webnovel

La Guerra Soberana

 Todo comenzó en un reino en crisis, donde las tensiones políticas estaban llegando a un punto crítico. Los días de esplendor habían quedado en el olvido y los leales vasallos ya no mostraban fidelidad hacia la corona. La derrota en una guerra pasada había debilitado a la familia real, generando resentimiento y llevando a un grupo de vasallos a considerar la idea de independizarse e incluso tomar el trono por la fuerza. 

Secretamente, crearon una facción en contra de la realeza y, aprovechando el momento oportuno, iniciaron la guerra. Su objetivo no era solo la independencia, sino apoderarse del reino con ataques masivos de una coalición de vasallos débiles y fuertes, liderados por un vasallo que limitaba directamente con los territorios del rey. Comenzaron tomando territorios importantes, como el de Fermín, Catria y Sofía. 

La noticia de la toma de la ciudad de Fermín llegó a oídos del rey, quien se sintió consternado y guardó silencio mientras asimilaba la situación. Era consciente de que debía tomar medidas rápidas, o de lo contrario su reino se desmoronaría. 

Decidido a actuar para salvar su reino, el rey convocó a sus leales aliados, el Barón Tumbler y el Marqués Abney. Juntos, se reunieron en el salón del trono para idear un plan estratégico que les permitiera enfrentar a los rebeldes y restaurar la paz y la estabilidad en el reino.

- La situación es grave - comenzó el rey, su voz cargada de preocupación. 

- Nuestro enemigo ha tomado territorios clave y está ganando fuerza. Si no actuamos con prontitud, podríamos perderlo todo.

El Barón Tumbler asintió solemnemente, mientras el Marqués Abney mantenía una mirada seria y concentrada.

- Estoy de acuerdo, mi señor - respondió el Barón Tumbler. - Debemos organizar nuestras fuerzas y contraatacar. No podemos permitir que estos rebeldes se salgan con la suya.

El rey asintió, agradecido por la lealtad y el compromiso de sus aliados.

- Necesitamos un plan audaz y efectivo - dijo el rey con determinación. - Debemos golpear donde menos se lo esperen y debilitar su coalición. Pero primero, necesitamos información precisa sobre sus movimientos y fortalezas.

El Barón Tumbler se adelantó, con una expresión de determinación en su rostro.

- Tengo contactos en la ciudad de Fermín. Podría enviar a algunos espías para recopilar información sobre sus fuerzas y debilidades.

El rey asintió, satisfecho con la propuesta del Barón Tumbler.

- Hazlo de inmediato. Necesitamos conocer todos los detalles posibles. Mientras tanto, prepararemos nuestras tropas y fortaleceremos nuestras defensas.

Ha pasado un año desde el inicio de todo este conflicto, la guerra entre los dos bandos involucrados seguía en curso. Las ciudades que habían sido ocupadas seguían en manos del enemigo, y todos los intentos de ellos de tomar más territorio resultaron en una pérdida tanto de recursos humanos como de recursos materiales. 

La situación se volvió más favorable cuando los vasallos rebeldes, descontentos con la falta de eficacia de las escaramuzas, comenzaron a tener peleas internas entre ellos. Esto llevó a la fractura y división de la facción que habían formado anteriormente. 

Como resultado de esta fractura, el Duque Odo Dagger decidió separarse de la coalición y quedarse con el control de la ciudad de Fermín. Los barones Keric y Bentran, por otro lado, asumieron el control de la ciudad de Sofía. Finalmente, Catria fue tomada por el Barón Henry y se hizo cargo de otra región importante, lo que añadió más tensión y desconfianza entre la facción. Esta situación ha llevado a un estancamiento en la guerra, sin ninguna perspectiva clara de un avance significativo de parte de los rebeldes. 

La guerra sigue sin dar tregua y los dos bandos siguen atrapados en un ciclo de violencia y conflicto. Ambas partes han sufrido graves pérdidas humanas y materiales, y ninguno de ellos ha logrado cambiar el rumbo de la guerra a su favor. Pero la situación se ha vuelto algo favorable para el bando defensor debido a las luchas internas entre los antiguos aliados rebeldes. 

