2 CAPITULO 1

Esta semana quería disfrutar de un buen clima en España junto a mi tío y mis padres, la secretaría de turismo nos recomendó un pueblo, los primeros tres días fue algo divertido y relajante. Aquel pueblo era bastante tranquilo y las personas se dedicaban a la agricultura y la ganadería, aunque lo malo es que yo era la chica más joven entre los turistas y creo que del pueblo porque no había visto alguna otra de mi edad.

En fin, podría decir que me agradaba hasta que en el cuarto día oí rumores sobre la llegada de "Los Iluminados", decían que era una secta religiosa y que tenían su iglesia a las alturas del pueblo, me dió mucha curiosidad hasta que un día fui con mi tío a visitarla. En mi punto de vista no se parecía a una iglesia o una secta religiosa, más bien pertenecía al ocultismo. Me dió bastante miedo al ver un cementerio en frente de la misma.

- ¿Qué clase de iglesia es esta? - Preguntó Carlos, mi tío.

- Diría más bien que es una secta. - Comenté.

Ingresamos al lugar y pude ver un símbolo, como una pieza extraíble, mi tío la presionó y la enorme puerta se abrió. Ambos nos miramos intrigados, al entrar pudimos observar a varios monjes, creo que se hacen llamar, con sus capuchas que casi no podíamos verles sus rostros. Estaban haciendo un ritual.

Para no molestar decidimos voltear y salir de allí pero otros dos aparecieron detrás de nosotros, nos taparon el camino.

- ¿Pero qué demonios... - Se sorprendió Carlos.

- Podemos usar a ese hombre. - Dijo una tenebrosa voz en inglés, mi tío no lo entendió pero yo sí.

Ambos nos miramos confundidos y uno de los monjes golpeó a mi tío dejándolo inconsciente en el suelo, yo intenté ayudarlo pero otro de ellos me detuvo así que opté por dar un codazo al pendejo y salí corriendo del lugar.

Ya afuera, vi a un grupo de habitantes parados mirando en dirección a la iglesia. Entonces me dirigí a una señora.

- Señora ayúdeme por favor, atraparon a mi tío. - Dije desesperada.

La señora simplemente me ignoró y continuó observando a la iglesia, como si estuviera hipnotizada.

- ¡A usted le hablo! Hablamos el mismo idioma ¿Qué pasa?

- Lord Saddler. - Murmuró.

Me giré a ver la iglesia y estaba el mismo hombre que ordenó a los dos monjes, supongo que es el cabecilla.

- ¡Atrápenla! - Exclamó apuntándome con su dedo.

Al principio estaba confundida, y vi que la señora se giró a verme, sus ojos se tornaron rojos. Yo di unos pasos atrás hasta que los demás voltearon a verme.

- ¡Mierda! - Murmuré.

- ¡Rápido! Es un intruso. - Dijo uno de los pobladores.

Decidí correr mientras que los habitantes me seguían por atrás, parecía una eternidad, mi cabeza no tenía tiempo para pensar en lo que acababa de ocurrir, solo corría por instinto, por miedo, por ese temor a lo que ellos me pudieran hacer.

Por suerte los pobladores no me alcanzaron y llegué a donde se suponía que debían estar los demás turistas, pero los encontré siendo asesinados por los demás españoles. Por un momento me quedé helada viendo la escena, los gritos de esas personas pidiendo ayuda, algunos con rastros de sangre. Parecía que todo esto giraba entorno a mí, entre cerré mis dientes con coraje, no sabía qué hacer, mi respiración era entre cortada, mi pecho se agitaba, corrían unas gotas de sudor por mi frente, hasta que se me vinieron a la mente mis padres.

