1 Capítulo 1

Me apresuro en hacer comida mientras veo el reloj, me quedan 20 minutos para llegar al trabajo.

-Ámbar -la llamo desesperada.

-Ya llegue, perdón, estaba alistando a los gemelos.

Asentí mientras trataba de que revolver los frijoles.

Así es, de desayuno tendremos que comer frijoles, estaba desesperada, últimamente la comida se ha estado acabando y es lo único que nos toca comer, debería que esforzarme más.

Corro rápido a la única habitación que había en la casa, dejando a Ámbar con la comida y me coloco la blusa que utilizo para trabajar y mis pantalones gastados.

Al salir veo a mis cuatro hermanos sentados con sus uniformes bien puestos mientras que Ámbar esta sirviendo frijoles en cada uno de sus platos.

-¿Otra vez frijol? -Se queja Jacob.

Ver su carita decepcionada me daba para abajo.

-Perdóname, pequeño. Tratare de esforzarme más en trabajar y tal vez pueda darles una sorpresa. -trate de darle mi mejor sonrisa y asintió contento.

-¿A mi igual verdad, Kay? -preguntó su gemelo, Lucian.

Asentí con media sonrisa.

Mientras todos comían corrí por mis cosas.

Me acerque donde todos estaban comiendo ya con mis cosas en mano, no se les miraba ningún atisbo de una sonrisa o de estar contentos, comían muy a la fuerza y ​​es que llevábamos días comiendo lo mismo.

-Me iré a trabajar, les encargo que se porten muy bien en la escuela. -Liz rodó los ojos. -Ámbar, ¿podrías encargarte de que los gemelos entren bien a sus clases?

Antes de que Ámbar me contestara, Jacob la interrumpió.

-No ocupamos que Ámbar nos llevemos hasta nuestros salones, ya grandes somos ¿verdad, Lucian? -frunció el ceño mientras le daba un codazo a Lucian.

Lucian se cruzo de brazos y frunció el ceño mientras asentía hacia mi.

No pude evitar y solté una pequeña carcajada.

-Esta bien. -veo el reloj y abro los ojos de más. -Chicos me voy, se me hace tarde.

Me apresuro en llegar a los gemelos y les doy beso en sus mejillas regordetas, de ahí me paso a Ámbar que me ve sonriente esperando mi beso. Me apresuro en llegar a Peyton y besar su mejilla, cuando quiero llegar a Liz esta se levanta y se encierra en la habitación.

-No le hagas caso, esta loca. -me anima Peyton con una sonrisa.

Asiento tratando de forzar una sonrisa.

-Que no se les haga tarde. -les digo mientras voy caminando hacia la puerta.- ¡Los quiero!

Doy un suspiro mientras corro a la parada de autobús.

Se preguntaran ¿Y mi madre? Claro, ella se esta revolcando con cualquier tipo que se le pasa por enfrente mientras que sus hijos están en casa, a cargo de la hermana mayor.

Desde que mi padre murió, mamá se la llevaba drogada ya decir verdad prefiero que se la pase en cama de otros hombres a que este en casa, para los gemelos seria enfermizo ver a su madre dominada por esas sustancias.

Veo como llega el autobús y me subo, sentándome al lado de un señor, ya que era el único espacio libre.

Ámbar siempre me ha tratado de ayudar en todo y Peyton también, solo que Liz, es otro caso.

Desde que mama empezó a drogarse, tuve que salirme de la escuela, mamá ya no trabajaba o nos cocinaba. Ella pagaba sus drogas con su cuerpo, y lamentablemente se había olvidado que tenia 6 hijos esperándola en casa.

Desde que me di cuenta, renuncie a la escuela y me puse a trabajar en el peor lugar que puede haber existido.

Una cafetería.

Pero no era cualquier cafetería.

El dueño de la cafetería era un puto asqueroso.

Me vi interrumpida por la mano que estaban poniendo en mi pierna.

Me gire lo mas rápido que pude y vi al señor mirándome con perversión que lo único que me causo fue asco.

