6 Candidato a Héroe parte 3

Al aterrizar en Kantubek, decenas de personas rodearon al General y su hija; alabanzas y cantos inundaron el ambiente convirtiendo aquella visita en un carnaval.

—Señores, vamos dejen pasar al Gran Rey héroe y la Princesa Atlante. —

Matías, el hijo del Comandante Rubiel y el Doctor Abraham, los líderes de esa ciudad; llegó para salvarlos de esa multitud que amenazaba con empezar un festival improvisado.

Sin embargo, su comentario hizo estallar en un alboroto a los transeúntes, los términos "Rey héroe" y " Princesa Atlante" eran nuevos para ellos, aunque sabían quiénes eran, en especial el General.

El General, un hombre de apariencia dura y estricta que hablaba con una voz serena y melódica, que conquistaba los corazones del pueblo.

Los jóvenes veían a la pequeña Ix chel, con ojos de amor. Su linda mirada inocente y los gestos risueños que ponía, lograban derretir a sus espectadores.

A veces las apariencias son buenas para mantener el orden.

Escoltados por algunos guerreros, fueron llevados al pequeño coliseo de la ciudad, donde además de servir como medio de recolección de Tetra-energía, también es el sitio de entretenimiento de la ciudad.

—Señoras y Señores de esta amable ciudad, —sonó la voz del comandante Rubiel—Hoy tenemos el placer inesperado, de recibir al ser más fuerte del planeta, y junto a él, la hermosa princesa Atlante, considerada uno de los sucesores de la nueva generación de héroes que este mundo tendrá el honor de ver.

Con aquellas palabras la multitud estalló en gritos. El General sonreía ante la provocación de su viejo amigo; mientras tanto la pequeña su lado miraba espantada a todos lados ante aquellos comentarios.

—Hoy nos darán una demostración de por qué son dignos de alabanzas. —Aquella multitud volvió estallar en gritos y porras destinadas a un espectáculo que pocas veces podrían presenciar.

—Elige a tu campeón, Rubiel. —Dijo con voz serena el general.

La multitud veía esperanzada a los guerreros de Kantubek, ¿Quién podría ser digno de tener un encuentro con el General?

—Será mi hijo, Matías, después de Abraham y yo, él es el más fuerte aquí. Que se gane el derecho a ser un sucesor de Héroe. —La voz del comandante sonó fuerte en todo el lugar, y todos voltearon a ver al joven elegido.

Fornido y de tez morena por los años entrenando en el desierto, caminó sonriente al centro del área de pelea. En su mano izquierda portaba una cimitarra negra con líneas verdes que se expandían de forma irregular sobre la hoja.

—Tío Tezca, será un honor pelear con usted—dijo aquel joven con una voz grave y seductora— No se contenga, así podré aprender más.

La risa del General estalló repentinamente, todos quedaron atónitos sin entender el motivo. Dio un par de pasos al frente y alzó su clásica arma. Un reluciente macuahuitl con hojas negras en forma de sierras, con líneas doradas que adornaban el mango junto a un par de plumas verdes que provenían de su propio Coatl.

Un arma legendaria durante la guerra que solo unos cuantos usaban.

—Hoy presenciarán la batalla por la sucesión de un título de héroe, entre el joven Matías y mi adorable hija, la pequeña Ix chel. —el General extendió los brazos y entrego su arma a la niña.—Ella usará mi arma, si puede ganar esta pelea, será una digna sucesora.

El lugar estalló por tercera vez en gritos, la gente estaba emocionada, apuestas surgían en cada rincón. El evento se estaba transmitiendo en la pantallas holográficas en las afueras del coliseo y ocasionó que los comerciantes empezaran a reunirse cual hormigas frente a un cubo de azúcar.

Sabían que hoy harían buenos negocios.

Los viajeros que residían en el pueblo buscaban ansiosos, un lugar para disfrutar de aquel espectáculo. Y así fue como transcurrieron dos horas, durante ese periodo, varios guerreros hicieron alarde a sus habilidades con la espada, lanza, mazo y a puño limpio, en duelos de exhibición.

La gente enardecida se había acomodado en las plazas y negocios; para evitar el caos, el Comandante Rubiel ordeno usar pantallas holográficas por toda la ciudad. Con eso evitaría el tumulto en el coliseo y más gente podría disfrutar del evento como si estuvieran presentes.

En su "camerino" que era más una habitación improvisada con paredes de tela, se encontraba la pequeña Ix chel, sentada en un banco de madera mientras limpiaba el arma que le había otorgado su padre.

Relucía con la profundidad de la noche, el color negro en las cuchillas de obsidiana; a pesar de los años todavía tenían filo. En retrospectiva no debería sorprender.

El control sobre la tetra-energía que posee el General, es solo superada por el dios Kukulcán. Con ese poder "crear materia" es algo sencillo. Su habilidad le permite incluso regenerar partes amputadas de cualquier ser viviente.

Los edificios en la Atlántida fueron construidos usando puro poder de creación de la tetra-energía. No por nada los gobiernos le temen y la gente lo venera.

