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Capítulo 1: Sueños inquietantes.

Durante varios años, he sido presa de un sueño recurrente que me transporta a un lugar enigmático. Un lugar donde la flora y fauna son notoriamente diferentes; algunas plantas me resultan familiares, pero muchas otras son completamente desconocidas. Sin embargo, lo más intrigante son las criaturas que habitan en ese bosque. Sus rasgos son tan singulares que casi me hacen dudar de su naturaleza animal, considerándolas más bien como criaturas extrañas provenientes de un reino desconocido.

Curiosamente, en esos sueños, me encuentro encarnado en un tigre. Pero no es un tigre común y corriente; es un tigre gigantesco, negro como la noche, con franjas cambiantes. A veces, parecen ser acuosas, mientras que otras veces parecen estar compuestas de fuego.

Durante estas visiones oníricas, también me he encontrado con un Grifo, esa mítica criatura que posee el cuerpo de un león, la cola de una serpiente y la cabeza de un águila. Parecía estar preparado para enfrentarse a mí. Aunque, en teoría, soy ese tigre en mi sueño, en realidad, no tengo control sobre sus acciones. Soy un mero espectador, observando cómo este tigre vive su vida, como si estuviera inmerso en una película en primera persona.

Al principio, consideré que estos sueños eran algo normal. Sin embargo, se han repetido día tras día, y lo único que cambia son las acciones que el tigre realiza y los escenarios en los que se desenvuelve. Cada vez más, comienzo a creer que este lugar existe en alguna parte y que mi mente me está conduciendo hacia él.

No sé qué hacer al respecto. Temo estar sucumbiendo a la locura, lo cual no sería sorprendente, considerando que serví a mi país en el ejército combatiendo la guerra contra el narcotráfico. He sido testigo de cosas que preferiría olvidar.

En una ocasión, mientras patrullábamos, fuimos emboscados por un grupo criminal, de inmediato repelimos la agresión derribando criminales con cada accionar del gatillo. Pero nos superaban en número, poco a poco mis compañeros y mi comandante cayeron dejándome solo en el combate, cuando mis cargadores quedaron desabastecidos pensé que sería mi final.

Para mí fortuna, llegaron mas elementos del ejército en nuestra ayuda abatiendo a los enemigos restantes mientras trataba de ayudar a mis compañeros, por desgracia, perdieron la vida frente a mi.

Finalmente, después de años, me retiré del servicio militar al alcanzar la edad avanzada. Pero ya no era la misma persona. Había experimentado tantas cosas y estado en tantos lugares . Afortunadamente, cada vez que me encontraba en un enfrentamiento lo repelía de la mejor manera, eso mismo me estaba afectando psicológicamente no dejándome llevar una vida tranquila.

Hoy en día, a los 42 años, trabajo como guardia de seguridad en el concurrido centro comercial de esta pequeña ciudad. No aproveche mi tiempo en el ejército para estudiar una carrera en línea, por lo que solo me quedaba trabajar en algo que mi anterior empleo me permitía.

Aprovecho mi experiencia previa en el ejército, pero siento que algo está afectando mi cordura. Esta mañana, desperté con el mismo sueño inquietante, lo que me hace cuestionar mi propia estabilidad mental. Aun así, como ya es rutina, me levanté y me vestí con unos vaqueros y una camisa azul, acompañados de una chaqueta. Fui al baño para lavarme la cara, intentando despejarme.

Sin duda, el trabajo está pasando factura en mi apariencia. En mis años de juventud, solía ser atractivo, destacándome con mi cabello castaño oscuro y facciones marcadas debido a mis experiencias en el ejército y en diversos trabajos previos.

Sin embargo, ahora, a los 42 años, mi rostro refleja cansancio. Las arrugas se han hecho más evidentes en mis mejillas, y mi mirada ha perdido el brillo que solía tener. Mis ojos color avellana ya no resultan tan atractivos.

"¿Debería empezar a usar cremas?", me pregunto. Aunque dudo que eso realmente mejore la apariencia de mi rostro.

