10 CAPÍTULO 10: Una rara espada.

La dolorosa vida de Ángel

CAPÍTULO 10

Después de una tranquila noche de sueño, alguien toca la puerta de mi habitación.

—¡¡Ángel!!- Grita Rem.

Me despierto y me levanto con dificultad.

—¿Quién es?- Digo con un tono cansado y débil.

Abro la puerta y veo a Rem.

—Buenos días...

Bostezo y me rasco el cuello.

—...Rem.

—¿No irás a clases?

—Cierto...

Saco mi teléfono y veo la hora. ¡Es muy tarde! ¡Son las 8:12 a.m!

—¡Son las 8:12 a.m! ¡Las clases comenzaron hace una hora!- Digo nervioso.

Salgo y cierro la puerta de mi habitación.

—¡Gracias por avisarme!

Salgo corriendo.

Después estar corriendo como loco por la escuela, entro al salón muy cansado y agitado. Todos voltean a verme.

—¿P-puedo pasar?- Digo cansado.

—¿Por qué llegó tarde?- Dice el profesor.

—M-me quedé dormido, lo siento.

—Está bien, que sea la última vez, pasa.

—¡Gracias!

Me dirijo a Sonia y me siento a su lado.

—Oye, ¿En dónde dormiste? Te estaba buscando.- Dice Sonia.

—El director me dio una habitación junto con las sirvientas.

—¿Con las sirvientas?

—Sí, era la única habitación disponible.

—Está bien, por cierto, varios estudiantes me dijeron que golpeaste a tres estudiantes en el baño, ¿Es cierto?

—Sí, es que me intentaron golpear.

—¿Es cierto que usaste un hechizo sin tus manos?

—Sí, lo hice con mis ojos.

—Eso es increíble.- Dice sorprendida.

El profesor comienza a hablar.

—¡Ahora que Ángel llegó, puedo enseñarles el siguiente hechizo! ¡Pongan atención, el siguiente hechizo es difícil de realizar!

Extiende su mano derecha.

—¡Espada sepo dex!

Una espada aparece en su mano.

—¡Es un hechizo ideal para pelear! ¡Lo necesitarán cuando les toque pelear! ¡Despada!

Su espada desaparece y me da un poco de curiosidad lo que dijo.

—Mmm.

Le susurro a Sonia.

—¿Pelear? ¿Por qué necesitamos aprender a pelear?

—Estamos en guerra con el país vecino "Froizan". A veces nos mandan a pelear batallas contra el ejército de Froizan. Por eso nos enseñan ese tipo de hechizos.

—¿Haz peleado?

—Aún no, solo los estudiantes de segundo y tercero son obligados a pelear.

—Ya veo.

Una guerra... Vaya, suena aterrador, pero al mismo tiempo es bastante interesante.

—¡Dependiendo del poder mágico que tengas, la espada será más poderosa!

Me señala con su dedo índice.

—¡Ángel, ven e intenta usar el hechizo!

—C-claro.

Paso al frente y me paro a lado del profesor.

—Inténtalo.

Extiendo mi mano derecha.

—¡Espada sepo dex!

Una espada que parece muy antigua aparece en mi mano. Está rota, es de color negro y la empuñadura es de color rojo.

—Felicidades, lo lograste.

Veo la espada con detenimiento. Está vieja y rota... ¿Habré realizado el hechizo mal?

—Es un poco vieja y está rota.

El profesor saca una manzana roja de su escritorio.

—Debemos probar tú espada. Corta esta manzana.

Me lanza la manzana y reacciono inmediatamente, cortando la manzana a la mitad. Estoy confundido por lo que acaba de pasar. Sentí que debía hacer lo que acabo de hacer, pero no sé por qué.

—¿Eh? ¿Qué pasó?- Digo confundido.

—Bien, funciona bien, puedes sentarte.

—¿Qué hago con la espada?

—Solo dí el hechizo "Despada".

—¡Despada!

Mi espada no desaparece.

—¡Despada!

La espada sigue sin desaparecer.

—¿No puedo?

—Qué raro... Llévate la espada contigo.

—Está bien.

Me dirijo a mi asiento y me siento.

—Qué rara espada, ¿Por qué no desaparece?- Dice Sonia.

—No lo sé... Es raro.

Me pongo pensativo.

—Nunca había usado una espada antes, pero reaccioné de inmediato cuando me lanzó la manzana... Eso fue raro.- Pienso mientras observo la espada.

Después de dos horas de aburrimiento, escucho una campana.

—Pueden salir a comer.

Estoy apunto de salir del salón, pero el profesor me habla.

—Ángel, ¿Puedes venir conmigo? Quiero darte algo.

—Claro.

Salimos del salón juntos y sigo al profesor.

—Que tú espada no desaparezca podría significar que la espada es especial, debes tenerla siempre contigo.

—¿Siempre?... Claro.

Llegamos a una habitación.

—Entra, por favor.

Entramos y hay muchos libros y cosas tiradas en el suelo.

—Espera.

Empieza a buscar entre las cosas.

—Aquí está, toma.

