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Capítulo 1: el primer encuentro

En el  mundo existen varias grietas en el espacio tiempo que actúan como portales entre el mundo humano y el mundo de las entidades. La mayoría de las que cruzan esas grietas son hostiles y para combatirlas están los cazadores.

La cacería se realiza en excursiones a las zonas de exclusión que se encuentran en los alrededores de las grietas. En la ciudad donde vive Alexia Lambert esta zona se encuentra llena de escombros de edificios derrumbados por las entidades y los mismos cazadores. Es especialmente difícil patrullar por esa zona en la noche. Aún así, ella lidera un equipo de expedición cada noche sin descanso.

–Somos cinco para el sector delta así que sólo dos de nosotros llevará linterna –le decía ella a su equipo –levante la mano el que se sienta más inseguro para pelear.

Esa era una noche de luna nueva, de lo contrario, Alexia obliga a su equipo a no llevar luz ya que la misma atrae entidades. Sólo un miembro del equipo levantó la mano y ella sonrió mientras le lanzaba una linterna. Luego, Alexia sacó un casco minero de su mochila y yendo al frente les dijo –vamos, la segunda linterna va atrás.

Del otro lado del mundo, los equipos de excursión no se manejan de la misma manera, generalmente, los líderes no pelean y suelen usar equipos más avanzados. Como  Kiriel Foster, que usaba armas de fuego capaces de provocar heridas mortales en las entidades de un sólo disparo y podían usarse a distancia. Él prefería evitar los enfrentamientos directos aunque solía ir únicamente a las expediciones nocturnas para las cuales nunca le faltaron sus lentes para ver en la oscuridad. Con esta tecnología cada equipo era capaz de cubrir áreas mayores, por lo que él se había acostumbrado a cazar solo mientras seguía las instrucciones del líder de equipo.

Esa noche le tocó patrullar en un bosque frío y lodoso. Por momentos, sus pies se enterraban completamente en el barro y era casi imposible moverse rápido. El bosque no era muy denso por lo que debía estar muy alerta ya que había entidades en las copas de los árboles. Él estaba concentrado en exterminar a cada monstruo que se le cruzara cuando escuchó el grito de un compañero.

El cazador estaba siendo perseguido por una entidad que se asemejaba a un perro gigante, sus extremidades eran huesudas y su piel de reptil estaba cubierta de una sustancia viscosa. Además, tenía una gran boca con afilados dientes de sable. El depredador era mucho más rápido que su presa y no tardó en engullir su cabeza. Kiriel logró derribarlo antes de ser el siguiente en despedirse de su vida. Sin embargo, la noche acababa de comenzar.

En la ciudad, Alexia y su equipo fueron rodeados por entidades deformes que se arrastraban por el suelo estirándose y contrayéndose, a la vez que dejaban un rastro de ácido. Ella les había dicho que aguanten la respiración mientras que el miembro del equipo que llevó un lanzallamas exterminaba las entidades. Al ver que no era suficiente, se abrieron paso para salir corriendo de esa zona.

Ella comunicó por su radio que debían lanzar un misil para exterminar a las entidades que quedaron en ese lugar. Mientras tanto, se ocultaron para descansar y protegerse de la bomba. Estaban en el estacionamiento de un edificio abandonado, todos se encontraban agitados y sin ánimo de hablar.

Se empezó a escuchar una canción aguda y escalofriante. Alexia fue la primera en oírla, así que apuró al equipo para salir de ahí. A pesar de que ya casi se iban, un joven que sostenía una linterna fue arrastrando hacia adentro por un gran mechón de cabello negro que se enredó por su pierna.

Alexia le ordenó al resto correr mientras iba tras el joven. Ella llevaba en la mano una guadaña llamativa que usó para cortar el cabello. Enseguida se escuchó un chillido y una cabeza del tamaño de una persona se abalanzó sobre los cazadores. Alexia agitó su guadaña sin dudar y la cabeza quedó dividida en dos. Ella se apuró en salir de allí con el joven que llevaba la linterna.

Pronto se reunieron con el resto del equipo y la noche transcurrió sin más inconvenientes. Aún así, Alexia se sintió inquieta durante toda la noche. Apenas encontraron una entidad más, pero ella sentía una presencia observándola y no era la primera vez que pasaba.

