1 capitulo 1 "El que no tiene que ser nombrado"

Shitterton es una aldea en Dorset, Inglaterra. Su nombre se remonta al menos a 1000 años y significa "granja en el arroyo utilizada como alcantarillado abierto". El lugar en si era muy bonito y sus lugares turísticos eran apreciablemente hermosos, que a más de uno le gustaría conocer.

Pero la historia no empezó ahí, en un lugar más alejado de la civilización, en la parte más arriba de una colina. se encontraba el hogar de los "Bird", familia quien mantenía el apellido como símbolo de respeto a sus antes pasados. En si la familia no era adinera o especial, no venían de ninguna línea de la raleza.

Pero tenían algo que los distinguía de las personas comunes y era su ojo izquierdo, el cual era negro carbón, por generaciones se presentó desde que los individuos de aquella familia nacían. muy comúnmente las personas pensaban que la familia entera tenia heterocromía, aun en eso estaban equivocados.

La familia "Bird", no practicaba el incesto, no compartían el mismo conjunto de pensamientos endogámicos de otras familias. Por lo cual las parejas de los Bird, eran personas sin ese defecto, personas del exterior.

Aun trayendo sangre nueva, parecía una maldición impuesta por el mismo destino quien no quiso cambiar la genética, por lo cual el defecto negro del ojo izquierdo parecía intocable.

Esta familia también compartió cierta habilidad además de la particularidad de su pupila izquierda. Eran por así decirlo superdotados en altura, por lo cual era común ver que las personas que tenían sangre "Bird" en sus venas, tenían una estatura de 2 metros. No eran músculos de por sí, ya que aún delgados crecían de tal tamaño.

Es una familia un tanto particular, pero después de todo lo contado eran muy comunes en casi todo.

No expandiendo sus descendientes en menos de dos, la familia Bird ahora se conformaba en el presente por tres individuos; el actual señor Bird, esposo y padre de los demás integrantes, Oscar Bird, es un hombre de familia muy amable, su carácter era amistoso y cauteloso le daba fama entre las féminas, su físico era como su padre y padre de su padre, de una altura de 2 metros aproximadamente, el común defecto en su ojo izquierdo, "la pupila del cuervo", el nombre que le pusieron al tal defecto.

Oscar tenía el cabello castaño proveniente de su madre y al igual que su otro ojo. Su piel era ligeramente bronceada y demostraba cicatrices de las bestias que cazaba, una tradición que su familia permanecía por muchos años. Demostrado las paredes del hogar, pieles de animales en casi todas las habitaciones del hogar; desde osos de gran tamaño hasta de un pequeño conejo.

Ya que la familia Bird era muy antigua, la fortuna no fue uno de sus problemas, tenían lo suficiente para subsistir por muchas generaciones más. Por lo cual la vestimenta no era barata, compartían un cierto gusto similar a los nobles al usar ropa refinada y antigua; camisas, pantalones, correas, corbatas, chalecos y entre muchas más cosas.

Luego de óscar estaba la segunda integrante, una bella señora de 30 años de cabellera negra muy bien cuidado largo hasta lo más bajo de su espalda, su piel era pálida y que sus ojos ámbar pareciera estar quemándote por dentro, no lo confundas, ya que Sofía Bird es una persona todo lo contrario a su mirada feroz, amable y con una característica sonrisa la cual fue el factor de enamorar a Oscar, su esposo.

Su altura era promedio, por lo que la mayoría de las veces que quería besar a su esposo, lo hacía de puntitas.

Otras cosas que su esposo estaba fascinado sobre ella, era su grandiosa figura y sus grandes caderas. De por si su personalidad ya había encantado al Bird, su figura solo haría que lo tenga más domesticado.

Aunque la familia Bird era interesante a su modo, aun nos encontrábamos lejos de donde iniciar con la historia.

Más alejado de los complejos Bird, mas debajo de la colina, cerca del mar, se encontraba un encantador niño de 4 años, quien veía tiernamente a un animal acuático.

