3 Day 2 - Some Sand.

El fuerte viento en la madrugada y la interminable lluvia haciendo vías fluviales en las calles me despertaron hace mucho tiempo. La aún obscura habitación me recuerda mi presente, los faroles por fuera de la ventana intentando iluminar a través de las cortinas me recuerdan mi pasado, como si fuera un barco de papel navegando sobre esos "waterways", luchando por salir a flote. Desde que desperté estoy recostado observando ese espacio vacío a mi lado, intentando desesperadamente traer a mi cabeza esa remembranza anterior sin éxito. El olor húmedo de lluvia, los libros llenos de polvo en aquel estante, el armario vacío frente a mí y estas cuatro paredes que parece que se caerán encima, es lo único que noto en esta habitación vacía. No hace falta investigar mucho para darse cuenta de que... hay montañas tan altas como para escalar, barrancos tan profundos como para descender y estrellas tan lejanas como para llegar, también... hay momentos de felicidad en un pasado que ya pasó y que ahora busco volver a vivir... tal vez sea estúpido, pero es todo lo que me queda.

No voy a mentir, levantarme no fue sencillo, hoy no encuentro las mismas ganas de ayer. Después de lavar mi cara y ponerme mis anteojos me miro al espejo. Mi imagen ha cambiado mucho, siempre fui desalineado y desordenado, pero jamás había tenido ojeras. Mis ojos claros parecen no tener brillo y mi piel parece más pálida que de costumbre, y ni hablar de mi cabello.

Parece que la lluvia se convirtió en un aguacero y eventualmente paró, pero de igual forma llevo mi paraguas en la mochila. Preparo un par de emparedados para el almuerzo y me dispongo a salir, pero al abrir la puerta noto que afuera está helando, así que vuelvo a subir por un abrigo. Al tomarlo a mi mente llega algo...

—ven hermano, vayamos a caminar...

La miro, en sus ojos observo esas ganas de hacer algo junto a su hermano, pero estando en mi papel del mayor sé que no es una buena idea debido al tiempo.

—no Cristal —digo en un intento de persuadir— es demasiado tarde y está helando.

Cristal levanta su mano y en ella sostiene mi abrigo.

—traje tu abrigo —dijo con una gran sonrisa— y ya tengo puesto el mío, quiero que me enseñes las constelaciones.

Debo de admitir que... Cristal es una de las pocas personas a las cuales no puedo decirles que no, después de ver sus grandes ojos azulados y su sonrisa de par en par, no me deja otra opción.

—está bien Cristal, pero no duraremos mucho, no quiero que pesques un resfriado.

—¡si! Está bien hermano, ¡vamos!...

Mi hermana, siempre fue la enérgica y alegre de nosotros. Solíamos ir juntos al patio de la casa y mirar las estrellas hasta que el sueño la vencía y se quedaba dormida. A veces sobre el césped, a veces sobre mi hombro. El tiempo era irrelevante cuando estábamos juntos.

—esa constelación es Orión, allí está la estrella más brillante en el cielo, su nombre es Betelgeuse, aunque según los científicos era más brillante antes, pero está en transición a desaparecer...

Tal vez jamás lo supo, jamás llego a saber lo mucho que me gustaba pasar esos momentos a su lado. Después de quedarse dormida siempre la llevaba a casa en mi espalda, mientras pensaba en el tiempo que compartía con ella no podía dejar de sonreír, justo como sonrió en este momento que lo recuerdo.

Hoy tome una ruta distinta, espero llegar a distintas partes que esperan por mi "Ritorno", debido al tiempo, las calles son poco transitadas y casi no hay personas caminando por la acera. Siempre me gustaron los días nublados, me ayudan a pensar.

Parece ser que tengo apetito, traje unos emparedados, pero los guardaré para más tarde. De momento entraré a este lugar, este restaurante seguro me hará recordar. Entro y observo alrededor, el personal cambió, pero el lugar sigue igual que en aquella época. Haya al extremo izquierdo, esa última mesa es la que usaba cuando solía venir aquí. Tomo asiento y espero. Paso tal vez un minuto cuando alguien se acerca.

—buenos días —dijo la mesera— ¿Qué va ordenar?

Miro el menú, hay muchas más opciones que cuando venía tiempo atrás, pero una en especial me llama la atención.

—quisiera pedir tortitas con Bacon y sirope de arce por favor, también un café oscuro sin azúcar.

—enseguida regreso.

Alguien amaba comer esto, yo jamás lo probé, pero experimentare esta vez. Mientras espero, giro a ver por la ventana, el cielo aún está oscuro debido a las nubes, pero la lluvia no llega.

Lo que si llega a mi cabeza es un recuerdo... yo venía a este lugar constantemente después de asistir a las clases del doctorado, almorzaba y a veces incluso cenaba en este lugar. Fue un viernes, había sido una semana difícil, solo quería comer algo e ir a casa a dormir un par de horas.

—¿vas a querer lo de siempre? —preguntó Alicia, la mesera.

—sí —respondí escribiendo en mi cuaderno— será lo de siempre, gracias.

Después de unos minutos la mesera trajo mi platillo junto con una taza de café, mientras me disponía a comer escuché a Alicia quejarse de algo.

—¡no puede ser! —exclamó Alicia— ahí vienen ellos.

Alicia volteo hacia mí.

—no hagas caso si intentan molestarte —me dijo Alicia— ellos son los chicos populares de la preparatoria en la que estudio, pero son unos patanes.

Entonces Alicia se alejó enojada mientras yo seguía escribiendo en mi cuaderno. Escuché la puerta abrirse y también escuché a varias personas hablando entre ellas, una típica platica de adolescentes, pero demasiado ruidosa. No me dejaban concentrar así que cerré mi cuaderno y comencé a comer.

