El banquete que habían preparado para disfrutar después de la ceremonia fue comido por su manada sin Cassandra. Siroos hizo un pequeño discurso explicando por qué Cassandra no podía asistir.
La mayoría de los miembros de la manada entendieron mientras algunos pronunciaron la palabra y comenzaron a murmurar.
—Daief —débil.
—Si vuelvo a oír esa palabra de mi cuñada de la boca de alguien, será la última palabra que jamás pronunciaréis —advirtió Faris con una mirada asesina. Toda su jovialidad había desaparecido al escucharles debido a su proximidad.
Una ola de terror los envolvió mientras se quedaban en silencio y nadie volvió a faltarle el respeto a su Luna.
Siroos estaba agradecido con su hermano. Apenas podía masticar nada y estaba perdido en su mayor parte. Se suponía que fuera una ocasión alegre y sin embargo se había visto manchada porque no podían entender que ella era diferente a ellos.
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