1 Prologo

(Año 2735)

(En algún lugar de la tierra)

El sudor y la sangre se mezclan mientras recorren con calma mi rostro cansado; nublando poco a poco mi visión. Cada fibra de mi cuerpo está en su límite, mis dedos claman clemencia al sostener mi desgastada arma; la sangre que brota de aquellas heridas profundas en mi espalda, que no han sanado por completo, me empiezan a cobrar factura; pero la batalla es demasiado sangrienta para poder detenerme a tomar un ligero respiro.

Los vellos de mi brazo se erizan alertando sobre el peligro, y en ese momento una ligera vibración me llega por la espalda con intenciones asesinas.

Es gracias a los años de entrenamiento con mi hermano, que puedo reaccionar en fracciones de segundo, casi como si pudiera ver unos instantes en el futuro.

Giro con fuerza en el momento preciso de su embestida para impactar mi macuahuitl * contra esa asquerosa criatura sin forma, que parece salida de una pesadilla.

Sus enormes tentáculos se retuercen en todas direcciones, atacan sin tregua y destrozan todo a su paso. Por desgracia, no es solo uno, son un ejército de miles de seres que no pertenecen a este mundo y arrasan con todo aquel que se les ponga enfrente.

Su inmenso cuerpo es reducido a un monto de porquería, después de ese único golpe que logré asestarle de frente. Sus asquerosos restos esparcidos son muestra de que no son invencibles, tienen órganos y sangre, seres repugnantes pero igual están vivos, por ahora.

De alguna forma me siento un poco aliviado, son demasiado lentos y están llenos de aberturas, la única ventaja que pueden tener en mi contra es su número.

Sus restos alcanzan a salpicar mi cuerpo, ensuciando aun más la ligera armadura de cuero y acero reforzado con tetra-energía. Con este equipo soy técnicamente invencible, pero sigo siendo humano, el cansancio también tiene un límite y creo que ya estoy llegando al mío.

Si me pongo a pensar un poquito, con este, ya he matado alrededor de 2000 de ellos y aun así, siguen apareciendo más.

Parece que esta pesadilla nunca terminará.

Estaba preparado mentalmente para esta prueba desde hace tantos años, pero ahora mis piernas tiemblan a cada paso, ya no sé si es de miedo o fatiga.

Parece que no soy el único, los últimos guerreros de la humanidad están cayendo como moscas, con cada embestida que reciben...

Débiles...

Mi hermano... No, el gran Kukulcán los estuvo entrenando, pero no me puedo mentir, solo fueron unos días antes del ataque; en realidad, el esfuerzo que hacen es insuficiente ante la fuerza abrumadora del enemigo, uno para el que nunca estuvo preparado.

Diez criaturas más aparecen ante mí y atacan lanzando sus tentáculos a modo de látigos, en un intento desesperado por asesinar todo lo que se mueve.

Sin mayor problema, logro esquivar todos los golpes con saltos entre cada latigazo; cada uno de ellos con la fuerza suficiente para abrir cráteres de cinco metros de diámetro.

Puedo apostar que si uno de esos tentáculos me llega a impactar lo puedo soportar, confío en mi resistencia, pero a estas alturas debo actuar como adulto, no necesito arriesgarme de forma innecesaria.

No me queda otra opción más que correr en medio de esta masacre, y buscar reagruparme con los sobrevivientes.

En mi escape, soy atacado una vez más por tentáculos que llegan de todas las direcciones posibles, pero de alguna forma logro repelerlos dando algunos saltos entre las ruinas de lo que alguna vez fueron edificios.

En el camino, algunos guerreros se unen a mi lado para llegar todos juntos a las trincheras, aquellas que se hicieron de forma apresurada con las naves de la era antigua.

Naves de batalla con forma de animales...

Tan extraño, nunca pensé que hoy terminaría ocultándome detrás de una tortuga metálica, mientras soy atacado por tentáculos homicidas. Si fuera otra situación estaría más que agradecido...

Entre todo este caos, mi corazón siente un alivio ligero al ver que mis amigos siguen de pie, algo malheridos y aunque están sonriendo puedo sentir su desesperación, ninguno llegó a pensar que las cosas fueron así de duras.

Un nuevo vistazo a mí alrededor me dice que ya casi no hay nadie...

Solo puedo decir, que los más fuertes seguimos de pie.

No se necesita ser un genio para entender qué el final está cerca, nuestro esfuerzo es en vano, nos superan fácilmente cien un uno. Quiero llorar y rezar de la misma manera patética en que los demás lo hacen...

Se supone que deberíamos ganar mayor experiencia en el manejo de la Tetra-energía con esta batalla; se de antemano que deberíamos que hacer grandes sacrificios para purgar la especie humana, yo sé eso...