La separación de Odo Dagger ha dejado un vacío de liderazgo y ha generado aún más incertidumbre y desconfianza entre la facción. La falta de unidad y coordinación ha debilitado aún más los intentos de avanzar y hasta mantener las ciudades ocupadas. 

Batalla en las llanuras Fermín... Hubo un caos indescriptible en el campo de batalla. Los gritos de los soldados se mezclaban con los gemidos de agonía y el sonido metálico de espadas chocando. La sangre teñía el suelo, marcando cada paso de los valientes guerreros dispuestos a luchar hasta el último aliento.

En medio del pandemonio, un grito agudo resonó a lo lejos. "¡¡CARGUÉN!!", se escuchó, evocando un murmullo de incredulidad y esperanza entre los reclutas rebeldes. De repente, una estampida de caballos envolvió al bando enemigo, un violento remolino de acero y fuerza. La caballería real, entrenada y fuertemente armada, embistió con una furia arrolladora.

La carga fue devastadora y los rebeldes se encontraron rodeados por un enemigo implacable. La victoria parecía asegurada para aquellos que habían luchado contra la opresión y ahora veían una luz de esperanza. Mientras los rebeldes comenzaron a huir en desbandada, los jinetes de la caballería real no se permitieron ni un momento de descanso. Su deber era perseguir a los fugitivos y asegurar que no hubiera escapatoria.

Los soldados, ahora exhaustos y asustados, gritaban en medio de la euforia de la victoria. "¡¡VICTORIA!!", se escuchaba por doquier, un clamor que se prolongaba a lo largo del campo de batalla. Las voces resonaron en los corazones de cada soldado, recordándoles que habían luchado por una causa justa y noble.

Mientras tanto, el grito ferviente "¡¡POR EL REY!!" resonaba aún más alto. Los leales al monarca sabían que esta victoria no solo era para ellos mismos, sino también para su amado rey. Cada espada desenvainada había sido enarbolada con honor y lealtad.

La caballería real no se detuvo hasta que cada rebelde fue aniquilado o capturado. Los soldados huidos no encontraron escapatoria, rendidos ante la imponente presencia de aquellos que habían decidido luchar por su rey. Con la batalla terminada y los enemigos sometidos, la caballería regresó triunfante, rodeada de gritos de júbilo y aplausos.

La escena estaba llena de un silencio tenso mientras los soldados dejaban atrás el campo de batalla cubierto de cadáveres y heridos. Con sus corazones llenos de orgullo y gratitud, sabían que habían realizado un acto de coraje y honor que sería recordado por generaciones venideras.

En este épico enfrentamiento se desató una feroz batalla donde la caballería real jugó un papel crucial en la victoria. Sin embargo, los combates dejaron muchos heridos y víctimas que deberían ser honradas con dignidad en fosas comunes. Iniciarían su marcha hacia la ciudad de Fermín. El rey avanzaba por la tierra donde la Reina había sido enterrada tras su muerte, lo que le causó mucho malestar al rey. el rey comenzó a hablar con el Barón Tumbler mientras cabalgaban. 

El rey, enfadado por la caída de Fermín en plena guerra civil, mostró una expresión de furia en su rostro mientras hablaba con el Barón Tumbler sobre quién había provocado la situación. Sus ojos brillaban con ira y su ceño fruncido reflejaba su determinación y deseo de venganza.

- ¿Quién es el responsable de esta tragedia? - preguntó el rey con voz firme pero cargada de furia.

El Barón, consciente de la gravedad de la situación, respondió con cautela.

- Mi señor, según los informes y testimonios recopilados, el responsable de la caída de Fermín es un individuo despreciable. Es conocido por ser un cobarde y un estafador, y ha causado mucho sufrimiento a nuestra gente. Sus acciones han sembrado el caos y la desesperación en nuestras filas.

El rey escuchó las palabras del barón con una expresión impasible, sin mostrar reacción alguna ante los insultos dirigidos hacia el individuo en cuestión. En cambio, su mirada se volvió más seria y concentrada, reflejando la importancia que le daba a esta situación y su determinación de resolverla.

- Entiendo - dijo el rey con voz grave. - Esta afrenta no quedará impune. Tenemos asuntos pendientes que resolver.