—y como te fue con aquella chica —dijo uno de ellos.

—ya sabes cómo fue, ninguna chica se resiste —contestó otro.

��son asquerosos —dijo la voz de una chica.

Al parecer también iban varias chicas y al parecer mi cabeza se concentraba más en escucharlos que en otra cosa, hablaban tan alto que no podía concentrarme en nada más. A los pocos minutos, después de ordenar algunas cosas, entró otra persona con ellos.

—¡hola! —exclamó la recién llegada— se me hizo tarde, lo siento.

De inmediato reconocí esa voz, ese timbre único más tenue y dulce que el resto, no muy alto pero lo suficiente como para escucharla. Desvié mi mirada hacia la puerta y pude ver quien era.

—Meriel —susurré al verla.

Había pasado una semana desde que dejó de ir al parque. Me puse demasiado nervioso, estaba intentando decidir si saludarla o no, pero mejor intenté volver a lo que estaba haciendo. El tiempo comenzó a pasar, yo seguía en aquella esquina intentando concentrarme, ellos haciendo el mismo ruido desde que llegaron, pero algo en especial llamó mi atención.

—entonces qué dices Meriel —dijo uno de ellos— ¿ya pensaste en lo que te dije?

—no... aun no lo pienso.

—vamos, no seas tímida —volvió a insistir el chico— dejaré que lo pienses solo un poco más.

—ya casi tienes 18 años Meriel —dijo una chica— es algo normal.

Pero en cambio Meriel parecía no estar segura de lo que fuera que estaban hablando. Mi campo no era la psicología, pero al observar su expresión y sus gestos, estaba seguro que no se sentía cómoda allí. Continuaron conversando, parece que hablaron de toda la escuela, chismes y más chismes. Incluso dijeron cosas de Alicia, pero ella ni se inmutaba. Meriel solo escuchaba, pero sus gestos y expresiones eran claros, no estaba cómoda. Pasado un tiempo terminé mi comida y me dispuse a retirarme, pero antes de salir, algo dentro de mí me guio hacia esa mesa, tenía que hablar con ella. Era extraño, por primera vez en mucho tiempo sentía deseos de hablar con alguien. Me acerqué, mi mirada hacia el suelo y sosteniendo mi cuaderno con mis dos manos para contener mis nervios.

—ho-hola —dije tímidamente.

todas las miradas fueron enfocadas en mí, pero yo no tenía el valor de mirar a nadie. De manera que solo miraba hacia el piso.

—y este —dijo el chico a lado de Meriel— oye amigo ¿se te perdió algo?

"pero qué estoy haciendo... ella está con sus amigos, claro que no hablara conmigo" pensé en ese preciso momento.

—yo... nada, disfruten de su comida —dije mientras retrocedía.

Pero entonces.

—Alden...

Cuando la escuché, levanté mi mirada y la vi, dirigía esa dulce sonrisa hacia mí y esa mirada que hizo que mi corazón se acelerara.

—yo-yo quiero... quisiera hablar contigo —dije más nervioso.

En cuanto lo dije su sonrisa se hizo más evidente, sentí un poco de tranquilidad al saber que no me había olvidado.

—¿conoces a este cuatro ojos? —preguntó el chico.

—sí, él es mi amigo —dijo Meriel a sus amigos.

—no puedes ser amiga de alguien como él —dijo una de las chicas��� solo míralo.

De pronto todos comenzaron a reírse a carcajadas, todos a excepción de ella, parecía que le molestaba todo lo que decían, así que:

—ven —dije en medio de las risas— ¿quieres caminar?

Las risas habían parado y aquellas miradas volvieron hacia mí, no puedo describir lo incómodo que era.

—pero que estás diciendo tonto —dijo el mismo chico a lado de Meriel— claro que no caminara con un perdedor como tú, solo mírate, eres un perdedor, además Meriel viene conmigo, así que apártate antes de que te vaya mal.

Tenía razón, claro que no iba a dejar a sus amigos por un chico que apenas conoció, aunque en mi arrogancia sabía quién era el verdadero perdedor, solo que nunca fui bueno para problemas de ese tipo. Bajé de nuevo mi mirada y cuando iba a dar media vuelta.

—él no es un perdedor —dijo Meriel— es el chico más inteligente que he conocido y mejor que cualquiera de ustedes.

Me detuve asombrado de lo que Meriel estaba diciendo.

—tu vienes conmigo Meriel —dijo el chico— no dejare que vayas con ese tonto.

—¡no! —exclamó Meriel— claro que no vengo contigo, vamos Alden.

Meriel se levantó de la mesa, pero ese chico la tomó de la mano.

—Meriel... si te vas con ese tonto volverás a ser una perdedora otra vez, ¿eso es lo que quieres?

—no veo porque sería malo —dijo Meriel molesta.

Todos se callaron y volvieron a verme, esta vez en su mirada había odio. ¿pero que había hecho?, todo ese drama por ir hablar con una chica, ¿en serio?, comencé a cuestionarme en mi cabeza, pero entonces, Meriel me tomó de la mano y comenzó a jalarme con ella.

—ven Alden, vámonos —me dijo con una sonrisa, haciendo que saliera de mis pensamientos.

—¿estás segura de esto? —pregunté.

—claro que estoy segura —dijo Meriel— vámonos.

Solo asentí con la cabeza mientras me llevaba de la mano fuera del local...