Su cabello negro largo desordenado no interrumpía su vista, como los demás Bird, también poseía el característico color negro en su ojo izquierdo mientras que el otro era igual que su madre, un ámbar intenso. Era alto para su edad, pero eso ya habíamos dado una explicación, en si su cuerpo era delgado y sus extremidades un tanto largas lo que empeoraban mucho más la percepción de su altura.

Aplicando su vista hacia un pez payaso tan llamativo que lo había llamado su atención. Mientras perseguía con la vista o eso parecía, su conciencia misma estaba en otro lugar.

Un mundo muy diferente, donde las leyes de la física no parecían aplicarse y parecía salir de un sueño.

El cielo estaba despejado no había nubes en él, extraño como se había mencionado, en vez de aquella nube blanca se encontraba miles o millones de esferas azules oscuro, que por si no fuera por el brillo de lugar no sería posible verlos, aunque el cielo parecía estar siendo compartido por dos suelos.

En una perspectiva, se apreciaría que arriba de los cielos habría otro mundo, como si estuvieran a punto de entrelazarse entre sí.

Las dos superficies eran de un similar entorno, parecía un agradable lugar lleno de vegetación y lagos, aunque faltaba vida en ellas, como animales o insectos. Solo en ellas parecía habitar enormes estructuraras de grandes castillos que parecían impenetrables, lo cual era cierto ya que adentro de ellas había numerosas trampas para los no deseados.

Todo esto era para un fin, adentro del mismo castillo, se encontraba algunos libros, que aún no aparcaba cien por ciento los estantes, todo esto era información, recuerdos del joven Bird, donde guardaba recuerdos desde su cumpleaños hasta un simple regalo.

Pero el Bird no encontraba en ninguno de sus aposentos, en el medio de todo, donde cielo desviaba la misma gravedad, se encontraba un cubo negro y ahí adentro se encontraba el azabache de cabellera negra.

Gregory Bird, era el nombre que la madre del chico lo había designado, el nombre era de origen griego una cultura en la que Sofía (su madre) le encantaba leer historias, al ver que su hijo era muy observador y curioso, que atentamente vigilaba su alrededor le otorgó el nombre Gregory, vigilante del verbo vigilar. El chico desde pequeño era muy curioso, como mencionado anteriormente su hobby favorito era ver y explorar.

El más joven de los Bird siempre fue alguien muy callado, demasiado en palabras de sus padres, pero no se preocuparon mucho por ello, porque el sí respondía o hablaba cuando alguien se lo preguntaba. En sí mismo era muy reservado.

Gregory desde los tres, noto que el mundo era muy extenso pero que al igual que su mente parecía no tener fin, al principio creyó que solo era un sueño, con el pasar de los días, ocurrencias muy extrañas para el mismo pasaban. A menudo cuando su mente estaba relajada y estaba en un acto meditativo, pasaba que, aparecía en otro lugar. un mundo que al principio era todo blanco y en él había ciertos estantes que tenían libros, los libros en si eran como una biografía muy bien explicada de su corta vida, una sorpresa para el joven Bird era ver esto posible.

El pasar de los días le dio sospechas de que el lugar donde iba, era su mente o cerebro, solo eran sospechas de que se aparcaban dentro de su cabeza, las pruebas estaban ahí, cuando dentro de esos libros que aumentaba cada día.

Asombrado de su descubrimiento, Gregory les aviso a sus padres de tales ocurrieses extrañas y al parecer no le creían, aunque con su poco sentido común que el poseía, entendió que sus padres no podían creerle sin pruebas, lo cual era difícil para el chico ya que todo se originaba en su cabeza o en alguna parte de ella.

Sin pruebas o cualquier indicio de demostrar su palabra, al chico no le dejo más que abstenerse hablar sobre aquello.

