3 Salvación parte 2

Los rayos del sol daban de lleno en "La bahía sur", Puerto principal para el desembarque de las mercancías que llegan de cada rincón del planeta y la única aduana del pequeño continente Atlante, el sitio con mayor movimiento después de la ciudad principal, así mismo, es considerado por muchos, como centro de migrantes, aquellos que buscan un paraíso, promesa del dios Kukulcán.

Con su habitual graznido, las gaviotas daban la bienvenida a los barcos mercantes, que llegan con prisa; por la borda, se logran ver como se asoman con rostros curiosos, aquellos marineros que no logran quedarse a vivir en ese lugar por distintos motivos, la mayoría por miedo a las represalias de los ciudadanos actuales, que alguna vez sufrieron malos tratos durante los viajes.

Así que al final ellos han elegido ser felices abordo de sus viejas y oxidadas naves, haciendo lo que quieren sin consecuencias de por medio.

Detrás de los contenedores que esperan pasar a revisión, diecisiete niños lloran inconsolables frente a una sencilla caja de madera, uno que los oficiales aduanales les proporcionaron para el cuerpo de una mujer, que no soporto el viaje.

Para ellos era común ver escenas desgarradoras como esa, los refugiados solían abordar los transatlánticos por docenas, pero muchos perecen en el camino, por las enfermedades y los malos tratos. Obligados a pasar un infierno antes de llegar a su destino, los que no tenían suerte de llegar a tierra para ser enterrados o incinerados, eran arrojados al mar durante el trayecto, para ser comida de peces.

— ¡Oigan niños! —gritó un guerrero con guayabera y sombrero de paja— Yo sé que es difícil aceptar la situación, pero alégrense, ya están en tierra, normalmente a los adultos les hacemos elegir entre quedarse o seguir su camino, pero el General Tezca nos dio indicaciones de refugiar a todos los niños que llegan sin compañía. Vamos, a ella le daremos un buen entierro y a ustedes alojamiento con dos comidas al día.

Jedrek, que traía atado en su espalda el tesoro de su aldea, dio un paso al frente, con lágrimas en sus mejillas y la cara roja por el llanto, no vaciló en andar dejando el sencillo ataúd en manos de los guerreros en turno, con el corazón roto, pero con gran determinación en lo que hará a partir de ahora.

Detrás de él, los demás niños lo siguieron sin dudar a pesar de tener miradas tristes; de ahora en adelante un nuevo mundo acaba de empezar para todos ellos. Un sueño que para muchos era imposible.

Entraron a un edificio en forma piramidal, con una extraña estructura de piedra y cristal, que se erguía setenta metros de alto que en la punta, poseía un extraño cristal flotante de color escarlata, que iluminaba como si fuera un pequeño sol.

La entrada frente a ellos, tenía al menos veinte escalones muy amplios, que brillaban bajo los rayos del sol luciendo adornos de piedra negra y jade; en los costados, se encontraban sentadas, pequeñas estatuas de mármol en forma de serpientes con un aro de plumas de colores en el cuello.

Al pasar por el pasillo principal, notaron que el lugar, estaba completamente pintado de blanco y tan limpio, que por un instante pasó por sus mentes, que podrían comer en el suelo sin miedo a enfermarse; al poner mayor atención, descubrieron que el lugar estaba iluminado por faroles de obsidiana en forma de bastones que estaban distribuidos a lo largo de los muros, donde llamas azules sin calor se movían libremente al compás del viento.

Las personas allí eran muy amables y veían a los niños con dulzura, cosa que ellos no habían experimentado de otras personas, a no ser que fueran sus familiares. Se les dijo que el mundo era un lugar cruel, donde no podían confiar en nadie, que solo bastaba un segundo de ingenuidad para que les hicieran daño.

En sus pequeños rostros se veía el dolor de la perdida y la desconfianza; sus ojos mostraban una madurez propia de aquellos que son obligados a crecer de forma rápida.

Una joven hermosa y amable, con piel morena y ojos dormilones, los condujo amablemente a un salón amplio, donde los demás refugiados de diferentes barcos se encontraban sentados, temblorosos y algo confundidos, sobre bancas hechas de troncos con un diseño rustico que parecían salidos de un cuento medieval.