Terminé de comer las tortitas con Bacon y sirope de arce, como me imaginaba, demasiado dulces para mí. Salí del local con la intención de seguir los pasos de aquella ocasión. A la vuelta de esta esquina está un pequeño parque en donde los niños suelen jugar. parece que por el tiempo nadie sale, está totalmente vacío. Me acerco a los columpios y me siento en uno. Comienzo a mecerme despacio, entrecierro mis ojos y siento la brisa fría rozando mi rostro, el olor de tierra mojada alrededor es un buen indicador de que lloverá, sin embargo, espero que se retrase un poco más. En medio de la brisa, una voz pasa por mi mente.

—¿me empujas? —dijo esa voz acompañada de risas.

—¿yo?

—¡si Alden! Por favor... ¿sí?

—está bien.

Comienzo a mecerme en el columpio con apenas el 1% del impulso con el que la empujaba en aquella ocasión. El silencio alrededor intenta decirme que la sensación de felicidad de ese momento no puede traerse de vuelta, pero al cerrar los ojos e imaginar la tierna risa de Meriel, es como si estuviera aquí con ella en este momento. Aunque al abrir de nuevo los ojos todo se desvanezca y solo quede el 1% de la felicidad de esa ocasión, pero solo el 1%, es suficiente para hacerme sonreír...

Continuando con ese momento, después de bajar de los columpios comenzó a correr alrededor, sí que tenía bastante energía. Mientras que yo exhausto, me limité a sentarme en una banca y observarla jugar.

—¡Alden! —exclamó desde un árbol cercano— ven conmigo.

Pero yo solo negué con la cabeza, realmente no tenía la misma energía que ella. Pero no contenta con eso, se acercó a mí y me tomó de la mano.

—pero... ¿Qué haces? —pregunté en un intento de resistirme.

—ven —dijo mirándome a los ojos.

—pe-pero...

En ese momento una mirada de mucho tiempo atrás llegó a mi cabeza, simplemente no pude decirle que no. Tomada gentilmente de mi mano comenzó a guiarme hacia ese árbol. En la ilimitada imaginación de mi cabeza, pude imaginar hacia dónde me llevaba ese nuevo camino frente a mí, un universo totalmente desconocido diferente al que conocía, una sensación cálida que me hacía sentir seguro al estar junto a esa chica. En ese momento no lo sabía, pero esa sensación tiene un nombre muy conocido...

—¿Qué hacemos aquí? —pregunté yo.

—podemos sentarnos aquí a conversar un poco.

Observe el lugar y después giré a ver la banca en la que estaba antes, parecía un lugar más adecuado, más cómodo para ambos, así que pregunte.

—¿Por qué no en la banca?

—no lo sé —respondió Meriel mientras se sentaba— este lugar parece ser más tranquilo, ven.

Me senté a su lado y me recargué sobre el tallo del árbol, tenía razón, la tranquilidad llegó rápidamente a mí. Después de un largo silencio tenía que decirle algo.

—Meriel, yo...

—no te preocupes —dijo interrumpiéndome.

—si me preocupo —dije mirando hacia el suelo— soy malo para...

—sí, lo sé —dijo de nuevo interrumpiendo—quiero disculparme por mi reacción ese día. Después de eso, al pasar por aquel parque y verte allí, algo dentro de mi decía "no vayas, él no querrá hablar contigo". no sabía lo que ibas a pensar de mí, así que no me acerqué. Tenías razón, acababas de conocerme y yo quería desahogarme contigo, no era justo para ti, por eso lo siento... fue un alivio saber que no estabas molesto conmigo y fuiste a hablarme.

Meriel inclinó su cabeza y se tomó de las manos, ahora parecía que era ella la que sentía nervios.

—también debo disculparme —dije yo— no quería decir que no me gustaría ser tu amigo, yo realmente se-seguí yendo a ver las estrellas a ese lugar esperando a que llegaras de nuevo.

No podía creer que lo dije, Quería esforzarme para expresarme más con ella, solo que aun así no lograba ser tan transparente. De igual forma su expresión mostraba sorpresa al saber que la razón seguir yendo a ese lugar, era esperarla.

—pero hay cosas que me pregunto en este momento —dije mirándola a los ojos.

—¿Qué cosas? —preguntó curiosa.

—¿Por qué preferiste venir conmigo y dejar a tus amigos? ... y más importante, ¿Por qué decidiste acercarte a mí al verme solo en el parque? ...

Meriel desvió su mirada hacia otro lado, creí que no sabía qué responder. Pero no pude estar más equivocado, ella tenía esa respuesta preparada.

—¿sabías que esos chicos son los más populares? —preguntó Meriel— todas las chicas y chicos se mueren por ser sus amigos.

—¿estatus social? —pregunté yo.

—así es... parece que le guste a Beck, podríamos decir que es su líder, entonces me invitaron a salir con ellos con el fin de que fuera su novia. Debo admitir que al principio me gustaba esa atención que ahora tenía, todos querían hablar conmigo, salía a fiestas, reuniones y ese tipo de cosas de adolescentes, lo disfrutaba... antes de eso pasaba desapercibida por todos y no tenía amigos, pero más temprano que tarde me di cuenta de que...

En ese momento paró y volteó a ver el cielo, su corto cabello era movido por el viento y sus ojos brillaban como si fueran estrellas. Realmente me era difícil creer que esa chica a lado de mí pasaba desapercibida por los demás, cuando yo no podía dejar de prestarle toda mi atención. En su mirada pude notar algo de arrepentimiento, repito, no soy psicólogo, pero sus expresiones eran muy transparentes, como agua alcalina bajando desde la montaña.

—¿te disté cuenta de que? —pregunté ansioso por escucharla.

Sin dejar de mirar las estrellas me respondió.

—me di cuenta de que tenía que fingir ser alguien que no soy. Estar condicionada en cómo vestir, como actuar incluso en que comer o qué lugares visitar no es algo que disfrute, me había cansado desde hacía mucho tiempo de ser otra versión de mí cuando salía con ellos. Creo que te diste cuenta que son unos patanes, pero la gota que derramó el vaso fue ver cómo te llamaban... no lo iba a permitir.