-¿Podría quitar su mano, por favor?

Trate de decirlo lo más calmada que pude, mientras que este solo se reía.

-¿No quieres una noche loca? -sonrió dejando ver sus dientes asquerosos amarillos y subiendo su mano casi llegando a mi centro.

Me pare de golpe y le di una cachetada, llamando a la atención de los que estaban a nuestro alrededor.

Claramente, nadie hizo nada.

Rápido pedí la parada y lo bueno es que no me dejo tan lejos.

Solo esto me pasa a mí.

Agarre bien mi bolsa y la apreté a mi pecho mientras caminaba a la cafetería con la cabeza agachada.

Trataba de siempre usar ropa muy holgada y que no llamara la atención para pasar desapercibida.

Pero para los que dicen que "como te vistas, te van a tratar" es demasiado falso, uses lo que uses, atacarán.

Por fin había llegado y se que me esperaba una regañada por llegar tarde, pero al parecer mi jefe no estaba, ya que siempre andaba supervisando el área.

Solté un suspiro.

-Kayla, el jefe te espera en su oficina.

Mierda.

Asentí y le di gracias a Roger.

Camine a su oficina y antes de tocar respire hondo para tranquilizarme.

-Paso.

De tan solo escuchar su voz me dan unas nauseas asquerosas.

Muy despacio abrí la puerta y encontré al viejo regordete sentado en su silla con un cigarro en mano.

-Tarde, Kayla. Tarde.

-Mil disculpas, ya no volverá a pasar, lo prometo.

Cerré los ojos con fuerza, esperando que no me corriera.

Escuche como la silla hizo sonido, avisando que se había levantado.

Abrí mis ojos y lo vi muy cerca de mí, haciendo que retrocediera.

-Creo que ya sabes que hacer, tu mamá hace mucho no viene a pagar la casa y creo que ya va siendo hora que tu empieces a pagarla tú -sonríe perverso haciendo que se vean sus dientes.

Su mano acaricia mi mejilla y yo estoy que tiemblo de miedo

Él es el dueño de la casita en la que estamos viviendo y mamá se la paga con sexo, por eso hemos durado tanto en esa casa. Hace 3 semanas que no sabemos nada de ella.

Al comienzo el señor fue amable en ofrecerme trabajo en su cafetería.

Pero con el tiempo se fue haciendo una mierda de persona que en lo único que pensaba era en coger.

-Pu ... puedo juntar el dinero que haga falta -respondí rápidamente. -. O puedo trabajar tiempo extra.

Él suelta una carcajada y se acerca mas a mi quedando a poco centímetros de mi boca, haciendo que gire mi cabeza hacia un lado con asco.

-Tu decide: O te largas de este trabajo y de mi casa. -agarro mi barbilla y me hizo girar la cabeza para que pudiera verlo. -O me pagas como yo quiero.

Me soltó el rostro y se alejo un poco para mirarme de arriba hacia abajo y encogerse de hombros.

No me podía hacer esto. Los ojos se me pusieron llorosos.

¿Qué haría? Claro que podría irme de este trabajo e intentar tener otro, pero si me iba del trabajo, me iba de la casa.

¿Y los chicos?

No los puedo dejar sin techo, es lo único seguro que tienen.

Cada vez agarro mas coraje a mi madre. ¿Por qué esto me pasa a mi? Siempre tengo que enfrentarme a lo peor y poder sacar a mis hermanos adelante. ¿Y ella que? Claro, ella tirándose a cualquiera que le ofrezca drogas mientras su hija trata de sacar adelante a sus otros hijos.

-¿Co..como quiere? -trataba de que mi voz saliera bien, pero no podía cada vez se me cortaba más la voz.

Él sonrió de una forma asquerosa.

-Híncate.

Mi corazón se paro por un momento y no pude respirar.

Por Dios Kayla, será por tus hermanos, será por tus hermanos.

Ahorraras y nos largaremos de este trabajo y de esa mugrienta casa, tranquila Kayla.