Ahora que lo pienso, mis padres deseaban que formara una familia, pero siempre le di más importancia al trabajo. Había una chica con la que estaba saliendo, llevábamos cuatro años juntos cuando le propuse matrimonio.

Ella prometió esperar a mi regreso, pero la carga emocional y psicológica estaba afectando a ambos, cuando salí herido de un enfrentamiento no podía olvidar su rostro lleno de angustia y lágrimas cuando me vio después de eso, al parecer le habían informado de mi situación.

A pesar de amarnos, ella dijo no ser tan fuerte para soportar todos los sacrificios que mi trabajo conlleva, y una tarde soleada mientras disfrutaba pasar tiempo con ella simplemente me entrego el anillo de compromiso que le entregué alguna vez y se marchó.

Escuché rumores de que se casó con un hombre adinerado, aprovechando su belleza. Y yo estaba cargado de emociones negativas. Desde entonces, perdí el interés en establecer relaciones personales, y aquí me encuentro, en un apartamento con solo lo esencial y una gran cantidad de dinero acumulado debido a mis ahorros.

Quizás todas estas presiones son las que me dan aquellos sueños tan peculiares, estos sueños inquietantes que se repiten constantemente, el tigre negro y las criaturas extrañas que habitan en un mundo desconocido, comienzo a preguntarme si hay más en juego. ¿Hay algún propósito detrás de estos sueños o es mi cordura apunto de romperse?...

~~~

El sol era muy brillante está mañana, al salir de mi departamento pude darme cuenta de un error. La chaqueta que llevo puesta va a ser un problema con este calor infernal.

Dado que mi turno en el trabajo era vespertino, de 1:00 pm a 8:00 pm, decidí dirigirme al pequeño restaurante que frecuento. No es que no sepa cocinar, de hecho, tengo habilidades culinarias bastante decentes y puedo preparar varios platos típicos. Sin embargo, me resulta más conveniente y satisfactorio simplemente comprar la comida en lugar de invertir tiempo en cocinar. Además, es una forma de gastar el dinero que he acumulado.

Abrí la puerta del pequeño restaurante y entré. Estaba decorado con elementos típicos mexicanos, y el aroma de la comida llenaba el aire, creando una sensación reconfortante. Aunque todavía era temprano, ya había gente disfrutando de las delicias culinarias que ofrecía el lugar.

Una camarera se acercó a mí para tomar mi orden.

—¡Buenos días, señor Oscar! ¿Cómo está el día de hoy? —me saludó una hermosa joven de cabello negro. Su piel tenía un brillo saludable, a diferencia de la mía, tenía un hermoso color de piel canela, y su sonrisa irradiaba alegría, cabello largo hasta la espalda sujeto en una cola de caballo y un fleco largo y abundante; tenía una estatura promedio, alrededor de 1.57 metros, llevaba puesto un pantalón de mezclilla, tenis blancos, una camisa azul con escote sin mangas y sobre ella un mandil color blanco.

Mantengo mi verdadero nombre en secreto, así que aquí en esta pequeña ciudad de Michoacán me llaman Oscar.

—Tan animada como siempre, Ximena. Estoy de muy buen humor esta mañana.

—Me alegra escucharlo, señor Oscar. ¿Desea hacer su pedido? —preguntó Ximena con una sonrisa.

—Por supuesto... —le devolví la sonrisa y le describí mi orden. Luego, se alejó para traerlo.

Mientras esperaba mi almuerzo, revisé mi teléfono y vi varias publicaciones en Feisbuk que hablaban de personas encontradas muertas en lugares lejanos a donde me encontraba. Aparentemente, eran víctimas del crimen organizado.

Todos los cuerpos eran masculinos y según la información de la publicación solían vivir en esta zona de Michoacán. Ha habido varios enfrentamientos por el control de la región, y también un número alarmante de mujeres desaparecidas. Sin duda, eran tiempos difíciles para los habitantes. Me da un poco de tristeza saber que no ha cambiado nada desde que estuve en el ejército hasta ahora.

