23 Capítulo 23: Una Gran Pérdida

Translator: Nyoi-Bo Studio Editor: Nyoi-Bo Studio

Gao Peng no había comido nada en todo el día y se sentía hambriento. Tenía ganas de bajar para comprar algo de pan, pero temía que llegara un cliente. Pasó media hora mientras decidía si ir o no y nadie apareció por el estudio.

De pronto, le llegó un aroma delicioso y comenzó a buscar la fuente desde la que provenía el olor y notó que la chica de la recepción tenía una cara rara. Los ojos los tenía muy abiertos y le costaba mantenerse de pie. Gao Peng se acercó, ella le sonrió y dijo:—Buenos días, jefe.

Naturalmente, al ser accionista, el resto de los empleados lo veían como su superior.

—Te faltó limpiarte unas migajas —le señaló Gao Peng, mientras apuntaba hacia sus labios y añadió: —y el pan que trataste de esconder debajo del escritorio se está cayendo.

—¡Ah! Me levanté un poco tarde hoy, señor. No tuve tiempo de desayunar en casa, así que traje algo para comer. Por favor, no retenga mi sueldo por esto —le pidió, nerviosa, mientras se limpiaba la boca y trataba de ser tierna para ganar puntos.

—Solo pido que no vuelva a suceder. De hecho quería saber si hay alguna tienda de comida cerca —preguntó el chico.

—Ah…

Pestañeó un par de veces antes antes de responder.

— Si toma el elevador, dobla a la izquierda y camina unos cien metros, llegará a un puente. Crúcelo, camine otros cincuenta metros aproximadamente y va a ver una panadería llamada Treasure Garden. El pan de ahí es excelente. Tienen un pan de almendras con chocolate y unas paletas de banana que son realmente sabrosas.

—Mmmm —murmuró asintiendo Gao Peng.

Tomó nota del nombre que la chica llevaba en un pin: Xun Quanquan.

No le tomó mucho tiempo encontrar la panadería que le había recomendado. Estaba llena de gente. Esa era, por lo general, una señal de que el lugar era excelente, no era necesario buscar opiniones online o preguntarle a alguien más. Que el local estuviera lleno hablaba por sí solo.Si tanta gente compraba comida ahí, no podía saber mal. La especialidad de la casa no podía fallar.

Gao Peng caminaba con una bolsa llena de galletas de waffle en la mano izquierda y masticaba un trozo de pan con la derecha al volver al elevador. Cuando las puertas estaban a punto de cerrarse, escuchó que alguien corría para alcanzarlo.

—Perdón por eso —dijo un hombre con anteojos, que tendría unos treinta años. Vestía un elegante traje y corbata y sonreía como pidiendo disculpas. Sostenía de la mano izquierda a una pequeña niña de vestido rojo.

Estaba a punto de presionar el botón del tercer piso cuando notó que ya lo habían marcado. Miró a Gao Peng con curiosidad y, cuando este lo miró, le sonrió amablemente.

La niña levantó la cabeza, miró el pan que Gao llevaba en la mano, olió el aire, frunció los labios, como intentando comer y giró la cabeza como para no verlo. Pero después de unos segundos, no resistió mirarlo de nuevo. Enternecido, Gao Peng no pudo evitar una sonrisa. Abrió la bolsa y le dio una galleta a la pequeña.

—¡No! —dijo firmemente.

Se abrazó al hombre y observó a Peng con ojos asustados.

¡Ding!

Llegaron al tercer piso, salvándolo del momento incómodo. 

El hombre y la niña estaban ahí para encontrar un criador que promoviera el grado de su Familiar. Cuando vieron lo joven que era Gao Peng, les pareció poco confiable, pero procuró mostrarles el certificado de criador intermedio.

—Vaya talento.

El hombre juntó ambas manos en señal de respeto.

—¿Han traido a su Familiar? Sería mejor que lo viera personalmente para evaluarlo. 

—Da Bai está abajo. No lo trajimos porque no entraba en el ascensor —respondió y agregó: —Ah, no me he presentado todavía. Soy Xu Chang y ella es mi hija Doudou.

—El ascensor en un principio está diseñado para humanos, así que es normal que no entre. Pero tenemos una entrada especial para ellos.

Gao Peng los llevó al cuarto más grande del estudio. Conforme los llevaba, distintos empleados los fueron acompañando. Tomaron un control remoto, apuntaron al techo y presionaron un botón.

