5 capitulo 5 "Callejón diagon"

La Mañana siempre fue un momento del día intenso para Gregory, siempre fue muy optimista al decir "que en la mañana esta como nuevo", en realidad lo decía así porque ya no le dolía bastante los músculos del día anterior. Su cuerpo aun sentía cierta fatiga ya acostumbradas por las mañanas.

Sentándose pesadamente en su cama, Gregory se estiro un poco amortiguar el dolor de la tensión en sus huesos, el crujido en su espalda, brazos y dedos, comprobó que el Bird estaba muy tenso. Sus ojos estaban un tanto cansados, pero nada que una buena ducha no ayudase, por lo que cuidadosamente Gregory alejo a Evelyn de su cuerpo y lo puso en la cama.

Dormilona como siempre, Evelyn no se percató que su compañero se había fugado, tiempo después sintió una incomodidad al no tener ese calor que Gregory le proporcionaba. Se despertó de mala gana y fue buscar algo para desayunar, en su insaciable hambre pensó en unos ratones.

Gregory fuera alejado de la somnolencia y fresco, cambio a dirección a su armario, donde se encontró varios tipos de atuendos, en su mayoría eran deportista pero alejado de ellos se encontraba trajes finos como el padre del chico uso una vez.

Siendo un día importante, pensó en vestir bien para la ocasión. Gregory, mintió a la subdirectora minerva McGonagall de que no tenía el suficiente dinero en si era adinerado y como no gastaba mucho nunca tuvo un gran gasto. El chico Bird a menudo buscaba ofertas en los productos por eso de su gran humildad, a pesar de tener mucho dinero nunca abuso.

Pero Gregory por respeto a su padre, quien le gustaba tener un buen traje siempre. Compro una gran cantidad de ropa de ese estilo que alguna vez le disgustaron por la incomodidad en el cuello, con el tiempo el Bird se contagió del gusto y aprecio más el estilo de ropa de su padre.

Gregory saco del armario su conjunto favorito; un traje bien planchado y cuidado, camisa blanca con rayas grises descendentes sin botones en el cuello que tanto lo irritaba, chaleco de un gris más oscuro que resaltaba su gran figura atlética, hasta las damas tendrían envidia de la gran situara delegada.

Pantalones de encaje perfecto de un color rojo hibisco. Que conjugaba con una gran capa del mismo color pero que ocultaba la figura tan espectacular.

Mirándose en el espejo, Gregory sonrió al verse con el traje y pensó que siempre le quedaba bien. Después de arreglarse y acomodar los botones de sus muñecas, se percató que su amiga escamosa no estaba presente en la cama, supuso que fue a llenarse el estómago.

La melancólica mirada de Gregory se dirigió a un cajón con cerradura a la esquina de la cama, acercándose a el saco una llave de uno de sus bolsillos con el abrió la caja.

Adentro de la caja, se encontró las tres varitas que había recolectado de aquellos mortifagos, una recompensa agria pare Gregory que le hacía recordar ese fatídico día. Entre las varitas se encontraba un reloj de bolsillo de oro.

Un objeto perteneciente de Oscar, la cual Gregory lo encontró en su cuerpo muerto, justo en sus manos y por lo sentimental que era el Bird había llorado cuando lo había visto por primera vez. Dentro de él estaba la característica esfera, pero ahí no se encontraba lo sentimental del objeto, Gregory con su dedo abrió completamente el reloj y en la tapa se encontraba una foto.

En ella se encontraba Oscar y Sofía de una edad más madura que la que tenía Gregory en su cocina, la felicidad ambos parecían haberse multiplicado teniendo al producto de su amor en sus manos, un Gregory de seguramente algunos días o meses de edad.

Evelyn quien regresaba de su caza, miro a su dueño con curiosidad. Oscura, melancólica y triste eran muchos sentimientos inentendibles completamente para la serpiente, aun así, ella se deslizo hasta él y acostumbrada se enrollo su cuerpo con la de él.

