34 ¿Malas Intenciones?

Luego de lo ocurrido el lunes me cuestioné si lo mejor sería cortar toda relación con Tyler, pero luego de pensarlo mucho decidí darle una segunda oportunidad considerando lo útil que había sido para mi promedio escolar hasta el momento. Como estaban las cosas ahora, probablemente él sería la diferencia entre la oportunidad de entrar a una buena universidad o a la que fuera que pudiera aceptarme.

El martes por la mañana al llegar a la escuela Tyler ya estaba en el salón de clases junto con otros cinco compañeros y en cuanto me vio me hizo señas para que me sentara en el pupitre de al lado sobre el cual había colocado su mochila para garantizar que nadie se sentara antes que yo. Como no estaba de humor para charlar con él, preferí ignorarlo y sentarme en una banca lo más alejada posible de él. Al ver esto, él se movió junto con sus cosas hasta el asiento que estaba atrás de mí y una vez que se acomodó me habló con naturalidad.

— Hola Lizzy, buenos días, ¿Cómo estás? Creo que no me viste cuando llegaste, estaba apartando un asiento para ti junto a mí.

— Sí te vi, simplemente no tenía ganas de sentarme ahí.

— Por supuesto que no, ese pupitre estaba algo rayado, debí elegir otro para ti.

— No, en realidad eso no me importa mucho, el problema era tu cercanía.

— ¿Perdón? Creo que escuché mal, ¿Hay algún problema?

— Mi problema es que te comprometas a hacer algo conmigo y luego salgas corriendo sin preocuparte siquiera de si llegaré segura a casa.

Justo cuando él estaba a punto de replicar algo, la profesora de química entró al salón e inició la clase. Sin darme cuenta, el aula se había llenado mientras yo discutía con mi tutor. Unos segundos después, mi celular vibró en el bolsillo de mi sudadera y al revisarlo discretamente me di cuenta de que era un mensaje de Tyler suplicando por mi perdón y diciendo que si le daba la oportunidad de disculparse debidamente me lo explicaría todo a la hora del almuerzo. Antes de que pudiera decidir qué le contestaría, la profesora llamó mi atención y me pidió que leyera mi tarea para el grupo. Una vez que terminé de hacer lo que me solicitó, le pidió a Tyler que hiciera lo mismo, sin embargo, este mismo se las ingenió para pedirme perdón de manera discreta a la hora de leer su conclusión aunque pasó desapercibido para los demás.

Las siguientes clases transcurrieron de manera similar, a lo largo de las horas me llegaban varios mensajes de disculpa y notas en mis libretas muy similares a los mensajes. A la hora del almuerzo, antes de que pudiera escapar, Tyler me interceptó y me prometió que me compensaría lo de ayer con un café al rato si tan solo le daba otra oportunidad. Yo respondí que no quería ir con él a ningún lado pero él no se rindió tan fácil y me dio una explicación que yo no pedí — La verdad es que mi madre ha estado algo enferma últimamente, así que las dos veces que he tenido que irme y dejarte ha sido porque mi madre me solicitó que regresará a casa de inmediato para llevarla al doctor. — dijo con gesto repentinamente triste y me pidió perdón por décima vez en el día. Por mi parte, como su explicación logró conmoverme, le dije que dejaría pasar el malentendido por esta vez pero que aún así me gustaría que me invitara ese café que me había ofrecido hace rato como disculpa.

A la hora de salida, ambos nos dirigimos en su auto hasta Yummy & Ready y una vez ahí ambos pedimos un café así como un pye de limón para compartir. Fue hasta que nos sentamos a una mesa que me di cuenta de que era martes por lo que ese día no me tocaba tutoría, eso significaba que debía estar en casa ya y que estar ahí con él significaba romper nuestro acuerdo de mantener las cosas de manera profesional. Luego de analizar las cosas un poco, le dije a Tyler que ya que estábamos ahí podríamos adelantar la tutoría del miércoles y así tener el día de mañana libre, aunque creo que él entendió que quería pasar el miércoles con él, me ahorré la explicación y me dirigí rápidamente hacia afuera para llamar a mi madre y avisarle que llegaría un poco más tarde. A pesar de que no le pareció muy bien que volviera a casa tarde de nuevo, al final terminó cediendo.

