1 Capítulo 1: Primeros rayos de sol

—¡La señorita Sun hee despertó!, rápido traigan a los mejores doctores.

La mujer qué estaba a su lado se levantó y rápidamente salió de la enorme habitación apresurada.

—¿Dónde estoy?— Preguntó aturdida.

Enseguida entraron varios doctores, detrás venía una joven mujer con ropa de trabajo y escoltada por dos guardias qué superaban su tamaño dos veces, haciéndola quedar como una pequeña hormiga.

—Señorita Sun hee, ¿cómo se encuentra?

—¿Señorita?—dijo confusa.

Sun hee no recordaba nada, no sabía quién era ni porque le decían señorita.

Una luz molesta entró por la ventana, eso hizo que ella apretará los ojos, rápidamente alguien ordenó que cerraran las cortinas con enojó.

—Gra... gracias.

Hizo una reverencia en señal de respeto, provocando qué todos en la sala quedaran perplejos.

—Señorita porfavor no haga eso.

La mujer parecía asustada ante la situación, sacó su celular y marco un número a la vez qué salía de la sala seguida por los guardaespaldas.

Sun hee se dió cuenta de donde se encontraba en ese momento, se preguntaba porque estaba en una habitación de hospital y la causa de qué no pudiera recordar nada.

—Perdonen, ¿alguien me podría explicar por qué me encuentro en esta habitación de hospital?

Los doctores velozmente se giraron para poder atenderla debidamente.

—Porfavor señorita espere a qué llegué la señora Kuyng Shin.

Los doctores volvieron a revisarle para asegurar qué ya se encontraba completamente bien.

La misma mujer de antes regresó a la sala, pero esta vez un poco nerviosa.

—Señorita Sun hee Shin, su madre a llegado.

Una preciosa mujer con vestimenta lujosa, de piel pálida y ojos esmeralda entró haciendo qué todos se hicieran hacía un lado, la bella mujer bajó un poco sus gafas, provocando qué cruzaran sus miradas.

—Perdona, ¿quién eres?

La bella mujer no respondió, solamente se sentó al lado de Sun hee dispuesta a comenzar la conversación.

—Yo soy tú madre, hace un mes el auto en el qué te encontrabas tuvo un fuerte golpe provocando qué perdieses tu memoria.

Su madre dijo todo eso sin ninguna expresión en su rostro, como si no le importara qué su hija haya estado un mes en coma y perdido la memoria.

Sun hee no podía creer nada de lo qué escuchó, solamente sabía su nombre y qué tenía una madre.

***

Pasó una semana, los doctores dieron de alta a Sun hee.

Nada más llegar a la puerta del hospital vinieron una gran cantidad de guardaespaldas, todos vestidos de negro, provocando qué cualquiera qué pasara le costará respirar por el temor. Enfrente había una fila de autos, pero había uno que resaltaba, enseguida Sun hee supo qué era al qué debía subir, con grandes pasos y todavía confundida se dirigió hacía el lujoso vehículo, tras ella varios guardaespaldas enormes, un amable chofer le abrió la puerta, para agradecerle hizo una pequeña reverencia lo qué causó otra vez una mirada perpleja en el chofer.

No sabía hacía dónde se dirigían, por suerte podía recordar al menos un poco de las calles, de pronto el auto freno haciendo saber qué habían llegado, rápidamente el conductor del lujoso coche abrió la puerta y hizo una sonrisa forzada, ella no pudo evitar sentirse incómoda, por respeto le devolvió la sonrisa.

Frente a ella había una bella mansión, sus ojos se abrieran por lo sorprendida que estaba.

Aparecieron varias mucamas, apresuradas se dirigieron hacía ella.

—Señorita, espero qué este bien, porfavor venga con nosotras, la llevaremos hacía su dormitorio—hablaban muy educadamente y con temor a decir las palabras equivocadas.

En el dormitorio había una gran cama bastante cómoda, sobre ella un lujoso conjunto de ropa.

Sun hee se cambió rápidamente y se dirigió hacía la sala principal para reunirse con su madre, de caminó fue contando la gran cantidad de objetos valiosos, temía qué pudiera romper alguno.

—¿Mamá?

Su madre se giró rápidamente con una mirada furiosa en el rostro.

—¿Quién te dijo qué me pudieras llamarme madre?

—...

Había un gran silencio en la sala, era tan espaciosa qué cualquier pequeño ruido se haría escuchar en toda la sala, eso le provocó un nudo en la garganta.

La situación era demasiado incómoda.

—No te e llamado para qué me hicieras enfurecer.

—Si, lo siento... Kuyng Shin.

—Bien, solo te quería avisar dé qué pasado mañana tienes qué casarte.

—¿C-casarme?

—¿Tampoco recuerdas el trato?

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