1 000- La historia de Harry

*Narrador*

La noticia del niño que vivió se esparcía rápidamente, el niño que con tan solo un año de edad había vencido al mago más tenebroso y poderoso de todos los tiempos.

Mientras que en todos los lugares mágicos se encontraban celebrando, en el valle de Godric se encontraba un semi gigante observando los escombros de la casa de los Potter, mientras observaba dejaba caer una que otra lágrima por su larga barba, seco sus lágrimas y decidió entrar a buscar lo que le habían pedido, guiado por el llanto de un bebé llego hacia su destino encontrado los cadáveres de Lily y James uno cerca del otro, entró a la recámara del pequeño viendo una sombra negra que desaparecía del lugar, el semi gigante cerró los ojos pensando que era una alucinación de el, busco y busco a la pequeña Potter pero desgraciadamente no había señales de la pequeña, tomo un pequeño bulto envuelto en sábanas y salió del lugar encontrándose de nuevo con la vista de escombros.

Mientras tanto en Privet Drive se encontraban dos personas frente al número 4.

- Es cierto Albus, James, Lily y la pequeña Emily - dijo una mujer de expresión severa -

Su acompañante simplemente guardo silencio y asintió

- Y el pequeño Harry ¿Quién irá por el?

- Hagrid irá a recogerlo

- ¿Le parece... sensato... confiar a Hagrid algo tan importante como eso?

-A Hagrid, le confiaría mi vida-dijo Dumbledore.

-No estoy diciendo que su corazón no esté donde debe estar -dijo aregañadientes la profesora McGonagall-. Pero no me dirá que no es descuidado. Tiene la costumbre de... ¿Qué ha sido eso?

Un ruido sordo rompió el silencio que los rodeaba. Se fue haciendo más fuerte mientras ellos miraban a ambos lados de la calle, buscando alguna luz. Aumentó hasta ser un rugido mientras los dos miraban hacia el cielo, y entonces una pesada moto cayó del aire y aterrizó en el camino, frente a ellos. La moto era inmensa, pero si se la comparaba con el hombre que la conducía parecía un juguete. Era dos veces más alto que un hombre normal y al menos cinco veces más ancho. Se podía decir que era demasiado grande para que lo aceptaran y además, tan desaliñado... Cabello negro, largo y revuelto, y una barba que le cubría casi toda la cara. Sus manos tenían el mismo tamaño que las tapas del cubo de la basura y sus pies, calzados con botas de cuero, parecían crías de delfín. En sus enormes brazos musculosos sostenía un bulto envuelto en mantas.

-Hagrid -dijo aliviado Dumbledore-. Por fin. ¿Y dónde conseguiste esa moto?

-Me la han prestado; profesor Dumbledore -contestó el gigante, bajando con cuidado del vehículo mientras hablaba-. El joven Sirius Black me la dejó .Lo he traído, señor.

-¿No ha habido problemas por allí?

-No, señor. La casa estaba casi destruida, pero lo saqué antes de que los muggles comenzaran a aparecer. Se quedó dormido mientras volábamos sobre Bristol.

_ Y la pequeña Emily - pregunto Dumbledore -

-- No hay rastro de ella en ningún lugar, la busque por todas partes pero no apareció -- contestó entre sollozos --

Dumbledore y la profesora McGonagall se inclinaron sobre las mantas. Entre ellas se veía un niño pequeño, profundamente dormido. Bajo una mata de pelo negro azabache, sobre la frente, pudieron ver una cicatriz con una forma curiosa, como un relámpago

.-¿Fue allí...? -susurró la profesora McGonagall.

-Sí -respondió Dumbledore-. Tendrá esa cicatriz para siempre.

-¿No puede hacer nada, Dumbledore?-Aunque pudiera, no lo haría. Las cicatrices pueden ser útiles. Yo tengo una en la rodilla izquierda que es un diagrama perfecto del metro de Londres .Bueno, déjalo aquí, Hagrid, es mejor que terminemos con esto. Dumbledore se volvió hacia la casa de los Dursley

-¿Puedo... puedo despedirme de él, señor? -preguntó Hagrid .Inclinó la gran cabeza desgreñada sobre Harry y le dio un beso, raspándolo con la barba. Entonces, súbitamente, Hagrid dejó escapar un aullido, como si fuera un perro herido.

-¡Shhh! -dijo la profesora McGonagall-. ¡Vas a despertar a los muggles!

-Lo... siento -lloriqueó Hagrid, y se limpió la cara con un gran pañuelo-.Pero no puedo soportarlo... Lily, James y la pequeña Emily muertos... y el pobrecito Harry tendrá que vivir con muggles..

.-Sí, sí, es todo muy triste, pero domínate, Hagrid, o van a descubrirnos -susurró la profesora McGonagall, dando una palmada en un brazo de Hagrid, mientras Dumbledore pasaba sobre la verja del jardín e iba hasta la puerta que había enfrente. Dejó suavemente a Harry en el umbral, sacó la carta de su capa, la escondió entre las mantas del niño y luego volvió con los otros dos. Durante un largo minuto los tres contemplaron el pequeño bulto. Los hombros de Hagrid se estremecieron. La profesora McGonagall parpadeó furiosamente .La luz titilante que los ojos de Dumbledore irradiaban habitualmente parecía haberlos abandonado.

-Bueno -dijo finalmente Dumbledore-, ya está. No tenemos nada quehacer aquí. Será mejor que nos vayamos y nos unamos a las celebraciones.

-Ajá -respondió Hagrid con voz ronca-. Voy a devolver la moto a Sirius .Buenas noches, profesora McGonagall, profesor Dumbledore.

Hagrid se secó las lágrimas con la manga de la chaqueta, se subió a lamoto y le dio una patada a la palanca para poner el motor en marcha. Con un estrépito se elevó en el aire y desapareció en la noche.

-Nos veremos pronto, espero, profesora McGonagall -dijo Dumbledore, saludándola con una inclinación de cabeza. La profesora McGonagall se sonó la nariz por toda respuesta.

Dumbledore se volvió y se marchó calle abajo. Se detuvo en la esquina y levantó el Apagador de plata. Lo hizo funcionar una vez y todas las luces de la calle se encendieron, de manera que Privet Drive se iluminó con un resplandor anaranjado, y pudo ver a un gato atigrado que se escabullía por una esquina, en el otro extremo de la calle. También pudo ver el bulto de mantas de las escaleras de la casa número 4.

-Buena suerte, Harry -murmuró. Dio media vuelta y, con un movimiento de su capa, desapareció. Una brisa agitó los pulcros setos de Privet Drive.

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