``` La historia de un hombre que trae la muerte y una chica que la niega. ---- En la montaña embrujada del reino, dicen que vivía una bruja. Ella nació princesa. Pero incluso antes de su nacimiento, el sacerdote la declaró maldita y exigió su muerte. Envenenaron a la madre para matar al bebé antes de que diese a luz, pero el bebé nació de la madre muerta —una niña maldita. Una y otra vez, intentaron matar al bebé pero ella milagrosamente sobrevivió cada intento. Dándose por vencidos, la abandonaron en la montaña embrujada para que muriera pero ella aún sobrevivió en esa tierra estéril —una bruja. —¿Por qué no muere? Años más tarde, la gente finalmente se hartó de la bruja y decidió quemar la montaña. Pero el Diablo llegó en su rescate y la llevó consigo de aquel lugar en llamas, porque morir no era su destino ni siquiera entonces. Draven Amaris. El Dragón Negro, que gobernaba sobre los seres sobrenaturales, el Diablo con quien nadie deseaba cruzarse en su camino. Odiaba a los humanos pero esta determinada chica humana lo atraía hacia ella cada vez que estaba en peligro. —¿Es realmente humana? Él se llevó a la humana con él y nombró a esta misteriosamente tenaz chica “Ember”, un pedazo de carbón ardiente en un fuego moribundo. Un alma manchada de venganza y la oscuridad del infierno, se levantaría de las cenizas y cumpliría su revancha. ------ Este es el segundo libro de la serie de Los Diablos y Las Brujas. El primer libro es - La hija de la bruja y el hijo del diablo. Ambos libros están conectados entre sí, pero puedes leerlos de manera independiente. ```
Thala se metió el dedo meñique en la oreja, mostrando lo molesta que estaba de ser regañada
—Vosotras dos sois realmente ruidosas. Me volveré a mi habitación si no dejáis de ser pesadas también.
Al verla todavía negándose a ver a Morpheus, Glinda y María se miraron una a la otra. Como si hubieran hecho un acuerdo silencioso, María habló:
—Si aceptas ver al Comandante, nosotras dos haremos tus tareas por un mes entero.
Thala todavía no reaccionó.
—Cocinaré tu plato favorito durante todo un mes, cada día —añadió Glinda.
—Cada mañana, prepararé tu té favorito para ti —comentó María.
Las dos mujeres continuaron cortejando a Thala hasta que ella ya no pudo soportarlo. Finalmente giró la cabeza para mirarlas.
Glinda y María encontraron su mirada con anticipación, esperando sus palabras de acuerdo.
—Vosotras dos —empezó ella, y sus ojos se entrecerraron— no os echéis atrás en vuestras palabras.
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