Gregory sonrió al sentir la escamosa piel subiendo por su cuerpo y ver salir Evelyn por la parte del cuello de la camisa, agradeció el gesto, tomando el reloj de bolsillo cerro el cajón con llave y salió la habitación.

— Los hare sentir orgullosos — susurro Gregory al echar un último vistazo a la foto del reloj.

Un desayuno después, Gregory se encontraba esperando a la subdirectora McGonagall, reviso la hora varias veces y en la cuarta vez, de una aparición McGonagall salió de la sala, algo que no sorprendió al Bird, quien aún estaba mirando a la profesora.

— Buenos señor Bird, veo que tiene un buen ojo. Listo para irnos — minerva alago la vestimenta del chico, luego alzo su mano para que Gregory la estrechara.

Gregory por su parte, entendió lo que hacía, pero no quiso darle más vueltas al asunto teniendo muchas ganas de visitar el mundo mágico de una vez.

— Perfecto, profesora McGonagall. ¿no es molestia que lleve a Evelyn? — Evelyn al escuchar que la mencionaba salió de la camisa del chico y miro a la invitada.

— No en particular señor Gregory, solo mantenga un buen ojo sobre ella o puede que se pierda, el callejón diagon es muy concurrido — advirtió McGonagall al Bird, quien asintió, pero rio sarcásticamente por la idea, la serpiente siseo compartiendo el mismo pensamiento.

— Que espera, tome mi mano señor Gregory — Gregory actuó confundido, luego miro la mano que le había alzado.

— Ah, está bien, pero no ent- — estrechando la mano, Gregory fue interrumpido al desaparecer de la habitación junto con la profesora McGonagall.

Apareciendo en el callejón diagon, Gregory y McGonagall llegaron sin notarse afectados, el chico fingió incomodidad para no verse tan débil, quien no la paso del todo bien fue Evelyn quien no soportaba el hechizo.

— sabes profesora, pudo haberme avisado antes — Gregory dijo un tanto fastidiado, pero el puchero que hizo provoco en McGonagall una pequeña risa por lo divertido que era ver a alguien tan calmado.

— Lo tendré en cuenta la próxima, discúlpeme señor Bird — aunque las palabras de la directora no fueron de todas serias, el chico la tomo como una.

— Profesora McGonagall, no tiene que llamarme señor, basta solo con mi nombre — dijo Gregory a la profesora quien asintió.

— Está bien Gregory, venga. El primer lugar donde iremos es Gringotts, el banco de los magos y brujas — explico, haciendo que Gregory entendiera y sonriera, ya que de hace un tiempo la curiosidad de las monedas o dinero mágico fueron una espina en su mente.

Bajo una alta e impresionante fachada recubierta de mármol blanco, unas grandes puertas de bronce bruñido se hayan tras unas escaleras. Desde la distancia Gregory aprecio lo poblado que era lugar, una suma más considerable que en el pueblo.

Brujas jóvenes interesados en unas pociones embotelladas en pequeñas porciones detrás de las vitrinas de las tiendas, niños y niñas admirando un palo de escoba, los adultos paseando con sus hijos comprando dulces raros y libros en brazos.

Las vestimentas de aquellas personas eran similares a los magos del bar; capas, túnicas, sobreros en punta y vestimenta del siglo 19.

No paso mucho tiempo y ya estaban en las puertas del banco, Gringotts. Al entrar noto que por dentro estaba bien cuidado, a los lados en escritorios se encontraban duende al parecer de Gregory, arrugados con orejas puntiagudas, pero del buen vestir. Por lo que parecían ser muy civilizados y por sus rostros no parecían ser muy amistosos.

—Gregory, yo me encargo hablar con ellos y se respetuoso — Gregory asintió a la segunda advertencia del día, por lo que solo se cayó y dejo que la profesora se encargara. Mientras McGonagall estaba hablando con el duende, Gregory ignoro la conversación y busco con la vista algo que podría ser interesante.

