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Capítulo 4

El domingo vino y se fue en un pestañeo. Pase el día entero sin probar bocado.

Gracias a Dios, mamá no se dio cuenta. Le dije que comería en la habitación, le di toda la comida a Lulú. Ella obviamente estaba encantada, movía la cola cuando me vio acercarme con un filete de carne.

Era extraño, pero no tenía hambre. Mucha sed si. No sé cuántas botellas de agua bebí.

El sueño que tuve con Caleb, seguía metido en mi cabeza. Su voz era tal y como la recordaba. Estaba asustada, si. Jodidamente asustada. Pero no por el sueño, era más bien la incertidumbre de no conocer qué pasaría conmigo y que pasaría con mi apetito aterrador por la carne humana. 

Me levanté esta mañana con ganas de volver al trabajo. Mi turno empezaba a las doce de las noche. Mi madre seguía pensando que era un error el volver a trabajar en ese lugar. Al fin y al cabo fue cerca de ese lugar donde me atacaron. Prometí tener más cuidado y regresar con alguno de mis compañeros.

Yo tenía más miedo el hacer daño a alguien.

Me ofreció el coche de papá. El casi ya no salía de casa así que... lo tome.

Me visto con el uniforme del bar. El logotipo estampado en el pecho de mi camiseta. ANGEL'S SINS era un lugar famoso. Por lo menos uno de los más famosos. La paga estaba más que bien y realmente  me gustaba observar personas borrachas y hablando estupideces. Termino de colocarme las medias de rejilla para luego colocarme la minifalda. Todo negro, incluso los tacones. Cuando miro estos me doy cuenta de algo, aún hay gotas de sangre en ellos.

Casi vómito. Tomo rápido unas toallitas húmedas del baño y los restriego con todas mis fuerzas.

Intento calmar mis latidos. Es asqueroso.

Aún así me encuentro deseando probar sangre. Tiro las toallitas por el retrete.

Saco mi bolsa de maquillaje y aplico lo habitual. Máscara y labial rojo.

Estoy lista.

Mi madre esta sentada en el sofá, con el ordenador. Supongo que trabajando.

-Mi turno empieza en a las 12. Te veo mañana a las 6.- tomo las llaves.

Cierro la puerta y camino hasta el coche. El clima está incluso más frío que ayer, pero me gusta.

Mientras conduzco no puedo evitar pensar en todo lo malo que puede pasar. Tengo miedo, este fin de semana apenas he probado bocado y prácticamente encerrada en mi habitación sin contestar mensajes.

Llego al estacionamiento y miro las puertas del bar.

Puedo hacerlo. Puedo hacerlo.

Me ánimo internamente. Salgo del coche. Tomo el bolso y guardo dentro el móvil y las llaves.

Mientras me acercó a la puertas, no puedo evitar emocionarme. Rubén, nuestro portero y guardaespaldas, ya me ve desde la distancia y me regala un sonrisa enorme y sincera. Justo ahi. Con esa sonrisa sincera y perfecta, me relajo. Rubén es uno de mis mejores amigos en el trabajo aparte de Julia, todo es más fácil cuando ellos están a mi lado.

Me toma en sus brazos como si de una muñeca de trapos se tratará. Sonrió y envuelvo mis brazos lo máximo que puedo alrededor de sus enormes hombres. Si, Rubén podría considerarse un ropero. Es enorme con su estatura de metro noventa y su fuerte y duro cuerpo. Caí rendida ante su dulce y graciosa personalidad desde el primer momento. Además, quien podría no amar esos preciosos ojos azules, transparentes como el agua.

-Te he extrañado tanto, preciosa.- me besa la mejilla y acomoda un mechón de pelo suelto detrás de mi oreja. Siempre tan dulce. Si tan solo no fuera gay.

-y yo a ti, guapo. A todos. Necesitaba ya volver.- toma mi mano y entramos.

Ya hay gente bebiendo y bailando. La noche parece prometedora. Muy ocupada.

-Julia ha llegado hace 5 minutos, seguro esta en las taquillas.- entró en la puerta que dice privado. Donde están nuestras taquillas y baños.

Julia está acomodando su labial cuando me ve, se detiene inmediatamente para venir a abrazarme.