—Aquí tiene su orden, señor Oscar. Un plato de pollo con arroz, frutas frescas y un vaso de jugo. ¡Que lo disfrute! —se acercó Ximena con la bandeja en la mano y colocó la comida delicadamente sobre la mesa. Luego, se retiró deseándome nuevamente que disfrutara de mi comida.

Mi mente se liberó de esos pensamientos sombríos y comencé a saborear la deliciosa comida frente a mí. Era realmente exquisita.

Levanté la vista para observar a mi alrededor. La mayoría de las personas aquí venían acompañadas, ya sea por sus familias o parejas. Yo era la única persona que estaba sola, lo cual resultaba un poco deprimente. Aunque tal vez lo más triste era que me había acostumbrado a esta soledad.

Cuando terminé mi comida, llamé a Ximena para pagar la cuenta. No tardó mucho en entregarme la etiqueta con el precio. Pagué el dinero y Ximena se disponía a marcharse.

—Espera un momento —la detuve.

—¿Sucede algo señor Oscar?.

Ximena me miró con curiosidad y confusión, mientras yo rebuscaba en mi cartera y sacaba un billete para dárselo como propina. Ella se sorprendió al instante.

—Pero… esto es demasiado, es incluso más del precio de su comida. No puedo aceptarlo —titubeó la chica, un poco avergonzada.

—Tranquila, es porque aprecio tu servicio y reconozco tu esfuerzo. Me alegras las mañanas y es lo mínimo que puedo hacer —le sonreí y puse el dinero en sus manos.

—Pero…—ella seguía indecisa, probablemente cuestionándose si debería seguir aceptando o no el dinero. Entendía sus dudas, pues seguramente la gente podría malinterpretar mis intenciones creyendo que tengo motivos ocultos y no dudo que Ximena también lo haya pensado en alguna ocasión.

—Señor Oscar, ¿no tiene a alguien con quien compartir este dinero? —indagó un poco en mi vida personal.

Inmediatamente, mi sonrisa se desvaneció. Ella debió haberlo notado, ya que se disculpó de inmediato por su pregunta. No podía culparla; así que simplemente respondí su pregunta.

—Estás en lo correcto. No tengo a mi familia conmigo en estos momentos y hace mucho que no veo a mis amigos. Hace tiempo que no veo a mis padres y hermanos. Me contaron que trabajas aquí para pagar tus estudios universitarios y es algo que valoro mucho, así que no te sientas de esa manera —expliqué lo más calmadamente posible. Hablar de estos temas por alguna razón era complicado.

—Además, me recuerdas a alguien muy querido para mí —le dije, mientras la observaba. Casi podía ver el reflejo de mi hermana en ella. Mi hermana había sido mi mejor amiga en tiempos difíciles, y al igual que mis padres, hacía mucho tiempo que no los veía.

—Yo… lo siento, no debí haber preguntado —susurró Ximena, avergonzada.

Me levanté de mi asiento, dispuesto a abandonar la mesa y dirigirme a la salida. En mi camino estaba Ximena, parecía apenada, así que acaricié su cabeza, esperando no incomodarla. Parecía un poco aliviada al ver que no reaccioné de manera negativa.

—Muy bien, nos vemos luego —corté la interacción y me despedí con un ligero movimiento de mano mientras me dirigía hacia la salida.

La chica se quedó procesando por un momento y luego reaccionó, despidiéndome apresuradamente.

—¡Ah, sí! ¡Hasta luego, vuelve pronto! —exclamó con su alegría característica, agitando las manos y sonriendo.

La tarde llegó y me dirigí al trabajo. Mis compañeros me saludaron mientras me ponía el uniforme y pasé el día trabajando, teniendo conversaciones ocasionales con algunos compañeros y compañeras.

Al caer la noche y terminar mi turno pensaba ir a tomar una cerveza para relajarme, no quería ir a un bar así que pase a una tienda por un par de bebidas y las tomé en mi apartamento con algo de música.

Soy muy tolerante al alcohol, pero el cansancio también influye en mi cuerpo, cuando me di cuenta ya estaba pestañeando. Una vez más, lo inevitable sucedió, en aquel misterioso lugar en que me encontraba…

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