10 Capitulo 9.- Hola, déjame decirte algo

Mientras la garra de Aavig se encontraba peligrosamente cerca del cuello de Daniel, su mirada estaba fija en Be, como si buscara retarla, provocarla. Be miraba desafiante, pero con impotencia, sabia que cualquier movimiento en falso pondría en peligro a Daniel. Poryac se mantenía sentado con un semblante tranquilo como si no le importara lo que estaba pasando, pero bajo esa tranquilidad estaba consciente de lo tenso que estaba el ambiente, sabia que tenia que hacer algo para poner a salvo a Daniel. En cambio Daniel sabia que no podría morir debido a la bendición que tenia por lo que no le importaba si le daba un corte fatal, lo realmente preocupante para él era el dolor que podría sentir.

— ¡Be! — la dulce voz de Cer se escucho de entre los puestos — Por fin te alcanzamos, dime por qué corriste tan de pronto ¿Qué paso?

— Te fuiste muy contenta y no nos dijiste nada, que fue lo que dijeron — continuo Ro

Agitados, tomando bocanadas de aire llegaron Cer y Ro.

— ¡No se acerquen! — Grito Be — Esto es un problema, ese bastardo esta amenazado a Daniel

— ¿Por qué tanta hostilidad? — Pregunto burlonamente Aavig — Si solo le estoy dando un abrazo amigable a este tipo, ademas…. Ahora que lo veo bien me pregunto ¿Que esta haciendo un humano paseándose tan tranquilamente por el mercado? Se comporta como si fuera su casa, eso me llena de mas curiosidad.

La garra se hundió un poco más en la garganta de Daniel, por la presión que ejercía se quedo sin aliento, poco a poco su sangre empezó a salir por la herida dejando unos caminos rojos en su cuello.

— ¡TE DIJE QUE LO DEJARAS! — Grito desesperada Be. Sin dudarlo arqueo su espalda hechando para atrás su cuerpo, acumulo una enorme tensión en sus pequeñas piernas, alisto sus pequeñas garras, miro fijamente a su objetivo y mostrando sus colmillos se preparo para el ataque.

Ni Cer, ni Ro sabían qué estaba pasando, ni el por qué estaba en tan peligrosa posición Daniel, lo que si tenían claro es que Be estaba cegada por la furia, dispuesta a matar a Aavig. Ro sabia que tenia que detenerla pero antes de poder correr a donde estaba su hermana, súbitamente la garra se alejo del cuello de Daniel y levantando las manos Aavig se mostraba rendido. Junto con la gran bocanada de aire que tomo Daniel la tensión desapareció.

— Siempre es lo mismo contigo Be, solo sabes recurrir a la violencia — continuo altanero Aavig — si no tienes más cuidado, podría llegar a pensar que esos arrebatos son la forma de demostrar tú impotencia y frustración al no poder superarme.

—¿Qué es lo que acabas de decir?—Contesto desafiante Be.

— Así como lo escuchas, estas frustrada por no poder ser mejor que yo y solo buscas cualquier excusa para tratar de atacarme ¿O por qué más estarías furiosa? A poco en realidad te importa este simple y patético humano.

Los humanos son simples materias primas en este mundo. Por ello es que nadie sabe del caso especial de Daniel, solo unos cuantos como Ukosok y Lepaula sabían de la naturaleza del nuevo padre de los jueces pero no tenían idea de quién se trataba. La gente del pueblo había escuchado los rumores pero no sabían quién era, ni mucho menos esperaban que se trataba de un simple humano. La gente del mercado solo sabia que Lucifer se había retirado y que alguien estaba a cargo de los jueces.

— Y eso a ti que te importa — continuo ya relajada Be — si es importante o no, es un asunto que no tiene nada que ver contigo. Ademas ¿Superarte? que ya se te olvido que ya te superamos.

Cer y Ro se acercaron a Be mostrando su apoyo y unidad.

