34 CAPÍTULO 34: Dos

La dolorosa vida de Ángel.

CAPÍTULO 34

Pasamos por una gran tienda de armas y veo una armadura muy llamativa.

—Mira, una armadura... Se ve resistente, ¿la compramos?

—Jeje.

Crismei se aleja de mí. Está nerviosa.

—Lo que pasa es que...

—Crismei.

—¡Lo siento, gasté todo tu dinero!

—¡¿Todo?!

—¡Es que tuve que pagarles a algunos aventureros para conseguir información!

—¡¿Pero todo nuestro dinero?!

—Bueno... Solo gasté 1,000 monedas... Las demás las gasté en una fiesta.

—¡¿En una fiesta?!

—¡Lo siento, quería caerles bien a los semihumanos!

Es solo dinero... No debo enojarme con Crismei.

—... Está bien, no hay problema, podemos conseguir más.

Veo la armadura... Realmente la quería.

—Tiene una nota... Armadura Solca. Es ligera y muy resistente... Cuesta 60,000 monedas... Bueno, tal vez algún día la pueda comprar.

—Lo siento.

—No te preocupes... ¿Qué información conseguiste?

—Escucha, hay 2 continentes en este mundo. 6 comandantes están en este continente y 7 en el otro... Digo, hay 5 comandantes en este continente. Dicen que los comandantes son personas raras, pero muy poderosas.

—¿Sabes en dónde están?

—No, lo siento.

—Está bien... Vamos.

-Una hora después-

Llegamos al bosque... Es un bosque normal, común y corriente.

—¿Es un bosque normal?

—Sí, el único peligro aquí es el oso gigante.

Bajo de Zeus y Crismei baja de la carreta.

—Esperanos aquí, por favor.

—Está bien.- Dice Zeus.

Empezamos a caminar.

—Está bien. ¡Detesico enemigo!

No pasa nada.

—¿Si no pasa nada significa que no hay enemigos?

—Sí.

—Está bien.

-5 minutos después-

—Nos alejamos bastante. ¡Detesico enemigo!

Mi vista avanza velozmente y veo a un gran oso dormido.

—Vaya... Se sintió raro. Es por aquí.

Nos dirigimos al oso.

—El oso era enorme, tenía el tamaño de un árbol. Calcularía que es seis o siete veces más grande que yo.

—¿De un árbol?... Es muy raro ver osos de ese tamaño.

Llegamos con el oso.

—Está dormido, aprovecha para matarlo.

Lo veo dormir... Me da pena matar a un animal.

—Crismei... ¿Es necesario matarlo? Podemos hablar con él para que no ataque a las personas.

—Si lo encontraste con el hechizo de detección de enemigos, significa que el oso es peligroso.

—¿En serio?

—Sí.

—Está bien, si tú lo dices.

Escucho gritos de niña.

—¡¡Ayuda, auxilio!!

—¿Ladridos?- Dice Crismei confundida.

—Es una perra que pide ayuda... Crismei, búscala.

—¡¡Ayuda, estoy en la boca del oso!!

—¡¿En la boca?!

—¡¡Sí!!

Está en la boca del oso... Esto es peligroso.

—Crismei... ¿Qué pasaría si lo ataco y despierta?

—Lo más probable es que, al despertar, se dé cuenta de que tiene un perro en la boca y se lo comería.

—¿Entonces debo abrir la boca del oso y sacarla rápidamente?

—Sí.

—Está bien... Crismei.

—Sí.

Crismei se transforma en una espada y la tomo con mi mano derecha.

—Esto es una tontería... Pero la vida de un perro vale lo mismo que una vida humana. No puedo permitir que muera.

—Vaya, dices eso y todos los días comes carne.

—Bueno... Tiene lógica lo que dices.

Me acerco al oso.

—Vamos...

Intento abrirle la boca.

—Vamos... Despacio.

No la puedo abrir.

—Crismei, fortalece mis brazos.

—Sí.

Siento que mi fuerza aumenta y abro la boca del oso un poco.

—Bien...

Una pequeña perra sale de la boca.

—¡Muchas gracias!

—De nada.

Cierro la boca del oso y el oso abre los ojos.

—Eso fue fácil.

El oso intenta comerme y reacciono inmediatamente alejándome de él.

—Vaya, problemas...

El oso se levanta... Es realmente enorme... Será difícil.

—Vaya, realmente eres enorme.

—¡Hace dos días que no me como un humano, y tú te ves delicioso!

—Gracias por decirme delicioso... Supongo.

—¿Eh? ¿Puedes entenderme?

—Sí... ¿No quieres llegar a un acuerdo? Tú deja de matar humanos y yo te dejo en paz, ¿estás de acuerdo? Es que no quiero matarte.

—¿Matarme? ¿Tú?

Empieza a reír.

—¡Quiero ver que lo intentes!

Me intenta golpear con su pata derecha y reacciono inmediatamente.

—¡Escudo deriac!

Un escudo con fuego aparece en mi brazo izquierdo y me protejo de su golpe.

—¡No uses ese hechizo!- Dice Crismei.

—¡Nada mal, humano!

Me sigue atacando con sus patas y me protejo con el escudo.

—¿Sigues fortalecimiento mis brazos?

