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Baile y Limpieza

—¿Cuándo te vas a despertar? —digo mientras golpeo su espalda con una almohada.

—Cinco minutos mamá...

Hoy es sábado ¿Saben lo que significa? Que debemos ir a limpiar la escuela. En realidad solo limpiaremos la cafetería pues llegue a un acuerdo con el director. No me metería en problemas en lo que queda del año solo si él a cambio relevaba las cinco semanas a solo un día. Y al parecer logre convencerlo.

—¡Despierta! —digo mientras le golpeo nuevamente.

Es mi estúpido niñero. Se supone que tiene que ser más responsable que yo, digo se supone porque no es más responsable que yo, claramente.

—¿Qué quieres? —gruñe Jungkook

mientras aún se encuentra boca abajo.

—Tenemos castigo, dah —respondo obvia.

—¿Y porque no fuiste? —me pregunta incorporándose en la cama.

—¿Acaso me oíste hablar en singular? No idiota. Hablé en plural —coloco una mano en mi cintura— TENEMOS. TÚ Y YO. JUNTOS. AMBOS. ¿Comprendes?

Él simplemente se limita levantar su cabeza y girarla un poco para enseñarme la lengua.

Paciencia Lisa, paciencia.

Me digo a mí misma tratando de calmar las ganas que tengo de golpearlo.

—Querido Jungkook —digo con voz dulce— ¿Podrías por favor levantarte e ir conmigo al castigo que ambos tenemos que cumplir?

Él se quita la manta de apoco. Cuando lo hace por completo me sonríe y yo suelto un suspiro de alivio, ¿ven? A veces lo mejor es hablar las cosas con calma. Es mejor tener paciencia y lidiar con las cosas de la manera simple... bueno de la segunda manera simple; hablando.

—No.

A la mierda la calma, la paciencia y todas esas mierdas.

Me giro sobre mis pies escuchando la risa de Jungkook detrás de mí, pero no me importa, sabrá que desobedecer a Lisa Manoban tiene consecuencias y no son buenas.

En la cocina busco uno de esos baldes grandes que usan para lavar autos y lo llene de agua. Abro el refrigerador algunas bolsas de hielo, corte las aperturas y vacié el contenido en el balde.

Cuando termino mi perfecta y simple mezcla subo las escaleras hasta llegar al cuarto del idiota. Y ¿adivinen qué? Está en la misma posición, maldito flojo.

Me acerque sigilosamente a él... esperen ¿Quién podría despertar a este orangután en extinción? Me acerco haciendo el mayor ruido posible y nada, sigue en la misma posición, con que a eso le llaman dormir profundo o simplemente ser un maldito vagi

—Despierta bella durmiente —digo al mismo tiempo en que tiro el balde de agua fría sobre él.

Jungkook se levanta de golpe y se asusta tanto que se cae de la cama. Obviamente yo también caí, pero de la risa.

—¡¿QUÉ TIENES EN LA CABEZA?! —dice levantándose del piso.

—Cerebro, algo que a ti te falta —sonreí.

—Si querías verme en ropa interior solo debías decirlo, Manoban —dice viéndome divertido.

Mi sonrisa desaparece e inconscientemente miro hacia abajo y... oh si, estaba en ropa interior, creo que estaba tan ocupada riéndome de la expresión de su cara que olvide ver si estaba vestido o no pero... ¿Quién demonios duerme en ropa interior? Ósea, ¿No tiene pijama? Agh. Olvídenlo.

—¡Vístete! —digo antes de salir rápidamente de la habitación.

(...)

Luego de que Jungkook se vistiera y desayunara -desayuno más que una tortuga- vamos a la escuela y ahí está el director, esperándonos con los brazos en forma de jarra y obviamente enojado. ¿Acaso vive en la escuela? Aggh.

—¡Hola! ¿Qué tal?... —alargo sonriendo— ¿Usted vive en la escuela? ¡Lo veo siempre por aquí, que divertido! —le digo de buena manera.

—¿Dónde se supone que estaban? —dice ignorando mi amable pregunta.

—Tuvimos un percance... —hablo Jungkook, pero el director lo interrumpió.

—¿De dos horas? —dice con el ceño fruncido.

—Si... verá...em... –– Jungkook rasca su nuca— Mientras veníamos para acá una... mujer embarazada nos frenó en media calle y... —

—Y nos pidió que la lleváramos al médico. Lo hicimos y tuvo al hijo en la entrada del hospital...— asiento para mí misma. Que mentira más estúpida— Por eso vinimos tan atrasados pero no se preocupe que nos vamos a poner a limpiar en este momento.

Jalo del brazo de Jungkook para adentrarnos en la escuela. Pero este se mantiene duro y continuo hablando.

—¿Y sabe qué? La mujer le puso mi nombre al bebé —le dice sonriendo.

Es que... ¿Es estúpido?