— ¿Así?… no, no, no… cuándo entenderán que ustedes no tienen posibilidad de ganarme. Esto es momentáneo solo son una novedad con su "corte fino", pero sabes con el tiempo todos se olvidarán de eso. El desmembramiento, las vísceras, la sangre, lo violento, eso es lo que a ellos les gusta, esta arraigado muy dentro de nuestro ser, esa es nuestra naturaleza. Con el tiempo los demonios se darán cuenta que lo de ustedes es solo algo pasajero, aburrido, sin relevancia y cuando eso suceda ustedes volverán a donde pertenecen, al rincón olvidado de este mercado.

— No… no… nosotros — Con dificultad alzo la voz Ro — les demostraremos…

— ¿Demostrar qué Ro? — Interrumpió Aavig — ¿Que acaso no se cansan? Lo único que an demostrado hasta ahora es que no pueden sobresalir. Cada ves que intentan algo, ustedes son superados fácilmente. Es por eso qué lo único que hacen los mercaderes es saludarles alegremente como si fueran grandiosos, pero ustedes saben que lo único que tienen de grandiosos es que su padre es Lucifer, pero fuera de ello no valen nada. Todos aquí lo saben y mientras por fuera les sonríen, por dentro todos están decepcionados por que no son nada comparadas al anterior Juez. Siendo sincero y analizando mejor creo que yo soy su único amigo en todo este lugar, por que tan siquiera yo les digo la verdad de frente, Ustedes son…

— Ya… — busco interrumpir Poryac

— Unas… — Continuo agrediendo Aavig.

— Deten… — siguió tratando Poryac

— ¡YA BASTA! — La voz de Daniel se escucho con fuerza y claridad.

Desde que Aavig empezó ha vociferar, Daniel miro fijamente a sus hijas e hijo, no pudo evitar notarlo, Be apretaba sus puños de impotencia, Ro bajaba la mirada en señal de derrota, Cer apretaba sus labios conteniendo sus ganas de llorar, los tres simplemente aceptaban las palabras de Aavig como una absoluta verdad. También sabia la posición en que estaba Poryac, el claramente no podía decir nada, es el líder de los mercaderes por lo que su posición tiene que ser neutral y sin importar que tanto aprecie y valore a los jueces, el no puede dejar que sus sentimientos nuble su juicio, con dolor tenia que aceptar que las palabras de Aavig a pesar de ser agresivas eran verdaderas, por lo que no podía alzar la voz en favor de los jueces de forma arbitraria. Decir algo que lo posicione en un bando podría indicar que esta con favoritismos a ciertos grupos y mas cuando Aavig estaba en lo correcto, la presión social a la que seria sometido podría poner en riego su posición. Daniel había visto la verdad detrás de todo este teatro, eso era claramente lo que quería Aavig, él solo estaba esperado a que se cometiera un error, algo que podría aprovechar para tomar el puesto de Poryac. Era una absoluta verdad de este mundo que los demonios siempre están luchando por poder. Todo eso lo vio claramente Daniel por lo que empezaba a entender la posición de cada uno de los personajes en esta historia, el premio: el titulo de Líder del Mercado. El medio: La debilidad de los actuales Jueces. Los rivales: Aavig y Poryac.

Pero aunque Daniel lo entendiera, era claro que él es solo es un humano, con limitado conocimiento. Según su ideales humanos seria extraño que un adulto como Aavig este reprendiendo altaneramente a unos niños, puesto que eso aparentan Cer, Be y Ro, y que una autoridad como Poryac no actuara daba a entender algo, aquí sigue siendo la ley del mas fuerte, cada quien se tiene que defender con sus propias uñas. Daniel tenia que recordad que este es el infierno, que las reglas son distintas y que posiblemente él no puede hacer nada.