Así que mantener en buen estado su arma, es algo simple.

Al sonar las diez campanadas que marcan el final del último round, la gente estalla en gritos. Pasados unos segundos, los guerreros entran al pasillo de salida, en donde los médicos los esperan para una atención rápida.

El momento de la verdad ha llegado, más de 30,000 personas que viven en la pequeña ciudad de Kantubek, están viendo con ansias a la pequeña niña de cabello marrón vestida como gladiador entrar al centro del área de batalla.

—¡Con ustedes la Princesa Atlante! —grito el anunciador— Y como retador, el joven profeta, nuestro querido, ¡Dragón del desierto!

Caminando tranquilo y con la misma vestimenta de gladiador, entro al área Matías. Sostenía la cimitarra de su padre, la Zulfiquar, de esa manera ambos usarían "armas sagradas" para la vista del público.

—Pequeña Ix chel, no te veía desde que tenías 3 años, según cuentan los rumores que tu poder actual, es similar al de tu padre, así que te pido, no contengas por favor, no moriré, pero te advierto que mi nivel como guerrero es alto. —Con una gran sonrisa y una voz serena Matías advirtió a la pequeña.

—De acuerdo, si sientes que no puedes más solo arrodíllate y di que soy la mejor, me gusta que los débiles conozcan su lugar. —ambos sonrieron tranquilos y dieron un paso al frente.

Un cráter se abrió donde esta parada Ix chel, y al instante siguiente un impacto metálico resonó en todo el lugar, tanto el macuahuitl como la cimitarra habían chocado, pero la imagen de ambos guerreros no se veía por ninguna parte.

Ráfagas de aire inundaron el coliseo generando temor entre los espectadores, sonidos metálicos se escuchaban por todas partes. Algunos guerreros de elite movían rápidamente los ojos y dejaban ver en su rostro la incredulidad de lo que podían percibir.

Ambos contrincantes se movían a velocidades sónicas bloqueando mutuamente aquellos ataques que estaban destinados ser letales. Ambos crecieron con la voluntad de ser más fuertes y alcanzar la gloria en la batalla, crecieron con la ideología del guerrero, la diferencia en este caso era la experiencia.

—Eres fuerte, pero sigues siendo algo ingenua. —grito Matías.

Las grandes ráfagas de viento se detuvieron de golpe y en centro del campo de batalla se encontraban ambos de frente. El puño de Matías estaba enterrado en el abdomen de la pequeña, haciendo presión y obligando a la niña a escupir una bocanada de sangre.

Por su parte la hoja de obsidiana se encontraba levantada con una ligera mancha de sangre; la oreja del joven profeta fue rebanada en dos.

Ambos sonreían y la multitud quedo en silencio conteniendo la respiración.

—Segundo round. —escupió Ix chel con desdén.

Dieron un paso atrás y cambiaron la guardia, él puso en su hombro la cimitarra, abrió ampliamente las piernas y se inclinó hacia delante, desafiando a la niña. Ella solo dio un paso al frente y puso de forma horizontal su macuahuitl mientras lo sostenía con ambas manos en los extremos.

Un aura roja rodeo a Matías y con un solo movimiento soltó una cuchilla de energía pura directo a la niña; ella hizo un movimiento fluido con su arma para desviarla contra uno de los muros del coliseo, que termino siendo destrozado y varios de los guerreros que servían para levantar la barrera de emergencia, salieron volando algunos metros.

—¡Matías, te lo descontaré de tu paga de este mes! —grito enojado el Comandante Rubiel

La explosión fue tan brutal que el campo de energía tuvo que ser reactivado en su totalidad por el mismo General, para fuera impenetrable.

—Jajaja vamos niños, ahora pueden pelear enserio —el General solo sonreía irónico.

—Abraham, Rubiel, que les parece una apuesta, tres bolas de queso Oaxaca y un litro de licor de frutas. —dijo despreocupadamente el General— Matías es bueno no lo niego, pero mi princesa ya ha conseguido pasar mi guardia varias veces.

—Jajaja un padre orgulloso es la perdición, no por nada le llaman el Dragón del desierto al nuestro, acepto tu apuesta, pero cuando pierdas debes incluir carne de calamar gigante, salsa habanera y una caja de aguacates. —

Tanto el Rubiel como Tezca eran excepcionales como guerreros, pero todo el tiempo eran como niños jugando. Entre ellos solo Abraham se podía considerar una persona madura, bueno casi siempre.

—Si mi hijo pierde, no le diré a Selene que estas escondido aquí, pero si gana, deberás traerme una dotación de esos jabones aromáticos que usan en tu ciudad, aquí es algo difícil y caro conseguirlos. — Chantaje, el arma definitiva del Doctor Abraham.

En el área de batalla Ix chel brillaba en aura verde mientras un torbellino de energía se creaba a su alrededor, la inmensidad de la técnica dejó sorprendido a su oponente, pero no lo hizo retroceder, al contrario, empezó hacer exactamente lo mismo.

