llamó mi atención. Su pasatiempo favorito era escribir, me pregunté si era algo de lo que escribía, de cualquier forma, tenía que leerlo así que comencé a leer:

"estaba dentro de un mundo que no entendía, pensé que no pertenecía a él, que había sido un error haber terminado ahí, así que estaba a punto de... pero cuando menos lo pensé conocí a un chico, es callado e inteligente, directo, pero amable. Es dulce, tan dulce que me hizo sentir que al fin era parte de algo... a su lado dejé de sentirme sola. Cuando recién lo encontré, estaba solitario colocando aquel telescopio para mirar hacia las estrellas. Me preguntaba por qué siempre las observaba con aquella fascinación, ¿Qué era lo que buscaba?, tal vez quería encontrar algo en ese lugar, algo que no estaba en este mundo y que lo hacía mirar por esa ventana en el cielo que vislumbraba el infinito. Dentro de su percepción no había nadie alrededor. Jamás notaba aquella chica que lo observaba del otro lado, la misma que se pregunta, qué tiene para ofrecer una delicada flor terrestre a una mente que va más allá de los límites de la imaginación... Siempre navegando sobre los océanos del espacio y del tiempo dejando algo atrás, como la estela que dejan los cometas en su viaje por el cosmos. Pasaban los días, me preguntaba si algún día me notaría, si algún día descubriría mi existencia, así como descubrió aquello que se oculta en la oscuridad del universo. Impaciente por esa respuesta me acerqué, al fin lo tenía enfrente, fui pionera en sumergirme en su mar de misterios. Noté que en su mirada desinteresada la tristeza se escondía, ¿qué será aquello que lo aflige? ... ¿será que sabe que aquello que busca no está en el espacio, pero se niega aceptarlo? O acaso será que lo encontró hace mucho tiempo y no logró llenarlo, ¿será que piensa que aquello que sueña queda más perfecto en la imaginación? Tengo que saberlo, solo así puedo darle eso que de verdad desea, la luz de un amor verdadero que ni el mismo sol puede igualar, pero ¿cómo una flor podría ofrecerle eso? si él se enamoró perdidamente del universo y ha perdido interés por lo terrenal, pero, aun así, tengo la esperanza de que algún día me mirará con aquel cariño con el que mira al cielo estrellado y... ".

—se enamorará de mi...

Fui sorprendido, la mano de Meriel (quien había despertado) me arrebató el cuaderno después de que ella misma terminara la frase. Se levantó de mis piernas y se apartó de mí abrazada recelosamente del cuaderno. Parecía molesta, no era para menos, había leído aquel maravilloso texto que escribió con mucho cariño. Para ser alguien que para los 18 años había descubierto varias estrellas, no podía con tanta sorpresa, se desbordaba en cada expresión de mi rostro. Después de otro largo silencio giró para verme. Se levantó lentamente y estiró su mano izquierda. Aún sin contener mi sorpresa la tomé y me puse de pie frente a ella. A través de los ojos de Meriel pude observar aquello que anhelaba, no tenía la menor duda, ahora ya sabía que era. Pero esta vez era su turno darse cuenta que desde hacía tiempo atrás, yo ya la veía con aquel cariño con el que miraba las estrellas. Puse mi mano libre en su mejilla, su tímida sonrisa se volvió cada vez más y más risueña. Se acercó más hasta abrazarme y refugiarse bajo mi barbilla. Después de un tiempo susurró una pregunta.

—¿puede esta delicada flor darte eso que buscas?

Se apartó un poco y me miró directamente a los ojos esperando una respuesta, me miraba con tanto cariño que no importaba si nunca antes me habían mirado así. Mi corazón latía a mil por hora, sabía cuál era mi respuesta, pero me costaba hablar. Al no responder, Meriel dejó de sonreír y bajo su mirada. Pensaba tal vez que no había respuesta para su pregunta. Soltó mi mano y comenzó a girar, pero... La detuve, tomé su barbilla y levanté su mirada.

—no puedes darme aquello que busco —dije mirándola gentil.

—entiendo, espero que algún...

—no puedes dármelo —interrumpí por tercera vez— porque desde que llegaste a ese parque... lo encontré...