"Vas a ser su nuevo padre, te encargaras de ellos y los guiaras para convertirse en los demonios que deben ser", las palabras de Lucifer retumbaron en la mente de Daniel. El no conoce cómo funciona el infierno, ni sus normas, pero eso no importaba aun así el tenia ahí a sus hijos, impotentes ante los agravios de Aavig y como su padre no podía permitir que siguieran siendo tratados así. El recuerdo de un texto apareció frente a sus ojos, "Los hijos siempre van a tener problemas en el circulo social en el que se desarrollen, por lo que es correcto dejar que ellos mismo solucionen dichos conflictos, que los padres se dediquen a resolver los problemas por ellos solo les traerá consecuencias a largo plazo. Pero no hay que olvidar que por su inmadurez pueden a llegar a empeorar dichos conflictos llegando a soluciones erróneas, por lo que también es importante que ustedes, como padre o madre, intervenga en el momento adecuado para demostrarle a su hijo, a base del ejemplo, la manera correcta de solucionar el problema al que se enfrentan, así demostrara que confía en que su hijo podrá solucionar sus problemas, pero también que usted esta para cuando necesite de su ayuda, que siempre será un apoyo para el"

— ¡YA BASTA! — Exclamo Daniel, mientras caminaba en dirección de los trillizos — Be, Ro, Cer vámonos a casa ya es tarde.

— ¿Que paso? ya se tienen que ir, adelante la verdad a sido dicha y ustedes no tiene forma de contradecirla — Continuo burlonamente Aavig

— Es cierto Daniel, no puedo dejar esto así voy a demostrarle que se equivoca — Continuo furiosa Be

— Vengan los 3 — Dijo serio Daniel — mirenme y contesten ¿Porque estás enojada? ¿Porqué estas nervioso? ¿Por qué estás llorando? ¿En realidad temen tanto el ser despreciados?

— Es que no tienes idea lo horrible qué se siente, ser señalada, ser la burla por no cumplir con las expectativas que tienen de mí, ya no quiero sentirme así… ya… ya — Dijo Cer casi al borde de las lagrimas.

— Claro que no lo se — Interrumpió Daniel mientras se inclinaba hacia ellos — Les voy a decir algo, ni yo, ni nadie de los que están aquí tiene la menor idea de como se sienten, de la ira que tiene, del coraje que guardan, ni mucho menos sus motivos para llorar, es por eso que nadie sentirá compasión por ustedes.

Los tres solo estaban con la mirada al suelo, empuñando sus puños hasta el punto de lastimarse así mismos, apretando los labios casi al punto de reventárselos, sus respiros eran pausados y fuertes, con los ojos tan humedecidos como si estuvieran bajo un estanque de agua. Con cada palabra que Daniel les había dicho los tres sentían como si una flecha dolorosa y venenosa les atravesaba el corazón.

— Pero al igual que eso — continuó Daniel con una voz suave — ninguno de nosotros sabemos el esfuerzo que le an dedicado, las horas de practicas que invirtieron, ni tampoco sabemos el sudor que an derramado, por lo que ustedes no tienen nada que demostrarles a los demás, ni mucho menos esperar su aprobación. Sus logros, sus victorias son solo suyas y a los únicos que tiene que demostrarles, a los que tienen qué superar es a ustedes mismos. Nadie tiene el derecho de juzgar sus victorias ni de reprocharles sus derrotas, ustedes tres son únicos y no por ser jueces, ustedes son mis preciadas hijas, mi grandioso hijo y de ahora en adelante yo soy su padre ya no tendrán que cargar todo solos, por que yo estoy aquí para ustedes.

Los tres miraron fijamente el rostro alegre y orgulloso de Daniel, estaban tan anonadados por esas palabras que no podían entender cómo de esa boca, de la cual salieron esas palabras hirientes, ahora habían salido unas hermosas palabras sanadoras. Sus lagrimas que tanto guardaron empezaron a fluir de una manera tranquila como una gota que atraviesa un cruel desierto, apaciguando ese dolor que sentían, lagrimas que ellos no habían sentido antes, lagrimas de alegría, de paz, de desahogo. Sin pensarlo dos veces los 3 se abalanzaron sobre Daniel, que por estar en cuclillas no pudo mantener el balance por lo que termino cayendo sentado, con sus tres niños limpiándose las lagrimas contra sus brazos y su pecho mientras gritaban liberando su frustración.

— Pero que es esta estupida escena — hablo con coraje Aavig. La mirada tranquila y serena de Daniel cambio totalmente al levantar la mirada hacia Aavig. En su lugar se podía apreciar una mirada con coraje y furia.

