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Arco 2.9

Las rodillas de Jen impactaron contra una suave y mullida alfombra. Sus manos se apoyaron contra ese suelo extraño y familiar al mismo tiempo. No comprendía lo que estaba sucediendo.

De repente, su cuerpo fue envuelto entre cuatro brazos. Una mujer delgada y con anteojos, lo miraba con lágrimas en sus ojos; a su lado, un hombre con barba se aferraba con fuerza a él. Temblaban y sollozaban de lo que parecía ser emoción.

Jen observó el entorno en el que se encontraba. Había regresado al mundo humano. Estaba de vuelta en su habitación, la cual ahora estaba plagada de policías e investigadores.

Sus rostros delataban su sorpresa. Estaban conmocionados, pellizcándose para comprobar si estaban soñando o alucinando. Estaban delante de la primera persona capaz de regresar del plano fantasmal con vida. Un logro impensable.

Jen suspiró.

La adrenalina que llevaba corriendo por su torrente sanguíneo se detuvo y sus músculos se relajaron. El cansancio comenzó a pesar sus párpados, haciendo que le fuera cada vez más complicado permanecer consciente.

El dolor en su pierna lo molestaba. Una punzada lo atormentaba y no quería ni imaginar el estado en el que se encontraba su tobillo. Tal vez se había convertido en una bola violeta y azul.

"Hijo...Mi hijo..."

Besos caían sobre la cabeza y la mejilla de Jen. Las lágrimas de su madre se pegaban en su piel sucia y sudorosa. Ya no veía las horas de bañarse y quitarse el hedor que ese monstruo había dejado en él. Pero antes que eso, Jen quería dormir. Es más, ¿cuánto tiempo llevaba sin descansar correctamente?

Los ojos de Jen se cerraron, permitiendo que cayera profundamente. Su mente se desconectó y perdió el sentido de lo que estaba sucediendo a su alrededor.

Sus padres inmediatamente notaron la extrañeza de su hijo y se alarmaron. Gritaron por ayuda, dando paso a que los médicos y policías se acercaran al joven sin fuerzas e inconsciente.

Rápidamente lo cargaron en una camilla y se aseguraron de que todos sus signos vitales estuvieran en orden. Lo trasladaron en una ambulancia hacia el hospital más cercano, atrayendo la atención de periodistas y ciudadanos que no podían creer lo que oían.

¡Cuatro personas habían regresado del plano fantasmal! Sin lugar a dudas, la curiosidad era más fuerte que el miedo. Todo mundo quería saber qué secretos se escondían en ese plano aterrador y mortal.

¿Qué vieron? ¿Qué oyeron? ¿Qué vivieron? Se preguntaban incansablemente.

Jen ingresó al hospital sumido en un profundo sueño. Tip, Rosé y Rey, estaban en la misma condición que él. La supervivencia los había obligado a gastar energía física y mental. Luchar para sobrevivir no era una tarea sencilla a fin de cuentas.

Cada uno fue instalado en una sala VIP. Nadie podía entrar a verlos salvo familiares y médicos, que debían realizarle los chequeos más exhaustivos a fin de comprobar que no hubiera lesiones.

El gobierno no tardó en declarar a los cuatro jóvenes como "tesoros nacionales". Debían ser resguardados por el ejército y sus identidades tenían que mantenerse en extrema confidencialidad.

Cargaban información sumamente valiosa. Solo ellos habían conocido y experimentado lo que había detrás de la barrera del mundo humano.

Los científicos querían comprender lo que se escondía en el plano fantasmal. Quizás, esta vez, podrían obtener respuestas o una nueva dirección para sus futuras investigaciones.

De esa forma, cientos de personas esperaban pacientemente por el despertar de los famosos sobrevivientes.

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Cuando Jen abrió los ojos, el reloj ya había dado la vuelta una vez. Un día entero había transcurrido desde entonces y nada había sido capaz de liberarlo de las garras del sueño.

El primer pensamiento de Jen, al contemplar ese techo blanco sobre su cabeza, fue "tengo hambre". No solo podía sentir el movimiento de sus tripas, que clamaban por comida, sino que además, escuchaba su incesante gruñido.

Jen trató de estirar su cuerpo. Se sentía entumecido, tras pasar tantas horas acostado. Observó la aguja colocada en su brazo, por la que bajaba rítmicamente un goteo. Podía ser líquido o simplemente medicación. Jen no lo sabía.