Una vez que me reuní con mi amigo de nuevo, ambos sacamos nuestras libretas y nos pusimos a hacer nuestras tareas del día siguiente. Todo iba aparentemente bien hasta que él hizo algo que me pareció bastante extraño. Mientras cambiaba de hoja se cortó el dedo y, aunque me pareció que lo hizo a propósito, no tuve tiempo de emitir ningún comentario al respecto debido a que lo que hizo a continuación me dejó estupefacta. Mientras presionaba su dedo en un gesto que provocó que saliera aún más sangre de su pequeña herida, acercó su dedo hasta que quedó bastante cerca de mi nariz y me preguntó si acaso su sangre no lucía apetitosa. Unos segundos después, cuando pude reaccionar ante su gesto luego de el momento de shock por sus palabras, aparté su mano de mi rostro y le pregunté si estaba demente. Ante esto él pareció sorprendido, como si hubiera estado esperando otra reacción de mi parte y la realidad lo hubiera decepcionado. Sin embargo, solo dijo que estaba bromeando antes de cambiar el tema y fingir que nada había pasado.

Una vez que terminamos con nuestras tareas y resolvió mis dudas respecto a ciertos temas, me llevó a casa en su auto por primera vez. En el camino escuchamos a nuestra banda favorita en común, Arctic Monkeys, y una vez que llegamos me llevó hasta la puerta de la entrada de mi casa para presentarse con mi madre. Ella lo saludó con amabilidad pero una vez que se fue me dijo que había algo en él que la hacía desconfiar. Yo no lo tomé muy en serio y solo me reí diciendo que ese era el trabajo de una madre, desconfiar de cualquiera que quisiera acercarse mucho a su hija. Sin embargo, ella tenía un buen punto a favor, él me había puesto en peligro aunque no fuera a propósito o de manera directa dos veces ya.

Un par de horas después, Tyler me llamó por teléfono pidiendo que le contara cómo había terminado la película que fuimos a ver al cine el otro día para poder terminar de redactar su ensayo. Yo le respondí que mejor la buscara en internet porque mi percepción de los eventos no sería la misma que la suya, pero él sugirió que lo acompañara a ver la película de nuevo mañana prometiendo que esta vez le avisaría a su mamá para que no hubiera ningún inconveniente, a lo cual yo le dije que lo pensaría.

El día siguiente Tyler me insistió bastante para que lo acompañara así que al final acepté para que me dejara en paz. Él mismo pasó a mi casa por la tarde en su auto y nos fuimos juntos hasta el cine. Todo el tiempo fue realmente cortés conmigo, en el cine él quiso pagar todo y compró unas palomitas para compartir como la vez anterior además de dejarme elegir los asientos de la sala de cine donde nos sentaríamos. Una vez dentro de la sala se sentía bastante frío ya que estaba encendido el aire acondicionado y yo no había llevado suéter debido al bochorno que se sentía en las calles, así que solo froté mis manos para intentar entrar en calor. Al notar esto, él se quitó la sudadera que llevaba puesta y me la colocó en la espalda, yo se lo agradecí y me la puse bien para meter mis manos en los bolsillos. Una vez que terminó la película, me llevó por un café y luego me fue a dejar a mi casa. Cuando llegamos, bajó nuevamente del auto para despedirse de mi madre y le di su sudadera antes de que se fuera finalmente.

Al otro día por la mañana, me dijo en cuanto llegué a la escuela que lo habían invitado a una fiesta el viernes y quería que fuera con él. Yo le dije que aunque quisiera ir no creía que mi madre me diera permiso a menos que Alice fuera también y, para mí sorpresa, respondió que seguramente ella estaría ahí con Jacob. A la hora del almuerzo, me reuní con mis amigos y les pregunté si irían a la fiesta, por lo que tanto ellos como las chicas del equipo de animadoras respondieron que no se perderían una fiesta como esa porque habrían varios universitarios. Al saber que Alice y Jacob también estarían ahí efectivamente, acepté la invitación de Tyler sintiéndome más tranquila, así que cuando salimos de la escuela me acompañó a casa y le pidió permiso a mis padres. Estos últimos aceptaron pero lo hicieron prometer que me cuidaría bien y que me traería a casa a tiempo antes de la media noche.