 El Barón asintió en silencio, comprendiendo de inmediato a quién se refería el rey. Su gesto mostraba lealtad hacia el monarca y su disposición a seguir cualquier instrucción que le dieran para vengar la caída de Fermín.

Sin necesidad de más palabras, el rey y el barón se miraron con complicidad, compartiendo un entendimiento mutuo. Sabían que la justicia debía prevalecer y que el responsable de la tragedia debía enfrentar las consecuencias de sus acciones. Con determinación renovada, el rey se preparó para tomar las medidas necesarias para hacer justicia por Fermín y asegurar que aquel individuo despreciable pagara por sus crímenes. 

En medio de ello, el rey, alzando la voz para hacerse escuchar, exclama que estos traidores pagarán con sus vidas por haberse atrevido a pisar Fermín. Su tono de voz es amenazador y decidido, dejando en claro que no descansará hasta haber vengado su deshonor sufrido por su ciudad y sus seres queridos. 

Con la guerra aún en curso, el ejército se movió hacia la ciudad que había sido tomada por uno de los principales traidores, el Duque Odo Dagger, cuyo apoyo financiero como militar habían sido vital para la rebelión. A medida que el rey y sus fuerzas avanzaban, el monarca comenzó a recordar a su familia y la razón detrás de su lucha. Se percibía una mezcla de tristeza y determinación en sus ojos. Era crucial para él recuperar el control sobre el reino y garantizar la seguridad de sus seres queridos. 

Bajo la luz de las estrellas, el rey se reunió con su alto mando para idear una estrategia para asaltar la ciudad. A medida que discutían, surgieron dudas y miedos sobre la veracidad de la información sobre "una mina" a las afueras de la ciudad. Sin embargo, el rey afirmó que confiaba en los sobrevivientes que habían revelado el secreto y decidió seguir adelante con su plan.

Después de una marcha larga, hicieron un campamento para descansar. En una carpa, el soberano se reunió con sus generales y consejeros más confiables. 

- Señores, nuestro objetivo es la ciudad que está siendo controlada por Odo Dagger - dijo el rey, señalando un mapa del territorio. - Como sabéis gracias a nuestros espías, él ha apoyado económicamente esta revuelta. Debemos eliminarlo para debilitar su estado y facilitar su rendición. Algunos informes de comerciantes dicen que Odo Dagger no se encuentra en la ciudad, sino en una fortaleza cercana, de ahí sus defensas bien armadas y entrenadas.

Los generales intercambiaron miradas.

- Puede que Odo tenga algo que proteger en esa fortaleza clave, pero ¿por qué no atacamos directamente su capital o la ciudad? - preguntó el Marqués Abney.

El rey asintió con seriedad.

- No hay aldeanos ni granjas cercanas a esa fortaleza, está aislada y fuertemente fortificada, lo cual la hace altamente efectiva contra ataques de menor escala. Pero debemos comprender la razón real por la cual Odo no lleva su "tesoro" a su capital o ciudad: teme la codicia de sus propios soldados y los nobles que le rodean. Nuestro glorioso ejército ha sufrido pérdidas significativas y muchos valientes guerreros han resultado heridos en esta prolongada batalla. Sin embargo, si logramos asaltar esta fortaleza, podríamos minimizar aún más nuestras bajas. Asaltar su capital o la ciudad sería un derroche de nuestros valiosos recursos, los cuales no podemos permitirnos malgastar en estos momentos.

El rey sonrió con astucia.

- Además, hemos obtenido información de fuentes confiables. Nuestros espías han logrado infiltrarse en la ciudad y han establecido contacto con algunos de los ciudadanos que se han rebelado contra Odo Dagger. Estos ciudadanos, que han sido interrogados exhaustivamente, nos han revelado la existencia de una mina de oro en las afueras de la ciudad. Según ellos, Odo es tan codicioso que no confía en nadie más para administrarla. Esa es nuestra ventaja.

- ¿Estáis seguro de eso, majestad? - preguntó el Marqués Abney con preocupación. - Podría ser una trampa. ¿Podemos realmente confiar en los testimonios?

El rey miró al Marqués con una mirada carismática.

