65 La dolorosa vida de Izuke- CAPÍTULO 8

Estamos arrodillados frente a una mujer de unos 30 o 40 años que está sentada en un trono. Tiene el cabello de color verde y muy largo, usa un vestido de color azul y usa una corona azul.

—¡¡Es un honor conocer a una reina de verdad!! ¡¡Es muy hermosa, majestad!!- Digo con los ojos muy brillantes.

La reina me sonríe y Sonia me da un golpe en la cabeza.

—¡¡No grites, idiota!!

—Lo siento.

La reina se levanta de su trono.

—No me molesta, me gusta mucha la actitud de este niño.

—No soy un... Da igual.

La reina se acerca a mí.

—El familiar que fue invocado por medio del muro celestial es solo un niño... Siendo sincera, creí que un hombre fuerte y guapo sería invocado.

Baja la cabeza y suspira.

—Realmente necesito un esposo.- Piensa.

—Majestad, tengo 16 años, no soy un niño.

—¿16 años? Pareces un niño.

—Sí, lo sé... No me desarrollé bien.

Se me sale una pequeña risa.

—Interesante... ¿Les gustaría acompañarme a desayunar?

—¡¡Por supuesto, muchas gracias majestad!!

Sonia me da otro golpe en la cabeza, pero es más fuerte que el anterior y mi cara choca contra el suelo.

—¡¡No grites!!

—¡¡Izuke!!

Ángel me levanta.

—Muchas gracias, Ángel.

Una chica joven, como de mi edad, nos observa desde una ventana. La chica usa una diadema de princesa con una joya rosa en el centro. Usa un vestido largo y blanco, tiene el cabello azul y corto.

—¿Ese es el familiar? Es solo un niño.

Ángel, Sonia, Crismei, la reina y yo estamos sentados en una gran mesa redonda.

En la mesa hay mucha comida que se ve muy deliciosa. Hay pollo, carne, pescado, verduras, panes, vinos y salsas. Es un gran festín.

Veo la comida con ojos brillantes.

—¡¡Increíble!! ¡¡Todo se ve delicioso!! ¡¡¿Podemos empezar?!!

—Claro, come.

—¡¡Muchas gracias!!

Tomo un pedazo de carne con las manos y empiezo a comer rápidamente.

—¡¡Delicioso!!- Digo con comida en la boca.

Sonia me observa por unos segundos, pero no dice nada. Ella simplemente sonríe.

—Majestad, disculpe su comportamiento, él era un vago y siempre vivió en la calle. Cómo puede imaginar, él nunca ha tenido la oportunidad de comer comida tan deliciosa.

—Ya veo... ¿Cómo te llamas?

—¡¡Me llamo Izuke, majestad!!

—Dime tú nombre completo.

—Solamente Izuke, no tengo apellidos.

—Izuke... Suena bien.

Sigo comiendo, pero siento un mal presentimiento y dejo de comer.

—Tengo un mal presentimiento.

Un hombre entra al comedor. Tiene un traje blanco, tiene una barba de candado de color rosa, tiene el cabello largo y de color rosa. Tiene una mirada seria que causa un poco de miedo.

—Buenos días.- Dice con un tono serio.

—Buenos días, Minder.- Dice la reina con una dulce sonrisa.

Minder y yo intercambiamos miradas.

—Y supongo que el familiar es ese niño.

—Sí, aunque no es un niño, tiene 16 años.

—No se ve fuerte... Qué decepción.

Se ríe y da media vuelta.

—Estaré unos días de viaje, adiós, Missa.

—Adiós, buen viaje.

Minder sale del comedor.

—Ese hombre parece sospechoso.

—¿Sospechoso? No te preocupes, Izuke, él es mi hermano. Aunque lo parezca, él no es malo.

—Está bien...

Tomo un pedazo de pollo y le doy una mordida.

—Ese hombre me da mala espina... No confío en él.- Pienso.

Una chica entra al comedor.

—Buenos días, madre.

—Buenos días, Diana... ¿Ya te sientes bien?

—Sí... Lo estoy, no te preocupes.

La chica me mira comer y se acerca a mí.

—Tu eres el familiar, ¿No?

Me trago el pedazo de comida que tengo.

—Sí, lo soy. Me llamo Izuke, majestad.

—Me llamo Diana.

Me acaricia la cabeza.

—Eres un niño muy lindo.

—Eh... Majestad... Tengo 16 años. No soy un niño.- Digo sonrojado.

—¡¡¿No eres un niño?!!

—N-no.

Me da una cachetada muy fuerte y caigo al suelo.

—¡¡Me das asco!!

Sale corriendo del comedor llorando.

—¡¡¿Pero que hice?!!

Me acaricio la mejilla.

—Disculpa a mi hija, ella odia... A los chicos adolescentes.

—¡¡¿Eh?!! ¡¡¿Por qué?!!

—Un chico le rompió el corazón y justamente tiene la misma edad que tú.

—¿Por eso odia a los adolescentes?... Eso es un poco...

—Ridículo, lo sé. He tratado de hablar con ella, pero no logro hacerla entrar en razón... Ella se la pasa llorando. Realmente está muy deprimida.

Me da un poco de pena y me levanto.

—Crismei era como ella.- Pienso.

En mi mente me imagino a una chica con la ropa rota y sucia, sonriente, con el cabello rosa y largo. La chica me dice "Izuke, conseguí algo de dinero, vamos a comer". Lo dice con un tono dulce y con una gran sonrisa.

—Realmente te extraño, Crismei.- Pienso.

Me acerco a la reina.

—¿Puedo hablar con ella?

—¿Hablar con ella?

—Solo quiero decirle que no se debe sentir mal, se ve joven, aún puede conocer a más chicos. Debe superar lo que le pasó. Lo que sucedió quedó en el pasado, no debe estar encadenada a su pasado.

—Hablas muy lindo... Está bien, habla con ella.

—Muchas gracias.

La reina se levanta de la mesa.

—Sígueme, te llevaré a su habitación.

—Muchas gracias.

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