2 Aquel momento.

En una noche fría de invierno el vecindario estaba inusualmente tranquilo, las calles estaban vacías y el clima estaba tan frío que te hacía estremecer poniéndote los pelos de punta. En medio de las calles cerca de un deteriorado edificio un hombre bastante guapo ya hacia apoyado en un auto mientras intentaba caminar sin tambalearse. Se notaba a lenguas que estaba ebrio.

—Maldición. —susurró cuando se tropezó con una piedra al intentar pararse. Por fin, después de mil intentos llega a al deteriorado apartamento donde en un futuro los eventos terroríficos dañarían la vida de una persona. El hombre sube las escaleras arrastrando los pies hasta llegar al octavo piso, el ascensor no funcionaba y el apartamento parecía que se iba a derrumbar en cualquier momento, el hombre odiaba esta vida, todo lo que le pertenecía le fue arrebatado por esa zorra, al pensarlo no puede evitar temblar de ira. Hoy terminaría con todo.

Al llegar a su apartamento, el hombre abre la puerta con una patada haciendo que, sin esfuerzo la deteriorada puerta se abra. Al escuchar el estruendoso ruido de la puerta al abrirse, la mujer en el apartamento se alarma enormemente.

—Escóndete en el closet cariño, todo terminará pronto. —le susurra la mujer temblando al niño detrás de su espalda. El niño asiente escondiéndose en el closet con temor en sus ojos. Ya sabe lo que va a pasar, sucedía cada noche cuando el llegaba. Pero lo que el niño no sabía era que esta noche iba a ser diferente, esta noche lo marcaría por toda su vida.

El hombre se acercó lentamente al mueble donde reposaba temblorosamente la mujer, cada paso era como la campana de muerte para ella.

—Con que aquí estás maldita perra. Disfrutas de mi desgracia ¿cierto? Tu y ese maldito bastardo me quitaron todo. —gritó el hombre agarrando a la mujer por el cuello haciendo que esta tiemble incontrolablemente.

—Y-yo... no...—se esfuerza por decir la mujer, se estaba quedando sin aire.

El hombre aprieta aún más su agarre. —¿Que? ¿Vas a decirme que no querías? ¿Donde está el maldito bastardo? —pregunta el, apretando fuertemente el cuello de la mujer. Esta tiembla haciendo un esfuerzo por hablar.

—D-déjame...—sus palabras solo hacen que el hombre apriete más su cuello y la estampe con toda su fuerza en la pared haciendo que su cabeza sangre.

—Cállate, mi dinero, todo ese dinero y las mansiones y carros de lujo fueron arrebatados de mi por tu culpa y la de ese bastardo. ¿¡Donde esta?! ¡Que me de mi dinero!—grita el hombre con ira estampando una y otra vez la cabeza de la mujer con la mesa haciendo que esta se rompa y la cabeza de la mujer sangre aún mas. —¿¡Donde está mi dinero?! ¡Devuélvemelo! Por tu culpa ya no tengo nada puta. ¿¡Donde esta?!—el hombre estampa una y otra y otra vez la cabeza de la mujer con la pared salpicándola con sangre, pero el no parece darse cuenta cuando de improvisto agarra su cuello con las dos manos ahorcandola con todas sus fuerzas, la ira recorría por sus venas, quería ver a esa mujer muerta, la odiaba con toda su vida.

El hombre siguió ahornándola hasta que el último respiro dejó su cuerpo, pero aún así no se detuvo y siguió golpeando su cuerpo muerto con cualquier cosa a la vista, el apartamento estaba hecho un desastre, pero el sonido de las sirenas lo hicieron detenerse.

—Mierda—maldijo entre dientes el hombre al ver el cuerpo inerte de la mujer, pero, a pesar de eso no se arrepintió, esa zorra le quitó todo lo que una vez tuvo, el tenía derecho de quitarle la vida. Mirando el cuerpo muerto de la mujer el hombre tomó una decisión, sabia que no podía salir de esta. Y así, sin duda alguna se tiro por la ventana cayendo muerto al piso salpicando sangre por todas partes, su único arrepentimiento fue no haber matado a ese bastardo.

Dentro del close, el niño estaba temblando, las imágenes de lo sucedido pasaron por su mente una y otra vez mientras que la palabras de su padre resonaban en sus oídos: «...Tu y ese maldito bastardo me quitaron todo...» «...mi dinero, todo ese dinero y las mansiones y carros de lujo fueron arrebatados de mi por tu culpa y la de ese bastardo. ¿¡Donde esta?! ¡Que me de mi dinero!...» «...dinero...» «...bastardo...» «...tu culpa...» «...bastardo...».

Si, el estuvo mirando todo lo qué pasó por las brechas de la puerta de el armario. Nunca debió hacerlo.

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