13 Capítulo 13.

Lo relevante en la mentira no es nunca su contenido, sino la intencionalidad del que miente.

-Jaques Derrida.

Después de un largo viaje en tren, al fin habíamos llegado al destino, la base general del Frente de Liberación Imperial. Muchos de los soldados salieron del tren con mucha impresión al ver la base general, pero a mí parecer, estaba mejor la base que habíamos dejado atrás. La base se veía vieja, abandonada a finales de la Tercera Guerra Mundial, cuando el gobierno estaba casi devastado.

Supongo que muchos de los soldados nunca habían visitado una verdadera base del Imperio.

El clima del lugar era muy frío, con nieve en el piso y una fuerte ventisca. La base se encontraba en la cordillera más fría del Imperio, una campaña militar aquí sería insoportable por las condiciones geográficas y el clima. Eso permitía una buena defensa por parte de los guerrilleros, aunque no iban a resistir tanto.

Fuimos recibidos por soldados que nos dieron abrigos para cubrirnos del clima, además de un par de camionetas que iban a bajar los pocos recursos del tren, junto con los niños y niñas más jóvenes.

El general Herman bajó del tren con ayuda de uno de los soldados, que le ofreció su hombro para mantenerse de pie. Mientras, yo me acerqué por detrás de Herman.

-Protocolo Vasili- le susurré al oído.

-¿Estás loco?- me dijo en silencio, pero el general de la base se acercaba a él, un hombre no muy alto con un cuerpo un poco robusto. Su café blanquecino debido un poco a la vejez, pero lucía más joven que el mismo emperador, como diez años menor. Sus ojos eran cafés y tenía un bigote tipo chevron- General, un gusto verlo de nuevo- decía alegremente.

Yo me iba acercando a uno de los vagones donde estaba capturado el soldado de Fuerzas Especiales, el estaba recargado sobre un vagón con las manos sujetadas por cinchos y con moretones en varias partes de su rostro, siendo custodiado por un soldado. Al acercarme a él, aproveché que todas las personas estaban juntas, fingí un tropiezo en contra de un soldado que estaba de espaldas.

-Lo siento- dije preocupado.

-No pasa nada- me dijo seriamente.

Nuevamente, caminé hacia el soldado capturado mientras guardaba el arma que tomé del soldado con quien tropecé.

-Buen día- le decía seriamente al soldado- El capitán me pidió que lo ayudaras a organizar los materiales que quedaban en los vagones.

-¿Y el hombre capturado?- preguntó.

-Yo me encargaré de él, al fin y al cabo está atado.

-Cierto….- dijo y luego se marchó.

Me recargué en el tren, junto a él y me quedé callado hasta que de lejos Leyna me asintió la cabeza de lejos.

-Larguémonos de este lugar- le dije al soldado que parecía estar analizando todo el lugar.

-No confío en ti, ni mucho menos en tu escolta.

-Ella me traicionó y sólo hice de su aliado, creo que ella fue quien reveló mi ubicación a estos sucios guerrilleros- le decía- Ya junté la información que necesitaba y como podrás ver, necesito tu ayuda para escapar.

-Está bien.

-¿Necesitas ayuda para liberarte?- le susurré.

-Ya me liberé.

-¡Oh!- dije sorprendido, por supuesto que debía ser un experto en todo- de uno de mis bolsillos saqué un cuchillo improvisado hecho con un fragmento de la armadura despedazada, enrollado con cinta negra para facilitar el uso-. Toma, lo hice con los restos de tu armadura.

-Gracias- dijo cuando me agradeció, sin dejar de tener las manos en su espalda como si aún estuviera atado-. No creo que tengamos otra oportunidad si no actuamos ahora.

-Podrías tomar a la señora de delante nuestro- le decía al hombre mientras veía a la madre del niño que sueña con ser soldado- La estuve observando en el tren, su esposo es alguien de alto rango aquí, si tomas a un guerrillero intentará hacerse el héroe y no tendríamos otra opción que matarlo.

-Entiendo. Podemos ir al hangar que está detrás nuestro, te aseguro que deben de tener un pobre arsenal y un vehículo que podríamos tomar.

-Claro, por mientras me adelantaré a preparar un automóvil- le dije.

Sin que nadie me viera, caminé apresuradamente hacia el hangar que estaba inmediatamente detrás del tren. Afortunadamente no había nadie en este, y tampoco había ningún arsenal, pero sí un par de vehículos.

De pronto escuché gritos a lo lejos, el soldado había tomado al rehén para facilitar el escape. Mientras que yo encendí un vehículo con ayuda de la llave que habían dejado puesta, aunque inmediatamente bajé del vehículo. Unos segundos después el hombre llegó de espaldas tomando a la mujer con un brazo mientras que con el otro sostenía el cuchillo justo delante del cuello. La mujer se veía muy angustiada, con los ojos en lágrimas. Y a su vez, era seguido y rodeado por soldados armados.

-¡Detente o dispararemos!- dijo uno de los soldados mientras le apuntaba con su rifle.

-¡No disparen!- orden�� el general al mando que iba junto a los demás soldados.

-¿Tu por qué no estás arriba de la camioneta?- me preguntó sin dejar de ver a los soldados.

-Era una garantía- le decía- Sube tu y yo manejo.

-Si.

La puerta de la segunda cabina ya estaba abierta, él hizo que la mujer subiera primero y cuando iba a subir justo después de ella. Me abalancé apresuradamente contra él, rodeando su cuello con mi brazo derecho y con el otro ajustaba la fuerza sobre su cuello. Pero había cometido de no ocultar mi brazo izquierdo, así que él aprovechó el momento y tomó mi brazo izquierdo, dio unos pasos de espalda y logró jalarme hacia delante lanzándome fuertemente al piso, golpeándome todo el cuerpo. Pero antes de que pudiera hacer algo contra mí, saqué rápidamente la pistola que había tomado de un guerrillero y boca arriba, apunté hacia su rostro.

-Ríndete- dije seriamente, ocultando un fuerte dolor a lo largo de todo el cuerpo.

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