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—Pero si aquí estoy. ¿Por qué vas a querer buscar a alguien como yo?

—Tu inocencia a veces me lleva a pensar que es todo una farsa, y que esta faceta que estás mostrando ante mí, es solo para obtener algo a cambio. 

—¿Qué cosas dices? Realmente es muy complejo comprenderte, pero te juro que voy a buscar la forma de hacerlo. ¿Qué te parece si nos encontramos en mi casa luego de que termine de acompañar a mi jefe? Estoy por asuntos de trabajo aquí, y lo dejé ahí dentro sin darle una explicación. Lo más probable tenga problemas ahora cuando entre, pero buscaré la forma de solucionarlos. Esta noche estoy libre del restaurante, así que puedo preparar algo de cenar para los dos y hablamos con calma, ¿Te parece?

—Esta bien. 

—Pero por favor, no soy nadie para pedirte esto, y quizás está fuera de lugar que te lo diga, pero no vuelvas a subirte y a exponerte de esa forma ahí dentro. Ese lugar no encaja contigo. Quédate con mi gabán porque hace mucho frío y te puedes enfermar— se lo di, y bajé la cabeza antes de caminar dentro del bar. 

Fui directamente hacia donde mi jefe y vi a varias personas mirándome con disgusto, pero no quise prestarles atención. 

—¿A dónde fuiste? ¿Quién era esa mujer?— cuestionó sin mas.

—Quiero pedirle una disculpa, pero debía atender una emergencia. 

—El rostro de esa mujer se me hace familiar. ¿Quién es? ¿Y por qué te subiste y armaste tremendo alboroto aquí? 

—Ella es mi mujer, señor— no planeaba decir esa mentira, pero fue lo primero que se me ocurrió y más al haber actuado bajo disgusto y sin pensar en las consecuencias que podía traer esto. 

—¿Mujer?— lo vi reír, y me acomodé los lentes. 

—Sí, señor. 

—¿Desde cuándo tienes una mujer? Nunca me habías hablado sobre eso. Además de que en tus documentos apareces como alguien soltero. 

—Considero que es algo irrelevante mencionar, ya que es algo muy personal. 

—¿Y qué hacía "tu mujer" bailando frente a todo el mundo en esas fachas? No sabía que tenías esos extraños gustos. 

—Con todo el respeto que usted se merece, no considero que deba darle explicaciones sobre mi vida personal, señor. 

—Me gustaría conocerla. ¿Por qué no la invitas el día de mi boda? Si es tu mujer, supongo que no tendrá problemas en acompañarte en un día tan importante, ¿No? 

—Por supuesto que no tendrá problemas con eso, señor. No sé preocupe, allí estará conmigo. 

—Toma asiento con nosotros.

Me senté con ellos, pero estaba totalmente distraído. No sé de qué hablaban o que hacían, porque no podía prestarle atención a nada, que no fuera el lío en que me había metido. He metido la pata hasta el fondo. ¿Ahora qué se supone que haga? No puedo decirle que es una hermana, sobrina o prima, porque la va a reconocer según la vea más de cerca. Es extraño que no la haya alcanzado a reconocer de inmediato, teniendo tan buena mente. Haber dicho esa mentira, más haber aceptado eso, fue una idiotez de mi parte. 

Tan pronto salí de ahí, me dirigí a mi casa. Le envié un mensaje a Mónica por el camino, para que así me diera tiempo de al menos darme un buen baño. Verdaderamente me hacía falta, luego de ese día tan fuerte que he tenido. 

Me vestí en ropa casual, no podía recibirla en pijama. Mientras estaba sacando los ingredientes que utilizaré para la cena, ella tocó el timbre y fui a recibirla. Ya no estaba vestida de la misma forma que la vi en ese lugar, algo que me relajó bastante. 

—Gracias por haberme prestado tu gabán. Perdona las molestias. 

—No me causa ninguna molestia. Por favor, pasa— ella entró, y coloqué el gabán encima del sofá—. ¿Cómo te sientes? ¿Estás más tranquila? Tengo agua azahar, eso te ayudará a calmarte. 

—Estoy bien, gracias. 

—¿Quieres ayudarme a cocinar? Eso podría distraer tu mente. 

—No soy experta como tú, pero trataré de hacer lo mejor. 

—Suena bien.

Entramos a la cocina y nos lavamos las manos. Saqué todo lo que necesitaba, pero estaba muy nervioso porque la cocina era pequeña y estábamos muy cerca. Ella se veía tranquila, creo que era yo el único que estaba siendo un un gallina y exagerando todo.

Durante la preparación en equipo, la vi detenerse y mirarme. No sabía qué sucedía, llegué a pensar que quizá se había cortado o algo. 

—¿Te encuentras bien? ¿Te cortaste?

—¿Es permitido picar de la comida? 

—Claro, ¿Por qué no? 

—¿Podrías darme un pedazo de zanahoria? 

—Claro— corté un pedazo, y se lo extendí—. Toma. No sabía que te gustaba la zanahoria— dejé mi mano extendida, ya que ella no lo cogió—. ¿Sucede algo? ¿Quieres uno más grande? 

—Con ese está bien— su mano sujetó mi muñeca, y la vi cerrar los ojos y acercar su boca al pedazo para comérselo. 

No esperaba su repentina acción, y un escalofrío recorrió por todo mi cuerpo. No sabía qué decir o qué hacer en un momento tan vergonzoso como este. Las palabras no me salían, ni siquiera podía pensar con claridad. La palma de su mano era muy suave. La imagen de sus labios entreabiertos con ese pedazo de zanahoria presionado, se había quedado en mi cabeza y dudo mucho que pueda olvidarlo. Sentía que el corazón se saldría por mi boca, y que todo mi rostro estaba caliente.

Coloqué el cuchillo sobre el picador y presioné mis labios. Estaba tan nervioso que dejé caer varios pedazos al suelo. Incluso mis manos estaban sudando. 

—¿Q-ué ha si-do eso?— tartamudeé, soltando un poco el delantal. 

Me sentía más avergonzado porque no quería que se diera cuenta de que su acercamiento repentino, causó un sinnúmero de emociones en todo mi cuerpo. 

—La zanahoria jamás había estado tan deliciosa, como lo ha sido esta — su dedo índice acarició sus labios, en los cuales se formó una leve sonrisa. 

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