Su sonrisa volvió junto a un hermoso par de ojos brillantes, sus mejillas se sonrojaron y después de pensarlo unos segundos me tomó del cuello y me halo hacia ella para terminar frente a frente. Lo recuerdo bien porque jamás quiero olvidarlo, jamás quiero olvidar el momento en el que con sus suaves labios me besó por primera vez. Indudablemente aquella calidez que había comenzado a sentir tiempo atrás, no era nada más y nada menos que el fulgor de un amor verdadero. Me había enamorado de Meriel, con ese primer eso pude confirmar lo que hasta ese momento era una teoría, y aquella chica que era como una flor, delicada, colorida y sobre todo hermosa, también se había enamorado de mí. Tal vez debía preguntarme ¿Por qué yo?, sí siempre al caminar juntos todos se acercaban y querían hablar con ella. Sus redes sociales desbordaban de actividad. El chico más popular de toda su escuela (aquél a quien todas querían) la quería a ella... pero la verdad eso no me importaba en lo más mínimo, porque era yo aquel que estaba dentro de su corazón, solo necesitaba saber eso.

Ese pudo haber sido el inicio perfecto para una historia de amor, pero... bueno debo continuar caminando. Son más de las 5 de la tarde, caminé un poco al interior del bosque y terminé rodeando toda la preparatoria. Los jóvenes parecen haber salido ya de clases. Salen en estampida del edificio principal. Mientras camino de vuelta un adolescente pasa corriendo a mi lado, a los pocos segundos pasa otro empujándome un poco.

—discúlpame amigo —dijo el chico.

—¡oye! —grita el otro delante— apresúrate, tengo algo importante que contarte.

Después de hacerle una señal al chico de que todo estaba bien continúa corriendo. ¿algo importante que contar? Aún recuerdo una de las últimas llamadas que tuve con James, él asistía a esta misma preparatoria. Estábamos tan cerca y de todas formas casi no hablábamos. Un día, mientras continuaba con mi tesis a las afueras de la universidad recibí una llamada. Era de un número desconocido, pero aun así contesté.

—buenas tardes —dije por la bocina.

—buenas tardes señor —dijo una voz grave— llamamos para informarle que es el chico más torpe de todos, aunque esté haciendo un doctorado.

Yo era tranquilo, pero aun así no permitía que nadie me dijera torpe, así que contesté.

—y usted quien quiera que sea, cómo se atreve a...

De pronto comenzaron a escucharse algunas carcajadas, me enfurecí todavía más, pero antes de contestar, volvió a hablar:

—calma, calma Alden... no ha pasado tanto tiempo, solo un par de meses, no creo que olvides mi voz así de rápido.

Ahora había reconocido esa voz, no se equivocaba habían pasado dos meses desde la última vez que lo vi, en esa ocasión solo nos saludamos y fue todo.

—James —dije por la bocina.

—así que ya me reconociste, oye ¿Por qué no hablamos? Tenemos mucho sin salir algún lugar.

Comencé a sentir algo de nostalgia, tanto tiempo sin salir con mi mejor amigo algún lugar. pero esa semana estaba muy atareado y en los únicos días libres ya tenía planes con Meriel.

—sí, me gustaría hacerlo —respondí— pero esta semana tengo mi itinerario lleno, tal vez la próxima.

—pero tal vez puedas romper un poco tu rutina, quiero pedirte algo, ¿podemos hablarlo ahora?

—¿ahora? —pregunté confundido.

—si Alden... voltea a tu derecha.

Giré hacia mi derecha y del otro lado de la valla estaba James saludando. Sorprendido guarde mi cuaderno y corrí hacia allá.

—¡James! —exclamé gustoso— ¿Qué haces aquí?

—qué bueno que te da gusto verme —dijo James— tenemos mucho de qué hablar.

—sí que lo tenemos.

James pasó la valla y nos sentamos en una banca, comenzamos a hablar por unos minutos.

—¿Cómo estás Alden? —preguntó James.

—muy bien de hecho —respondí— tú ¿cómo estás?

—perfectamente bien... hace unos días vi a Cristal, salía con un chico de la preparatoria y me preocupo un poco.