—entiendo, pero... ¿Por qué yo?

Giró y me vio a los ojos.

—a lo que tengo entendido, tu trabajo es estudiar el universo... pero sé que en él hay grandes misterios que no se pueden resolver, ni siquiera por ti.

—no veo la relación —dije intrigado con lo que decía.

Meriel rio tiernamente tapando su boca con su mano, realmente no lograba comprender qué quería decir, después de ver mi intriga al fin me respondió.

—es fácil... si aún para un genio como tu hay cosas que no puedes explicar... ¿Qué me espera a mí? Una chica promedio, que no puede explicar como un chico solitario en el parque llamo su atención tras cada día, hasta que un impulso, una fuerza, algo inexplicable... la llevó a él.

Cada Palabra que decía me dejaba asombrado, quedarme sin palabras se estaba volviendo rutinario con esa chica. después de desviar su mirada y mirar al frente, apoyó su cabeza en mi hombro, mis mejillas se sonrojaron.

—lo que no dejaba de preguntarme —dijo Meriel en voz baja— es si una chica ordinaria como yo llamaría la atención de un chico como tu...

sonreí, esa chica "ordinaria" no solo se había robado toda mi atención, no podía quedarme sin decir nada, así que...

—¿sabías que no hay otro satélite natural en el sistema solar como la luna? —dije en mi intento de decir algo— no la hay, sin embargo, para todos los que la ven a diario, la ven como algo común, sin saber que están viendo algo tan único.

Sentí como Meriel se acurrucaba más en mi hombro y de reojo podía ver como sus mejillas se coloreaban de rojo, su dulce sonrisa se había vuelto tímida, pero seguía siendo hermosa.

—gracias... Alden —susurró Meriel en mi hombro.

comencé a caminar nuevamente, tengo en mente llegar hasta el pueblo donde crecí el día de hoy. Ahora debe ser más de la una de la tarde. Las gotas de agua comenzaron a caer, saqué el paraguas de mi mochila para protegerme. A pesar de este entorno gris y monótono, sigo sonriendo por aquel maravilloso momento que pasé a lado de Meriel. Todas estas personas que pasan a mi lado deben pensar que estoy loco, no están equivocados, aquellas mentes más interesantes son las que piensan diferente, así como Meriel.

llegué una vez más a este puente, esta es la forma más rápida de llegar al pueblo. Con la misma incertidumbre de ayer lo atravieso, logro llegar al otro sin mayor complicación. Después de caminar tal vez una media hora llego al pueblo. Verlo todo una vez más están nostálgico. Miro de lado a lado, conforme mi mirada avanza puedo ver tantos momentos del mi pasado, infinidad de recuerdos vagos de mi infancia en este lugar. Justo en aquella colina, llegó hasta ella y me paro en la cumbre, miro al cielo, en este momento está totalmente nublado, pero en aquella ocasión se podía ver un cielo estrellado y hermoso. Estaba junto a mi padre, mi madre y la pequeña Cristal.

—Alden ¿Qué te parece esta colina? —preguntó mi padre.

—¡me parece excelente!

Junto a mi padre comencé a colocar mi telescopio. Un cometa estaba por pasar y teníamos boletos de primera fila para verlo en este lugar.

—Alden, recuerda que tienes que estudiar —dijo mi madre en un intento de llevarnos a casa.

—también esto es aprender —dijo mi padre— tranquila Beth, este es un fenómeno hermoso que solo podremos ver una vez, no te lo quieres perder.

Mi madre sonrió a mi padre y aceptó quedarse para ver el cometa. de pronto se hizo visible aquella roca espacial en el cielo, su estela era inmensa, todos miraban asombrados mientras yo no podía dejar de mirarlo por el telescopio con una mejor vista.

—¡Cristal! —llamé a mi hermana— mira esto.

Se acercó y miró por la lente del telescopio.

—¡WOW! —exclamó Cristal asombrada— ¿Qué es eso hermano?

—es un cometa llamado Hale-Bopp.

—es hermoso —dijo Cristal.

Una de muchas noches a lado de mi familia, mi padre siempre apoyando mi sueño de ser astrónomo a su manera, mi madre apoyándome a la suya, mi hermana siempre llena de preguntas.

—¿Por qué deja ese camino? —preguntó Cristal curiosa.

—al acercarse al sol el material comienza a desprenderse, formando así la cola del cometa.

—¿escuchaste eso papá? —preguntó Cristal a mi padre.

—claro hija, es muy interesante.

Uno de muchos momentos que disfruté cuando era niño. Continúo caminando, comienzo a pasar por las casas, las calles están muy solitarias para esta hora del día. Supongo que los niños siguen en las escuelas y los adultos trabajando, no lo sé. Giro mi cabeza y puedo ver una bicicleta en aquella casa, supongo que todos recordamos cuando aprendimos a subir a una por primera vez. Recuerdo cuando paso.

James llegó a mi casa sobre una bicicleta nueva que sus padres le compraron.

—mira Alden —dijo James— ahora si podemos salir en bicicleta.

Desde hacía meses atrás James había deseado hacer un paseo, mi hermana y yo teníamos bicicletas, pero James no, por lo que no podíamos hacerlo. Siempre le decía que cuando tuviera una lo haríamos, pero no contaba con que fuera tan pronto, lo que no le dije era que no sabía usarla.

—vamos Alden, trae tu bicicleta, vayamos a dar un paseo.

—AH por supuesto —dije nervioso— un paseo, seguro.

—te espero —dijo James.

Comencé a caminar hacia la parte trasera de mi casa en busca de mi bicicleta, pasaron unos minutos cuando volví.

