3 Capítulo 3: Ansiedad

Translator: Nyoi-Bo Studio Editor: Nyoi-Bo Studio

—¿Oh Dios, es verdad lo que veo? ¿Esa persona... es Qin Chu?

El chillido de sorpresa de una chica provino de la multitud, atrapando la atención de todos, sacándolos del shock en el que se encontraban previamente.

—Qin Chu... es verdaderamente Quin Chu.

Otra chica repitió esas palabras emocionada.

Huo Mian quedo completamente estupefacta mientras observaba la silueta cerca de la puerta. Esa persona resaltaba aun más hoy que todos esos años atrás. El resplandor que radiaba de su cuerpo hacía que fuese imposible ignorarlo o mirar a otro lado. Él medía 180 centímetros, llevaba puesta una camisa de vestir negra y pantalones negros.

Sin embargo, esa simple vestimenta y su cabello, corto y pulcro, se veían deslumbrantes en él. Esos pómulos cincelados, nariz afilada, labios finos y ojos profundos habían aparecido en los sueños de Huo Mian incontables veces.

Ahora que lo había visto en persona, ella había quedado muda. En ese momento sintió como si su corazón fuese a salir de su pecho en cualquier momento.

—Mian, ¿Qué acabo de decir? Hablando del rey de Roma, pronto se asoma. Esta situación es tan cursi que podría haber salido de una telenovela —dijo Zhu Lingling a Huo Mian cuando se recuperó del shock inicial, acariciando gentilmente su brazo.

Pero Huo Mian no respondía. Su mirada y sus pensamientos se habían quedado detenidos en Qin Chu.

La apariencia del hombre no había sido tocada por los siete años que habían pasado, dejando de lado un toque de madurez y resiliencia que habían aparecido en las facciones de su rostro, indicando el paso del tiempo. Las comisuras de sus labios formaron una ligera sonrisa, a diferencia de un Qin Chu mas joven y frío, que nunca hubiera demostrado tal expresión. ¿Habría cambiado él? ¿O fue el tiempo el que lo hizo?

Qin Chu echó un vistazo a la habitación, pero su mirada no vaciló cuando pasó por Huo Mian, tratándola como a sus otros compañeros. Una inexplicable sensación de desilusión punzó el corazón de Huo Mian.

—Tanto tiempo —dijo Qin Chu luego de ojear rápidamente la habitación.

—Oh Dios mío, cariño, ¿de verdad volviste? ¿Estoy soñando? ¿Dónde estuviste todos estos años? —Liu Siying preguntó emocionadamente mientas corría hacia Qin Chu.

Todos sabían que Liu Siying estaba locamente enamorada de Qin Chu en la preparatoria. Él era la razón por la cual ella no le habló a Huo Mian, ni una sola vez, durante toda la preparatoria. Ella veía a Huo Mian como su archi némesis en ese entonces, y su relación no había mejorado siete años después. Tan pronto como vio a Qin Chu en persona, no tuvo reparos en arrojarse a él como un perro famélico persiguiendo un hueso.

Las otras chicas también rodearon a Qin Chu, pues todas amaban chicos de ensueño como él.

—He estado estudiando en Estados Unidos todo este tiempo —respondió casualmente Qin Chu ante el interrogatorio de todas.

Habían pasado siete años desde que Qin Chu desapareció completamente. Nadie, ni si quiera su amor de la preparatoria, Huo Mian, sabía a donde había ido él.

En ese momento, el presidente de la clase, Han Xu, se acerco con una sonrisa en el rostro y dijo —es bueno tenerte de vuelta. Esto debe ser lo más cerca que estuvimos alguna vez a una clase completa. Venga Señora Yao, por favor, siéntese. Podemos hablar mientras comemos.

Qin Chu acercó a la Señora Yao al asiento principal antes de sentarse el mismo en la silla que estaba a su derecha. Justo cuando Han Xu estaba por sentarse en la silla que estaba a la izquierda de la Señora Yao, él la escucho llamar a Huo Mian.

—¿Señora Yao? —respondió Huo Mian mientras se paraba.

—Ven y siéntate a mi lado.

La Señora Yao hizo un ademan para que se acercara.

Han Xu estaba mortificado. Por suerte, reaccionó rápido y agrego al comentario de la Señora Yao. —Ven aquí, Mian. Ha pasado tanto tiempo desde que te vimos. ¿Por qué no vienes a sentarte y nos ponemos al día?

Huo Mian asintió y se aproximó, a pesar de su poca disposición para hacerlo.

Con cada paso, su corazón se saltaba un latido. Estaba acercándose a Qin Chu paso a paso...

Tal vez habrá sido por sus nervios, pero tan pronto como se sentó, echó una copa de vino, que se hizo añicos en el piso.

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