Inesperadamente James comenzó hablando de Cristal, realmente estaba sorprendido.

—¿no has intentado hablar con ella? —preguntó.

Comencé a pensar en ella, realmente hacía mucho tiempo que no veía a Cristal.

—no —dije mirando al piso— ella no quiere verme...

—sé que todo lo que pasó fue difícil —dijo James— pero, no olvides que ustedes eran inseparables, me da tristeza ver como esa niña risueña cambió de tal manera que, ya ni siquiera conmigo habla.

James tenía razón, Cristal había cambiado demasiado, comenzó a salir a todo tipo de fiestas y juntarse con muchas malas compañías, yo siempre me enteraba por terceras personas. Después de conversar unos minutos más, James se paró de la banca.

—mira la hora —dijo mirando su reloj— tengo que irme.

—espera —le dije antes de que comenzara a caminar— ¿Qué era eso que me ibas a pedir?

—Oh es verdad —respondió James— verás... conocí a una chica, de hecho, en este momento voy con mi grupo de trabajo. Ella está en él.

—¿de verdad? —le pregunté emocionado— me alegro por ti.

—sí, es la chica más hermosa de toda la escuela —dijo contento— este semestre me movieron a su grupo y comencé a hablar con ella, la invité mañana a un parque y quería que fueras conmigo.

—¿Qué? —pregunté acomodando mis lentes— ¿Por qué quieres que vaya? Debes hacerlo solo.

—de ninguna manera —dijo James— sabes lo nervioso que me pongo con las chicas, además ella es diferente a todas las demás, no hace caso a nadie... estaré más nervioso.

Comenzamos a reír juntos, de verdad me sentía contento de reír junto a James de nuevo.

—sí, lo sé, está bien, romperé mi itinerario por ti.

—muchas gracias Alden, te espero a las 4 de la tarde.

—excelente, yo también tengo algo...

—lo siento Alden —dijo alejándose— de veras se me hace tarde, mañana me cuentas.

James se fue dejándome solo en el lugar, estaba realmente emocionado de al fin poder hacer algo junto a él, pero... bueno, debo continuar. Acabo de subir al autobús que me llevara de vuelta, solo que sin darme cuenta tomé aquel que va por la ruta más larga. Como dije, el tiempo indomable avanza sin detenerse, ni siquiera nos deja mirar atrás. Miro mi celular, en el tengo algunas fotografías de una pequeña niña posando y sonriendo, al hacerlo no puedo dejar de sentir este hueco en mi pecho.

—Cristal...

Desde el momento en que nuestro padre murió todo cambio. Durante su funeral Cristal lloraba como nunca, se quedó hasta el final viendo como lo enterraban en aquel agujero. No era para menos, mi padre era la persona que siempre la animaba cuando más lo necesitaba, nunca fui yo, su hermano mayor. También mi madre cambio de una manera que... ella perdió el interés por el mundo entero, incluyéndome a mí, dejó de importarle si estudiaba o no. pasaban los días, después de haber leído todos los libros de la pequeña biblioteca local decidí ir a la de la ciudad. Pero estaba bastante lejos para un niño. La mañana que se lo comenté a mamá estábamos desayunando, o eso intentábamos.

—mamá —la llamé en la mesa— iré a la ciudad, comenzaré a ir a la biblioteca de allá.

Pero una fría mirada me dio la respuesta, no importaba si iba o si me quedaba. Después de respirar fuerte se levantó de la mesa y se fue, dejándonos a Cristal y a mí en la mesa. Después de terminar esa comida congelada que había preparado, me levanté y comencé a dirigirme hacia la puerta, pero antes de salir Cristal me tomó de la mano.

—¿puedo ir contigo?

Giré y la miré, ya tenía su abrigo en la mano. Pero dentro de mi cabeza ocultaba mi profundo dolor por esa pérdida, así que...

—no Cristal —dije seco— quiero ir solo.

después de eso me solté de su mano y salí por la puerta, mientras ella seguramente se quedó allí, preguntándose si quedaba alguien en el mundo que la quisiera.