—¡James! —exclamé— mi bicicleta no sirve.

—¿Qué? ¿Cómo que no sirve?

—se ponchó una llanta —dije esperando que se tragara la mentira.

—¿de verdad? —preguntó James— deja la reviso.

—¡NO! —exclamé nervioso— no te molestes James, mejor hagamos otra cosa.

—no digas tonterías —dijo James caminando hacia la parte trasera de mi casa.

—¡alto! Espera James...

Al dar la vuelta y ver la bicicleta en buen estado... el parecía no estar sorprendido.

—¿James? —pregunté mientras lo veía parado frente a mi bicicleta.

—no sabes mentir Alden, supe desde el principio que no era verdad.

—¿Qué?

—así es... ¿creíste que me tragaría que para alguien como tu una llanta ponchada sería un problema? ¿Por qué me mentiste?

Realmente me sentía avergonzado, pero tenía que decirle la verdad.

—la verdad es... que no se usar mi bicicleta aún.

James rio a carcajadas, parecía que jamás se molestaba por nada de lo que hiciera. Aunque en cierta forma se estaba burlando de mí por no saber usar la bicicleta.

—¿Por qué tu padre no te ha enseñado? —preguntó James.

—no se lo he pedido —respondí limpiando mis lentes— la verdad, no me ha llamado la atención usarla.

—no digas tonterías —dijo James— yo te enseñaré, tienes que disfrutar tu niñez, ya tienes 8 años, ya deberías haber aprendido desde hace mucho.

—tal vez tengas razón... ¿en serio me enseñarías?

—claro, vamos.

Salimos a la calle y James intentó enseñarme a montar la bicicleta, debo decir que, para ese tipo de cosas era un poco torpe.

—¡NO! Alden gira... ¡gira!

—¡el impacto es inevitable! ¡NO!

Después de impactarme contra un árbol, James llegó rápidamente a mí.

—¿estás bien? —preguntó James preocupado.

—sí —respondí intentando levantarme— fue solo un error de cálculo, no volverá a pasar.

—¿un error eh? ¿no volverá a pasar? ... esta es la quinta vez que lo dices, necesitamos otra estrategia.

Después de una tarde llena de choques, al fin logré estabilizarme en la bicicleta. Era un logro para mí. Al final hicimos ese paseo en bicicleta que James siempre quiso y solo tuve un accidente, bueno, ambos lo tuvimos, nada de gravedad, solo rompí mis lentes de nuevo...

Vaya... sin darme cuenta llegue aquí. Luce algo descuidada, el pasto creció y se secó dejando este jardín de color amarillento, algunos cristales están rotos y la madera luce obscura por la humedad. Ver la casa en la que crecí en estas condiciones es triste. Esta casa a estado abandonada desde hace mucho tiempo, pude comprarla después de que mi madre la pusiera en venta. Si soy sincero no se en dónde viven en este momento, estuvieron mudándose de apartamento a apartamento, tanto así que les perdí la pista. Al principio insistí que podían volver a vivir aquí, pero al parecer aquellos recuerdos les hacía imposible habitarla, no las culpo... yo tampoco podría hacerlo. camino hacia la parte trasera, el viejo cuadro de mi bicicleta sigue aquí, aunque solo sea un viejo fierro oxidado. Me siento en las escaleras del pórtico y observo. Cierro los ojos y...

—¿hermano? ¿Qué haces aquí sentado tú solo?

Estaba sentado en este mismo pórtico observando la puesta del sol cuando Cristal llegó.

—nada —respondí a Cristal— solo observo y pienso en algunas cosas.

Cristal se sentó a mi lado y comenzó a observar junto conmigo.

—¿Qué observas? —preguntó Cristal.

—nada en especial —respondí— ¿y tú qué haces?

—estaba ayudando a mamá a preparar la cena, pero ya terminé.

—ya veo... ¿tienes alguna pregunta?

Cristal comenzó a pensar, cuando no tenía una pregunta preparada siempre se ponía a pensar en algo que le llamara la atención o le interesara.

—¿Por qué el sol es amarillo? —preguntó Cristal después de ver el atardecer— y ¿Por qué al ocultarse es naranja?

—Eso se debe a que sus colores de longitud de onda corta, como azul o verde, están dispersos por la atmósfera de la tierra, así como las pequeñas olas se dispersan por grandes rocas a lo largo de la costa. Por lo tanto, solo los rojos, amarillos y naranjas atraviesan la espesa atmósfera.

—oh... ya veo, entonces, ¿el sol es multicolor? —preguntó confundida.

—sí y no —le respondí a Cristal— el sol es todos los colores mezclados, ¿y qué color forman todos los colores mezclados?

Después de pensarlo unos segundos Cristal sonrió y me respondió.

—blanco... ¡el sol es de color blanco!

—así es...

—¡Alden! ¡Cristal! —exclamó nuestra madre desde el interior de la casa— es hora de cenar.

Ambos giramos al escuchar a nuestra madre llamarnos.

—¿no tenías más cosas que preguntar? —dije a Cristal antes de irnos a cenar.

—sí —respondió Cristal— es solo que lo olvide mientras ayudaba a mamá.

—entiendo...

Tomé mi maleta y saqué un cuaderno.

—te regalaré este cuaderno —dije entregando el cuaderno a Cristal— es un cuaderno muy especial, úsalo para escribir todas las preguntas que quieras hacerme.

—¡WOW! —exclamó Cristal asombrada con el cuaderno— es muy bonito... ¿Qué es esto en la imagen?

—esa es la galaxia Andrómeda —dije mientras le mostraba a Cristal— es la galaxia más cercana a la vía láctea, es impresionante ¿verdad?