Siempre lo supe... pero ellos no, les hicimos creer que es una pelea para evitar una invasión a gran escala , para ellos esta es una guerra para evitar ser colonizados por otra especie.

Irónico, si supieran que en realidad no somos distintos al ganado...

— ¡Maldita sea! —Grito con odio y desesperación al ver mi propia impotencia.

Algunos voltean a verme con miedo en sus ojos; debo evitar hacer esas cosas, no puedo contagiar mis miedos a los demás, soy uno de los líderes aquí, nadie puede saber que estoy desesperado.

"Quisiera ser igual de ignorante que ellos... ¿Por qué debo ser único que carga con el peso de la verdad? " Pienso en retrospectiva mientras intento calmarme, la ansiedad en el aire aumenta y me afecta igual que cualquiera.

"A fin de cuentas creo que siempre seré ese niño miedoso que lloraba por todo." Esas viejas ideas depresivas de siempre.

¡No!, lo que necesito es un respiro para poder seguir usando la tetra-energía; usar el poder de la creación para reformar la estructura molecular tanto de mi armadura como del macuahuitl y al mismo tiempo aumentar mis habilidades físicas, es algo duro incluso con mi experiencia.

Mi mente está fatigada, tal vez por eso no pienso con claridad, si no descanso solo un momento ... será más sencillo morir de agotamiento.

Sigo siendo uno de los más fuertes aquí, soy uno de los 8 héroes de este mundo, si me desmorono, la moral de los guerreros también lo hará.

Sostengo mi macuahuitl en el hombro una vez más, algunas de las cuchillas de obsidiana ya están rotas, incluso con el endurecimiento molecular, han recibido un daño considerable, pero sigue siendo mejor que nada.

Consigo mover mis piernas, y doy un par de pasos temblorosos al frente para acomodar mi postura de pelea. Detrás de mí, todos agarran valor y hacen lo mismo con su respectiva arma, ya sean escopetas, cuchillos, mazos, espadas, lanzas o solo con sus puños desnudos quieren volver a la pelea, pero en sus rostros solo existen miradas desoladas; solo se mantienen de pie por pura obligación dentro del campo de batalla.

Yo estoy igual...

Mis brazos ya no reaccionan, estoy demasiado agotado...

Creo que he usado más energía de la que puedo soportar...

¡NO! DE PIE...

¡VAMOS MALDITO NIÑO INUTIL...!

Intento ser fuerte, dando un poco más...

Solo un poco más...

Dar el ejemplo para que no desistan...

...Pero mis párpados están cada vez más cansados...

...Creo que desde el principio esta guerra fue mala idea...

— Espera... ¿De dónde viene esa luz? — todos están atónitos, miran de un lado a otro llenos de miedo.

Todo se detiene por segundos que parecen eternos, el enemigo ha dejado de moverse...

Levanto la mirada al cielo y un espectáculo nunca antes visto para los ojos del hombre sucede.

Kukulcán que se supone está peleando "a muerte" fuera del sistema solar contra Abraxas, El Tercer Guardián de este universo; son proyectados en el cielo de manera etérea, en forma de energía pura, mostrando la majestuosa silueta de ambos, digna de seres que sobrepasan la lógica.

Solo están inertes, no, parece que solo están hablando...

Espera un segundo...

No me digas que ellos...

Creo que es así, hace unos años que lo conozco, esa mirada seria en su rostro, algo no está bien...

Las inmensas criaturas con tentáculos que nos atacaban, desaparecen al ser convertidos en partículas de luz y suben al cielo muy lentamente.

Todo es tan extraño, este escenario de rendición no estaba previsto.

Al intentar entender la situación, aprovecho algunos aprovechan para a auxiliar a los heridos, otros caen de rodillas y rezan al cielo , otros rezan con la cabeza en el piso, unos más comienzan a festejar bailando.

Mientras tanto, en el cielo, la imagen de esos dos seres supremos, también desaparece.

Ganamos...

Eso es lo que quiero gritar con todas mis fuerzas, sin embargo "ganar" implica muchas cosas, y yo solo veo un cementerio, uno lleno de cuerpos mutilados.

Amigos y conocidos cayeron con honor, sacrificando sus vidas para una causa que no entienden y que no vivirán lo suficiente para conocer.

Ellos querían que sus hijos y nietos, tuvieran un lugar en calma donde vivir, esa fue su motivación y ahora son una masa de carne o están esparcidos en varios pedazos por el campo de batalla.

Estaban determinados a morir en este sitio, pero soñaban con volver a sus casas. Abrazar a sus familias, sembrar en sus parcelas, cuidar animales, irse de fiesta, casarse, no sé, cualquier sueño que les diera esperanza, algo para realizar cuando este planeta fuera "seguro para vivir."