El enorme vacío blanco tan expandido que se daba entender que era finito le daba a Gregory una cierta incomodidad, por lo cual pensó varias cosas, su sentido común pensó darle forma, la teoría de que si era parte de su cerebro se confirmó cuando de la nada todo cambio a su placer, comenzó creando el cielo y una tierra, haciendo columnas y variedades de cosas que le gustaba.

Pero siendo aún un niño de tan solo 4 años, su imaginación estaba sobre los cielos y creo un lugar fuera de todo lo lógico.

Sorpresivamente algo que él no había planeado o creado, apareció en su cumpleaños número 4. Era un tipo de viento rojo cristalino, como si el mismo atardecer se convirtiera en una gigantesca brisa y se redujera al tamaño de un niño.

Y ahora nos encontrábamos con este problema para Gregory, quien para tener cierto control sobre aquella "energía", había creado un cubo de acero negro con la densidad suficiente para bloquear cualquier fuga.

—no parece tener forma, pero tiene signos de estar dándolo — expreso muy impresionado Gregory, quien tocaba la energía que lo repelía.

Noto que ciertas características de aquella energía, el tacto, aunque inexistente se sentía acogedor, un tipo de cálido sol sobre la piel y una extraña picazón en las puntas de los dedos.

Aun así, no había o hacia algo interesante, solo permanecía ahí, lentamente formándose.

Sin encontrarle usos, dejo de meditar y volvió su conciencia al mundo real.

Como ya esperaba se encontraba en la misma posición, solo que esta vez había otro pez, uno diferente que Gregory no reconoció, por el tamaño y el color rasado, no pudo identificar al animal. Dejando al pez en paz, su estómago gruño por el hambre y se levantó del puente.

Ajustando su ropa, se apresuró a regresar a casa.

Lo que no noto el joven Bird, fue que el pez que estaba observando por su color tan llamativo, se encogió y líneas blancas con naranja tomaron el color característico de un pez payaso.

Gregory corrió por colinas y llego justo a un camino hecho de piedras, el cual era una larga vía hasta casa, caminando tranquilo contemplo el recorrido, desde donde estaba podía ver el extenso mar, a los alrededores se podía ver varios tipos de animales, desde aves a peces, muchas espacies las cuales Gregory le fascinaba estudiar.

No se perdió por su curiosidad esta vez, muy comúnmente Gregory lo hacía, pero extrañamente tenía mucha hambre para distraerse con algún animal.

A la distancia distinguió su hogar; mayormente hecho con troncos bien cuidados y que a la vista se podría apreciar lo resistente que eran, el lugar también tenía un gran jardín a su alrededor, quien Gregory con su madre cuidaban bien. Las estructuras no solo se conformaban de madera, el aspecto rocoso en ellos se notó en los suelos y en algunas vallas que evitaban que los animales que cuidaban se fueran.

Tomando una bocanada de aire, Gregory reposo un rato su caminata afuera de la puerta de entrada. Una vez de haber terminado de descansar se acercó a la puerta y la toco.

No paso mucho tiempo antes que una voz tierna se acercara a la entrada. La puerta se abrió y se mostró que adentro de ella estaba la madre de Gregory, quien sonrió levemente al ver a su hijo.

— Greg, otra vez yendo lejos — con sus ojos que demostraban lo obvio, Sofía suspiro al ver lo sudado que vino su hijo, pero también noto que sus gestos demostraban que tenía hambre, por lo que supo inmediatamente porque su hijo había venido temprano.

— Culpa mía, madre, disculpa por ello — respondió el joven un tanto apenado. Oliendo un olor familiar que provoco un sonido estruendoso en su estómago, Gregory intuyo que el almuerzo ya estaba listo — ¿Qué hay hoy para el almuerzo? — pregunto el chico a su madre mientras ambos ingresaban.

— Como supuse solo viniste por que tenías hambre — negando con su cabeza, Sofía solo rio por como era su hijo y en realidad no pudo culparlo, ya que la curiosidad la heredo de ella.