—¡si! Es muy impresionante hermano... está bien te prometo que la usare —dijo Cristal con una gran sonrisa.

—está bien... vayamos.

—sí, vamos hermano.

la lluvia se hizo más fuerte y no parece tener intención de parar en un rato. En mochila tengo las llaves de la casa, será mejor esperar adentro. Abro la puerta, el crujido al girar la perilla y el chirrido al moverla son señales de que no se ha abierto en un largo tiempo.

Abro las cortinas, solo la poca luz del día ilumina el interior, ya que el servicio de luz fue cortado hace mucho tiempo. Todos los muebles están tapados con mantas para protegerlos del polvo, hay telarañas a cada lado que mire. Esta no es una casa muy grande como para presumir, pero, si nunca hemos echado de menos ¿qué es lo que entendimos por hogar? ...

no puedo elegir estos recuerdos que llegan, solo lo hacen, es por eso que no hay un filtro entre los buenos y los malos. Ahora estoy en el comedor, mi alrededor comienza a cambiar y comienza a tomar color. El polvo se va y las sabanas son removidas. Las luces están encendidas y hay cuatro platos de comida caliente en la mesa. Mi padre y mi madre como de costumbre sentados en las orillas, y mi hermana y yo en el centro. En esa ocasión, mientras cenábamos, parecía que algo molestaba a mi madre. Yo la miraba, pero ella evitaba verme, lo sabía perfectamente, estaba enojada conmigo.

���¿sucede algo? —pregunté a mi madre.

aquella vaga mirada ahora era enfocada en mí.

—no lo sé Alden —dijo mi madre— ¿sucedió algo el día de hoy que quieras compartir?

—nada importante —dije un poco nervioso— solo...

—¡solo te suspendieron! —exclamó mi madre interrumpiendo.

—no es para tanto Beth —dijo mi padre intentando calmarla.

—claro que lo es Christofer, el director llamó hoy, Alden peleó con el profesor a mitad de la clase, claro que es para tanto, hijo tú no eres así ¿Por qué lo hiciste? ... lo puedo esperar de Cristal... pero no de ti.

—Beth... no digas eso frente a Cristal —respondió mi padre.

Cristal bajo su mirada y de sus dedos se resbaló el cubierto con el que comía. Por alguna razón, mi madre siempre la comparaba conmigo y la ponía como el mal ejemplo de lo que no debía hacer. Papá siempre la defendía, pero no era suficiente para que aquellas comparaciones pararan. Siempre me molestó, pero nunca dije o hice nada al respecto. Solo actuaba, siempre actuaba sin pensar en las repercusiones.

—el profesor siempre se equivoca —dije molesto— y se enoja demasiado cuando lo corrijo, no es mi culpa que no tenga idea de nada.

—pero esa no es la manera Alden... además, dijo el director que te ausentas a muchas clases, ¿Qué está pasando contigo?

—las clases nublan mi mente —dije mientras terminaba mi comida— son aburridas y ya no tienen nada que enseñarme, mamá, papá... ya no quiero ir, ¡es una pérdida de mi tiempo!

Después de aquella rabieta me levanté de la mesa y me fui a mi habitación. Estaba seguro de que mis padres se habían quedado discutiendo a causa de mi comportamiento, y la verdad... era lo que quería.

Esa noche, no recuerdo la hora exacta, solo recuerdo que era más de media noche. Una tormenta azotaba la ciudad y por consecuencia, al pueblo. En esa ocasión había relámpagos y los truenos retumbaban haciendo estremecer las ventanas. Pero un ruido diferente llamó mi atención, al girar a mi costado derecho, pude ver una silueta parada a lado de mi cama. tallé mis ojos e intenté ver en la obscuridad sin mis lentes, no podía ver nada, pero sube quién era.

—hermano...

—¿Cristal?

—tengo miedo... ¿puedo dormir contigo?

Los relámpagos y los truenos estruendosos la habían despertado.

—claro —dije a Cristal haciéndole un espacio en mi cama— ¿con que miedo eh?

—sí —respondió Cristal mientras se acostaba en la cama— me asustan los truenos.

—tú eres bastante lista —dije en un intento de tranquilizarla— no me digas que te asustan unos cuantos rayos.

Comenzamos a reír de la situación, después de eso parecía que Cristal se había tranquilizado. Pero aquella sonrisa no duro mucho.

—no soy una chica lista —dijo Cristal.

Una afirmación un poco inesperada viniendo de mi hermana.

—si lo eres...

—no... no lo soy.

—¿Por qué lo dices? —pregunté confundido.

—mamá no lo piensa así... mamá no piensa que yo sea lista.

—no digas eso Cristal...

hay algo que debo decir de mi hermana, es ella una de las personas más inteligentes que alguna vez conocí. Pero por alguna extraña razón no le iba bien en la escuela, no tenía las mejores calificaciones. A pesar de no ser problemática, siempre era enviada a la oficina del director por cosas sin sentido como no poder atención en clases, porque yo estaba seguro que ella no las necesitaba.

Después de un silencio corto, Cristal comenzó a llorar de la nada. No sabía cómo reaccionar, pero debía hacer algo, intenté hacer que me preguntara algo como siempre... después de todo era lo único que sabía hacer por ella.

—Cristal... no quieres saber....

—perdón —dijo Cristal interrumpiendo— perdóname hermano.

Estaba totalmente confundido, después de pensar en la posible razón de su disculpa le pregunté.

—¿Por qué te disculpas?

—mamá tiene razón...

—¿razón en qué? —pregunte aún más confundido.

—después de que te fuiste de la mesa... ella dijo que es mi culpa que te comportes así, perdóname hermano —dijo Cristal llorando más intensamente— perdóname, no quiero ser un mal ejemplo para ti.