Esa había sido la peor noche de cacería de Kiriel. Es más, en los días siguientes  tuvo que asistir al funeral de tres compañeros que eran casi desconocidos para él. El más incómodo fue el del hombre que murió frente a sus ojos, ver a su familia sufrir su pérdida le produjo una mezcla de sentimientos engorrosos que lo dejó sin fuerzas. Aunque nadie le dijo nada, él se sentía culpable y miserable, con una suerte maldita por pertenecer a los sobrevivientes. Y esta culpa lo llevó a abandonar el clan al que estaba asociado.

Kiriel tomó sus ahorros y antes de viajar llamó a una mujer influyente en el clan de cazadores Lambert.

–Estoy pensando en regresar, pero no tengo trabajo o un lugar donde quedarme.

–No te preocupes querido, sabes que acá sos parte de la familia.

–Muchas gracias señora Lambert, sólo una cosa más.

–Decime.

–Por favor, no le diga a su hija, quiero que sea una sorpresa.

–Ahh por eso no te preocupes, vos sólo vení.

Después de tres noches seguidas con incidentes similares, entidades difíciles de combatir y que salían de la nada, Alexia se vió obligada a descansar. A pesar de todo, ella consiguió volver con todos los miembros de su equipo. Algunos tenían heridas leves, pero nada más allá de eso.

No era la única líder de equipo que regresaba con todos ellos, pero sí la única mujer con tales habilidades. Por eso, comenzó a levantar sospechas en algunos cazadores que veían con recelo a aquellos que sobrepasaban los límites humanos.

Además, su apariencia llamativa le jugaba en contra. Su cabello era de un tono rojo fantasía desde su nacimiento, sus ojos azul oscuro y su tez más blanca de lo normal. De todas maneras, gracias a su familia, nadie se animaba a cuestionarla puesto que la madre de Alexia es la influyente hija del líder del clan Lambert.

Alexia se encontraba friendo "tortafritas" en la cocina comedor de la casa en donde vivía junto a su madre. Una mujer de cincuenta años con una figura atlética, de cabello y ojos castaños. Ella estaba bebiendo un té. El olor de la fritura le daba el toque acogedor al ambiente y el suave sonido del aceite burbujeando creaba una atmósfera fraternal.

–Alexia, debo decirte algo importante –dijo la mujer, esperando que su hija voltee a verla.

–¿Como la vez que me hablaste de tu amorío con un ente? –preguntó la joven sonriendo.

–Alexia, por favor, tené más respeto por tus padres –la madre suspiró –deja eso y mirá –ordenó mostrándole su celular.

La hija se acercó a ver qué era y la mujer reprodujo un video.

–Esto fue captado ayer por un dron que sobrevolaba la zona de exclusión –. El video mostraba a una mujer pelirroja con un vestido largo caminando por los escombros de una ciudad abandonada. –Siempre creí que te parecías más a mí, pero claramente estaba equivocada.

El cabello de la mujer era de un tono rojo fantasía, específicamente rojo pasión. Alexia se negaba a creer lo que estaba viendo, entonces la mujer miró a la cámara y su parecido con ella se hizo innegable.

–¿Qué, qué significa esto? –Chilló la joven, hablando desde el sentimiento más primitivo del ser humano, el miedo.

–Esta entidad merodea por la ciudad abandonada, no ha hecho señales de que saldrá, pero por momentos, perdemos completamente su rastro. Es necesario que "alguien" vaya a investigar.

–Entiendo madre, no necesitas decirlo dos veces, esto seguro tiene que ver conmigo.

–Así es, te conseguí un buen equipo, la expedición será mañana, no podemos perder tiempo.

–¿Un equipo? Pero yo puedo ir sola, los demás estarán en peligro si la encuentran de frente –trató de protestar Alexia mostrando una preocupación genuina.

–No discutiré eso –dijo su madre mirándola a los ojos.

Un olor amargo inundó la habitación, el aceite y la masa que se fritaba en él estaban completamente quemados. Alexia abrió la boca para responder, pero la cerró al notar el olor.

–Siempre te dije que debes apagar la cocina cuando no le vas a prestar atención a las frituras –su madre se levantó de su asiento para ayudarla a limpiar el desastre. Ella miró pensativa toda la escena y tras unos segundos apagó la cocina.