— ¡hijo, apresúrate que ya está servido! — desde la mesa, Oscar grito para llamar la atención de ambos.

— Primero ve a lavarte las manos. miran como están — dijo Sofía a su hijo señalando a las palmas del chico.

— Vengo en un momento — ya fuera de vista de su madre, Gregory se fue al fregadero donde se lavó sus manos.

El almuerzo fue común como las otras veces para Gregory; su padre hablaba de algunas cosas que ocurrían el pueblo y su madre de nuevas historias que había leído. Como era obvio, el Bird joven no tenía un tema de conversación ya sea por su actitud silencioso o su palabrería imaginaria que su padre obviamente no le crearían.

Aun con eso, Gregory, solo disfruto la comida que su madre había preparado.

ya de noche como era costumbre para madre e hijo, Sofía leía a su hijo un libro de cuentos para dormir, la biblioteca de los Bird era extensa por la admiración que Sofía tenía sobre otras culturas o mitos. Pero aparte tenía una estantería especial donde ella guardaba cuentos o mitos que ella había recolectado de los más antiguos de los Bird, como estaba casado con uno, tenía acceso a ellos.

Hoy había un libro especial, el titulo decía "los tres hermanos". Ella ya lo había leído para asegurarse que no había nada fuera de contexto para su hijo, por eso sabía que lo fascinaría al igual que a ella.

— Había una vez tres hermanos que viajaban a la hora del crepúsculo por una solitaria y sinuosa carretera. Los hermanos llegaron a un río demasiado profundo para vadearlo y demasiado peligroso para cruzarlo a nado. Pero como los tres hombres eran muy diestros en las artes mágicas, no tuvieron más que agitar sus varitas e hicieron aparecer un puente para salvar las traicioneras aguas — narraba Sofía a su hijo, quien parecía sumergido en la fábula.

— Cuando se hallaban hacia la mitad del puente, una figura encapuchada les cerró el paso. Y la Muerte les habló. Estaba contrariada porque acababa de perder a tres posibles víctimas, ya que normalmente los viajeros se ahogaban en el río. Pero ella fue muy astuta y, fingiendo felicitar a los tres hermanos por sus poderes mágicos, les dijo que cada uno tenía opción a un premio por haber sido lo bastante listo para eludirla.

— Así pues, el hermano mayor, que era un hombre muy combativo, pidió la varita mágica más poderosa que existiera, una varita capaz de hacerle ganar todos los duelos a su propietario; en definitiva, ¡una varita digna de un mago que había vencido a la Muerte! Ésta se encaminó hacia un saúco que había en la orilla del río, hizo una varita con una rama y se la entregó. —

— A continuación, el hermano mediano, que era muy arrogante, quiso humillar aún más a la Muerte, y pidió que le concediera el poder de devolver la vida a los muertos. La Muerte sacó una piedra de la orilla del río y se la entregó, diciéndole que la piedra tendría el poder de resucitar a los difuntos. —

— Por último, la Muerte le preguntó al hermano menor qué deseaba. Éste era el más humilde y también el más sensato de los tres, y no se fiaba un pelo. Así que le pidió algo que le permitiera marcharse de aquel lugar sin que ella pudiera seguirlo. Y la Muerte, de mala gana, le entregó su propia capa invisible. —

— Eso fue muy astuto, obviamente la muerte vendría hacia los tres hermanos, no mama— consulto Gregory a su madre, quien parecía estar de acuerdo con su hijo.

— Si, por eso mi pequeño no se debe jugar con la muerte, ella es astuta — dijo la Sofía a su hijo, advirtiéndole sobre aquella entidad — ahora déjame continuar Greg.

