1 HABLANDO CON ELLA

La luna se deslizaba por el cielo negro; el juego de luces y sombras en mi habitación. El sonido de los pasos que revelaban la proximidad de algo o alguien, el viento gélido susurrando através de mi ventana. Y las cortinas ondeantes.

«Es el viento» pensé. Las vigas retumbaron con los pasos. Y ese sentimiento de nuevo; el de cada noche. Cuando los pasos cesarón me desperté sobresaltado; bañado en mi propio sudor. Y la sombra espectral parada al pie de mi cama.

—Tú de nuevo —susurré con la voz carrasposa por la pesadez de la madrugada—. Qué es lo que quieres, ¿Mi alma? ¿Mi miedo?, pues dejame decirte, que le temo más a los vivos que a los muertos.

—Yo soy la muerte —dijo... Y las vigas temblaron con su voz sísmica.

—Te estuve esperando —suspiré—, siempre fuiste distante a mí, sin embargo... En las noches de melancolía, con el hastío de la vida: yo te llamaba; suplicaba por tu venida, "querida".

La sombra se tornó carne, la blanca piel se descubrió de entre la oscuridad, la tenue luz de las farolas fuera de la casa: le iluminaban levemente el rostro: joven, perfecto y demasiado hermoso; la mujer más bella que jamás vi; pues su belleza eclipsaba a la luna enrojecida.

—Escuché tu llamado, tu voz ondeaba a través de los mares, se mecía con el viento hasta que por fin decidí oírte —dijo la mujer; está vez su voz se escuchó dulce y amable.

—No obstante —miré distraído por la ventana—, en realidad no deseo morir; pero si la muerte conlleva paz: pues, soy tuyo. Quizás así el dolor perpetuo: Se torne inexistente.

—No estoy aquí para quitarte la vida —dijo con la voz aterciopelada y dulce—, estoy aquí porque te amo.

—¿Amor? —repliqué.

—Si —susurró—, te amo.

—Solo la mente humana, puede inventar algo tan banal como el amor —me empeciné—, no creerás tú en eso ¿o sí?

—Si: El amor es la fuerza primordial del universo; armoniza al todo.

—Por favor... —Murmuré—, en el concepto de percepción del tiempo: la inteligencia humana sensible: intenta rápidamente justificar: la existencia sin sentido ni propósito. Todo el mundo es tan falso como Internet, sin embargo... ¿Crees que amamos de verdad? ¿Por qué no te llevas mi alma y de una vez  acabas con esto?

—Verás, el amor se eleva por encima de la percepción humana, antes de que inclusive existieran humanos: El amor ya era, y seguirá siendo después de que mueran. No es el amor lo que se acaba: es  la capacidad de sentir, de procesar amor lo que se agota en sus corazones. El amor no se desvanece jamás —explicó.

—¿Y que me dices de la maldad? —formulé.

—Así como la oscuridad es la ausencia de la luz: la maldad es la ausencia del bien; simple causa y efecto, ser o no ser. El mundo se rige por estas dualidades: blanco o negro, luz u oscuridad, La vida y la muerte.

—Y entonces... Dices que me amas ¿por qué? —insté.

—Porque la muerte ama la vida.

(fin del relato. Más relatos a continuación)

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