Como Alice y yo acordamos ir juntas a la fiesta y hacer pijamada después como cuando éramos más unidas, después de la escuela nos dirigimos al centro comercial para comprar un par de blusas, mascarillas de tela y labiales que elegimos la una para la otra. Una vez en mi casa, nos pusimos las mascarillas, nos maquillamos y luego ambas nos arreglamos el cabello. Lo último que hicimos fue vestirnos. Ella se puso un pantalón negro de cuero, un crop top blanco de tirantes abotonado al frente, un abrigo negro afelpado a la cintura y unas botas biker negras. Yo me puse una minifalda a cuadros ajustada de cintura alta amarilla con blanco, una blusa igual a la de Alice, un abrigo afelpado blanco a la cintura y unas botas altas al muslo de tacón ancho negras. Una vez que estuvimos listas a las 9 de la noche, Jacob pasó por nosotras en su auto y mis padres se quedaron mucho más tranquilos porque iba con ella.

La fiesta resultó ser en un club del centro de Detroit, al llegar yo le envié un mensaje a Tyler para saber dónde estaba y tanto Jacob como Alice se fueron a la mesa donde estaban las animadoras y los miembros del club de futball americano. A lo lejos pude ver a Edward en la barra de bebidas sentado en un taburete al lado de dos chicas, que tenían aspecto de universitarias, bebiendo caballitos de tequila. Nuestras miradas se cruzaron por unos segundos cuando él volteó hacia atrás y luego de librarse de mi mirada acercó más hacia él a una de las dos chicas para besarla de manera avorazada. Aunque sabía que lo hacía a propósito para hacerme sentir mal, no puedo negar que esto último sí me afectó, de hecho me provocó un deseo interno de querer golpear a alguien así como incontrolables ganas de llorar; era un hecho que cada vez lo conocía menos. Ya casi no quedaba rastro del hombre que era capaz de correr a las tres de la mañana hasta a mí, que me consolaba en los peores días y que prometió cuidarme siempre como una princesa aún si yo era más como un dragón. Aquel chico adorable de cabello castaño del que llegué a enamorarme con locura parecía haberse ido para siempre.

Cuando estaba apunto de ir a buscar a mis amigos para pedirles que mejor me llevaran a casa, alguien me volteó desde atrás y me abrazó mientras me susurraba al oído: — Tranquila cariño, yo lo ví todo. Pero no tienes que estar triste por ese patán, tú mereces algo mucho mejor que ese intento de hombre. Él nunca será lo suficientemente bueno para ti Lizzy… — lo cual me conmovió y me hizo recordar aquella vez que Edward me consoló después de que Jacob rompiera mi corazón. Luego de apartarse un poco de mí pude ver que se trataba de Tyler, el cual lucía realmente guapo esa noche, y una vez que lo saludé continúo hablando.

— Además, te ves demasiado bonita esta noche como para estar triste, me alegra que estés aquí. Vamos a bailar. — dijo antes de tomar mi mano y llevarme hasta la pista de baile.

— No sé bailar. — dije en voz alta para que pudiera escucharme a pesar del alto volúmen de la música.

— No importa, sólo sígueme.

— ¿Tienes algo de alcohol? Creo que necesito un trago.

— Vamos por una ronda de caballitos de tequila entonces, yo invito.

Una vez que estuvimos en la barra, él usó sus encantos para que un par de chicas universitarias que parecían estar bastante aburridas pidieran la ronda de caballitos por él, ya que él no contaba con identificación. Ellas aceptaron mientras le coqueteaban pero antes de que pudiera beber el primer sorbo de tequila con limón, llegaron Alice y Jacob diciendo que cómo podía ser posible que pretendiera beber sin ellos. Ante esto, los cuatro nos echamos a reír antes de tomar cada quién un shot de tequila y brindar. Aunque sentía que con cada pequeño trago aquella bebida quemaba mi garganta, seguí bebiendo hasta terminarme el tercer caballito que me correspondía y, una vez que todos terminamos, Alice y Jacob se besaron. Como esto me puso algo incómoda, le pedí a Tyler que volviéramos a la pista de baile.

