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Esperé a que saliera del baño, pero había olvidado por completo que ella no tenía ropa para cambiarse, por lo que cuando salió, estaba únicamente en toalla, cubriendo solamente sus partes. Su cabello estaba húmedo y chorreando por su pecho.

-Dios mío- quedé anonadado al contemplarla de esa manera.

-Estoy muy húmeda, Steven- soltó con descaro, como que le preocupa muy poco lo que mi sucia mente pueda llegar a imaginar.

Tragué saliva al escuchar su comentario, y ella sonrió con esa misma sonrisa coqueta que la caracteriza.

-Es muy peligroso que estés así- me acerqué, y me siguió con la mirada.

-Ah, ¿Si?

-Sí, te puedes resfriar- le pasé por el lado para ir en dirección al baño-. Tengo un secador en el baño. Permíteme buscarlo- busqué el secador, y escuché que añadió algo más.

-Tienes una forma peculiar para evadirme.

-No te estoy evadiendo- regresé a la habitación, y conecté el secador.

-Si tú lo dices- me pareció que se desmotivó por mi respuesta, pero no sé si es que realmente dije algo malo.

-¿Estás molesta conmigo?

-¿Por qué lo estaría?

-No lo sé. En algunas ocasiones te escuchas molesta o desanimada. Luego de lo que pasó, te sentí un poco distante. Quisiera saber si algo ocurre, si estuvo demás que permitiera que llegáramos a eso o es algo más. Para ser honesto, no quiero que las cosas entre los dos cambie, por algo que podemos hablar y aclarar ahora. Quiero decir, podemos hacer de cuenta que nada pasó y así no te sentirás incómoda.

-¿Hacer de cuenta que nada pasó? ¿Es eso un chiste?- se acercó, y retrocedí un poco.

Ahora estaba seguro que debía haber dicho algo malo, como para que me estuviera mirando de la manera que lo hacía.

-Eso me ha disgustado mucho. De hecho, me hace sentir muy mal que sugieras algo como eso, y más luego de lo que pasó entre los dos. ¿Cómo podría hacer de cuenta que nada pasó, cuando acabo de descubrir lo tierno que te ves cuando ese volcán que llevas dentro explota? Es una lastima que deba soportar el tener a un angelito inexperto como tú tan cerca, y no poder hacerlo pecar como deseo. ¿Tienes una idea de lo difícil que es controlar estas ganas ahora? - cuestionó llevando su dedo índice a mi barbilla-. ¿Tienes una idea de lo mucho que me enciendes? No sé qué me has hecho, pero he dejado de ser yo, solo por estas ganas que siento de ti ahora. Soy una descarada y una pervertida, que ni siquiera te conoce del todo, y ya desea tenerte entre mis piernas.

-¿Entre tus piernas...?- inquiero sorprendido.

-Entre, y más allá de ellas- su respuesta me dejó sin palabras, pero mis mejillas se calentaron a una fracción de segundo-. Estás haciendo que luzca como toda una desvergonzada, pero no puedo mentirte, ni mentirme a mi misma. Si te gusta que hablemos las cosas como adultos y las diga cómo son, entonces lo haré- acercó sus labios a mi oreja, y me mantuve quieto-. Deseo sentirte, poder escuchar tu respiración agitada de nuevo, adueñarme de tu inocencia y de ese inexperto cuerpo. Aún conociendo mis sucias y descaradas intenciones, ¿Me sigues viendo de la misma manera? ¿Aún deseas tenerme cerca? - susurró cerca de mí oído, y tragué saliva al recordar lo que había ocurrido antes.

Ella tiene una forma de decir las cosas, que me provoca muchos escalofríos.

Esto está mal. No debo dejarme llevar por esto, o estaré fallándome a mi mismo de nuevo. No puedo perder la fuerza de voluntad. Sé que todo eso que dice, lo está diciendo por el momento y la situación. Lo más probable cuando todo se calme, las cosas sean de una manera distinta.

-Perdóname, pero esto no está bien. No me molesta lo que ocurrió, de hecho, me gustó mucho lo que sentí y te agradezco que me hayas permitido conocer un poco de ti, pero estoy consciente de que esto no debió pasar. No te juzgo por lo que piensas, todo lo contrario, yo también tengo esos pensamientos impuros, pero tenemos que ser fuertes y evitar que suceda lo mismo otra vez. Quiero conocerte primero, ir paso por paso, y que lo que vaya a suceder entre los dos, sea cuando te conviertas en mi mujer- tenía que añadir algo más, ya que había sonado como si lo estuviera asegurando y me puse nervioso-. Claro está, si se diera el caso de que se da algo más que una amistad entre los dos, mientras tanto quiero que tomemos el tiempo de conocernos.

-De acuerdo- sonrió como si realmente hubiera comprendido, y retrocedió.

Llegué a pensar que tal vez se molestaría con lo que dije, pero no pareció que ese hubiera sido el caso. Para ser honesto, lo menos que quiero es hacerla sentir mal.

-Por cierto, había olvidado comentarte algo muy importante, Mónica. Cometí un error y le dije algo que no debía a mi jefe.

-¿Qué cosa?

-Espero no te moleste, realmente no lo hice con la intención de aprovecharme de nuestra amistad, ni nada parecido. Es solo que fue lo primero que se me ocurrió.

-No le des tantas vueltas al asunto y dime qué ocurre.

-Le dije a mi jefe que tú eras mi mujer y que me ibas a acompañar a su matrimonio. Él no te reconoció, y tenía temor de que lo hiciera, por eso decidí decir una mentira; aunque ahora esa mentira me va a salir muy cara- la vi sonreír, pero no me explicaba el por qué.

-Así que tu mujer, ¿Eh? Que niño tan travieso eres. No sabía que me veías de esa forma ya.

-Espera, no es lo que crees- me interrumpió sin dejarme explicar.

-No me molestaría ser tu mujer por esa noche, pero para eso debes tratarme como tal.

-¿Cómo sería eso? - pregunté curioso.

-¿Qué te parece si lo averiguas ese día? - me hizo un guiño, y la miré confundido. ¿Qué querrá decir con eso?

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