Pero nada especial había explícitamente por lo que Gregory espero un rato a que la profesora se encargara, rato después otro duende con una gran bolsa en sus manos se acercó a ellos y lo entrego a la profesora.

Ella agradeció y tomo a Gregory y lo llevo con ella afuera.

— está hecho, tenemos los suficiente — dijo la profesora mientras caminaba hacia el primer punto.

Tienda de varita de Ollivander, el lugar era muy a menudo visitado por jóvenes mago quienes tendrían su primera varita mágica, fue la primera elección para McGonagall. Hubo un motivo especifico por poner en primer lugar este sitio en vez de los otros, el escaso tiempo hizo que las cosas se apresuraran y McGonagall planeo que mientras Gregory se distraía con Ollivander ella podría comprar las demás cosas, excepto las túnica y uniforme escolar ya que necesitaba al chico para tomar medidas.

— ese es Ollivander Gregory, es el quien te proporcionara tu varita. Así que entra, yo me adelanto en comprar los demás, ¿está bien? — con la confirmación del Bird, McGonagall.

— Las varitas por lo general cuestan, 7 o 8 galeones, te daré algunos galeones más para la funda— entregando 15 monedas Gregory McGonagall se retiró.

Gregory una vez solo, admiro desde fuera el lugar y su primera impresión no fue agradable, el sitio tenía cierta característica similar a las casas de las películas de terror, lo único que lo salvaba era sus ventanas que parecía estar muy limpias si notar su reflejo decía algo.

El Bird pensó en tal vez en un hechizo, hasta una runa mágica que mantenía el brillo en estas.

Sin demorar Gregory entro y el sonido de una campana que avisa su llegada pareció alertar al dueño.

— Veo que por fin está aquí señor Bird, le gusto mi local — Gregory se interesó mucho en como el hombre delante suyo supo su nombre, pero la magia daba cierto sentido aquello, no fue un leve ataque Legeremancia por obvias razones.

— Buen truco. Su local en si es como en las películas — dijo Gregory lo que anteriormente había pensado del lugar, pero por sus palabras no se puedo identificar o sospechar si era un algo u ofensa.

Ollivander por su parte sonrió, el había visto algunas películas Muggle, tomo la palabra del chico a un alago, por lo que ya tenía un buen punto sobre el muchacho.

—gracias señor Bird, mi nombre es Garrick Ollivander, aunque la gente suele llamarme Ollivander — dijo Ollivander.

—lo mismo para usted, mis conocidos me dicen Greg — comento Gregory mientras alzaba la mano para estrecharla con Ollivander.

—Greg, comencemos — Ollivander se alejó y busco dentro de los miles de varitas alguna especial para el muchacho. Mientras buscaba murmuraba cosas como; "este no", "tal vez, no" al segundo después saco un estuche y rápido lo puso en la mesa, destapando la caja que aguardaba la varita.

—¡esta es, pruébalo Greg! — antes de casi tocarlo, Gregory fue detenido por Ollivander— mi error por no preguntar antes, ¿Cuál es tu mano portador? — pregunto un tanto apenado y avergonzado Ollivander por olvidarse algo tan obvio.

—soy ambidiestro, aunque por lo general uso la derecha — dijo Gregory.

Ollivander guardo la varita al escuchar la respuesta del chico, volvió nuevamente a los estantes y saco otra caja.

—entonces este será perfecto para usted — sacando la varita del estuche, Gregory por fin toco la varita y la miro.

—32 centímetros, madera de manzano para poderosas varitas, pero tienden a fallar con magia oscura al igual que su núcleo, pelo de cola de unicornio, susceptible a la melancolía — esa última parte Ollivander en un susurro que Gregory no escucho — espero grandiosas cosas de usted señor Gregory, muchas cosas.