Me entrega una vaina roja

—Para que siempre tengas tú espada contigo.

—Gracias.

Guardo la espada en la vaina y me la cuelgo.

—Es cómoda.

—Me alegro. Por cierto, el caballero que vendrá por tí llegará en unas tres o cuatro horas.

—Está bien. Nos vemos.

Salgo de la Habitación.

-Comedor-

Llego al comedor y está todo lleno.

—Demonios.

Llego con la cocinera.

—Buenos días, quiero un plato de comida, por favor.

—¿Lo que sea?

—Sí, por favor.

Saco la bolsa con monedas de mí pantalón.

—¿Tres monedas?

—Sí.

Saco tres monedas y se las doy.

—Espere.

La cocinera se retira y me pongo a esperar. Mientras espero, escucho que dicen mi nombre.

—Ese es Ángel.

—El que derrotó a Sandro.

—Es el familiar que fue invocado por medio del muro celestial.

—Es increíble.

Me sonrojo, no estoy acostumbrado a llamar la atención. La cocinera regresa con mi comida.

—Toma.

Me da un plato con carne y vegetales

—Gracias.

Camino y empiezo a buscar un lugar en donde sentarme. No hay lugares disponibles, todos están ocupados.

—Está todo lleno, me incomoda comer así. Mejor me voy al patio.

—Oye, Ángel, siéntate con nosotras.- Dice una chica.

Tres estudiantes muy lindas me hablan. Son muy lindas. La idea de comer con ellas me incomoda un poco.

—G-gracias, pero no.- Digo nervioso.

Me alejo y empiezo a caminar.

—Es un poco incómodo comer con tantas personas a mi alrededor, y es más incómodo que me vean comer unas chicas lindas.- Pienso mientras intento relajarme.

Salgo al patio y escucho un grito de mujer.

—¡¡Apúrate, ama, tengo hambre!!

Veo a un mono capuchino saltando en la sombra del muro que rodea la escuela.

—Pobre, debe tener hambre.

Me dirijo al mono capuchino

—Es un familiar, pero parece un mono capuchino normal.

Me paro frente al mono capuchino.

—Hola, ¿Tienes hambre?

—¡Sí, dame un poco de carne!- Dice saltando.

—¿Quieres carne? Pensé que querrías de mis vegetales, eso comen los monos ¿No?

—¡A mí me encanta la carne!

—¿Te encanta? Qué raro.

Le doy algo de carne y la toma rápidamente.

—¡Gracias!

—De nada.

Está a punto de comer, pero se queda viéndome por unos segundos.

—Espera... ¡¿Puedes entender lo que digo?!- Dice asustada.

—Sí.- Digo sonriendo.

—¡¿Cómo?!

Me siento a su lado.

—No lo sé, ayer descubrí que podía hablar con los animales.

—¡Increíble!- Dice sorprendida.

—Lo sé... Por cierto, ¿Eres un mono capuchino normal? Digo, no veo nada diferente en tí.

—¿Mono capuchino? Yo soy una Zolen.

—En mi mundo te conocemos como mono capuchino. ¿Qué puedes hacer?

—Mira.

Empieza a escavar muy rápido, haciendo un agujero en el suelo rápidamente.

—¡Mi especie es muy buena para escavar!

—¡Increíble!- Digo sorprendido.

—Gracias, lo sé, soy increíble.- Dice la Zolen con un tono presumido.

Escucho la voz de una chica.

—D-disculpa...- Dice nerviosa

Volteo y veo a una chica con lentes y sin nada de pechos. Tiene el cabello blanco y corto y ojos azules. Parece que es muy tímida.

—Lo siento, solo estaba hablando un poco con tú familiar.

—¿H-hablando?

La Zolen se sube a mi hombro derecho y me abraza la cara.

—¡Este humano puede entender lo que digo!

—¡R-Rei, no lo molestes!- Dice la chica nerviosa.

—No te preocupes, no me molesta.

Rei me empieza a dar besos en la mejilla.

—Bueno, eso sí me molesta.

La chica aleja a Rei de mí.

—L-lo siento.

—No hay problema.

Rei baja de los brazos de la chica y se dirige a mí.

—¡Oye, ¿Puedes darme más carne?!

—¿Más?

—¡Sí!

Le doy más carne.

—¡Gracias, algún día te lo pagaré!

—No me lo tienes que pagar, no te preocupes.

—¿Quieres unas bragas de mí ama? Te las puedo conseguir.

Me sonrojo al escuchar eso, me alegro de que la chica no pueda entender lo que dice su familiar, por qué esto se pondría más incómodo.

—¡No quiero eso!- Digo nervioso.

Me acerco a Rei y le susurro.

—Tal vez después, jeje.- Digo bromeando.

La chica me ve confundida.

—Lo siento, sé que parezco loco, pero no te asustes. Lo que pasa es que yo puedo entender lo que los animales dicen.

—¡¿En serio?!- Dice sorprendida.

—Sí, ¿Quieres una prueba?

—Sí, por favor.

—Rei, dime algo que solo tu ama y tú sepan.