—¿tu... un mal ejemplo? ...

Fue esa la primera vez que la veía llorar de esa manera, esa chica que siempre era alegre y dulce... mi madre se equivocaba, no era Cristal el mal ejemplo, yo soy el mayor después de todo. Lo que quiero decir es, jamás pensé que una acción mía con el fin de cambiar ese estúpido papel de mal ejemplo, iba hacerla a ella una vez más responsable. Me sentí... me siento culpable por hacer sufrir a Cristal, ya que lo único que pude hacer fue abrazarla, la abracé sin confesarle la verdad. Qué buen hermano soy... ¿cierto?, dejé que creyera que fue la culpable de mi estupidez.

después de tanto llorar se quedó dormida, mientras que yo no pude dormir el resto de la noche pensando en ello.

—lo siento —susurré mientras limpiaba su rostro manchado de lágrimas— perdón Cristal...

Un lo siento inútil, no sirvió de nada porque jamás lo escuchó. Si no sirvió arrepentirme en ese momento, sé que hacerlo ahora es nulo. Después de aquel agridulce recuerdo subo las escaleras para llegar a mi habitación. La miro, pero en ella no hay nada que pueda querer. Detrás de mí, está la habitación que alguna vez fue de Cristal. Comienzo abrirla y a mirar el interior, está totalmente vacía, no está la cama, no está el escritorio ni los peluches de Cristal, pero no es exactamente por eso que está vacía. Puedo ver un cuaderno que sobresale del librero, me acerco y lo miro... este es el cuaderno que le regalé a Cristal hace muchos años. Paso página por página, ella escribió aquí sus preguntas y las respuestas que yo le daba también. Pero parece que no todas fueron respondidas, no tuvo tiempo de preguntármelas, supongo.

"preguntarle a mi hermano cual es la velocidad de la luz, preguntarle a mi hermano si es posible viajar en el tiempo, preguntarle a mi hermano de que tamaño es el universo".

Vaya... para muchas de estas preguntas, ni siquiera hoy tendría una respuesta concreta. Sigo pasando de página y me encuentro con... esto.

"preguntarle a mi hermano si me quiere...".

Esto es... a mi mente llega un recuerdo de esto... pero no sé por qué tardan en llegar los detalles y se me dificulta visualizarlo.

—hermano...

—¿sí?

—quiero hacerte una última pregunta.

—adelante —dije preparado para responder cualquier cosa.

Se toma tímidamente de sus manos y comienza a jugar indecisa con sus dedos, su mirada dirigida hacia el piso, sus labios temblando... ¿cuál será esa pregunta que quiere hacerme? ... comenzó a pensarlo unos segundos más, hasta que al final gira a verme, en su mirada se escondía la intriga, realmente parece que es una pregunta importante para ella, después de intentar hablar sin éxito al fin pronuncia la esperada pregunta.

Es extraño... ella si me hizo esta pregunta, lo recuerdo, pero... ¿Cuál fue mi respuesta? ¿Por qué no puedo recordarla? Comienzo a leer de nuevo, ¿no la anotó en el cuaderno? Cambio de página en busca de la respuesta, comienzo a buscarla, pero... al girar la hoja y ver el reverso... ¿Qué es esto?

"preguntarle a mi querido hermano que se siente ser un hijo de perra, preguntarle qué se siente que lo odie con todo mi corazón, preguntarle... porque no respondió a mi pregunta más importante... preguntarle qué se siente no sentir nada".

—Cristal —digo después de un frío suspiro— ¿Por qué? ...

Mis ojos lagrimosos miran con tristeza la hoja, mis lágrimas comienzan a mojarlo. Intento limpiarlas, pero tanto tiempo conteniéndolas me han pasado factura. No lo entiendo, no puedo recordar porque no le dije lo mucho que la... al final de la hoja hay otra cosa escrita.

"preguntarle porque sus estúpidos estudios valen más que su familia... no... no me importa ya".

El cuaderno se resbala de mis manos y cae al piso, lo recuerdo ahora, recuerdo que pasó...

—hermano...

Me detengo y giro para verla, parece angustiada por algo... pero yo...

—¿Qué es lo que quieres? —pregunto suspirando— estoy ocupado en este momento... tengo que ir a la biblioteca de la ciudad, no tengo tiempo.

—déjame hacerte solo una pregunta.

—ya te dije que...

—¡solo!... solo déjame hacerte una última pregunta... por favor, necesito saberlo...

Se toma tímidamente de sus manos y comienza a jugar indecisa con sus dedos, su mirada dirigida hacia el piso, sus labios temblando... en su mirada se escondía la intriga, pero...

—hoy no Cristal —dije comenzando a caminar de nuevo.

Pero antes de salir por la puerta escucho de nuevo su voz, parece quebrarse cada vez más, como si estuviera a punto de...

—hermano... ¿aun me quieres?

Me detengo, giro mi cabeza un poco y puedo ver de reojo, sus grandes ojos azulados lloran, intenta limpiar desesperadamente aquellas lágrimas, pero... tenía que irme ya que el profesor me esperaba en la cafetería de la ciudad, no tenía tiempo que perder así que... salí por la puerta.

lo recordé, yo... le di la espalda a mi pequeña hermana quien aún sufría por la muerte de nuestro padre. Me sostengo con la pared, mis lentes están totalmente empañados por las lágrimas que no dejan de brotar de mis ojos. me quito los lentes e intento limpiarlos con desesperación, intento hacerlo con todas mis fuerzas para no seguir pensando en esto...

—la luz viaja a trescientos mil kilómetros por segundo.

Tengo que pensar en otra cosa, debo despejar mi cabeza... sigo limpiando mis lentes, pero...

