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Los otros siguieron su ejemplo, y el tintineo de los vasos llenó el aire. Adrienne notó la incomodidad de Lennox y le apretó la mano para tranquilizarlo. Sabía que era difícil para él estar en la misma habitación que su familia, pero estaba decidida a aprovechar al máximo su tiempo allí.
Se inclinó hacia él y le susurró—¿Estás bien? ¿Nos vamos?
Lennox negó con la cabeza. También quería reunirse y hablar con su abuelo. Era solo que cada vez que miraba a sus dos tíos y tías, no podía evitar recordar la muerte de su padre.
—Estoy bien, Addie —contestó—. No te preocupes, amor. Vine aquí por una razón.
La conversación fluía con facilidad, y pronto, estaban hablando de todo, desde política hasta negocios y eventos actuales.
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