No tengo justificativos, le hice daño a mi hermana y... no me daba cuenta, no, solo fingía. Fui tan egoísta que pensaba que nadie sufría más que yo, jamás me detuve a pensar en ella. Fueron tantas veces que...

Llegó de la ciudad totalmente cargado de libros, desde lejos noto que alguien espera en el pórtico de la casa. Es Cristal, me mira, pero parece que de nuevo no va a sonreír, ya nunca lo hace. Al llegar al patio se para y comienza a caminar hacia mí.

—hermano, te quiero preguntar...

Quiere preguntarme algo, pero después de un molesto de un día en la ciudad, la eterna rutina de idas y venidas, ruido y demasiada gente, estoy realmente cansado.

—hoy no Cristal, tengo que leer todo esto, mañana tengo que devolverlo.

Comienzo a caminar de nuevo, y de nueva cuenta mi hermana me toma de la mano, me detengo y la miro.

—¿volverás a irte mañana? —pregunta Cristal.

Vuelvo a mirar hacia la puerta y comienzo a caminar, no sin antes decir.

—si.

Continúo mi camino sin mirar atrás. Entro a casa, mi madre sentada en el sillón con una copa de vino, seguro esta ebria por el alcohol. Me acerco a ella y le digo

—ya llegué.

Pero no hubo contestación alguna, así que subo las escaleras y me encierro en mi habitación.

Fueron tantas veces que perdí la cuenta. Siempre cuando llegaba de la ciudad, Cristal me esperaba en el mismo lugar y yo le repetía siempre lo mismo. Al entrar a casa mi madre siempre estaba en el mismo lugar y yo siempre le avisaba cuando llegaba, pero ella no decía nada, como siempre. Todo se había vuelto tan rutinario, o solo lo pensaba, no me di cuenta de que Cristal cambiaba más y más, tal vez ella pensaba que lo rutinario era solo yo. Ayer recordé algo, fue ese día el mismo en el que aquello paso. llegué como siempre, Cristal estaba en el mismo lugar, pero esta vez, estaba abrazando un cuaderno. Al verme se levantó y caminó hacia mí.

—hermano —dijo acercándose más— apunté aquí las preguntas que tengo, las apunté todas como me dijiste hace mucho tiempo.

Pero esta vez su mirada era distinta. Esa misma tarde me fui, la dejé sola y llorando, después de hacerme la pregunta más importante para ella, la única pregunta que no respondí. Y allí estaba, estirando sus manos con el cuaderno en ellas, lo tomé, comencé a mirarlo y me di cuenta de que encima de la galaxia ilustrada en la portada nos había dibujado. Pero todo era monótono... esos tonos, esos gestos, parecíamos estar siempre tristes. Pensaba en ello cuando Cristal volvió a hablar.

—te lo devuelvo —dijo con una sonrisa fingida— ya no tengo más preguntas para hacerte, nunca más.

Me tomó por sorpresa, la miré con tristeza en mis ojos, pero ella desvió su mirada y se alejó de mí. Más tarde en la cena tenía un importante anuncio que hacer. Mi madre como siempre, solo sentada allí sin ver absolutamente nada y Cristal solo jugueteando con la comida.

—madre, tengo que decirte algo.

Pero aquel llamado parecía que solo le había llegado a Cristal, quien me miraba esperando todo, menos lo que iba a decir.

—en unas semanas iniciará el semestre en la universidad y...

Fue entonces que mi llamé la atención de mi madre.

—salte los años de preparatoria y el profesor Michael dice que puedo ingresar a la universidad.

Cristal se encerró en sus pensamientos, estaba pensando minuciosamente en muchos aspectos de esa noticia. reaccionó y me miro, ahora parecía preocupada.

—pero —dijo Cristal— tendrás que ir y venir todos los días a la ciudad, pasarás más y más tiempo fuera.

—no —respondí— el campus tiene un internado y el profesor me consiguió una habitación.

El impacto de esa noticia en Cristal... fue... después de escucharme dejó caer su cubierto al piso. Al mirarla, parecía aterrada solo de pensar que se quedaría sola en aquel baúl de recuerdos dolientes.

—vas... ¿vas a irte? —preguntó Cristal incrédula aún.