— Entonces la Muerte se apartó y dejó que los tres hermanos siguieran su camino —

— Y así lo hicieron ellos mientras comentaban, maravillados, la aventura que acababan de vivir y admiraban los regalos que les había dado la Muerte. A su debido tiempo, se separaron y cada uno se dirigió hacia su propio destino. El hermano mayor siguió viajando algo más de una semana, y al llegar a una lejana aldea buscó a un mago con el que mantenía una grave disputa. Naturalmente, armado con la Varita de Saúco, era inevitable que ganara el duelo que se produjo. Tras matar a su enemigo y dejarlo tendido en el suelo, se dirigió a una posada, donde se jactó por todo lo alto de la poderosa varita mágica que le había arrebatado a la propia Muerte, y de lo invencible que se había vuelto gracias a ella —

— Tonto, no debe confiarse nunca de un objeto — expreso Gregory, pero se calló inmediato al ver que madre le miro feo.

— Esa misma noche, otro mago se acercó con sigilo mientras el hermano mayor yacía, borracho como una cuba, en su cama, le robó la varita y, por si acaso, le cortó el cuello. Y así fue como la Muerte se llevó al hermano mayor —

— Entretanto, el hermano mediano llegó a su casa, donde vivía solo. Una vez allí, tomó la piedra que tenía el poder de revivir a los muertos y la hizo girar tres veces en la mano. Para su asombro y placer, vio aparecer ante él la figura de la muchacha con quien se habría casado si ella no hubiera muerto prematuramente. —

— Pero la muchacha estaba triste y distante, separada de él por una especie de velo. Pese a que había regresado al mundo de los mortales, no pertenecía a él y por eso sufría. Al fin, el hombre enloqueció a causa de su desesperada nostalgia y se suicidó para reunirse de una vez por todas con su amada. —

— Y así fue como la Muerte se llevó al hermano mediano. —

— Después buscó al hermano menor durante años, pero nunca logró encontrarlo. Cuando éste tuvo una edad muy avanzada, se quitó por fin la capa invisible y se la regaló a su hijo. Y entonces recibió a la Muerte como si fuera una vieja amiga, y se marchó con ella de buen grado. Y así, como iguales, ambos se alejaron de la vida. —

La fábula fue dejo con muchas preguntas al joven Bird, la más interesante para él fue esa piedra que regresaba al muerto a la vida, sonaba como la piedra filosofal de Nicolás flamel, un hombre que existió según su madre de las tantas informaciones que había en la biblioteca se contaba en un par de libros sobre él, el alquimista que descubrió la inmortalidad. Aunque la diferencia estaba clara, mientras que la piedra filosofal te daba vida eterna la piedra de resurrección aparentemente personas muertas a la vida.

A la mañana siguiente la familia Bird salió al pueblo en busca de comestible y uno que otro objeto deseado. El lugar era lejano por lo que Gregory se distrajo en la conversación de sus padres, pero después de que se pusieran melosos busco otro sitio para su distracción.

Extraño para el vio que los pájaros no se comportaban como de costumbre, parecían estar más animados de lo usual y el número de ellos parecía haberse multiplicado, pero lo que no sabía Gregory es que algo importante se estaba celebrando en secreto de la comunidad Muggle.

Al llegar al pueblo, también parecía haber ciertas personas con túnicas festeando o con una gran sonrisa en su rostro, como si todo lo malo se hubiera ido. Gregory parecía ser el único que lo notaba, ya que las demás personas parecían estar en otro mundo, ejemplo serían los señores Bird, quienes estaban besándose y riéndose.

El pueblo era pequeño, pero había mucho comercio y las muchas tiendas en el decían que había muchos clientes. Sofía quería una bufanda que le gusto, pero como estaba apresurada no pudo comprarla, por eso Oscar y Sofía entraron a la tienda dejando a su hijo a fuera, pero conociendo lo maduro que era su hijo para su edad no se preocuparon también en el pequeño pueblo no reportes de robo, era un lugar fuera de eso por sus habitantes tan agradables.

Gregory miro como uno de los tipos que vestían raros se acercó muy feliz. Y ahora viéndolo más de cerca parecía ser un anciano con túnica verde con algunos adornos.