Antes de la expedición, los cazadores convocados se reunían en un cuartel cercano a la zona de exclusión. Este lugar tenía una habitación de reunión en donde había varias sillas y una pizarra frente a ellas. En la pizarra se explicaban las estrategias que iban a usar para patrullar la zona de exclusión.

La única que sabía el verdadero propósito del plan era Alexia, los demás fueron convocados para investigar la actividad inusual de algunas entidades. Aún así, no le informaron quienes la iban a acompañar por eso ella llegó quince minutos antes al cuartel donde se iban a reunir antes de salir.

Allí ya se encontraba Raimundo Lambert, su primo, quien había llegado veinte minutos antes al lugar. Lo único que sabía es que su prima estaría allí y quería reunir la mayor cantidad de información posible. Él estaba sentado en una de las sillas de la habitación. Se veía como alguien despreocupado con su cabello rubio oscuro despeinado y el uniforme desaliñado. Sus ojos color manzana brillaron al ver a su prima entrar caminando a la sala de reunión. Él se puso de pie para saludarla.

–Prima –dijo con una amplia sonrisa alargando la 'i'.

–Hola Rai –sonrió ella –¿Cómo estás?

–Bien parece que somos los primeros en llegar.

–Hola –dijo Regina secamente.

Regina Lobos iba detrás de Alexia, pero la joven no la había notado. Ella tenía casi la misma estatura que Alexia y siempre se cubría un ojo con su liso cabello castaño. Su ojo visible estaba delineado realzando su color amatista, pero mostraba un gesto hostil que opacaba su belleza.

–Hola Regina, así que vos también fuiste convocada –saludó Alexia.

–Sí, supongo que estamos acá a causa tuya, me pregunto qué pasó ahora –respondió ella.

–Yo me pregunto lo mismo –dijo Raimundo.

–Es por un ente humanoide, según lo que ví nos parecemos un poco.

–¿Un familiar perdido? –preguntó Regina.

–Espero que no –respondió Alexia.

–Si no lo fuera sería realmente siniestro –Dijo Raimundo.

–¡Buenas noches! –Entró Ian Robles a la habitación.

Los demás que habían formado un círculo para hablar se dieron la vuelta para verlo. Era un joven alto y serio. Destaba por su melena ondulada por sobre sus hombros de color turquesa, al igual que sus ojos.

–No deberían estar hablando tan alto de un tema tan delicado –comentó el recién llegado.

–¿Vos sabés de esto? –le preguntó Alexia frunciendo el ceño.

– Querida, yo siempre me entero de todo –respondió Ian acercándose a ella.

–Seguro estabas espiando detrás de la puerta.

–¿Qué? ¿Espiar? Yo no haría algo así y vos lo sabés.

–Sos muy sospechoso ¿Cómo te enteraste del ente? –ella entrecerró los ojos.

–No te preocupes Ali, te voy a decir todo en privado.

–Está bien, pero no me digas así que no me llamo Alicia –suspiró ella.

–Si discuten así en público parece que son pareja –comentó Regina.

–¿No son pareja? –preguntó Raimundo sorprendido.

–Sólo somos amigos –contestó Ian.

Alexia miró a su primo de arriba a abajo con el ceño fruncido.

Entonces, llegaron los últimos dos integrantes del equipo de expedición. Uno de ellos era totalmente ajeno al grupo, pero el otro era un viejo amigo de Alexia. Él se había ido del país hace más de tres años y dijo que no volvería, su nombre es Kiriel Foster.

Alexia lo reconoció al instante y no dejaba de mirarlo. Él caminó hacia ella con entusiasmo, apenas cruzó la puerta y ya estaba sonriendo. Ella tardó en reaccionar lo suficiente para que la sonrisa de él se desvaneciera.

– ¿Alexia? ¿No estás feliz de verme? –Dijo él con un gesto de decepción.

– Kiriel estoy realmente sorprendida –ella finalmente sonrió –Te extrañé mucho, pensé que no regresarías.

–Si, yo…

En ese momento el superior encargado de la planificación de la expedición entró a la habitación. Él explicó que primero irían en camión hasta donde comenzaba la zona de exclusión y luego debían dividirse en parejas para cubrir el mayor área posible. Tras la explicación, el superior los apuró para que formen parejas antes de partir.

