49 Santa I

-Deberías de soltarle la mano si no quieres quedar comprometida. – Dijo Avon.

Aunque lo dijo con usa sonrisa podía sentir el enojo en sus palabras. Si, definitivamente seguía molesto por lo que había sucedido en la clase.

Helge parecía muy avergonzado por las palabras de Avon, soltó mi mano rápidamente y salió corriendo hacia su casa, sin ni siquiera despedirse. Cuando nos quedamos los tres solos la situación volvió a sentirse incomoda y tensa. Sentí que debía de pedir disculpas, ya que toda la situación al fin y al cabo era mi culpa.

-Quinn lamento mucho haberte puesto en esa situación, prometo no volver a actuar de forma tan arbitraria en el futuro y muchas gracias por asumir la culpa por mí. - dije tratando de sonar lo más sincera posible y hasta hice una pequeña reverencia.

-No te preocupes, eres mi hermana menor y debo de cuidarte, además que yo también quería conocer ese nuevo método de cocina. – respondió Quinn, sin sonreír, pero sus palabras se escuchaban genuinas.

- ¡Fue muy irresponsable de tu parte! ¿Tu por que crees que estas en esta casa? Tu viniste aquí para que mi hermano y yo estuviéramos a salvo y si no eres capaz de cumplir con esa única tarea es mejor que regreses al bosque de donde viniste. ¿Cuál crees que es el castigo que pudo haber tenido mi hermano? ¡Pudo haber sido exiliado de la tribu! Si no sabes como actuar es mejor que te quedes en casa encerrada. – Añadió Avon, para posteriormente salir corriendo.

Quinn fue corriendo atrás de el y yo solo pude volver a la casa. Al entrar, seguí de largo hasta mi habitación y me senté en la cama. No entendía muy bien la razón del arrebato de Avon. ¿Por qué estaban en peligro? ¿Cómo yo iba a ser la clave para su salvación? No entendía nada, pero una cosa era segura, tenia algo que ver con la sacerdotisa. Su coqueteo hacia mi padre, la forma en la cual Avon la mira y su mirada helada hoy hacia Quinn. Parece que debo de tener cuidado con ella si quiero volver a mi casa sana y salva.

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