Hizo un sonido de vapor escapando a presión mientras las paredes se abrían hacia afuera, dejando entrar la luz del sol. El punto de luz que brillaba en el suelo fue haciéndose cada vez más grande, hasta bañar toda la habitación. La estructura del lugar había cambiado a algo similar a un puente levadizo, que fue bajado a lentísima velocidad. Los peatones que pasaban por ahí evadían el área o se quedaban mirando.

—Pueden decirle a su Familiar que suba —ordenó Gao Peng. 

Xu Chang rápidamente llamó a Da Bai, que estaba echado en la calle, medio aturdido. El monstruo miró hacia arriba y Gao Peng pudo observarlo con detenimiento. Era un Familiar tipo perro, similar a la raza Gran Pirineo que existía antes del cataclismo. Se llamaba Gran Pirineo Blanco.

Antes de la catástrofe, esta raza era extremadamente grande. Desafortunadamente, cuando estaba evolucionando, en los primeros tiempos del cambio, sufrió una pequeña modificación en el tamaño del cuerpo. Esto provocó que se quedara muy atrás en cuanto al tamaño de las razas actuales, por lo que ahora se le consideraba mediano o chico.

Subieron a Da Bai con el puente. Estaba muy feliz de ver a su dueño, tanto, que le saltó y lo tiró al suelo, llenándolo de baba y lengüetazos de alegría. 

—Este Gran Pirineo seguramente está con ustedes desde antes del cataclismo, ¿verdad? —preguntó Gao Peng, sin poder resistirse, al observar su comportamiento.

—Es correcto —respondió Xu Chang, conmovido.

—Ha estado con nosotros ya seis años. Tiene un año más que Doudou. Espero que pueda continuar en la familia.

Después del cataclismo, la energía del Planeta Tierra se revitalizó, lo cual generó un acortamiento en la vida de los monstruos. Los perros tardaban entre año y medio y dos años en llegar a la madurez. Ahora la alcanzaban en un año apenas.

—Considerando que tu Gran Pirineo Blanco es de grado excelencia, supongo que lo que buscan es promoverlo a grado perfección, para después hacerlo avanzar hasta hacerlo líder, ¿es así? —consultó Gao Peng, que podía ver perfectamente las estadísticas del animal.

Xu Chang estaba sorprendido, no esperaba que pudiera determinar el grado de Da Bai con solo un vistazo. Si bien al principio había tenido dudas acerca de sus habilidades, por ser un chico tan joven, esto lo terminó de convencer de que era excelente en su trabajo.

—Exactamente —respondió Xu Chang.

Gao Peng era distinto a otros Criadores de Monstruos. Mientras siguieran sus instrucciones, cualquier monstruo bajo su cuidado tenía prácticamente un cien por ciento de probabilidad de éxito. Aunque todavía no estaba seguro de que hubiera posibilidad de algún error, pues no había probado su habilidad hasta entonces, tampoco encontró indicaciones acerca de eso, lo cual quería decir que, si trabajaba con monstruos de este rango, fallar era casi imposible.

Siendo ese el caso, no podía usar los mismos estándares de otros criadores al momento de cobrar por lo que hacía. Eso sería un salario mensual de cinco créditos alianza, más 90% de la cuota por la consulta. Generalmente, la cuota por consulta se dividía a la mitad entre el estudio y el criador, pero el tío Liu decidió dividirlo nueve a uno para que Gao Peng recibiera el 90% de lo que cobraba. No tenía idea de cómo pensaba Liu obtener ganancias de ese trato. 

Cuando le preguntó al respecto, se limitó a responder: —Mi única intención al abrir este estudio era mantenerlo a flote, no pensaba obtener ganancias de él. Si quieres ayudarme, encárgate de darle buena reputación.

La principal entrada de dinero del estudio era a través de las consultas, por lo que Gao Peng decidió cobrar el triple de lo que cobraba normalmente un Criador de nivel intermedio.

Como estos eran sus primeros clientes, decidió cobrarles sólo el doble; consideraba que era un buen gesto de su parte, pues perdería una suma considerable al hacerlo. Mas cuando le dijo a Xu Chang lo que cobraba, este no podía creer lo que escuchaba. Le había parecido un chico decente, no alguien que iba por la vida timando a los demás. Negó con la cabeza, tomó a Doudou de la mano y se dispuso a irse.

—Espera un momento —se apresuró a decir Gao Peng.

—Te propongo algo: si mi trabajo falla, no te cobraré ni un centavo.

—Eso sigue siendo injusto. ¿Qué tal esto: si tu trabajo falla, nos tendrás que compensar para cubrir el precio?

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