Ethan Smith y Kendrick Burke no pudieron evitar acercarse al Ataúd de Bronce.
Dentro del ataúd, el cadáver yacía inmóvil, totalmente carente de cualquier atisbo de vida.
—¡Jajaja! Ethan Smith, ¡deja ese cuerpo para mí! —rugió Obadiah Heptinstall con éxtasis.
Kendrick Burke intervino con desinterés:
—¿Qué te apuestas a que este cuerpo divino terminará siendo mío?
Ethan Smith frunció el ceño, lleno de confusión.
Con las capacidades de Drexel, no debería haber fallado. ¿Habrá algo mal con este cuerpo?
Justo cuando la multitud se regocijaba en su emoción, ¡los ojos del cadáver dentro del ataúd se abrieron de golpe!
Dos intensos rayos de luz salieron disparados, atravesando el techo de la Mansión.
El giro inesperado de los acontecimientos sorprendió a todos; ¡todos se apresuraron a retroceder!
Rápidamente, Drexel se sentó erguido en el ataúd.
Una malévola sonrisa adornaba su rostro, y su aura era aterradora.
Mirando hacia su cuerpo, Drexel murmuró:
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