1 Kun Lao

Un chico de unos 10 años, cabello negro y corto, un poco gordito y con una mirada perezosa miraba muy fijamente a la escena ante sus ojos.

"¡¡Haaa!!"

Decenas de chicos lanzaron un golpe al mismo tiempo que gritaban.

"¡Dos!" Un hombre calvo que se paraba enfrente de la formación grito en tono de mando, para ser recibo de nuevo por los gritos y golpes de los chicos.

"¡¡Haa!!"

Nada de esto era tan sorprendente como para dejarlo en el shock que se encontraba. Pero los fuertes vientos que generaban los chicos con sus movimientos sí.

El chico en cuestión era Kun Lao. Hace mucho tiempo que había aceptado su condición como un reencarnado en un mundo diferente, pero solo ahora entendió las implicaciones de eso.

Hoy era un día especial para el: hoy era el día de su despertar.

Siendo un niño de una de las infinitas ramas colaterales del clan Kun, Kun Lao nunca tendría el privilegio de visitar la gran sede del clan. Eso por supuesto exceptuando casos especiales como el despertar.

Sus padres y el, hicieron un muy largo viaje para poder llegar aquí y tener su despertar. Junto a el se encontraban otros chicos que al igual que el venian por su ceremonia del despertar.

"Síganme." Un anciano apático miró a los niños que se maravillaban de la vista y los instó a seguirlo con impaciencia.

El anciano los llevo a caminar por varios largos pasillos hasta que entraron en un gran palacio con extrañas escrituras y símbolos esculpidos en el piso y las pared.

"No tengo mucho tiempo para estos, así que entrarán de 10 en 10 para poder terminar esto más rápido." El anciano era muy impaciente hasta el punto de empujar a 10 chicos al azar que aún miraban duditativos al gran salón.

Cuando los chicos entraron en el salón las tallas y tinas comenzaron a brillar liberando una asfixiante presión que puso de rodillas a los chicos. Lentamente delante de los chicos comenzaron a formarse diferentes ases de luz con diferente forma y color.

"¡Así que estos son los espíritus marciales!" Exclamó Kun Lao en su interior. Todo parecía tan enigmático y fantasioso, se sentía como en una película de Harry Potter esperando que el sombrero seleccionador lo colocará en una de las cuatro legendarias casas.

Pensando en eso Kun Lao no pudo evitar pensar que sería puesto en la casa de hufflepuff. No porque fuera especialmente leal ni nada parecido, solo lo sería por descarte. No era alguien particularmente valiente, inteligente o ambicioso para estar en las otras casas.

Solo era el tipo de hombre que esperaba vivir su vida en comodidad con el más mínimo esfuerzo.

Los niños en la sala saltaron de felicidad al ver sus espíritus que variaban desde herramientas, armas, animales e incluso platas.

Cada espíritu era único para cada personas y traía habilidades diferentes. El tipo de espíritu también definían sus asignaciones en el clan.

Aunque todos los espíritus tenían la oportunidad de cultivar la energía mundial, muchos tenían especialidades. Cómo los tipo planta por ejemplo eran ideales para cuidar los jardines de hierba espiritual del clan.

El despertar de los espíritus marciales continúo muy rápidamente bajo la insistencia del anciano. Por lo que pronto fue el turno de Kun Lao.

Estaría mintiendo si dijera que no estaba nervioso, sinceramente quería ser como esos geniales protagonistas que despertaron un gran espíritu y dominaron el mundo a base de trampas.

La idea de hacer trampa no lo incomodaba ni un poco, mientras le permitiera vivir una vida tranquila y en paz, todo estaba permitido.

Cuando la presión sofocante recayó sobre sus hombros, Kun Lao no pudo evitar arrodillarse y apretar los dientes. Cuando sintió que la constante presión le estaba comenzando a dificultar respirar... Algo comenzó a separarse de su cuerpo.

Con la cabeza aún enterrada en el suelo Kun Lao observó con los ojos muy abiertos como su sombra comenzaba a formar un rostro sonriente para después verse opacado por varias partículas de luz azules que se reunieron en su visión.

Las partículas comenzar a bailar en su visión antes de reunirse y comenzar lentamente a tomar forma.

Una pequeña y majestuosa ave de color azul de tan solo el tamaño de una de sus manos se posó entre sus dedos. Todo en la pequeña ave era azul, desde su pico, garras y ojos.

Se veía muy hermosa pero frágil, Kun Lao tenía la firme seguridad de que si cerraba su mano podría apretar hasta la muerte al ave. Otra cosa que lo desconcertó y maravillo fue el fantasioso sentimiento de familiaridad que sentía hacia el ave y como podía sentir que está también se sentía muy bien en su presencia.

Junto con esta extraña coneccion también lo acompaño otra que se sentía débil y lejana. Esto lo hizo recordar su sombra que le devolvía una sonrisa de forma inquietante.

Con un poco de miedo en sus ojos, Kun Lao miró a su sombra solo para encontrarla igual que siempre en el suelo.

[Sistema de simulación despertado]

No pudo encontrar nada en su sombra pero las palabras translúcidas que aparecieron en su retina lo hicieron sonreír sin querer.

¡¡Asi que si tengo mi trampa!!

"Dejen de sonreír y bailar como estúpidos, dejen seguir a los siguientes chicos." El anciano impaciente los instó a salir para continuar con el siguiente grupo. Había prestado tan poca atención a los chicos que no noto la irregularidad de Kun Lao.

Kun Lao al igual que los otros niños comenzó a jugar con mucho interés con su espíritu hasta el punto en el que no se dió cuenta que todos los chicos habían terminado de despertar sus espíritus y estaba en camino de reunirse de nuevo con sus padres.

"¡¡Que lindo pajarito!!" Su madre exclamó de inmediato al ver su espíritu entre sus manos. Sin indicación alguna un pequeño ratoncito blanco apareció del cuerpo de su madre y comenzó a rodear a la pequeña ave, como si estuviera jugando con ella.

Los padres de Kun Lao lo llevaron a una sencilla y muy básica posada donde pensaban pasar unos días antes de volver a su pueblo.

El espíritu de Kun Lao no era tipo planta o herramienta por lo que el clan no le asignaría ninguna misión en particular, solo tiene que cultivar la energía mundial y tratar de volverse más fuerte.

Cuando los tres llegaron a la posada, Kun Lao no pudo evitar la emoción y miró el cuadro que apareció en frente suyo.

[¿Quieres activar el sistema de simulación?]

"¡¡¡Si!!!" Exclamó con emoción.

Lo siguiente que supo fue las luces se desvanecieron y unas letras aparecieron en su visión.

[Inicio de simulación]

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