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Capítulo 12

Elliot pensó que a estas alturas del día nada podía ir a peor.

El sector presidencial era un caos, había dado órdenes de que redactarán de nuevo las estadísticas y el contrato para los franceses, echo a Kim el encargo de que presentase una reunión sin previo aviso; No tenía su horario ni anotaciones del día dado que de eso se encargaba su asistente; que por cierto, tenía que pasarse a recoger a su hija y no le había quedado más remedio que pedirle el favor a Cristina, con la que tenía una... supuesta relación.

Todos y cada uno de sus problemas tenían un resumen llamado : Serena

Miró a la mujer frente a él con recelo e intentó el triple que sus sentimientos no salieran a flote.

Lo último que deseaba escuchar era una charla sobre Serena pero por si fuese poco, el destino se había sentido retado y demostró que podrían empeorar las cosas. Aunque viendo lo del lado positivo podría descubrir dónde estaba la cobarde de su asistente y tal vez contrademandar a la rubia frente a él, para que diera la cara.

¿No va a responder a mi pregunta?- preguntó la rubia derepente y Elliot se dio cuenta de que no había estado prestando atención por estar ensimismado pensando en el peculiar hábito que tenía Serena de huir sin explicación alguna.

La miro directamente a los ojos y dijo:

- siéntese.

Sarah mantuvo su postura aún sentada.

- usted no tiene ningún derecho de juzgar a Serena ni darle el trato que recibio ayer - espetó ella con indignación y por lo que escuchaba Elliot al parecer él no era la víctima después de todo -Serena, es manza y muy decorosa por eso estoy yo aquí para darle las malas noticias- ¿más? Penso Elliot -para empezar, no voy a tolerar que usted le hable de una manera destructiva sin apenas conocerla.

En ese momento Elliot arqueo una ceja y se apoyó contra el respaldo de su silla. Al fin había logrado llamarle la atención.

- tengo que decirla, que no sé de que me está hablando - comentó con firmeza.

- Oh, ¿no le suena el abuso verbal y de poder qué infringió en mi amiga ayer? - apenas había tenido Elliot la oportunidad de responder cuando prosiguió- usted primero le hace saltarse los almuerzos y luego la envía a recoger a su hija del colegio ¿y todo para qué? Para que luego en lugar de estar agradecido, presente hirientes quejas como si se tratase de una compañía de envíos- Elliot seguía escuchándola intentando no parecer deseducado pero empezaba a tener suficiente, hasta que de pronto la mujer frente a él le arrebato toda la atención cuando dijo:

- para su información, mi amiga si tiene hijos y sabe mejor que usted como tratarlos- sonrió con amargura - y el echo de que tuvo la mala suerte de encontrarse a un impresentable muy parecido a usted, que la abandono de la noche a la mañana hace cinco años no la hace menos madre. Al contrario, es una mujer fuerte y comprometedora, y si usted no quiere de eso en su compañía...

-¿cuantos hijos tiene?- preguntó Elliot sin dejar lugar a más sermones.

La rubia le miró confusa, se esperaba cualquier cosa menos eso. De un momento a otro alzó la barbilla desafiante.

- una hija de cinco años- afirmó retándole a difamar lo revelado.

Elliot sabía que había muchos hombres en el mundo y que Serena pudo haber elegido a cuantos quisiera pero de un momento a otro todo control que poseía abandando todo su ser y se levantó de su asiento. No podía ser, se pasó la mano por el pelo y fue a la puerta contigua que tenía en común, pero esta seguía bajo llave. Cabian muchas dudas pero la suya no le parecía del todo absurda.

Desde que está mujer había mencionado a una posible hija de Serena su corazón se había hundido y su razón empezaba incriminarle.

Cinco años atrás, justo cinco años atrás.

***

- Buenos días, señorita Jean- saludó el concerje no más verla en recepción y ella le correspondió con un asentimiento.

- buenos días Matthew.

No estaba vestida con ropa adecuada para él trabajo y se temía que por eso era observada de un modo extraño por sus compañeros, aunque la opción más fiable era que Elliot hubiese puesto carteles de " se busca" con su cara.

Ingresó al ascensor privado de la presidencia que rara vez había utilizado, este tenía un espejo que la advertia de lo floja que tenía la coleta y decidió dar la espalda a las puertas abiertas para acomodarsela, iba vestida con unas skinny jeans negras,unas bambas azules y camiseta roja de franela.

Tenía que arreglar la relación con Elliot y mantenerse en la compañia.

La puerta se cerró tras ella y entonces se percató de que habían entrado dos personas más.

Frente a ella había una mujer alta en enchaquetada , con tacones rojos que tenían detalles de conos metálicos color oro sobre toda la superficie, su traje era de color blanco a rayas negras y su pelo negro de hondas meticulosamente formadas. Su perfume hinundaba el ascensor y parecía ignorar su presencia.

Y Serena la suya hasta que un detalle llamó su atención, se trataba de la mochila rosa con dibujos infantiles que incluso ella misma había cargado.

Y entonces notó a kloe tambaleándose de sueño , la mujer sostenía su mano pero la pequeña no daba más de sí.

- no te duermas- espetó la morena sacudiendo violentamente su mano - tienes que andar, no vas a arrugarme el traje.

Kloe parecía despertarse por unos segundos pero no daba abasto.

- te he dicho que no te duermas- la sarandeo de nuevo y volvió a estabilizarse - recuerda que tienes que decir a tu papá que quieres que me quede con vosotros hoy - dijo con frialdad.

Kloe se vio resentida por unos minutos y simplemente no respondió, Serena apretó los puños y sintió su respiración cada vez más pesada.

-te estás durmiendo - la dio una palmada en la nuca - has oído lo que te he dicho ¿eeh? - las puertas se abrieron y Serena no lo dudó ni una sola vez tiró de Kloe y encaró a la mujer frente a ella con suma fiereza y sin apartar la mirada.

- Como le vuelvas a poner una mano encima a mi hija , voy a limpiar todas y cada una de las plantas del edificio contigo.

Desde toda estancia resonó su voz y cada uno de sus compañeros miraban la tensa escena con expectación, por el rabillo del ojo vio a Elliot aparecer pero no le prestó atención alguna.

La mujer la miraba con los ojos echo platos y el miedo palpable su rostro.

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