1 00 Prólogo

Hay un libro azul en la penúltima balda de la tercera estantería a la derecha en la biblioteca privada de la primera princesa.

Sus tapas son aterciopeladas, suaves y polvorientas. No hay un título que indique su nombre y su lomo está nuevo, como si nunca hubiera sido tocado antes.

"Donde florecen las margaritas" está escrito en la primera página.

Entre estas, la historia de una joven que conquista el corazón de un príncipe y un soldado. Una historia que acaba con la muerte de ella, que se sacrifica por salvar al hombre que ama.

—Menudo final de mierda.

Ese fue el comentario crítico que Olivia tenía para esa novela de mala muerte. Borracha y cubierta de lodo, se quedó dormida con el libro abierto sobre ella.

Era una imagen miserable para alguien de la realeza, pero, para ser justos, no había sido su mejor día.

Cuatro horas antes, la joven había tropezado con su vestido y rodado cuesta abajo por la friolera de 10 metros hasta acabar en un charco de barro.

Seis horas antes, su padre había coronado como futuro rey a su hermano mellizo después de prometer que ella sería la reina. Lidió con sus sentimientos bebiendo alcohol como si los ríos se hubieran secado hacía tres días.

Siete horas antes, corría de baño en baño porque la emoción de su debut en sociedad le aflojaba los muelles y por el pelo de una rana no se cagó encima.

Nueve horas antes, Olivia reía pensando que todos sus esfuerzos serían recompensados. Mientras se ponía el vestido más bonito del reino y repasaba su discurso, no dejaba de sonreír. Una mueca que hasta le llegaba a doler porque no se había permitido sonreír a menudo.

Acurrucada contra una estantería, arropada simplente por esa novela, una lágrima se deslizó por su mejilla.

Entre el disgusto, el vino y la historia que acababa de leer, su imaginación rebotaba por

su cabeza como un martillo.

Soñó tantas cosas que se despertó gritando.

—¡Voy a ser la reina de Oltremare!

No fue un grito alegre ni emocionado. Salió directamente de sus pulmones con una fuerza que le abrasó la garganta.

Como a pesar de todo seguía siendo una princesa, Olivia se despertó en su cama y no en el frío suelo en el que se había dormido. No había rastro del libro que le había dado pesadillas y el cual necesitaba consultar.

Si su borrachera no le había distorsionado demasiado la realidad, juraría que la historia que había leído le resultaba familiar.

Demasiado familiar.

Su billete VIP al trono.

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