Rosemary no podía creer que finalmente iba a conocer a su hijo. Su corazón latía tan rápido y sus manos temblaban. Después de todos estos años, finalmente sabría cómo se veía, cómo sonaba y todo sobre él. Quería abrazarlo, tenerlo en sus brazos y nunca dejarlo ir. Quería compensar todo el tiempo perdido y ser la madre que estaba destinada a ser.
Sin embargo, Rosemary también se dio cuenta de que no solo no pudo proteger a Adrienne, sino también a su primogénito. Mientras pensaba en cómo su esposo y su amante la habían engañado, Rosemary no podía evitar sentir una mezcla de ira y traición. No podía creer que había sido engañada durante tanto tiempo y el peso de su propia ingenuidad la aplastaba. La abrumadora culpa la consumía, sabiendo que inconscientemente había permitido que sus hijos sufrieran por su causa.
Support your favorite authors and translators in webnovel.com