—porque tan aburrido joven, deberías estar feliz, ayer el que no tiene que ser nombrado ha visto su fin — expreso muy feliz el anciano — hasta los Muggle como tu deberían estar feliz

Aunque el joven Bird quería saber a qué se refería con "el que no tiene que ser nombrado", sus preguntas no llegaron al viejo que tan felizmente caminaba a un lado de él.

Siendo curioso, Bird quería ir al anciano y preguntarle sobre aquel tema que gran alivio lo traía. Pero como sus padres le advirtieron tenía que estar cerca de la tienda y no dejarla, aun si no había robos o algún crimen en este pueblo, no debía confiarse.

Un gran suspiro salió de los labios de Gregory, resignándose a la espera de sus padres.

— mira esto campeón, te gusta — hablo emocionado Oscar a su hijo, mostrándole una ropa similar a la que el tenía puesto en tamaño reducido.

Gregory puso los ojos en blanco al ver lo que quería hacer su padre Y el traje en cuestión.

— ¿y qué opinas hijo, no te seria genial que te vieras igual que tu viejo? — dijo con una sonrisa aún más contenta por aquella idea.

El niño miro que atrás de su padre se encontraba su madre, quien parecía también un poco avergonzada aun con eso asintió como si estuviera pidiéndole que lo haga por ella.

— Me encanta padre — dijo Gregory con la mejor sonrisa que pudo hacer, aunque se sonrojo al ver que su madre se rio ante ella. Su padre todo lo contrario lo arrastro hacia la tienda para que se probara el conjunto.

Para el orgullo de su padre, Gregory tuvo que pasar con la ropa puesta todo el recorrido en el pueblo, a cambio le compraron algunos caramelos de limón, los cuales eran su sabor favorito. Y con ello disfruto el recorrido hasta llegar nuevamente a casa.

El día fue más extraño de lo usual para el agrado de Gregory que gustaba de los días así, ayudaba a que su mente aburrida de la monotonía estuviera entretenida buscando alguna coherencia o teoría sobre aquella inusual conducta del viejo. Aunque no supo perfectamente de que hablaba o a quien se refería, sabía que el apodado "el que no tiene ser nombrado" debió ser alguien muy malo para que las personas estén así de contentas.

Después de una semana y parecía que la alegría de aquellos raros tipos aún seguía siendo visible. En un par de ocasiones intento preguntar sobre aquello a algunos de ellos. Pero siempre evitaban el tema o le respondían que solo era un horrible personaje. Cosa que ya sabía y por lo cual la información era ineficaz.

Gregory busco y busco mas no hallaba respuestas, ni en el periódico se mencionaba sobre aquella persona, solo el acontecimiento del raro comportamiento de las lechuzas.

Pregunto a sus padres sobre aquel ser malvado, pero ellos tampoco sabían nada sobre el tema.

La refrescante brisa del mar salado, refrescaba a Gregory, lo calmaba, apaciguando sus dudas. La vista era espectacular y el chico agradeció a sus ancestros por establecerse en este lugar.

El gran mar que se perdía a la distancia, las olas hermosas que parecían luchar entre si y estrellándose contra las rocas, junto con el sol resplandeciente le daba ese toque celeste cristalino, un manjar par la vista. A la distancia una lechuza parecía estar cayendo a la colina de la parte derecha de Gregory.

El Bird miro emocionado y curioso la caída del ave, al calcular la dirección de donde iba ser la colisión, fue corriendo hasta halla para averiguar.

Fue un viaje largo, pero Gregory llego justo a tiempo para ver como el ave cayo justo al suelo en sonido estridente.

— ¡ay! — sintiendo el dolor del ave, Gregory solo pudo expresar dolor al ver como el animal cayo y estaba seguro de que había muerto. Viendo al animal más de cerca noto que era una lechuza de color café, aunque no identificaba la raza.