- Los sobrevivientes han sido interrogados por nuestros mejores interrogadores y hemos enviado exploradores que han confirmado la existencia de una fortaleza con una gran fuerza militar y la presencia de mineros. Confío en su testimonio y en nuestros espías. Estoy seguro de que esta es nuestra oportunidad de acabar con Odo.

Todos los presentes en la carpa volvieron su atención al mapa, excepto el rey, que sonrió satisfecho.

- El camino será largo, pero llegaremos mañana. Preparad a nuestros hombres para la batalla. Dejaré que mi consejero os informe sobre la estrategia en detalle. Si tenéis alguna sugerencia o cambio, hablad con él, porque yo debo retirarme…

De repente, el rey comenzó a toser violentamente, incluso escupiendo sangre. Sus comandantes y generales se acercaron precipitadamente a él, preocupados.

- ¡Majestad!

- ¿Estáis bien, señor?, preguntaron empujándose entre sí para llegar hasta él.

El rey los apartó a un lado con un gesto cansado.

- Estoy bien, solo es sangre. - Luego de eso, se retiró a su tienda real acompañado por sus dos guardias personales. 

Al día siguiente, el rey se levantó, visiblemente agotado y con manchas de sangre fresca en su rostro. 

- Cada vez es peor - murmuró con voz consternada. Después de unos momentos perdido en sus pensamientos, se vistió con sus ropas y armaduras, mientras dos soldados esperaban para escoltarlo. Observó a sus generales, que ya estaban despiertos, y se acercó a ellos. 

- ¿Tan temprano os habéis levantado? 

- No pudimos dormir bien por los nervios, señor - respondió el Barón Tumbler. 

- Estaba escribiendo una carta a mi familia y el tiempo pasó sin darme cuenta, mi señor - dijo otro. 

- Tuve que hacer algunos preparativos adicionales, mi señor - añadió Marqués Abney. 

El rey sonrió amablemente. 

- Muy bien, preparémonos para la marcha hacia la fortaleza. Pero antes, permítanme contarles cómo obtuvimos los testimonios y confirmamos la existencia de la mina y la fortaleza.

El rey se acercó a una mesa cercana y desplegó un mapa detallado del territorio en cuestión. 

- Nuestros espías han estado trabajando incansablemente para recopilar información sobre Odo Dagger y su fortaleza. A través de sus infiltraciones en la ciudad, lograron establecer contactos con ciudadanos descontentos que se han rebelado contra Odo. Estos ciudadanos, que han sido interrogados por nuestros mejores interrogadores, nos han revelado la existencia de una mina de oro en las afueras de la fortaleza. 

El rey señaló un punto en el mapa, marcando la ubicación de la mina.

- Para confirmar esta información, enviamos exploradores altamente capacitados para investigar la zona. Estos exploradores se infiltraron en las cercanías de la fortaleza y lograron presenciar la actividad minera y la presencia de mineros. Además, nuestros espías han informado sobre el constante flujo de oro que sale de la fortaleza hacia la ciudad de Odo Dagger. 

El rey hizo una pausa, permitiendo que sus palabras se asentaran en la mente de sus generales.

- Comprendo sus preocupaciones, pero confío plenamente en la veracidad de estos testimonios y en la información proporcionada por nuestros espías. Nuestra oportunidad de acabar con Odo Dagger y debilitar su estado está frente a nosotros. 

Los generales asintieron, convencidos por las explicaciones del rey.

- Entendemos, majestad. Confiamos en su juicio y seguiremos adelante con el plan - dijo el Marqués Abney.

El rey asintió, agradecido por la confianza depositada en él.

- Muy bien, entonces. Preparémonos para la marcha hacia la fortaleza. Si tienen alguna sugerencia o cambio en la estrategia, háganlo saber. Pero debemos partir pronto. Nuestra victoria está al alcance de nuestras manos.

Con determinación renovada, el rey y sus generales se prepararon para enfrentar el desafío que les esperaba en la fortaleza de Odo Dagger. Sabiendo que habían obtenido información confiable y habían confirmado la existencia de la mina y la fortaleza, se embarcaron en su misión con la esperanza de poner fin al reinado de Odo Dagger y asegurar la victoria para su reino. 

Next chapter