La puerta de su habitación se abrió de repente. Un hombre canoso y con bata, ingresó acompañado por dos enfermeras. Al notar que Jen se había despertado, una luz de emoción brilló a través de sus ojos.

"¿Despierto?"

Preguntó con el tono más amigable que pudo.

Jen enarcó una ceja. ¿Por qué sentía que este médico estaba actuando bastante extraño? Percibía un atisbo de admiración en su voz, ¿estaba alucinando?

El médico se acercó a comprobar los signos vitales de Jen. Anotó en su carpeta, los números que marcaban los aparatos al lado de su camilla.

"¿Qué pasó con mis padres? ¿Y qué fue del resto de las personas que fueron transportadas conmigo?"

La voz de Jen sonaba un tanto ronca.

El médico notó su anomalía y le sirvió un vaso de agua. Ayudó a Jen a sentarse y le alcanzó el vaso con cuidado.

"Notificaremos a tus familiares de que ya estás despierto. En un momento podrán ingresar a verte. En cuanto a los demás sobrevivientes, están siendo atendidos en este hospital. Todos están en perfecto estado de salud. No te preocupes"

Jen asintió. Le reconfortaba saber que Tip no tenía complicaciones médicas. En cuanto a Rey y Rosé, lo único que sentía era sorpresa de que hubieran podido escapar con vida. Eran personas afortunadas.

Los padres de Jen no tardaron en aparecer. Se acercaron hasta su hijo, ignorando la labor del médico y las enfermeras. Aunque no querían molestar, no podían evitar desear estar al lado de su pequeño. Por poco lo habían perdido. No podían imaginar el miedo que había pasado en el plano fantasmal, mientras que ellos lo esperaban en la comodidad de su hogar.

Jen observó a su madre tratando de contener las lágrimas. Se denotaba el gran amor que tenían hacia el personaje, algo que no había podido experimentar en el mundo anterior.

"Estoy bien mamá. No te pongas mal"

La mujer se sintió aún más desconsolada. Se arrojó a los brazos de su hijo, derramando esas lágrimas de angustia que plagaban su corazón y lo apuñalaban.

Su esposo le daba suaves toquecitos en la espalda. Le transmitía todo su apoyo y contención con una simple palmada.

"¿Cómo está la salud de mi hijo, doctor?"

El hombre se dirigió hacia el médico con total tranquilidad.

"Jin Xuan no presenta graves complicaciones. Su pierna sufrió una ligera fractura, por lo que debimos enyesarla. Le tomará unas cuantas semanas recuperarse. Por lo demás, esta perfecto"

"Que alivio. ¿Y cuándo podrá ser dado de alta?"

"Hoy mismo si lo desean. Aunque el alta médica deberá ser autorizada por las autoridades del hospital. Necesita de un permiso especial antes de poder marcharse"

"¿Permiso especial?"

Preguntó Jen, ¿o debería decir Jin Xuan?

"Es por seguridad. No podemos permitir que les suceda nada malo"

Jen podía darse una idea de a qué se refería el doctor. Desde que se abrió el plano fantasmal, ningún ser humano había sido capaz de ingresar y salir con vida.

En esta oportunidad, cuatro personas habían vuelto con heridas simples. Su situación era especial y sumamente atrayente. Científicos y autoridades deben estar muriendo de la curiosidad por conocer lo que hay detrás de los límites de ese mundo.

Jen suspiró. Solo quería tener un futuro tranquilo con su hombre, ¿era mucho pedir?

"Quiero reunirme con el resto"

Solicitó Jen. Se mantenía firme en su postura, atento a que el médico pudiera rechazarlo. Estaba listo para refutar su negativa si hacía falta.

Sin embargo, no fue necesario que se preocupara. El doctor asintió y le acercó la silla de ruedas colocada en una esquina.

Con la ayuda de sus padres, pudo ponerse de pie y dejarse caer sobre la silla. El médico tomó las riendas del vehículo y comenzó a conducirlo por los diferentes pasillos del piso.

Policías y guardaespaldas yacían en cada rincón, patrullando y controlando el acceso hacia el ascensor. Nadie podía entrar o salir sin que fuera debidamente autorizado. Esto denotaba la gran importancia que tenían.

El hombre empujó su silla hasta la penúltima habitación del pasillo. Tocó levemente la puerta y esperó a que una enfermera lo dejara pasar.

Jen observó a las personas que yacían dentro. Tip estaba recostado en la camilla, siendo rodeado por una mujer rubia y vestida de manera elegante. No se quedaba atrás de los tres hombres de traje y corbata a su lado. Todos parecían ser personas influyentes o con poder.