Su piel huele tan bien.

Desecho ese pensamiento de mi cabeza tan rápido como llega.

-Dios, te he echado de menos.- observa mi cara detenidamente.

- ¿Estas segura que quieres volver ya? Milán dijo que podrías tomarte una semana más.

-¡No! Créeme necesito volver a la normalidad.- le aseguro.

-Muy bien, entonces manos a la obra.- ninguno de los dos me pregunta por el ataque y no podría estar más agradecida. Ya me han tenido demasiado agobiada estos últimos días.

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La noche transcurre como cualquier otra. Las risas de los clientes, los ojos rojos y borrachos es reconfortante en cierto modo.

Pero no todo va tan bien como parece. El olor de las personas cada vez se me hace más insoportable.

El sudor. Puedo escuchar los cuerpos frotándose. Puedo escuchar incluso los besos de algunas parejas.

Por no hablar de los chicos que están en el baño haciendo algo más que besarse.

Puedo escucharlo todo, en mi cabeza.

Estoy luchando, con todas mis fuerzas por que cada vez siento como si estuviera apunto de saltar sobre alguien, y no en el buen sentido.

Llevo ya tres vasos de vodka. Tuve miedo al principio, por todo eso de que nada sabe como debería. Pero sorprendentemente el alcohol sabe como eso. Como si eso me sirviera para alimentar algo que no sea el alcoholismo. Milán nos  permite beber en el trabajo, no demasiado. Pero siempre dice que nos ayudará a meternos bien en el papel.

Yo nunca bebo, pero esta vez lo necesitaba. Y con tres vasos ya debería estar en el puto suelo con baba en la barbilla y diciendo las estupidez más grande que nunca nadie ha escuchado. 

Sin embargo, no llega nada. Ni ese pequeño entumecimiento en las piernas. Si no fuera por el horrible sabor, diría que estoy tomando agua.

Julia me ve desde el otro extrema de la barra y me sonríe, bueno más o menos. Señala los vasos vacíos y gesticula un "wtf". Le sonrío y me encojo de hombros.

Llega otro cliente en la barra, aun estoy preparando la bebida de otro, así que no lo miro cuando le digo buenas noches y pregunto que va a tomar.

-Tu y yo aún tenemos una conversación pendiente, Noah.- levanto mi cabeza ante la mención de mi nombre.

El corazón se me para, Gala. ¿Qué diablos hace aquí? ¿Y cómo sabe que trabajaría está noche? Más importante, ¿Cómo sabe siquiera que trabajo aquí?

Mierda.

-Y yo te dije que no necesito nada de ti.- le digo, mientras otro hombre me paga y se marcha.

-Hay personas que quieren conocerte.- sus ojos verdes son como fosforescentes en esta oscuridad. Y su expresión no muestra más que enfado e impaciencia.

-Estoy trabajando, no tengo tiempo para esto.- le respondo, esperando que con eso se marche de una vez.

-Deja que la humana te cubra por 5 minutos.- no hay suerte.

-Para eso estoy yo aquí.- susurro apretando los dientes.

Gala se acerca más a mi cara cuando me dice:

-Pero tu ya no eres humana.- y con eso se marcha, como si no acabará de

soltar justo ahí la mayor bomba.

Que me jodan.

Me quito el pequeño delantal envuelvo en mi cintura y le digo a Julia que me cubra por 5 minutos.

-Necesito ir al baño. Mucho vodka.-

-No te preocupes. Ve con calma.- me da una palma en el trasero.

Gala salió por la puerta de atrás. Le diré a Milán que debe mantener esa puerta vigilada también.

Mientras camino entre los cuerpos, no puedo evitar sentirme en un maldito mercado.

Cuando llego a la puerta ya estoy sudando.

Tomo una fuerte bocanada de aire y la suelto lentamente. Abro la puerta y ahí están.

-Vaya, eso te tomó tiempo.- dice con una sonrisa presumida. Ruedo los ojos.

-Estos son Dorian y Drac.- me presenta. La miro como si estuviera loca.

-Yo no ve... - antes de que pueda terminar la frase, dos siluetas aparecen delante de mi como si hubieran estado ahí todo el tiempo.

Oh Dios mío.

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