Suspiré y rápidamente, sin que me vieran los habitantes, trepé hasta el segundo piso de la casa donde se suponía que debían estar ellos, pero no los encontré. Oí más gritos provenientes de afuera y observé a través de la ventana de la habitación, era mi padre, mi padre...Estaba de rodillas con las manos atadas, junto a una persona que tenía una bolsa cubriéndole la cabeza. Habían varios pobladores con rastrillos, machetes y palos formando un círculo balbuceando la frase: "Matadlos, matadlos"

De pronto oí el sonido de una clase de sierra y de entre la multitud apareció un hombre, que tenía el rostro cubierto, con una motosierra en sus manos. Tragué mi saliva a duras penas al verlo, mi corazón comenzó a acelerarse con más intensidad y un tremendo escalofrío cruzó por mi espalda, el hombre de la motosierra se acercó gritando como loco en dirección a mi papá y lo decapitó.

A como pude tapé mi boca para no gritar y las lágrimas inundaron mi rostro, el cuerpo de mi padre cayó completamente al suelo ya sin cabeza. Luego observé que una mujer quitó la bolsa de la cabeza de la otra persona, quien resultaba ser mi madre. Ella miró a un costado y al ver el cuerpo decapitado comenzó a gritar y a llorar, suplicaba por su vida, pero a los sanguinarios pobladores no les importaba, así que la misma mujer con su hacha la clavó directamente a la cabeza.

Cubrí mis ojos y me agaché tirándome al suelo, recostando mi espalda por la pared. Minutos luego de haber estado de cuclillas tratando de digerir todo lo que acababa de ver.

¿Es esto real o producto de mi imaginación?

Pedía a mi mente una respuesta lógica, pero no la encontraba.

Me puse de pie y observé nuevamente por la misma ventana.

- Esto es real. - Murmuré para mí misma.

Parada, me recosté por la pared, comencé a temblar, estaba muy asustada, no podía creer que todo esto me estaba pasando, sequé el sudor de mi frente con mi mano y suspiraba tratando de relajarme. Pronto pensé en mi vida, yo no quería acabar así y solo había una única forma de salir viva de esto, el puente principal.

Decidí salir sigilosamente de la casa, al fijarme que nadie rodeaba mi entorno comencé a correr, lo más rápido que podía, crucé por unos caminos con mucha flora, creí haberme perdido pero luego pasé por un puente, pensé que había logrado escapar de ese pueblo, hasta que vi a otro poblador cargando un hacha en su mano.

Por instinto me oculté entre unos arbustos y sin darme cuenta pisé una trampa con dientes que me clavó el pie derecho y me dejó inmóvil, evité gritar de dolor para que no me oyeran y caí al pasto, unos segundos después aquel español se alejó. Entonces intenté liberarme de aquella trampa, con ambas manos la sujeté y la estiré con todas mis fuerzas para que no me clavara más profundo, pero era de hierro, muy pesada y no la conseguía, mi pierna comenzó a perder sangre y yo mordía el cuello de mi remera por el dolor que sufría.

Durante los primeros minutos aún tenía esperanzas de poder liberarme de esa mierda, hasta que pasada aproximadamente una hora decidí rendirme, ya no tenía tantas fuerzas para sujetarla, cada vez me clavaba más.

- ¡Qué manera tan estúpida de morir Laura!. - Murmuré para mi misma mientras observaba mi pierna atorada. - Moriré desangrada por no haber estado atenta. - Suspiré.

Y así transcurría la mañana sin que me encontraran, lo único que yo hacía era masticar un chicle que había quitado de mi bolsillo y esperar alguna ayuda posible, aunque más probable era que me encontraran aquellos pobladores o que muriera por culpa de esta trampa.

Pasó un largo tiempo o eso creía, ya quería suicidarme pero no tenía cómo, sufrir este calvario era peor que ser acribillado o mutilado. Un movimiento que hacía y podía desangrar aún más, además mis brazos comenzaban a temblar y mis fuerzas se agotaban.