— ¿Aavig verdad? Te dire esto solo una ves, si vuelves a burlarte de mis hijos no te lo perdonare y no dudare en acabar contigo.

Podrían considerarse como unas palabras vacías ya que provenían de un simple humano que no tenia ningún poder, ni mucho menos una habilidad de combate especial. Pero a pesar de eso Aavig quedo paralizado, la mirada de Daniel era como una sombra tenebrosa. No lo entendía, era un humano, un simple e impotente humano enojado, pero sus más primitivos instintos le advertían, le gritaban que algo no estaba bien, que se tenia que alejar lo mas rápido posible.

— ¿Todo bien Daniel? — Comento extrañado Ro.

— ¿Eh? Sí, sí, todo bien — Contesto alegre Daniel — Mejor ya vámonos de aquí ¡Saben! Que les parece si vamos por algo dulce para olvidarnos de estos malos momentos.

— ¡Siiii! — Gritaron al unisono los trillizos y Poryac.

— ¿Eh? ¡Tu por que te agregas!

— ¡Ya sé! — continuo eufórica Cer — vamos por unos helados.

— ¡Es una genial idea! — Todos lo aprobaron.

— Pero tú no Poryac — Dijo Daniel.

— Claro que sí, así podré contarte como se preparan los helados en este mundo, desde cómo se consiguen los sabores, hasta la leche que se utiliza en su elaboración je je je — Continuo eufórico Poryac. La mirada de preocupación de Daniel no ocupaba interpretación.

Con forme la alegre familia se retiraba el nerviosismo de Aavig poco a poco empezó a desvanecerse y una ligera mueca se asomo.

— Así que su padre — hablaba para si mismo Aavig — Fue una extraña sensación, tal ves solo fue mi imaginación, tal ves solo me sorprendió que un simple humano actuara tan altanero, pero ahora que puedo pensar con mas claridad me doy cuenta que esto se ha vuelto interésate ja ja ja muy interesante… Ahora ya sé qué hacer para terminar con todo esto de una buena ves y ese "Padre" será la clave de todo.

Esa misma noche.

— ¿Eh? como que vas a salir Daniel — Reclamaba Be — Pero de que privilegios gozas

— ¿Cómo que cuales? Si yo soy su padre así que mientras salgo un momento, limpien todo lo que se ensucio por la cena — Contesto. A pesar de las quejas Daniel salió de la casa para dar un paseo.

El camino se encontraba poco transitado, solo unos cuantos bestiales recorrían la calle. El lugar solo era iluminado con unas cuantas lamparas, ademas estaba un poco empinado debido a que la mansión estaba en una zona privilegiada cerca de las colinas. Cuando Daniel llego a un mirador pudo por fin tomar un descanso.

— Valla que se puede ver gran parte de la ciudad, miles de luces iluminan las obscuras y extrañamente tranquilas calles. Por estar encerrado tantos meses me había privado de tan grandioso paisaje y aunque me lo dijeron todavía no puedo creer que eso de ahí no sea una luna, bueno aunque ahora que pongo mas atención no hay ni una estrella en el cielo nocturno — hablaba tranquilamente Daniel para si mismo buscando de esa forma analizar todo lo sucedido —Después de lo de hoy ya no vuelvo a ir al mercado y menos a buscar a Poryac, por su culpa no pude disfrutar de los deliciosos helados. No se detuvo de molestarme contándome de donde salen los ingredientes.

Daniel no dijo nada más, solo recargo su frente contra el barandal del mirador, pensativo, simplemente mirando fijamente el suelo.

— Ahhh — Daniel tomo un fuerte suspiro — Creo que ya es hora de irme.

Justo cuando Daniel se giro para regresar una enorme figura le obstruyo el paso.

Un plato se resbalo de las manos de una nerviosa y temblorosa Cer. Aunque Be y Ro estaban molestos sabiendo que Daniel los regañaría por el plato roto, Cer lo sentía en su corazón esto significaba solo un mal presagio, algo muy malo estaba a punto de pasar.

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