Gregory por su parte había escuchado la descripción de la varita, la sintió una diferencia entre las otras varitas que poseía, se sentía cálido en su mente su magia fluía sin interferencias por toda la madera fusionándose con el núcleo y de la punta un brillo de color blanco mínimamente comparado con el hechizo lumus se propago.

El Bird momentáneamente por un milisegundo recordó a sus padres, un recuerdo muy especial para él.

Una lagrima traicionara salió del ojo izquierdo, portador del ojo del cuervo. Ese sentimiento aumento la efectividad de la varita, dándole fuerzas y vitalidad, el hechizo vagamente parecido a lumus, se trasformó en una más intensa, llegando cegar a Ollivander quien miraba fascinado el comportamiento de la varita su nuevo dueño.

Cortando aquella memoria, Gregory de inmediato cancelo la trasferencia de su magia a la varita.

— Fascinante, nunca en mis años en vida presencie algo parecido, solo un vago recuerdo, pero eso no se compara, esto es diferente. Hará muchas cosas grandiosas Gregory Bird, recuerde mis palabras — fascinado Ollivander aplaudió un par de veces, aunque internamente sospechaba que era más que solo poder.

— Gracias por pensar bien de mí, Ollivander. ¿tiene algo para guardarlo, es incómodo tenerlo siempre en la mano — limpiándose la lagrima, Gregory volvió a su simple sonrisa.

Ollivander asintió y fue buscar algunas fundas para varitas.

Saliendo de la tienda de Ollivander, el Bird admiro un poco más su varita y cuando vio a la profesora McGonagall acercándose, guardo la varita en funda, se acercó también.

La profesora McGonagall feliz por Gregory, fueron por la siguiente tienda la cual era de "Madam Malkin, túnicas para todas las ocasiones". Con maleta en mano minerva se lo paso a Gregory quien lo tomo.

Entrando a la tienda, minerva saludo a Madam Malkin, quien respondió al saludo llamándola minerva. Madam Malkin era una señora rechoncha su actitud demostraba que era muy alegre con sus clientes.

McGonagall le dio algunos galeones a la señora y le específico sobre el uniforme que llevara Gregory, quien era primer año por lo que tendría una túnica especifica.

Entonces la profesora tenía que comprar algunas cosas más por lo que dejo a Gregory a su suerte nuevamente. El chico no se ofendió, creyó que era más efectivo así ahorrar el tiempo.

— Ven acércate joven, voy a tomar tus medidas — dijo la Madam Malkin con cinta en mano.

Gregory asintió y se subió al taburete.

— Eres muy alto para ser alguien de primero, una sorpresa — alago la señora, mientras media al chico.

— Me lo dicen a menudo, mi familia de si son muy altos — contesto Gregory.

— Veo…, tengo curiosidad por el color de tus ojos, sin ofender ni nada, tienes heterocromía o fue algún hechizo — contesto sin pena ni vergüenza la señora, pero como su actitud era muy alegre, no le disgusto a Gregory.

— Realmente no lo investigue bien, así que no podría decirle si heterocromía, solo sé que todo mi árbol genealógico tiene el mismo color en la pupila izquierda — hablo Gregory, ahora tenía un poco de curiosidad sobre aquello, al verlo tantas veces lo paso de largo.

— Pero no eres un nacido Muggle. como alguien no mágico puede heredar una rareza tan especial, seguro que no tienes un pariente lejano mago. Esa marca podría significar que la tuviste — teorizo Madam Malkin, si confiaba en la palabra del niño, podría ser una realidad.

— No que yo sepa, pero es una gran teoría. Pensare mas ello, gracias señora Malkin — agradeció Gregory por tal teoría, pero realmente no le importaba mucho saber sobre sus ascendientes.

— De nada joven, ya terminé. Puedes esperarme aquí, voy hacer tu túnica — dijo Madam Malkin, mientras se alejaba a la parte de atrás de su tienda.

Gregory termino, luego recordó algo. Con sus manos toco la parte del pecho de su camisa y suspiro aliviado.