Me quede estática en mi lugar, por mas que quería mover mis piernas no podía y solo lo miraba con mis ojos bien abiertos.

-¿Que acaso no entiendes o qué? -agarro mi cabello en su puño y con mucha fuerza me hizo hincarme. -Eso, ahora abre tu boca.

Mis ojos seguían lloroso y no podía, de verdad que no podía.

Sentí como mi mejilla ardió al momento que me dio una fuerte cachetada.

Como pudo metió su dedo en mi boca y yo trataba de que mis arcadas no se vieran tan notables porque ya estaba muy enojado.

-Eso, chupa, mi gatita. -mi miro desde arriba mientras tenia su dedo en mi boca.

Es una de las peores humillaciones que he tenido.

El empezó a meter y sacar su dedo de mi boca que lo único que provocaba era que me dieras mas arcadas y mis ojos empezaron a llorar. Empezó a desabrocharse el pantalón y yo cerré mis ojos con fuerza hasta que escuche como tocaban la puerta.

¡Gracias, Dios!

Me levante demasiado rápido haciendo que se me nublara la vista y restregué mis ojos para eliminar cualquier lagrima que haya salido.

-Señor Gilbert, llegaron a traer mercancía.

Empezó a maldecir y se abrocho de nuevo el pantalón.

-¡Ya voy, joder!

Abrió la puerta dejando ver a un asustadizo Roger.

Salio rápido chocando con el hombro de Roger haciendo que este se balanceara un poco.

-¿Estas bien? - pregunto acercándose a mi.

Sin pensarlo me aleje antes de que me tocara y asentí frenéticamente.

-Si, vamos a trabajar.

Y así se fue mi día, trabajando, siempre tratando de ser amable y con mi sonrisa para ver si debería más propinas ya decir verdad, hoy llevaba muy buenas propinas.

Con esto les podré comprar un helado a los pequeños.

-Adiós, Kay. -se acerca Roger a darme un beso en la mejilla. -¿Te llevo?

Ya era de noche y ya estábamos por cerrar.

-No gracias, tengo que pasar por unas cosas. -le sonrío con amabilidad.

Él es un chico demasiado lindo y caballeroso, lo conozco desde que entramos y siempre que puede me ayuda.

-Sabes que no es molestia, podría llevarte a donde necesites.

Iba a responder cuando entra Gilbert haciéndome temblar.

-No se puede ir, tiene que sacar las cuentas del día.

Dios, ayúdame de esta por favor.

Cierro con fuerza los ojos.

-Podría ayu ...

-Vete. -escupió Gilbert con voz dura.

Roger mi miro debatiéndose si irse o no. Le sonreí calmada y asentí, no quería mas problemas.

Soltó un suspiro derrotado y me dio una ultima sonrisa para después irse muy lento hacia afuera del local.

Ahora si viene mi infierno.

-Ahora si, gatita. Ya nada nos va a interrumpir.

Con fuerza me empujo al estante que había a un lado de la caja registradora y ponía sus asquerosas manos en mis piernas que iban subiendo.

Por mi parte solo gire mi cabeza hacia un lado con mis ojos llenos de agua, esto era la peor sensación que he podido tener. Prefiero estar tres o mas días sin comer a esto.

Sentí su respiración en mi cuello y cerré con mas fuerza mis ojos tratando de que me soltara pero su agarre era mucho mas fuerte que el mío.

-Esta noche estaré dentro de esa boquita y esa vagina tan estrecha que debes de tener.

Sus palabras me causaban mas asco y con mas fuerza trataba de quitarme sus asquerosas manos que ahora estaban apretujando mis pechos de forma asquerosa y su aliento dándome en el cuello.

-De ... déjame, por favor. -le pedí sollozando y removiéndome como pez fuera del agua.

Como yo tenia mis ojos cerrados y estaba concentrada en alejar a este tipo y claro, él concentrado en tocarme y decirme sus asquerosas palabras ni siquiera notamos que alguien había entrado al local.

-Quiero un café.

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