1 Capítulo 01: Asolación, caos y salvación.

Una sombra cayendo lentamente hacia un abismo de oscuridad completa y desfalleciente que tenía una enorme roca encima que solo lo hundía más y más empezaba a reflexionar sobre su vida, una miserable y maldita vida aunque muy corta.

« Ahora… voy a morir? Este es el escenario donde claramente moriré, no quiero, no puedo, no tengo que morir.

Si, si estos son mis últimos momentos… quisiera que los de arriba me escucharán y me perdonen.»

Paró antes de terminar, sintió el frío líquido recorriendo su garganta y pulmones quitándole fuerzas para siquiera pensar.

« ¿Miedo a morir? Realmente no, no debería, no estoy orgulloso de decirlo pero estos meses la he estado visitando constante mente aunque Blade me dijera que no, mi prioridad es con los míos, eso dijo el.»

Reflexionó antes de que su cuerpo empezará a arder en calor y se le dificultará más el poder hablar.

« Irónico, hace tiempo, el agua, el mar, me salvó, ahora me llama de vuelta, ahora me mata… ah, si, fue, cuando acababa de cumplir los seis años.»

Su alrededor se oscureció por completo y se perdió en aguas profundas.

El solo se hundió más y más hasta desvanecerse por completo.

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Caliente, extremadamente caluroso.

Las flamas consumían todo y a todos a su paso.

Calles, callejones, casas, establecimientos y monumentos en ruinas y destrucción, ardiendo incesantes y sin ceder paso.

— ¡Mamá! ¡Papá!—

Un agudo gritó de un infante en llanto y con vestiduras maltratadas, quemadas y sucias vagaba por aquel caos.

Caminaba buscando entre los escombros y cuerpos que estaban a sus pies.

Gritaba y no encontraba, cosa que lo desesperaba aún más.

Sonidos metálicos invadieron su atención totalmente y siguió el sonido.

Tras una montaña de escombros de piedras y tejados divisó a dos personas luchando frente a una gigantesca multitud ordenada y armada con espadas, lanzas, hachas y demás de lo mismo.

"Clink, Clink, Clank"

Sonaba con cada golpe que era repetido y vuelto a intentar. El

Camino lentamente hacia ellos con temor.

Los dos, eran muy diferentes entre sí, uno, era más pequeño pero poseía una armadura totalmente blanca pero muy dañado y magullado, sucio y todo maltratado.

El otro, era más parecido a una bestia que hombre, el acero que recorría su cuerpo era totalmente negro pero con vetas rojas parecidas a venas por toda su armadura.

Pero entre más se veía más se denotaba el combate desequilibrado.

Era como si aquella vestía solo jugase a los golpes con el moribundo hombre, como un maníaco drogado por el éxtasis de su locura.

El niño volteó la mirada asustado pero un cuerpo entre los cadáveres en el suelo lo dejó perplejo.

Se acercó lentamente con cada lento paso acompañado con un metálico y ruidosos CLANK del choque del metal.

Cerca del cuerpo de una mujer, se arrodilló y acarició su flequillo. Empezó a llorar.

Un ruido sordo se posó tras el y volteó para observar.

El hombre de blanco había sido lanzado varios metros, a pocos de dónde estaba el.

Solo volteó y noto que ese hombre le gritó algo muy desesperada mente con su último aliento.

Niño noto el peligro y se levantó.

La bestia-hombre se posó frente a él y dio una carcajada mientras levantaba su gran hacha sobre su cabeza.

El infante solo reunió lo que le quedaba de voluntad para mantenerse de pie. Se orinó encima y espero valientemente el golpe.

El hacha bajo con una furia indescriptible. Niño y bestia se centraron en un solo momento cuando el hacha corto, no, destrozó el aire de un tajo hacia el.

Solo cerró con fuerzas los párpados a esperar.

Espero y… el golpe no llego, pero sintió gotas de un fluido cayendo sobre el. Abrió los ojos y vio.

El caballero blanco se había interpuesto en el camino y recibido todo el golpe.

— Francis, corre… no es tu pelea...

De rodillas, el caballero rogó al niño con algo de esperanza y miró con impotencia su oscuro final.

Francis corrió tan rápido como sus cortas piernas le permitían.

Escuchó un asqueroso sonido líquido y de cosas rompiéndose pero ni aún así quiso ver hacia atrás.

Corrió y escucho como tal bestia le daba una lenta y demente caza. Pero solo atino a correr hasta no escuchar esa maniática carcajada que le perseguía.

Saliendo del humo que habían dejado los escombros de la ciudad en ruinas se encontró con un muelle, sin salida.

No vio escape.

Volteó y solo divisó una ardiente esfera en llamas que se estrelló muy cerca de el haciéndole volar junto con el muelle.

Cayó al mar Bravo y se perdió en la oscuridad junto con los pedazos de muelle destruidos y quemados.

Parecía haberle dado fin al pequeño.

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