Quiero decirles la verdad.

Esta guerra era mucho más que eso.

Ellos pelearon por una evolución forzada, necesaria para que seamos útiles como especie, aunque no entiendan eso, no, más bien no están listos para saberlo.

Entre el festejo empiezo a caminar sin rumbo con una sonrisa falsa, puedo ver que solo sobrevivimos alrededor del 15% de los guerreros que llegamos al campo de batalla.

Eso no es alentador si tomamos en cuenta que todas las ciudades del planeta se unieron para tener una oportunidad de ganar, y sin embargo, viendo este horrible escenario, puedo decir que estamos al borde de la extinción.

Los cuerpos mutilados de hombres, mujeres, niños, ancianos, de todo aquel que estuvo dispuesto a pelear, ahora solo son un recordatorio de lo frágil que somos.

"Los humanos son crueles, tal vez... todos debían morir".

!NO!

Él me salvó cuando nadie más lo hizo, me enseño que esos pensamientos solo contaminan mi voluntad de vivir, entonces debo disipar mis dudas y aprovechar esta nueva oportunidad...

— ¡Tezca! —Grita con fuerza un hombre desnudo que baja del cielo envuelto en una luz de jade. Todos los guerreros estallan de alegría apenas lo ven.

Él es su dios, su héroe.

— Herma... Gran Kukulcan...

— ¡No hay tiempo! —Su voz suena desesperada, algo que no es propio de él— Por favor escucha, reúne a todos y llévalos a la Atlántida, reactiva los canales de comunicación cómo te enseñe. Esa cosa que destruyó mi universo ha llegado aquí también...

— Hermano no entiendo, por favor...

— Silencio y escucha atentamente, Estoy excediendo mi límite al dar poder a los cuatro guardianes de este universo, ellos levantarán una barrera suficientemente fuerte para contener en los límites del espacio-tiempo a esa cosa... No es el plan establecido, pero la situación es más crítica de lo planeado. —En su rostro se dibuja una mueca de dolor.

— Irónico ¿No?, pase tanto tiempo reuniendo esa energía, para que al final todo sea en vano. —Suspira con pesadez y sus facciones comienzan a relajarse.

— Quedas al frente, todos estos años te he enseñado lo que necesitas para guiar con sabiduría a tu especie, partir de ahora esta guerra le corresponde a ustedes, te lo encargo desde el fondo de mi corazón.

Mira al cielo y parece que una lágrima recorre su rostro. Se ha calmado pero sigue poniendo una cara tan dolosa.

— Sabes, ya no eres ese niño resentido con la vida, haz crecido mucho... Me alegra haberte conocido, hacía mucho no tenía nadie a quien llamar familia.

Se aferra a mis hombros y me abraza con cariño, solo para desplegar su peso sobre mí. Es extraño, se siente más ligero de lo normal. Aunque suele verme como un hombre sin sentimientos, la realidad es todo lo contrario.

No puedo evitar llorar por la impotencia al verlo por primera vez tan débil, esto no debe suceder, ¿Qué está pasando ? Acaso... ¿Su energía está siendo drenada...?

No, él la está enviando al espacio, pero si hace eso... Sé que probablemente nunca lo vuelva a ver.

— No llores, sabes que en realidad no puedo morir...

—Solo vas a renacer más tonto...— reclamo evadiendo su mirada burlona, ​​sí esa mirada la prefiero , me acostumbre tanto a esa sonrisa cínica, como puede seguir siendo tan... tan... tan él, incluso en este momento.

Entre lágrimas veo como mi hermano se desintegra lentamente sin poder evitarlo, aquel que me salvó cuando solo era un niño con el estómago vacío y con más cicatrices que ganas de vivir; aquel que nos trajo conocimiento, tecnología y el sueño hecho realidad de un paraíso en la tierra.

Aquel que da todo sin pedir nada a cambio.

Aquel, que ahora, muere lento y en silencio con una gran sonrisa.

Sé que volverá a nacer, pero no sé cuándo, porque el tiempo y la materia no representan nada importante para él, pero a diferencia suya, yo solo tengo una vida, como un simple mortal, una donde quiero ser feliz.

— No llores, te aseguro que me volverás a ver, es más la siguiente vez te daré tanta lata que no querrás verme de nuevo - ríe cínicamente mientras desaparece en pequeñas partículas de Tetra-energía— Debes estar listo hermano, la verdadera batalla de este universo, acaba de empezar.

Macuahuitl: Arma con base de madera similar a una espada pero con cuchillas de obsidiana a modo de filo.

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