— ¿no entiendo como no te noto, Evelyn? — dijo un sorprendido Gregory a su serpiente.

Por su parte Evelyn, simplemente siseo, no le importaba realmente si la descubrían, confiaba mucho en Gregory, en que si su vida estuviera en peligro el la defendería, por eso mismo se sentía cómoda alrededor del chico.

Gregory dejo de preguntarse la anterior pregunta, el sonido de alguien entrando a la tienda llamo su atención.

Era un chico de cabellos café, bajo para su edad, pero se notaba que estaba ligeramente en forma por estilo de su ropa, al igual que los demás magos lleva túnica. Su melena castaña era corta y le daba un tipo de chico travieso, una causa problemas.

Su mirada era diferente a lo que alguien podría anticipar, estaba lleno de emoción por alguna razón, Gregory pensó que tal vez estaba emocionado por ir a Hogwarts.

— ¡hola, me llamo Cristian jones. Que hermosa serpiente, yo también quise uno, pero, no les agrado, ¿qué tipo de especie es?, ¿puedes hablar con las serpientes?! — el llamado Cristian no paro de hablar ni para respirar, solamente preguntaba y preguntaba. Gregory por su parte no supo cómo responder a sus innumerables preguntas, por lo que intuyo que era mejor empezar por presentarse.

— Hola también, mi nombre es Gregory Bird, un gusto — alzando su mano levemente para estrecharla con el chico. Este rápidamente correspondió el saludo y agito rápidamente su mano.

— O eres de pocas palabras, vas ahí a Hogwarts como veo. ¡yo también, no es emocionante quizás estemos en la misma casa! — expreso emocionado y ya acostumbrado rapidez.

— Igualmente, espero que seamos muy buenos amigos en un futuro Cristian — Gregory se alegró de conseguir un amigo tan rápido.

— ¡puedes llamarme cris, como mis amigos me dice, ¿puedo llamarte Greg? Ya me estas cayendo bien Greg, apuesto que seremos los mejores amigos, a usted también — el chico contesto e incluyo en su círculo de amistad a Evelyn, quien aunque la vibra del chico era agradable, era muy ruidoso para la serpiente por lo que siseando se escondió dentro de la camisa de su dueño.

— No le tomes mucha importancia, le agradas — dijo Gregory quien concia bien a su serpiente, el comportamiento de Cristian pudo molestarla, pero al parecer si le agrado y no saco sus colmillos esta vez.

— ¡qué bien, por lo general me amenazan, no sé porque no les agrado, hasta la lechuza que compre me pica muy seguido! — Cristian recordó que la mascota que compro hoy, le picaba muy seguido y no sabía el porqué.

— Si yo también — contesto Gregory, pero sus adentros sabia la razón de ese problema.

— Cariño, que te dije que seas paciente — una señora de gran belleza entro al local. Su cabello marrón chocolate era un manjar para la vista y su piel morena acompañaba aquel color resaltante, traía puesto un traje simple que opacaba sus curvas por lo que se veía ligeramente con sobrepeso.

— ¡mama, mira hice un amigo! — el brazo de Gregory fue alzado por un alegre Cristian.

— Cristian que te dije de que dejes de obligar a la gente hacer tu amigo — reprocho la señora jones.

— No es esta vez mama. ¿dile Greg? — con mucha confianza, Cristian miro a su amigo.

— ¿tú quién eres? — contesto con duda Gregory y alzo una ceja para dar más credibilidad a su actuación. Por dentro se estaba riendo, algo que no hacia hace mucho tiempo.

— ¡¡que!!, Greg amigo. ¿que no te recuerdas de mí? — con una voz destrozado Cristian miro a Greg.

— Cristian, deja al pobre chico. Discúlpeme — dijo la señora a Gregory, mientras arrastraba a su hijo fuera del Bird.

— No hay problema, señora. Pero dejando mis bromas apartes, si soy amigo de su hijo — la respuesta de Gregory, fue el detonante para que Cristian se soltara del agarre de su madre y fuera abrazar a Gregory.