— ¿estas vivo? — Gregory pico con un palo al animal, ya en su séptima picada comprobó que la lechuza ya paso a un lugar mejor.

No queriendo tocar al animal, solo se quedó a un par de pasos de ella, pero su curiosidad fue dirigido a la carta en sus patas. Parecía que el ave era un mensajero. Aun Gregory así no quería acercarse al animal era muy asqueroso para él.

Tomando todo el valor posible, aguantando la respiración, fue rápido a recolectar esa carta y una vez que la tuvo se alejó de la lechuza.

Gregory vio algunos sellos que él no reconoció, pero no indago más en ellos. Solo le interesaba el contenido y después de inspeccionarlo por el exterior procedió a abrirlo.

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noviembre 7 del año 1981

Hogwarts colegio de magia y hechicería

Querida madre

Quería escribirte esta carta para comunicarme que el mal ya se ha ido, "el que no

Tiene que ser nombrado" ha fallecido a manos de Harry Potter, apodado "el niño que vivió" y Me da mucha alegría avisar que estaré en casa para navidad.

Extraño tu comida.

Con mucho amor tu hija Caren

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—¿entonces un niño venció al que no tiene que ser nombrado? — eso confundió bástate a Gregory. Ya que su racionalidad no encontraba lógica alguna en eso, pero de nuevo esto parecía fuera de eso.

Juntando las piezas, la mentalidad de Gregory de ilumino. Entendió que había una sociedad oculta, que tal vez esas personas con túnica provenían de ahí.

Y al parecer había una escuela exclusiva para los jóvenes.

— magia…— eso resolvió casi todas las dudas de Gregory, las incógnitas se resolvieron tan rápido como menciona la palabra "magia". Pareció que todo tenía sentido, el que no tiene que ser nombrado era un mago, muy poderoso al igual malvado.

— lo tengo — Gregory dijo, acordándose de algo muy importante, miro sus manos que sostenían la carta y grito —¡lo tengo!

Gregory corrió a casa con las pruebas de que algo mágico se ocultaba, corrió a casa en busca de sus padres en busca de que su palabra se creíble, con hoja en mano Gregory corrió y corrió hasta llegar a casa, no se fijó que su resistencia estaba muy activa en este día, pero podríamos decir que su adrenalina corría por sus venas.

Los señores Bird que estaban hablando cariñosamente en el sofá de la familia, escucharon un estruendo en la puerta y con ello se asustaron por el ruido, pero se calmaron al ver que era su hijo con una carta abierta en sus manos.

— papa, mama miren esto — Gregory alcanzo el papel a sus padres, quienes confundidos lo tomaron y procedieron a echarle un vistazo.

Ambos miraron la carta confundidos, luego miraron a su hijo. Quien se extrañó por no parecer importarles.

— es una broma de ti cariño — dijo Sofía.

— No, es que no ven pueden ver lo que dice — dijo un poco alarmado Gregory, quien se fijó que la carta aun pudiera verse y si lo hacía, no entendió lo que pasaba. 4

— Aquí no dice nada hijo, está en blanco — dijo óscar, entregando la carta a hijo.

El niño no entendió lo que pasaba hasta que la idea surgió.

"si era una sociedad secreta, tendría sus trucos para evitar ser vistos" Gregory pensó en aquella teoría, pero luego vino otra pregunta.

— ¿Por qué yo sí puedo leerlo? — susurro Gregory.

— que dice hijo — Oscar muy confundido miro a su retoño, similar a lo que hacía su esposa.

— ha, dije que mis bromas no parecieron gustarle — mintió el joven a sus padres quienes se entristecieron al ver que su hijo hizo una mal broma y parecía ser malo en eso.

— solo te falta practica — dijo Oscar mientras removía el cabello negro de su hijo — acuérdate, la practica hace al maestro

con una pequeña sonrisa, Gregory asintió y con carta en mano, fue a su habitación.

En su mente tenía muchas cosas en que pensar, una de ellas era el mismo.

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