–Yo iré con ella –dijo Kiriel tomando la mano de Alexia.

–Eso es injusto –comentó el que no se había presentado.

–¿Por qué? Podés ir conmigo –contestó Ian.

–Iré con cualquiera menos con este tipo –dijo el hombre haciendo un gesto de asco.

–Yo iré con el tipo desagradable –aseguró Regina mirándolo con odio.

–No es necesario, ve con Ian –le dijo Raimundo.

–¿Me están diciendo desagradable? Al menos yo soy humano.

–¡Suficiente! –Exclamó Alexia levantándose de su silla –superior, ya nos vamos –ella salió rápidamente de la habitación.

Kiriel se quedó sorprendido por la reacción de su vieja amiga mientras que el grupo la siguió. El hombre que había llegado junto con él se levantó de su asiento y caminó tras ellos murmurando insultos ininteligibles.

Una vez separados del grupo Kiriel intentaba entablar conversación con Alexia, pero ella se mostraba tan fría y distante que sintió que era una persona distinta. Por otra parte, edificios en ruinas y escombros los envolvían dejando un pequeño sendero para caminar. Esa noche incluso la luz de la luna los había abandonado. Siquiera podían ver la expresión de sus rostros, sólo aquello que sus linternas les permitían.

–Será mejor si vos llevas la linterna, así puedo tener las manos libre para llevar armas –le dijo Alexia a Kiriel.

–¿Segura? ¿Si mejor llevas vos la linterna?

–Me sentiré más segura con armas en mis manos.

–¿Y cómo vas a ver a la entidad? Si nos atacan yo también pelearé, no podré alumbrarte.

–Si nos atacan yo te cubriré.

–Si insistes en hacer equipo de esa manera prefiero ser el que pelee.

–Puedo protegernos a ambos, pero no insistiré.

Él suspiró y no volvieron a decir nada durante un tiempo. Ambos llevaban una linterna y un arma en la mano. Kiriel llevaba una pistola semiautomática modificada para entidades. Ella en cambio llevaba un guadaña cuya cuchilla se asemejaba a un pico largo de ave. Él no podía entender cómo ella era capaz de pelear con eso. Cuando bajaron del camión ella la sacó de su mochila. Estaba guardada en una caja compacta toda desarmada. Ella la armó rápidamente mientras él la observaba incrédulo. Se conocían desde hacía años, pero nunca la había visto pelear. Para Kiriel, Alexia era una mujer ruda pero frágil, que sería despedazada fácilmente por las entidades a las que se había enfrentado.

Ella estaba nerviosa, se estaba esforzando para que la mano con la que sostenía la linterna no tiemble y agradecía que él no pudiera ver cómo temblaba la mano con la que sostenía la guadaña.

–Parece que esta será una noche tranquila después de todo –comentó él –incluso podríamos hablar un rato.

Ella lo ignoró.

–¿Vas a ignorarme el resto de la noche?

–Este no es un buen momento Kiriel –ella suspiró.

–A estas alturas debería haber aparecido algo, estoy seguro de eso.

–¿De qué querés hablar?

–Deberíamos ponernos al día después de tantos años ¿No?

–Sí, pero no ahora. Mejor nos reunimos más tarde.

–Sí, tenés razón.

Hubo un silencio nuevamente.

–¡Cierto! olvidé decirte que cambié de número cuando llegué al país.

No hubo respuesta.

–Pero no es tan relevante porque aún tengo tu número. Quería…

Él se detuvo al ver que la luz de la linterna de ella se desvió bruscamente. Volteó a verla. Ella miraba hacia abajo con sus brazos relajados al costado del cuerpo.

–¿Alexia?

El arma y la linterna cayeron al suelo. Él soltó su arma en el instante que notó que ella caería hacia adelante. Cuando la sostuvo pudo notar que salía sangre de su nariz, ojos y oídos. Un escalofrío recorrió su cuerpo. Alumbró para todos lados, pero no pudo notar ninguna entidad cerca. Entonces, volvió a alumbrar alrededor para buscar algo que sirva de refugio temporal mientras se comunicaba con el resto del equipo.

El joven no pudo notarlo, pero cerca de allí había un ser que se veía como mujer observando todo desde lo alto de un edificio. La oscuridad ocultaba perfectamente su presencia y su sonrisa.

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