—Sí.

—Perfecto.

Me intenta golpear con su pata izquierda y lo golpeo con mi espada. Es duro, solamente le hice un pequeño corte.

—¡¡Ahhh!!

—¿Solo le hice un pequeño corte?

—¡Te comeré despacio para que sufras!

Me intenta comer y me protejo con el escudo.

—Mi turno.

Lo golpeo en el ojo derecho, destruyendo parte de su ojo con mi espada.

—¡¡Ahhh!!

El oso se para en dos patas.

—Bien...

Una voz en mi cabeza me habla. Es la voz del demonio.

—Debes usarme.

—¿Eh?

—¡Usa las llamas infernales!

—¿Llamas infernales?

—Concéntrate en el lugar en donde la quieras usar y dí el hechizo. Debes confiar en mí.

—Ángel, ¿con quién hablas?- Dice Crismei.

Veo a Crismei.

—¡Llamas infernales!

La espada es rodeada por fuego y mis manos también.

—¡¿Usaste magia demoníaca?!

Me dirijo al oso.

—¡Las piernas, Crismei!

—¡Sí!

Salto y golpeo al oso en el pecho.

—¡¡Ahhh!!

Le encajo la espada en el pecho y aterrizo.

—¿Lo logré?

El oso cae y empieza a gritar.

—¡¡Quema, que...!!

Deja de gritar y de moverse.

—Lo hice.

Las llamas desaparecen y Crismei se transforma en un hada y se acerca a mí.

—Bueno... Lo hicimos.

—Sí. ¡Deshacer hechizos!

Mi escudo desaparece.

—Lo hice bi...

Siento un gran dolor en el corazón.

—¡¡Ahhh!!

Caigo al suelo... Esto realmente es doloroso.

—¡¡Ahhh!!

El dolor desaparece.

—¡Ángel!

Me levanto... Desapareció por completo.

—Ya estoy bien, no te preocupes.

—No me gusta que uses esos hechizos. No los uses, por favor.- Dice con los ojos llorosos.

—A veces son necesarios... Te ves linda cuando quieres llorar.- Digo sonriendo.

Crismei se sonroja y hace un lindo puchero.

—I-idiota.

—Realmente eres tierna.

Saco mi tarjeta y la veo.

—Me dieron 20 puntos.

Crismei vuelve a su forma como niña y saca su tarjeta.

—A mí 30.

—¿Por qué te dieron más puntos que a mí?

—No lo sé... Bueno, me usaste para matarlo, así que prácticamente fui yo quién lo derrotó.

—Vaya... No importa, vamos.

Empezamos a caminar.

—¿Debemos llevar algo para que la encargada sepa que nosotros cumplimos la misión?

—No lo creo.

—Está bien.

La misma perra de antes se para frente a nosotros.

—¡Tú puedes entender lo que digo, ¿verdad?!

—Sí.

—¡Asombroso!

La perra se dirige a mí.

—¿Podrías ayudarme? Por favor... Necesito tu ayuda.

Empieza a llorar... Un perro llorando... Esto es lindo, pero también es triste.

—No te preocupes.

La levanto y la acaricio.

—¿Qué pasa? ¿Estás perdida?

—¡Los científicos del comandante Jisas hacen experimentos con los animales y nos hacen sufrir mucho!

Mierda, esto es más serio.

—¿Del comandante Jisas?... No te preocupes, te ayudaremos.

—¡¿En serio?!

—Sí.

—¡Muchas gracias!!l

La bajo.

—Por cierto, ¿cuál es tu nombre?

—Me llamo Dos.

—¿Dos? Es un nombre raro... Bien, te ayudaremos, pero primero iremos por la recompensa al gremio.

—¡Mi hermano está en peligro, por favor, vamos al pueblo Disa!

—La recompensa tendrá que esperar, vamos.

—¡Sígueme!

Empezamos a seguir a Dos y le cuento a Crismei lo que Dos me dijo.

—Crismei... ¿Será buena idea pelear con el comandante? Creo que aún no estoy preparado.

—Pienso lo mismo... Pero no te preocupes, estarás bien.

—Si tú lo dices... Oye, Dos.

—¿Sí?- Dice Dos.

—¿Por qué estabas en la boca del oso? Se me hace muy estúpido que el oso te haya atrapado, pero no te haya comido. Supongo que debe haber una razón para eso.

—Bueno... Lo que pasó fue que...

-Tiempo atrás-

—¡Hermano, no te decepcionaré!

Dos observa a un gran oso.

—Tal vez pueda ayudarme.

Dos se acerca al oso.

—¡Oye, ¿puedes ayudarme?!

El oso bosteza y Dos termina en la boca del oso.

—¡¿Eh?!

El oso cierra la boca y Dos no logra salir.

—¡¡Ayuda!!

-Presente-

—¿Terminaste en la boca del oso por culpa de un bostezo?

—S-sí.

Se me sale una risa... Eso suena bastante gracioso.

—Eres tan pequeña que terminaste en la boca del oso porque el oso bostezó.

—Eso no es gracioso.

—Lo siento... Olvidamos a Zeus, vamos por él.

—¿Zeus?

—Es nuestro caballo, vamos.

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