Estuvimos bailando entre todos los demás eufóricos adolescentes y universitarios un tiempo aproximado de una hora hasta que me dieron ganas de ir al baño. Él me acompañó hasta la puerta del sanitario de damas y dijo que me esperaría hasta que saliera. Tardé un poco en poder usar el baño ya que había una pequeña fila esperando entrar y tardé un poco más después de hacer pipí porque me detuve en el espejo a retocar mi maquillaje y cepillar mi cabello un poco. Cuando salí, busqué a mi amigo con la mirada pero ya no estaba ahí, en cambio pude verlo a lo lejos en la mesa de unas chicas bebiendo directamente de una botella de whisky. Ante esto me quedé un poco indecisa, pensé en ir yo sola a buscar a mis amigos pero la verdad es que me sentía un poco mareada. Estaba pensando qué debía hacer cuando ví a Edward acercarse a mí.

— Hola Elizabeth, ¿Estás sola?, ¿Tu amigo te dejó en este estado? — preguntó mientras abrazaba por la cintura a la chica rubia que estaba a su lado y luego se besaron antes de que ella se dirigiera al baño.

— No, sé perfectamente dónde está él, ahora mismo voy con mis amigos. — respondí con algo de dificultad para hablar debido al mareo e intenté irme. Sin embargo, en el camino tropecé con el escalón que estaba frente a mí y casí caí al piso pero él me atrapó a tiempo.

— Veo que la vida te trata bien ahora que nos separamos, luces bien. — señaló mientras recogía un mechón de mi cabello que me estorbaba en la cara y lo colocaba detrás de mi oreja. Hubiera preferido caer.

— Gracias, parece que a ti la vida todo lo que te mandó fueron universitarias y una dosis de estupidez. — dije riendo mientras me separa de él.

— Claro, búrlate lo que quieras, pero la realidad es que ya no me importas, ya he pasado de ti. No veo por qué seguiría obsesionado contigo si tú fuiste quien me dejó.

— Mientes, pero no discutiré eso contigo ahora. Sólo diré que es ridículo que tomes la posición de víctima.

— ¿De qué hablas?, Tú fuiste quien dejó de quererme y me cambió como si ya no fuera útil. Cómo quién cambia de celular por uno nuevo.

— ¿En serio piensas que las cosas fueron así? Edward, yo te quería mucho, pero también me quiero a mí misma y por eso es que no podía permitir que siguieras tratándome de la manera en la que lo hacías. Incluso intentaste chantajearme, ese fue el límite.

— Pues estaba desesperado por hacer que te quedaras a mi lado, por días aún tuve la esperanza de que fueras tras de mí como yo lo hice la primera vez. Pero creo que en realidad tú nunca me amaste lo suficiente.

— ¿Que no te amé lo suficiente? Te amé demasiado y mi amor por ti crecía cada día si es posible amar tanto a alguien. Si no fui tras de ti fue porque te convertiste en un extraño para mí, alguien que no confiaba en mí, no por falta de amor. — dicho esto lo miré a los ojos esperando su respuesta pero él solo se limitó a mirarme. Fue hasta un minuto después que respondió.

— Yo...

— Cómo sea, no le veo caso a discutir por esto si ya pasaste de mí. Será mejor que me vaya ahora. — dije finalmente dispuesta a irme esta vez pero él me detuvo por el brazo y me atrajo hacia él para abrazarme. Su pecho se sentía tan cálido y cómodo como siempre además de que su playera desprendía el aroma adictivo de su colonia por lo que me fue imposible separarme de él. No podía negar que lo había extrañado mucho.

— Te extrañé. — me susurró al oído antes de tomar mi rostro con sus manos y robarme un beso corto. Luego se separó un poco de mí y me miró a los ojos para ver mi reacción.

— Yo también te extrañé. — dije antes de colocar mis manos alrededor de su cuello y volver a besarlo.

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