En el centro del coliseo, un torbellino rojo y otro verde se enfrentaban, la gente contenía la respiración y tanto el Comandante como el General sonreían emocionados.

Los peleadores tiraron sus armas y se abalanzaron sobre el otro a puño cerrado. La pequeña se deslizo por un costado intentando barrer con una patada a Matías, quien solo brinco y en el aire soltó una patada de 180 grados que impacto con todo su peso en el rostro de la niña.

Ella a duras penas lo resistió y envolvió sus puños en un aura verde turquesa. Ahora estaba enojada.

Cada golpe que daba era bloqueado por Matías con los antebrazos, pero le generaba grandes cantidades de daño al momento de impactar. Mientras él intentaba contraatacar, una patada le dio en los genitales, si no fuera porque una coraza reforzada con Tetra-energía como medida de precaución esa pelea hubiera acabado ahí.

Cada segundo que pasaba decenas de golpes azotaban su cuerpo, ella era una niña muy rápida y sanguinaria. Aprovechaba cada abertura, y se adaptaba al estilo de pelea de Matías de forma muy fácil.

"Para su tamaño y edad, esta niña no es normal" pensaba de forma reflexiva mientras veía el error de haber provocado la ira de la pequeña Ix chel.

Él esquivaba y cada que podía, pateaba con la intención de matar, pero mientras más peleaban, más fuerte se hacía ella.

—Espera un segundo... Esa niña está usando la técnica de absorción. —afirmó Abraham.

—¿La técnica del maestro?... Tezca... ¿Qué demonios le enseñas a tu hija? —Rubiel estaba incrédulo, pero su sonrisa aún no había desaparecido.

Matías esquivaba cada golpe y al mismo tiempo reforzaba su cuerpo para evitar más daño, En su mente no podía recordar, cuanto tiempo pasó desde que se había enfrentado a alguien que lo llegará a lastimar de esa manera.

Tenía cortes por todo el cuerpo y su armadura ya casi se destrozaba, no importa que tan rápido la intentará regenerar, la velocidad de esa niña es muy superior. Solo queda una salida si quería ganar.

Se separó lo más lejos que pudo y plantó los pies firmemente en el piso. Se quitó la armadura y dejo al descubierto el torso de su bien trabajado cuerpo. Las admiradoras del joven profeta que veían el espectáculo suspiraron con pasión, Ix chel se detuvo en seco y solo se le quedo viendo algo asqueada.

Al instante siguiente, un ligero temblor hizo entrar en pánico a todos, Matías estaba envuelto en un aura carmesí intenso, sus ojos estaban completamente rojos y cada uno de sus músculos estaba dilatado al extremo en que parecía que iban a explotar.

Líneas rojas cruzaron todo su cuerpo como grietas rompiendo la piel, vapor salía de su boca dando la apariencia de ser una bestia salvaje a punto de desollar a su presa.

—Mmmm esa es la misma técnica de Bob. —dijo el General— Aunque se ve algo descontrolada, ¿Se la enseñaron o la dedujo?

—También es la primera vez que la veo, supongo que ha estado entrenando a escondidas. —respondió Rubiel.

—Yo se la expliqué una vez, pero no pensé que fuera compatible con él. —Abraham dijo de forma pensativa mientras tomaba tranquilamente su café— Será difícil tratar esas heridas, pero dudo que los dos mueran; por otro lado ella está absorbiendo una enorme cantidad de poder y no parece que sepa controlarlo y él está liberando más enrgía de lo que puede soportar. La victoria será de quien permanezca consciente.

En efecto, la pequeña Ix chel, comenzaba a sentir los efectos desgastantes que conlleva usar su técnica de absorción y asimilación; es lo único que puede usar para igualar a sus padres, pero el efecto dura solo unos minutos antes de quedar inconsciente.

Durante la pelea generó un gran daño a su oponente con cada golpe, pero también sacrifico toda su resistencia. Eso era nuevo para ella, no conocía a nadie distinto a sus padres, capaz de seguirle el ritmo o siquiera hacerla sangrar.

Estaba feliz, ahora podía ver nuevas fronteras que cruzar.

Todo se detuvo algunos segundos, ambos dieron un paso al frente. Matías llevando su cuerpo al límite en un único golpe, Ix chel absorbiendo cada gramo de Tetra-energía presente en el coliseo, alrededor de su pequeño puño ensangrentado.

Un paso más y toda la ciudad de Kantubek fue sacudida. La columna de energía que surgió del coliseo fue vista en varios miles de kilómetros a la redonda. Y en centro del área de batalla, una niña y joven se encontraban inconscientes en el piso con sus cuerpos ensangrentados.

En la ciudad Atlante, a medio mundo de distancia, la Ministro Selene volteo la mirada al Este y entrecerró los ojos mientras torcía una sonrisa, su asistente se estremeció de miedo al ver esa expresión malévola. Una pequeña luz se podía ver en el horizonte. Ahora ella por fin sabía donde se estaban ocultando.

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