—Y hasta quería ponerle mi apellido.

Sí, es estúpido.

—¡Vámonos Jungkook! —le digo entre dientes.

Jalo de su brazo esta vez logrando mi objetivo cuando vamos por el camino hacia la escuela oímos las indicaciones del director a las cuales no presto atención.

—¡Y recuerden que el de segu...! —cierro la puerta antes de que termine de hablar.

Ambos nos adentramos en el instituto por la salida de emergencia. El instituto es enorme, hubiera sido un infierno tener que limpiarla toda en un día, pero no, por suerte tenemos que limpiar solo la cafetería.

Tomamos trapeadores, baldes, esponjas y esos líquidos que sirven para limpiar del armario del conserje. Caminamos hasta llegar a la cafetería y observo horrorizada la escena.

Todo el lugar está lleno de comida, las paredes con puré de papa - o eso creo- salsa de tomate por todo el piso, espagueti, hamburguesas y ensaladas derramadas por las mesas/sillas/pisos.

—¿Qué demonios paso aquí? —le pregunto a Jungkook, este ríe.

—Pues el viernes no almorzaste ¿verdad nena? —niego con la cabeza— Taehyung empezó una guerra de comida.

—Maldito Tae —digo mientras tomo un trapeador y comienzo a limpiar.

—Vamos, vele el lado bueno a las cosas —le miro arqueando una ceja— Estamos juntos —dice subiendo y bajando sus cejas.

—¡Lo mejor que me podía suceder en toda la vida! —exclamo sarcástica.

Vuelvo a trapear tratando de quitar el tomate del suelo, hasta ahora parece algo imposible.

De la nada comienza a sonar Hey mama de David Guetta. Observo hacia la dirección de Jungkook y él se encuentra conectando su celular a un equipo de música. Comienza a menear sus caderas muy exageradamente, por lo cual río.

—Bailo mejor que tú —dice mientras se acerca a mí.

Comienza a mover nuevamente y exageradamente sus caderas pero esta vez aplaude con las manos.

—Pareces una foca —digo riendo.

—Es porque no puedes bailar como yo, soy único —dice sonriendo—Puedo bailar mejor que tú —él arquea una ceja.

—¿Ah sí? —asiento con la cabeza y los labios apretados— Demuéstramelo, Manoban.

Él toma mi mano y me arrastra hacia él, quedamos muy cerca tanto que podríamos besarnos, al notar lo cerca que nos encontramos me alejo un poco.

Creo que estoy loca... creí haber oído el motor de un auto. Muevo mi cabeza ambos lados.

Comienza la canción Anaconda de Nicki Minaj y el suelta una risa ronca.

—Soy el rey del twerking —elevo las cejas.

—No lo eres, a menos que te llames Nicki Minaj y seas mujer.

—Observa —dice antes de pararse sobre una mesa.

Comienza a hacer twerking sobre la mesa mientras yo río como una foca con problemas de asma. Este chico enserio es gracioso.

Me acerco al equipo de música y escojo la canción Sing de Ed Sheeran. El voltea y comienza a bailar esta canción, ¿Acaso no se cansa?

Comienzo a seguirle, de una manera rara y graciosa ambos sabemos la coreografía.

—¿Can you feel it? - dice cantando mientras se sube en una de las mesas— ¿Can you feel it? Oh no... —antes de que termine ese verso se cae de espaldas al suelo. Por lo cual yo río como si no hubiera mañana.

(...)

Pasamos el día bailando y riendo. Para nuestra suerte logramos limpiar toda la cafetería, matare a Taehyung luego por el desastre que causo. Dejamos todo en su lugar, los trapeadores y los demás utensilios de limpieza.

Veníamos riendo por el pasillo, recordando como bailamos Earned It con los trapeadores.

Cuando escuchamos el ruido de un auto arrancar nuestras risas paran. ¿Quién vendría aquí a esta hora? Ignoramos eso y seguimos caminando. Yo me adelanto para abrir la puerta y esta no se abre, uso toda mi fuerte pero la maldita puerta no se abre.

—¿Qué pasa? —pregunta Jungkook a mis espaldas.

—No se abre.

—Es porque no tienes fuerza —ruedo los ojos.

El coloca su mano en la perilla y me mira sonriendo, cuando tira de ella y no se abre su sonrisa de borra rápidamente para ser remplazada por un ceño fruncido y aparta la vista de mí. Luego de intentarlo veinte veces más la puerta sigue sin abrirse.

—¿Quién no tiene fuerza ahora? —digo divertida.

—Espera... —se pone pensativo, ignorando mi pregunta— ¿Aquí no había un guardia o algo por el estilo?

—Si... —asiento lentamente.

—Entonces el auto que escuchamos arrancar era de... —dice asimilando la situación.

—Eso significa que... —digo del mismo modo.

—Estamos encerrados, Manoban —completa mi frase.