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Aislada y la luna brillaba en todo su esplendor. Una jóven contemplaba aquel magnífico espectáculo desde el jardín de su casa. Todos los habitantes dormían o permanecían en el calor de sus hogares, a excepción de ella. La joven se formulaba mil preguntas mientras miraba la bella luna.

¿Cómo es el mundo exterior? ¿Por qué ninguno de su aldea salió o deseó salir de allí? ¿Por qué la luna está tan lejos? Había tantas cosas que no entendía de este mundo. ¿Por qué no podía irse de esa aldea? ¿Cómo era enamorarse? El amor ¿Es dulce o amargo? ¿Frío o cálido? ¿Qué tan fuerte es? ¿Es cierto que al enamorarse es capaz de arriesgarlo todo?

Cada vez que ella hacia esas preguntas su abuela, único pariente con vida que tenía, le daba la misma respuesta : "No tienes por qué saber eso". Pero ella de verdad deseaba saber, anhelaba conocer. Cuando el viento empezó a descender y su piel se volvió como las gallinas se frotó ambos brazos y entró a la casa donde su abuela acababa de preparar la cena.

Aún con sus casi 400 años era una mujer muy bella. Su rubia cabellera brillaba con la misma intensidad que cuando era jóven. Su turquesina mirada entre cálida y pícara todavía conservaba su viejo esplendor.

Y su lozana piel de no ser las arrugas típicas de la edad, bien podría pasar por la de una jovencita. Así eran todos en la aldea pero la jóven nunca le dió importancia a su aspecto físico.

Esa noche le planteo su deseo de ir a la Academia Star, lugar donde asisten alumnos de diversas razas. Pero la actitud de su abuela fue rotunda

- Que tonterías dices Elizabeth, sabes que no puedes

- ¿Por qué no? Quiero conocer más allá de los límites de nuestra aldea

- Sería algo imposible para ti asistir a esa academia. En cuanto a conocer el mundo exterior, sabes lo que pienso de ello.

- No lo entiendo ¿Por qué?

- ....

- Pero abuela

- Acaba la cena

Elizabeth suspiró resignada ya que conocía la terquedad de su abuela como para darse cuenta que insistir en el tema era algo inútil. Sin sentido. Pasaron tres días sin tocar el tema, Elizabeth estaba triste ya que no podría cumplir su tan anhelado deseo.

Pero una tarde, al regresar de hacer las compras se encontró con una sorpresa. Una carta para ella de la Academia Star donde decía que se la había admitido como ingresante. Partiría al día siguiente.

La felicidad colmó su ser al completo. Al fin su deseo de salir de la aldea se cumpliría. Podría conocer el mundo. Pero a su abuela no le hacía ningúna gracia aquella novedad. Sin embargo no tenía opción, sabía que debería dejarla partir.

Cuando el carruaje de la academia llegó subieron sus pertenencias en silencio. Pero al cabo de unos momentos su abuela la abrazó fuertemente.

-Te extrañaré Elizabeth

- Tranquila abuela, todo estará bien

- Lo se pequeña. Lo sé

- Debo irme

- Un consejo, no te enamores nunca

- ¿Eh? ¿Por qué dices eso abuela? ¿A qué te refieres?

- Solo hazme caso, nunca te enamores o lo lamentarás.

Luego su abuela entró a la casa, dejándola con mil dudas al respecto. Típico de ella. Frunciendo el ceño Elizabeth subió al carruaje y segundos luego estuvo en camino.

El lugar era inmenso, parecía sacado de un cuento de hadas. El césped era verde intenso, un misterioso bosque rodeaba a la magnífica academia. Varios edificios de muchos pisos la formaban.

Era como si estuviese sumergiéndose en un maravilloso mundo encantado. Mucho mejor de lo que los libros decían de ese lugar. Su corazón latía tan fuerte que parecía querer escaparse de su pecho.

Fue conducida a dónde sería su habitación. Al entrar abrió enormemente sus ojos ya que ese cuarto era más grande que su casa de la aldea. En cuestión de minutos todas sus pertenencias estaban acomodadas allí y sobre su cama aguardaba su nuevo uniforme.

Cuando fue hora de ir a clase se miró por última vez en el espejo y salió rumbo al salón de clases. En el camino se encontró con uno de los profesores quien al verla se detuvo.

- Elizabeth ¿Verdad?

- Si

- Seré uno de tus profesores. Pareces triste ¿Estás nerviosa?

- Oh perdón, estaba distraída.

