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Primera cita

Durante dos semanas no tuvo noticias de la señora Mao, así que supuso que el nieto en cuestión, sería un niño mimado, y que la pobre señora no lo había convencido, y mientras ese tiempo pasaba, por fin empezaba a mover las cosas en la fábrica de su padre, ya había establecido las lineas generales del cambio y parecía que nadie se había dado cuenta de que ella era la organizadora y no su padre.

Muchas noches se iba a caminar cerca del lago, allí la paz del lago le daba la tranquilidad que necesitaba después de un día difícil, tomando decisiones y revisando uno por uno los clientes de la empresa familiar, de esa manera descubrió que habían desaparecido de la empresa algunos productos y había empezado una investigación, que hubiera un robo puntual podía ser hasta normal, pero eso parecía otra cosa, puesto que iban desapareciendo cosas y nadie parecía echarla en falta, en realidad ella se dio cuenta, porque se había enamorado de un estampado y al solicitar el producto que supuestamente había en el almacén, no estaba, eso había despertado sus sospechas, así que había revisado todo los productos del almacén, y las incidencia del mismo y había descubierto que habían estado faltando cosas desde hacía más de un año, sin que nadie lo echara en falta, solo se producía mas producto y se entregaba el pedido, y claro eso poco a poco se había comido los beneficios de la empresa.

Tras esas largas caminatas nocturnas, llegaba con energías renovadas a casa, y poco a poco se había puesto a trabajar en un nuevo concepto de diseño, no solo para vestidos de noches de mujer, que era lo que habitualmente hacía, sino que se metió de lleno a diseñar ropa para hombre, para aquellos hombres que acompañaban a esas damas, como si fueran los príncipes de esa noche, y todo gracias al desconocido junto al lago.

Aquella mañana de viernes lo menos que espero era recibir una llamada, citándola en un restaurante de bastante nivel, ella lo conocía puesto que sus padres solían ir allí para celebrar sus aniversarios, suponía que lo mejor que podía era aceptar, por lo menos para poder verle la cara al famoso nieto dechado de virtudes, no tenía ninguna esperanza, pero se lo había prometido a la señora Mao, y entre antes pasara por ese problema, antes podría empezar con su Atelier, que era el nombre que había decidido para su tienda.

Se decidió por un traje blanco de chaqueta pantalón, bastante formal, pero en su cuerpo se podía ver muy sexy, ya que le quedaba con un guante, insinuante pero sobrio. Tenía que verse arreglada para la cita, pero tampoco quería enseñar demasiado y que pensara su acompañante que era accesible.

Por su lado Ryo, después de retrasar lo máximo posible la cita a ciega y después de aguantar varias llamadas de su abuela diciéndole que pusiera la fecha para la cita, había usado todas las escusas que se le ocurrieron, desde el trabajo, hasta otras citas, o reuniones de trabajo, y ya después de dos semanas, su querida abuela le había dado un ultimátum, o iba ese viernes a la cita o se olvidaba de ella como abuela, aquello le dolió, pues la amaba profundamente, y aunque su relación con su familia siempre fue buena, su abuela era la que mejor lo entendía y quien mas tiempo le dedicaba cuando era un niño.

Cuando llego al restaurante, seguía preguntándose quien era capaz de aceptar una cita a ciegas por alquilar una casa, habían elegido un reservado, estaba claro que cuando habían reservado la mesa lo que buscaban es que tuvieran intimidad, como si el necesitara de eso para saber que no quería estar allí y menos con aquella desconocida, se sentó en la mesa y esperó, solo deseaba que no lo hicieran esperar demasiado, odiaba la gente que llegaba tarde.

Anna llegó al restaurante a la hora indicada, y cuando el camarero la llevo al reservado solo pudo ver la espalda corpulenta de un hombre, pero un escalofrío le recorrió la espalda, aquella sensación no le gusto, empezaba a pensar que no era bueno que estuviera allí, aquello hizo que caminara mas despacio, y a medida que se iba acercando se dio cuenta de que aquella espalda, y aquella espalda eran dolorosamente familiares.

Al oír los pasos de tacón, Ryo se giró para mirar la dama misteriosa de su cita....

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