—matemáticamente todo es posible incluso un viaje en el tiempo, pero la física como la conocemos dice que es imposible...

De alguna manera... tengo que pensar en cualquier otra cosa... ¡vamos!

—El tamaño del universo no es cuantificable, no hay una unidad que lo mida ya que es infinito, por eso una forma de ver su "tamaño" es cuantificar el universo observable en años luz, 46.500 millones de años luz, en todas las direcciones, es decir, un diámetro de 93.000 millones de años luz... pero eso solo es el universo observable, falta lo que no podemos ver.

Pero no es posible dejar de pensar en Cristal, a pesar de responder estas preguntas el dolor no desaparece. Mi cabeza está inundada de culpa, arrepentimiento... tristeza. Sin darme cuenta quebré mis lentes de tanto tallarlos. Después de un largo y frío suspiro limpio mi rostro, dejo los lentes junto al cuaderno en el librero y salgo de la habitación.

La lluvia ya no es tan intenta, creo que es momento de irme. El tiempo pasó de nuevo, son las de las 5 de la tarde en este momento, casi son las 6. Salgo de casa y la cierro, pongo mi mano sobre la puerta por una última vez y me retiro.

No paso mucho tiempo después de que salí de aquella casa cuando empezó a llover intensamente. Mi paraguas hace todo lo que puede para detener las interminables gotas que caen con agresividad. El sol se ha ocultado obscureciendo todo el paisaje, las calles están totalmente vacías, el infinito cielo esta tapado por las espesas "Nuvole Nere", los fríos suspiros están invadiéndome, producto de aquellos recuerdos que no dejan de llover en mi mente. Mi visión está más borrosa que de costumbre... se debe a las lágrimas que no dejan de brotar de mis ojos desde que salí de aquella casa, creo que algo de arena entró en mis ojos, sí, debe ser eso.

Llego a casa, mi ropa está totalmente mojada. Esto no está funcionando... sin importar que, llegar a casa sin nadie que me espere es desalentador. Dejo mis llaves en la mesa y reviso la contestadora, hay un nuevo mensaje, de nuevo mi madre diciendo exactamente lo mismo de ayer, pero de nuevo madre, no puedo ayudarte. Subo las escaleras y llego a mi habitación, me cambio la ropa empapada y me meto en la cama. Noches como estas espantaban el sueño de Cristal, pero no solo el de ella... también el de Meriel.

—¿puedo dormir contigo esta noche?

Me desperté, giré hacia la puerta de la habitación y allí estaba Meriel asomándose por el marco, la noche lluviosa también me hizo recordar en ese momento.

—¿miedo a los rayos? —pregunté soñoliento.

Meriel se burló con una pequeña risa y entró en la habitación bostezando, parecía tener bastante sueño, era de madrugada después de todo.

—no —dijo mientras se sentaba en mi cama— es solo que... nunca me ha gustado dormir sola.

—pero, no estabas sola en...

—sí —dijo Meriel interrumpiéndome— pero... ya no tengo que estarlo más, ahora estoy contigo, tú me cuidaras ¿cierto?

Escucharla hizo que mis mejillas se pusieran rojas, claro que lo haría, pero yo sabía que eso es mal visto por todos, así que le respondí.

—pero... no creo que sea apropiado que duermas conmigo... no es normal que una chica...

Pero antes de terminar de decírselo giro y me vio directamente a los ojos, su triste mirada decía más que mil palabras.

—por favor —dijo tímidamente— solo será esta noche.

Después de pensarlo un poco accedí a que durmiera en mi cama, pero no le dije que dormiría con ella. Estaba pensando en hacer un tendido en el piso para mí. Pero antes de levantarme Meriel me tomó de la mano.

—no —dijo Meriel— quédate conmigo... por favor.

Volví a acostarme a su lado, Meriel sonrió dulcemente mientras cerraba sus ojos y se quedaba dormida. Mas tarde esa noche intente hacer mi tendido de nuevo, pero al moverme solo un poco, Meriel quien aún estaba dormida me tomó del brazo y se aferró a él, parecía que no me iba a soltar así que me quede allí. Gire a verla, se aferraba a mi brazo con fuerza. No podía dejar de mirar su rostro, jamás vi en el espacio algo más bello, se veía aún más tierna dormida con sus delicadas facciones femeninas y esos labios rosados, jamás llegué a verla con una pizca de maquillaje, su belleza no merecía ser opacada con ese polvo... pero entonces.

—no me veas mientras duermo —susurró Meriel de la nada.

—¿¡que!? —exclamé espantado— ¿e-estas despierta?

—sí... soñé que te ibas y desperté, al hacerlo noté que te estabas levantando y te tomé del brazo... lo siento Alden, no quería molestarte.

Estaba realmente sorprendido, jamás noté que Meriel estaba despierta. Giró de nuevo a verme mientras me soltaba poco a poco.

—si quieres hacer tu tendido lo entiendo Alden —dijo sonriendo levemente— ya hiciste demasiado en dejarme dormir aquí.

Tomé su mano y después de pensarlo unos momentos decidí quedarme con ella.

—no te dejaré sola —dije en voz baja después de acostarme de nuevo.

La confianza volvió de nuevo a su rostro, creo que en el fondo ella esperaba esa respuesta. Sonrió de nuevo y poco a poco volvió a cerrar sus ojos hasta quedarse dormida. A pesar de que me dijo que solo sería por esa noche, quedarse dormida en mi cama se hizo rutina, hasta que eventualmente, ya no tenía que pedir permiso para hacerlo...

Sonreí de nuevo en medio de la tormenta gracias a un recuerdo de Meriel, esa remembranza llegó a tiempo, justo antes de... quedarme dormido... aun con algo de arena en mis ojos.

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