- No te preocupes, no es raro que te sientas nerviosa en un lugar nuevo. Después de todo vienes de la Aldea Aislada. Además tú transferencia sucedió en un momento poco común. Eso pondría nervioso a cualquiera.

El profesor era muy amable y acertó en todo lo que dijo. Estaba muy nerviosa ya que a partir de ese día sería una estudiante de la Academia Star. Debería prepararse mentalmente pero tan nerviosa estaba que sujetó los bordes de su uniforme para darse ánimo.

El profesor le habló de algunas cosas que le resultarían útiles en su estadía allí.

- No te preocupes tanto Elizabeth, los estudiantes de aquí tienen carácter fuerte pero son agradables. Creo que te llevarás bien con ellos. Tal vez muchos digan cosas de tu raza pero la discriminación racial aquí está prohibida. Aquí no tienes que preocuparte por nada, solo disfruta de la vida en el campus de la Academia Star.

- ¿Discriminación racial? - aquello sorprendió a Elizabeth ya que no entendía a qué se refería exactamente. - ¿Qué es eso?

- Veo que ni siquiera sabes de eso

Avergonzada Elizabeth bajó la mirada enrojecido su rostro y murmuró levemente

- Lo...lo siento

- No te disculpes, estoy al tanto de tus circunstancias. Debí saberlo. Dime ¿Has oído hablar sobre las Clases De La Oscuridad? Hay normas que dictan tu clase de acuerdo a tu raza. Por ejemplo ¿Cuál es tu raza?

- Soy...soy una zombie

- Está bien, los zombies están entre los estratos más bajo de las clases de la oscuridad. En contraste la clase más alta es la de los Vampiros, la segunda son las sirenas y tritones, luego vienen las sucubos, los nefilim, los demonios, los Frankestein y las medusas. Y en categorías inferiores están los invisibles, las momias y los lobos. Para finalizar con los zombies. Sin embargo esto no tiene importancia aquí. Cómo te dije, la discriminación racial está terminantemente prohibida en esta Academia. Sin ir más lejos, el director de este lugar es un invisible.

Una de las razas de clase baja.

- ¿Un invisible?

- Si,es un hombre invisible. Y no es necesario que recuerdes todas las razas porque podrás sentir las diferencias de unas sobre las otras.

- ¿Podré sentirlas? Wow, es la primera vez que oigo esto y ya estoy algo confundida.

- Es difícil ponerlo en palabras ¿Quieres verlo? - en ese momento el profesor puso su dedo sobre el pecho de Elizabeth - No te muevas.

Por más que ella quería moverse su cuerpo no le respondía, permanecía inmóvil ya que al oír la orden del profesor se paralizó al completo.

- ¿Ves? - prosiguió el profesor - Al decirte "no te muevas" te dí una orden - de pronto el miedo invadió a la jóven. Miedo y terror ya que se sentía atrapada en su propio cuerpo - Terminamos, puedes moverte.

En ese instante el cuerpo de la jóven se sentía liviano y libre otra vez. La paz regresaba a ella nuevamente

- ¿Qué ha sucedido?

- A eso me refería al decir que podrías sentir las diferencias entre razas. Da miedo ¿No? Mi raza es más alta que la tuya . Soy un Frankestein,por eso no pudiste desobedecer mi orden. Por lo general podemos usar ese poder para controlar a las razas de clase más baja. Pero como te dije el uso de la "Orden de Obediencia"está prohibido en el campus y quién la use sería expulsado de la academia definitivamente. Así que si alguien usa ese poder sobre ti es importante que me lo digas. Bueno tu salón de clases está a la vuelta de la esquina.

- Gracias profesor.

Elizabeth quedó preocupada con esa información nueva, sentía que se había metido en un lugar complicado y peligroso. Sin embargo fue su deseo y debía esforzarse ya que al fin y al cabo ese era un sueño hecho realidad.

Los pasos resonaban mientras el profesor y Elizabeth caminaban por el corredor

- Bien, llegamos. Este será tu salón de clases a partir de hoy. No te preocupes, te llevarás bien con tus compañeros.

Una alegre sonrisa iluminó el rostro del profesor hecho que alentó a Elizabeth a entrar a lo que sería su nueva vida.

- Estoy un poco nerviosa - sus manos sudaban - Cálmate

En el momento en que la puerta del salón se abrió todos los estudiantes la miraron . El salón de clases era enorme y sus ventanales muy bonitos. Los murmullos resonaron por todo el salón.

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