Rei se pone a pensar unos segundos, sube a mi hombro derecho y me susurra.

—Ella lloró toda la noche cuando unas chicas la insultaron llamándola "plana".

—¿Nomás por eso lloró?

—Para una mujer, no tener pechos es algo muy humillante y doloroso.

Lo mismo pasa con los hombres con el tamaño de su pene.

—Creo que tienes razón.

La chica me ve confundida.

—¿Qué te dijo?

—Que lloraste toda la noche por qué unas chicas te llamaron "plana"

—¡¿Eh?!- Dice asustada y sorprendida.

—No te debería importar esas cosas, no llores por eso.

—E-es increíble, realmente puedes hablar con los animales.

—Gracias.

Veo a Sonia a lo lejos y mi buen humor se marcha.

—Carajo.

Sonia me ve y se dirige a mí corriendo

—¿Hueles eso? Huele a peligro.- Digo nervioso.

—¿Peligro?- Dice confundida.

Sonia se para frente a nosotros

—Vamos, unas amigas quieren conocerte.

Sonia me jala de la oreja y me quejo del dolor.

—¡Ahhh!

—¡Deja de quejarte!- Dice enojada.

—¡Adiós!- Dice Reí.

—¡Adiós Rei!

La chica me ve sonrojada.

—¡¿E-eres Ángel?!

—¡Sí!

—¡F-fue un gusto conocerte, me llamo Cristal!

—¡El gusto es mio!

Sonia me da una patada en la entrepierna.

—¡Deja de coquetear y camina!- Dice enojada.

—¡Te dije que me trataras bien!

-Minutos después-

Llegamos con las estudiantes lindas que me hablaron antes.

—Él es Ángel, mi increíble familiar.- Dice con un tono presumido.

—Sonia, mi comida se enfría, ¿Me dejas terminar de comer?

—Claro, comerás con nosotras.

—No me gusta comer con tantas personas a mi alrededor.

—Te lo ordeno, comerás con nosotras.

Demonios, realmente me incómoda comer así... Supongo que tendré que comer rápido.

—Está bien.

Me siento con ellas.

—Carajo.

Empiezo a comer y las chicas se acercan demasiado a mí.

—¿Cómo es tú mundo?

—¿Tienes novia?

—¿En serio conocerás al rey?

Dejo de comer.

—No sé cómo explicarlo, en mi mundo hay tecnología, es completamente diferente a este mundo, es difícil de explicar. No tengo novia. Hoy vendrá un caballero por mí para llevarme con el rey.

—¡Increíble!- Dicen todas sorprendidas.

Como más rápido y termino de comer.

—Fue un gusto conocerlas, debo irme.

Una rata blanca con dos cabezas sale del bolsillo de la blusa de una de ellas.

—¡Casi me ahogo!

—¡Danos comida!

—No salgas, vuelve al bolsillo.

La estudiante empuja a la rata y la guarda en su bolsillo.

—Oye, ¿Es tú familiar?

—Sí.

—Dice que tiene hambre y que casi se ahoga ahí adentro.

Sonia empieza a alardear.

—Ángel puede hablar con los animales, ¿No es genial?

—¡¿En serio?!- Dicen todas sorprendidas.

—Lo siento, debo irme.

Me levanto y me alejo de ellas.

—No debo relacionarme con las chicas nobles.- Pienso mientras salgo del comedor.

Salgo al patio y veo que dos chicas están molestando a Cristal.

—Bueno, el bullying también existe en este mundo.

Me dirijo a las chicas.

—¡Oye, plana!

—¡Necesitamos que hagas nuestra tarea!

—P-pero ustedes d-deben hacer sus propias t-tareas.- Dice asustada.

—¡La harás!

Llego con las chicas y me paro detrás de ellas. Cristal me observa con una expresión de asombro.

—Ustedes deben hacer su propia tarea.

Las dos voltean a verme enojadas.

—¡No te me... ¿Ángel?!

—¡Lo sentimos, no queríamos molestarla!

—Por favor, dejen a Cristal en paz.

—¡Lo haremos!

—¡Adiós!

Las chicas se van corriendo. Por el tono de sus voces, creo que me tienen miedo.

—Vaya, me tienen mucho respeto o me tienen miedo.

—M-muchas gracias por ayudarme.- Dice Cristal sonrojada.

Rei salta a mi hombro derecho.

—Gracias por ayudar a mí ama, ella es muy cobarde, no sabe defenderse.

—No hay de qué. ¿Ellas la hicieron llorar?

—Sí.

—Ya veo. Cristal, si vuelven a burlarse de tí, no dudes en pedirme ayuda.

—G-gracias.- Dice nerviosa.

—Nos vemos.

Me alejo caminando de ahí y me rasco la cabeza.

—Vaya, creo que me empiezan a tener miedo.

Saco mi teléfono y veo la hora. Aún faltan varios minutos para entrar.

—Aún falta mucho para entrar...

Bostezo y me rasco el cuello.

—Mejor me iré a dormir un poco.

-Minutos después-

Llego a mi habitación y me acuesto.

—A dormir.

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