Este no esquivo, ya que pensó que era su merecido por hacerle una broma al chico.

La madre de Cristian pareció sorprendida, luego sonrió al ver que su hijo tuvo un amigo por fin, ella sabía que su hijo podía irritar a cualquiera, pero el chico pelinegro con ojos raros aguantaba a su hijo.

— O gracias por ser amigo de mi hijo. Me llamo Carla y usted joven — pregunto Carla a Gregory, quien seguía siendo abrasado por su hijo.

— Gregory, un placer — aunque Gregory quería saludar con una estrechar del brazo, el amarre de Cristian sobre el detenía sus brazos, solo espero que no molestase a Evelyn.

— ¡joven, ya terminé con sus túnicas puedes llevártelo — Madam Malkin salió de la trastienda junto a un costal con todo el uniforme bien doblado y se lo entrego a Gregory.

— Gracias Madam Malkin, me retiro — agradeció el Bird, se despidió igualmente con su nuevo amigo junto a su madre y se retiró del lugar.

Justo la profesora McGonagall llego.

— Ya tenemos todo lo necesario, Gregory, aunque sobro un dinero por la falta de comprar una mascota. ¿interesado en algo que quieres comprar? — consulto la profesora a Gregory.

— Había visto una heladería cerca, vamos por unos helados. ¿yo invito? — contesto Gregory, pensando en que variedad de helados habría.

McGonagall, no refuto la idea, es más le encanto terminar el día con algo helado. Cada vez tenía una gran estima sobre el chico Bird, era un encanto y estaba casi segura que sería un rompe corazones en Hogwarts, por lo encantador y fácil de hablar con él.

Ordenando las cosas que compraron en el baúl, se fueron a la heladería que Gregory había visto anteriormente andando.

Llegaron la heladería.

El salón es una pequeña tienda con lugares para sentarse en el interior, y una pequeña zona al aire libre con un montón de mesas y sillas. En el interior, puede encontrar un montón de helados de todos los colores.

Estando desocupado un par de asiento, profesora y alumno descansaron las piernas de un largo recorrido.

— Gregory, tengo curiosidad sobre sus ojos. ¿Por qué son de distinto color? — pregunto Minerva McGonagall, ya reteniendo suficiente el tema de los extraños ojos de su alumno.

— Mi familia la llamaba el ojo del cuervo, no tengo mucha información de este color negro — Gregory señalo su ojo izquierdo. — mi padre la tuvo, mi abuelo también. Los Bird, nuestro apellido perduro con el tiempo por este defecto.

— Nunca escuche el apellido fuera tan famoso en los Muggle — con cierta curiosidad la profesora contesto.

— Nunca lo fuimos, toda mi familia se mantenía lejos. No les gustaba llamar la atención no deseada — explico Gregory, esto le recordó cuando le pregunto lo mismo a su padre.

— Señor Gregory, sé que es difícil, pero… ¿puedo saber cómo murieron sus padres? — tal vez fue muy insensible de parte de la profesora, pero ella quería saber cómo estaba mentalmente Gregory después de tal tragedia, según su respuesta podría que ayudarlo un poco y si quiera espera que la viera como una futura figura materna. En pensamientos de McGonagall nadie tan joven debería estar tan solo.

— Lo recuerdo como si fuera ayer, todas las noches lo sueño. Fue cuando tenía 4 años — Gregory quedo en automático, la mirada melancólica preocupo a la profesora. Pero al escuchar que fue a tan temprana edad palideció.