Al ver cada rincón del aquella habitación, podían ver que las paredes de cuarzo se podían transparentar para dejar ver a lo lejos una ciudad llena de pequeños edificios piramidales rodeados de selva.

Naves extrañas sobrevolaban el lugar lentamente mientras parvadas de aves se cruzaban en el cielo, dando una sensación de paz y armonía. Aquel cielo azul sin contaminación y selva verde con fauna nativa, es algo que hoy en día ya no era posible ver.

La mezcla de tecnología y naturaleza era algo que nunca pensaron encontrar aquí al llegar.

Los rumores de esta ciudad, cada vez cobraban más fuerza.

Una pantalla de cinco metros de alto se iluminó, en ella se veía a una hermosa mujer madura, de cabello castaño y sonrisa coqueta, dentro de un vestido de color azul sin mangas, adornado con pequeños detalles en oro, ajustado a su sensual y atlético cuerpo, que dejaba ver las finas curvas de sus caderas; en resumen, una flor madura que lograba cautivar la mirada de hombres y mujeres por igual.

Por algunos segundos muchos quedaron en trance ante tal belleza, hasta que la delicada voz de esa mujer resonó en la sala.

Hola, mi nombre es Selene Santana, considerada la mujer más fuerte la tierra y uno de los 8 Héroes que protegen este mundo caótico, una discípula del Gran Kukulcán y la primer ministro de esta gran nación.

Muchos se preguntarán sobre si es verdad que les ofrecemos refugio de una forma tan sencilla como llegar y pedir vivir aquí, bueno, responderé con una introducción muy breve.

Dentro de la Atlántida nosotros les proporcionamos un techo, comida, servicios médicos, educación y calidad de vida autosustentable. A cambio nosotros les pedimos que por grupo o familia, existan un mínimo proporcional de tres personas que puedan usar Tetra-energía, para esto, nosotros les ofrecemos brazaletes llamados catalizadores. Una vez que se vuelven usuarios Tetra; como acostumbramos llamarlos, deben asistir cuatro veces por semana como mínimo, a los campos de entrenamiento.

Si ustedes usan Tetra-energía en estos lugares, llenan las baterías necesarias para que nosotros, podamos seguir produciendo tecnología indispensable para sobrevivir en un mundo tan devastado por las guerras y las enfermedades.

Esta famosa tecnología Atlante se distribuye en todas las ciudades, mejorando la calidad de vida de sus habitantes, a cambio estas naciones, nos entregan un pago en forma de productos procesados y/o materias primas.

Aquí el gobierno les proporciona todo lo básico para vivir, si ustedes desean tener más, como es normal, pueden solicitar un trabajo, el cual tiene una remuneración adicional en especie, esto es así, por que en este continente no existe el dinero, usamos el trueque; De esa forma quienes quieran generar sus propios negocios y mejorar su estilo de vida aún más, pueden lograrlo, obviamente pagando un impuesto razonable.

Si sabes hacer algo y quieres ganar algunos recursos extras, puedes hacerlo, tu le pones el precio a tu trabajo, sin exponerse a perder todo como en la antigüedad. Nosotros te proporcionamos tierras y planes de trabajo. Si te vuelves productivo, te conviertes en una parte indispensable de nuestra sociedad.

Como en todo lugar existen reglas, aquí en particular, hay tres:

1. Todo crimen con dolo, es pagado con la muerte mediante un ejecución pública.

2. Saber pelear, entrenar de forma constante, adquirir un mínimo de educación y cultura general, son obligaciones de cada ciudadano en este continente.

3. No se puede abandonar la ciudad si aceptan vivir aquí.

Para más detalles, pueden solicitar información sobre bolsa de trabajo y vivienda en las ciudades, en los módulos de registro de propiedades particulares y para desarrollo industrial, que se encuentran en las oficinas de la aduana.

Sin más que decir, sean bienvenidos, nos veremos pronto en los campos de entrenamiento.

Esta grabación fue repetida con distintos idiomas, para que todos lograran entender a la perfección lo que decía, una vez apagada la pantalla, cada persona en la habitación tenía una sonrisa llena de esperanza.

— Chicos —dijo Jedrek en voz alta— Estamos en casa.

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