8 Gala benéfica

Puso mucho cuidado en su maquillaje, al final y al cabo había tenido buenos maestros, cuando te manejas en el mundo de la moda si quieres aprender, puedes saber muchas cosas que no tenían necesariamente que ver con el diseño de la moda, además en mas de una ocasión le habían ofrecido dedicarse a la moda como modelo, pero nunca quiso meterse en ese mucho, sabía que era muy competitivo.

Sus padres se quedaron con la boca abierta cuando la vieron, ella sabía que estaba hermosa, lo había hecho con toda la idea, quería despertar miradas, así que sonrió al ver las expresiones de sus padres.

Su vestido era de corte clásico, con un aire a los años veinte, con un escote importante por la espalda, insinuante, pero sin ser demasiado revelador, pero el tipo de tela se pegaba y daba una figura muy bonita, también tenia pequeños bordados que le daban un aire romántico, pero desde luego el tipo de tela y las mangas hacían que el conjunto se viera espectacular.

Cuando entraron en el salón ella pudo ver muchas miradas sobre ella, notó que mas de un hombre la deseo y las mujeres la admiraban y envidiaban a partes iguales, pudo ver algunas caras conocidas, pero no se acerco a nadie, no sabía si algunas de esas personas la reconocerían, no la conocían cuando vivía allí, no esperaba que la conocieran después de cinco años sin verla y ella realmente estaba cambiada. Justo en ese momento sintió como si una corriente le recorriera el cuerpo, sabía que eso solo podía ser indicativo de que Ryo estaba cerca, maldijo su propio cuerpo por reaccionar así ante él.

Cuando levantó la vista, lo vio aparecer del brazo de una mujer despampanante, con un vestido muy sugerente, lo agarraba del brazo como si no quisiera que se le escapara, eso hizo que no pudiera contener una sonrisa, le recordó a todas las chicas que en el pasado se le acercaban, y aunque le dolió un poco, solo pudo pensar que al final el seguía igual, rodeado de bellezas. Pero se negó a dejarse sentir triste, eso estaba superado, ella no era la misma, y no era invisible y no pensaba desaparecer. Esta vez tenía un objetivo y el ser visible era imprescindible.

Ryo acababa de llegar y ya estaba cansado de la modelo que tenía colgada del brazo, en lo que pudiera se escabulliría de ella, estaba molesto con su madre por obligarlo a ir allí acompañado. Cuando levantó la vista la vio, estaba seguro que aquella ella la chica del vestido blando de esa noche, como es que había aparecido de repente, tuvo que contener todas sus emociones para no ir directamente a ella, tenía muchas preguntas, pero se acordaría de él, esperaba que si, pues todo parecía que ella había ido a por él.

Mientras observaba la gente que estaba a su alrededor vio que el matrimonio Shin eran los que la acompañaba, creía recordar que ellos tenían una hija, pero por más que intento recordar su rostro no lo consiguió, era verdad que era unos años más pequeña que él, pero no conseguía ponerle rostro.

En lo que vio la oportunidad, se separó de su acompañante y fue saludando a toda la gente presente, hasta que llego hasta el matrimonio, y la miró a ella, no pudo saber si ella lo reconocía o no, aquello lo desconcertó, pero igual tenía que saber como se llamaba, era imprescindible.

Anna pudo sentir en momento exacto en el que él la miró, pudo ver que la reconoció, sabía que para el resto del mundo nada había pasado, pero ella lo conocía demasiado bien, así que no la engaño, ella por su parte no mostró nada, no quería darle pie a que supiera sus pensamientos, se notó nerviosa, pero ya sabía que eso pasaría, así que iba preparada, y se divirtió viendo como se iba moviendo como si no quisiera sino saludar a todo el mundo, pero su objetivo eran sus padres y se le notaba.

- Buenas noches señores Shin, me alegro de que hayan podido venir.- dijo Ryo como si no tuviera ningún motivo mas que saludar a la pareja.

- Es un placer como siempre colaborar con la gala benéfica- dijo muy diplomático su padre.

- Como veo, la señora Shin sigue siendo tan hermosa como siempre- sus palabras hicieron que la parte coqueta de la madre de Anna saliera.

- Gracias, pero a mis años mi belleza se ha ido apagando- dijo coqueta su madre, y aprovechó como era su deber ante un hombre buen partido y soltero.- Conoce a mi hija Anna, señor Lee.

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