Escupí el chicle y miré al cielo, el sol poco a poco iba ocultándose, el ambiente estaba bastante silencioso, yo temía pasar la noche aquí. Así que por un momento decidí dejar de pensar en eso y la brisa del viento me trajo un poco de paz. Una paz que pronto fue interrumpida por un disparo. Me asusté, no sabía que hacer, si eran los habitantes manipulados o era la policía.

Logré ver a algunos de ellos corriendo con sus hachas, luego oí una explosión. Cerrando mis ojos intenté imaginarme que ocurría por esa zona, hasta que escuché más disparos.

Abrí mis ojos al sentir unos pasos, levanté mi mirada y vi a un hombre rubio, con chaqueta marrón y una pistola en mano, no parecía ser un habitante del pueblo, ni tampoco era un turista.

- ¡Oye! - Exclamé débilmente con mi voz ronca.

El hombre se detuvo observando por todas partes con todos sus sentidos en alerta.

- A tu derecha. - Dije en un murmuro levantando una de mis manos a como pude, pero pronto grité porque los dientes de la trampa me clavaron más fuerte.

El rubio logró verme y se acercó a mí.

- Ayúdame por favor. - Murmuré entre lágrimas.

Entonces él guardó su pistola y se agachó mirando la trampa.

- Perdiste mucha sangre. - Dijo en inglés para luego abrir los dientes de la trampa y dejarme libre. - Quédate quieta, voy a vendarte esa herida.

Me recosté completamente al pasto llevando mi brazo izquierdo encima de mi frente, estaba totalmente agotada. El rubio comenzó a vendarme la herida, sentí mi pierna arder y mucho dolor, pequeñas gotas de lágrimas salían de mis ojos, pero lo aguanté.

- Gracias. - Dije al observar el trabajo terminado.

- Tienes suerte de que esa cosa no haya podido arrancarte la pierna. Dime ¿Puedes caminar? - Me preguntó.

- Sí, supongo. - Me levanté.

- ¿Quién eres tú y dónde están tus padres? ¿Qué haces en un lugar como este?

- Yo...yo soy Laura López, vine de vacaciones y hace unos días llegó un grupo de ocultismo llamado "Los Iluminados". Ellos tienen a mi tío y pienso que controlan a los habitantes porque ellos mataron a los otros turistas, así como... como a mis padres. - Comenté cabizbaja.

- ¿Los Iluminados? Pff, vaya nombrecito. - Se quedó pensando. - Pero...¿qué clase de secta sería capaz de hacer eso?

- La verdad es extraño. Y por cierto, tú ¿quién eres? ¿qué te trae por aquí?

- Mi nombre es Leon Scott Kennedy. Bien, mira estoy buscando a esta chica de la foto. - Quitó de su bolsillo una foto. - ¿La has visto antes?

- Lo siento, no. - Hice una mueca.

- Bueno, por ella estoy aquí, estoy en una... - Procedió a guardar la foto de vuelta a su bolsillo y se mantuvo en silencio.

- En una...¿en una qué? - Pregunté curiosa.

- Eh, de momento no te puedo decir, sé que tú no confías mucho en mí y yo tampoco en ti, así que sigamos, tengo que llevarte conmigo. No puedo dejarte aquí, sería lo menos que puedo hacer contigo. Mantente alerta.

- Espera...¿Y qué hay de la salida? Se supone que hay un puente para salir de este pueblo. - Pregunté intrigada mientras trataba de analizar lo que había dicho.

- El puente está destrozado, no hay forma de regresar por allí. - Contestó Leon y pude ver como se alejaba.

- Bien, Laura ¿vienes? - Me preguntó.

Yo me quedé pensando, una parte de mí me decía que no, por temor a volver a pasar por esa pesadilla, pero otra parte me decía que tal vez sea la única alternativa para salir de aquí. Mis opciones eran limitadas, después de todo ¿qué perdería, si ya lo he perdido todo?. Estaba sóla y algo desorientada.

- Está bien. - Suspiré.

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