"Jen. Pasa"

Jen ignoró la ayuda del médico y empujó la silla por sus propios medios. Sus manos hicieron girar las ruedas y no tardó en acercarse hasta la cama de Tip.

"¿Cómo estás?"

Tip sonrió

"Un poco cansado, pero nada más. ¿Tu pierna?"

Jen la levantó ligeramente y se la enseñó. El yeso sobresalía de entre esas piernas delgadas y un tanto bronceadas.

"Se curará en un par de semanas"

Ambos conversaban, sin tomar en cuenta la presencia de otras personas dentro de la habitación. Su mundo era simplemente el hombre que tenían delante, sin considerar a nadie más.

Por desgracia, esos sujetos no eran tan considerados como esperaban. Interrumpieron a Jen y Tip, provocando que la sonrisa en sus rostros se desvaneciera. Ambos los miraron con cierta molestia.

"Lamento cortar su charla, pero necesitamos terminar la entrevista. ¿Le importa si le pido que se retire así Yu Zhāng nos termina de contar su experiencia?"

"Si, me molesta bastante la verdad"

Respondió Jen, ignorando la "cortesía" del hombre de gafas. Notó cómo su ojo izquierdo temblaba, al tener que contener toda la furia que ahora sentía

"Jen no tiene porqué irse, ya que ambos sobrevivimos juntos. Lo que yo se, es lo mismo que él sabe"

"Oh, con que así fueron las cosas. Entonces prosigamos. Me estabas comentando de que la niña de rojo pudo haber estado en nuestro mundo"

"Su hábitat, y todo lo que la componían, eran de origen humano. Eran imitaciones que había creado"

"Y con respecto a las habilidades de ese monstruo, ¿puedes describírnoslas?"

Jen no pudo evitar bostezar. Se acababa de despertar de un largo sueño, pero las preguntas de ese hombre eran sumamente aburridas. Lo adormecían.

Tip pareció notarlo. Estiró su mano hacia su mejilla y se apoderó de esas lágrimas que habían quedado pegadas a sus pestañas.

"Creo que eso será todo por hoy. Lo lamento señores, pero mi hijo está muy cansado. Proseguirá con la entrevista en otra oportunidad"

La mujer de cabello dorado apartó a los tres hombres. De forma amable, pero autoritaria, se encargó de acompañarlos hasta la puerta y hacer que salieran de la habitación. Liberó a Jen y Tip de sus incansables preguntas.

"Gracias mamá"

"De nada corazón"

La mujer jaló la mejilla de Tip. Sacudió sus cachetes, provocando que hiciera una cara cómica y extraña.

Jen rio ante la graciosa imagen.

"No te burles"

Tip imitó los movimientos de su madre. Jaló su mejilla pero con mayor suavidad, ya que no podía sopor tratar a su bebé de forma brusca. Aunque tenía ligeras dudas sobre si podría tener la misma templanza en otro tipo de situaciones.

"Tu debes ser Jen. Yu Zhāng me contó todo sobre ti. ¿Cuándo piensan celebrar la boda?"

Jen se sobresaltó. ¿Boda? ¿Tan rápido? Ni siquiera habían pasado a segunda base ¿y ya iban a comprometerse? Su hombre sí que jugaba rápido; aunque eso no le molestaba.

"..."

Lumie tenía ligeras dudas con respecto a la lógica de Jen. Pero, analizado las tramas de las distintas historias románticas que conocía, no parecía haber nada de malo con esa manera de pensar.

La mayoría de las heroínas, conocían al personaje principal y tenían una noche de pasión por error. Después de eso se enamoraban, enfrentaban a distintos problemas y finalmente se casaban.

Viéndolo de esa forma...Jen estaba en lo cierto. Si. Lumie asintió e ignoró el enorme agujero negro que giraba en torno a esa idea.

"Primero debo hablar con mis padres, pero podemos elegir una fecha para verano. Me gustaría usar un vestido de novia y no quiero morirme de frío"

Los ojos de Tip se iluminaron. Ya podía ver a su bebé portando un ramo de flores blancas y caminando rumbo al altar; vistiendo un vestido blanco y largo, que acentuara sus curvas, y en la noche de bodas, usaría lencería a juego.

El cuerpo de Tip ardía con solo imaginarlo. Jen era consciente de ello, pero no podía ir en contra de los pasatiempos de su personaje. Eran parte de sí mismo y pensaba respetarlo. Su sueño era casarse con vestido blanco y estaba obligado a cumplirlo.