—sí, el profesor necesita que mi madre firme estos papeles.

Saqué de mi maleta una hoja y se la di a mi madre junto a un bolígrafo, ni siquiera leyó el papel, solo lo firmó y se fue de la mesa dejándonos solos. Después de guardar la hoja me levanté de la mesa con la intención de irme a mi habitación. Pero entonces.

—¿vas a dejarme sola? —preguntó de nuevo Cristal al borde del llanto.

Regresé para verla, sus labios se tambaleaban y parecía contener con todas sus fuerzas las tremendas ganas de llorar. Se acercó a mí con ese triste par de ojos y me tomó de la mano.

—no me abandones hermano... por favor, ¡no puedes irte! —dijo cuando sus fuerzas dejaron de ser suficientes y comenzó a llorar desconsoladamente— no era verdad, aún tengo muchas preguntas, por favor... te lo pido.

Pero yo... aunque sentía mi pecho pesado, aunque me dolía verla llorar así... solo me limite a irme hacia mi habitación y dejar a una vulnerable niña de 10 años rogándome no abandonarla. Al llegar a mi puerta, del otro lado del pasillo se escuchaba otro llanto, era mi madre, quien también estaba llorando sin nadie quien la consolara. Pero sin averiguar nada más entre a mi habitación, cerré la puerta y me derrumbé del otro lado. Intenté contenerme todo lo que pude, pero solo me di cuenta de lo débil que soy.

Pasaron un par de semanas, había llegado el día en el que me iría. Mis maletas estaban empacadas y el profesor me esperaba afuera. Al terminar de subir todo, fui por mi última maleta a mi habitación. Antes de salir vi el cuaderno de Cristal en mi escritorio, lo tomé y pensé un poco. Al salir de mi habitación me paré frente a la puerta de Cristal y toqué. La puerta estaba abierta y comenzó abrirse sola. Cristal estaba en su cama boca abajo y cubriendo su rostro con sus brazos. Me acerqué y puse mi mano sobre su espalda intentando hablar con ella, pero.

—Cristal, yo...

—vete —dijo antes de que pudiera decirle algo.

—escucha, yo solo quiero.

—déjame... si vas a irte, vete.

Cristal se giró agresiva y me miró, en aquella mirada ya no estaba esa súplica de quedarme, tal vez había asimilado que su hermano mayor, el mismo que prometió estar a su lado para siempre la estaba abandonando. Sin saber que decir dejé el cuaderno en su buro.

—dejaré aquí este cuaderno, puedes escribir las preguntas que quieras, yo vendré a visitarte y las responderé todas.

Pero no recibía contestación de Cristal, intenté acercarme de nuevo y... abrazarla, pero ella me empujó lejos

—¡qué te vayas! —exclamó furiosa— si vas a dejarme... solo hazlo... ¡vete!

Me aparté de ella, ya ni siquiera tenía el valor para mirarla a los ojos. No pude ver si en su mirada había enojo, eso estaba pensando, pero al salir... ella comenzó a llorar, una vez más mi pequeña hermana estaba llorando. Quise entrar a consolarla como lo hacía mi padre, pero el profesor me esperaba abajo, así que me fui. Abandone aquella casa de mi infancia, y a pesar de estar tan cerca, a pesar de que le dije que volvería a responder todas sus preguntas yo... jamás regrese.

Llegué a casa, son más de las 10 ahora. Hay un nuevo mensaje en la contestadora, pero no lo revisaré esta vez. Se que innegablemente tengo la culpa, no hay justificativos que justifiquen esto, tal vez lo merezco. Merezco llegar a casa solitario, siempre preguntándome si valdrá la pena un día más o si definitivamente debo abandonarlo todo desde ahora. Después de todo ¿con qué objetivo hago esto en realidad?, ninguna de las personas que he mencionado leerá esto y aunque lo hicieran ¿Por qué cambiaría algo? Tan vacía quedo mi vida que ya ni siquiera mirar a las estrellas puede llenarme.

Me recuesto en la cama, solo unos días más y todo habrá acabado. Miro por laventana y comienzo a contar las estrellas, es la mejor manera para quedarse profundamente dormido.

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