— No recuerdo en que parte del día fue, pero recuerdo que alrededor de la casa había fuego, mi madre entro a mi habitación con lágrimas en sus bellos ojos. Nunca la había visto tan triste. Escuche gritos y sonido de la escopeta de mi padre en la sala, mi madre no explicaba que había sucedido y una luz esmeralda se vio adentro de las ventanas, con ello la voz de mi padre junto a los disparos. De un momento a otro, mi madre y yo pudimos huir de los que nos perseguían, aunque creo que ella sabía que nos encontraría tarde o temprano, por lo me grito que huyera solo. Fue lo último que supe de ella, cuando regrese días después encontré el cuerpo de mi madre sin vida y el de mi padre carbonizado dentro de la caza — termino de narrar Gregory, quien se dio cuenta a último momento que iba a revelar algunas cosas demás, por lo que cambio el final de la historia.

La profesora estaba anonada, nunca en sus años de vida habría pensado algo tan trágico para un niño. Harry Potter y Neville longbottom, eran bebes que habían perdido a sus padres aun con ello, ellos tenían una edad tan corta que no podían recordar la muerte de sus padres. pero Gregory quien ya tenía una perspectiva de la vida, debía ser horrible.

Pero lo más impactante para Minerva McGonagall, era ver que el chico delante suyo aceptaba el hecho, su sonrisa era amable por lo que no vio rastros de demencia, sus ojos estaban ligeramente triste, pero tenían un brillo de vida en ellos.

— Y-yo… disculpe por insensibilidad señor Gregory, no volver— no termino de hablar cuando Gregory alzo la una palma para que se detuviera.

— No tiene porque, aunque los deseo tenerlos a mi lado, estoy alegre sus acciones — McGonagall iba interrumpir, pero Gregory continuo —al principio pensé que no pensé que seguiría, el dolor en mi corazón era enorme por lo que no sabía porque avanzar, pero al ver sus sonrisas y su alegría en ellos nuevamente, fuero lo necesario — Gregory saco de su bolsillo el reloj recogido de casa, la abrió y se la entregó a la profesora.

Minerva McGonagall, con el reloj en mano, sus ojos de cristalizaron al ver que era una foto antigua de una pareja de esposos, con un bebe en sus brazos. Como Gregory noto su felicidad en la foto, también vio que el padre e hijo tenían ese color en la pupila izquierda.

— Estoy orgullosos que sean mis padres, me salvaron y les estoy muy agradecido. Por lo que, aunque no estén conmigo, ellos no están muertos, mientras siga de pie los recordare y contare su historia con orgullo — la madures con la que hablo Gregory fue impresionante para la profesora.

La mujer en larga vida, conocía muchos casos de estudiantes que habían perdido sus padres en un accidente, mucho de ellos quedaba marcados hasta adultos, otros fueron seducidos al lado oscuro de la magia, muy pocos superaron aquello y avanzaron en sus vidas. Fue el primer alumno que en vez de ver como algo triste y lúgubre, pudriera verlo como algo para admirar, en cierto caso McGonagall entendía que debía sentirse orgullosos de sus padres por haberlo protegido con sus vidas.

— Creo que debe comerse su helado profesora, se está derritiendo — McGonagall dejo de pensar en lo trágico de la vida del chico y miro su helado que se estaba derritiendo.

— Y-yo no sé qué decirte señor Gregory, pero déjame decirle que sus padres estarían muy felices de verlo como toma su vida — dijo la profesora mirando la foto de la pareja por última vez antes de devolverlo.

Por parte de Evelyn quien estaba arrollada en el joven Bird, salió nuevamente para darle confort a su dueño, presentía que debía hacerlo.

El final del día Gregory regreso a casa junto a la profesora McGonagall y ella se despidió del joven con pequeño abraso, el cual el chico agradeció.

Gregory con maleta en mano subió a su dormitorio. Sacando algunos libros del baúl, Gregory sabia no podía usar ahora mismo magia con su nueva varita, aunque seguramente ya sabía cómo usar perfectamente cada hechizo en los libros.

Pero su intención no estaba en aprender más magia; quería saber más a fondo sobre historia, animales mágicos y pociones. El ultimo es el tema que más le intereso para él, si la magia era podía romper toda lógica, habría una mínima posibilidad de hacer el deseo más intenso de su corazón, un deseo imposible.

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