1 Prólogo

–¡Sidney! – me gritó mi tía desde la planta baja. Con un semblante altanero, serio y molesto.

Así era Margareth Hodgson, mi querida y amada tía (nótese el sarcasmo).

–No iré a ninguna parte, me quedó aquí– respondí de la misma forma, aferrándome con fuerza a mi armario.

–No seas caprichosa, solo serán unos meses–intentó persuadirme– el internado es uno de los mejores del país, hay muchos centros comerciales también, te pasaré dinero cada mes, ademas de poder ver a tus hermanos nuevamente.

Todo sonaba tan tentador. Menos el de ver a mis hermanos.

Ya que ellos eran... diferentes y extraños. Pero no iría.

–Mis cosas están aquí, toda mi vida está en Londres no en California, no voy a ir.

Me escondí aun más entre mis abrigos. Asfixiada pero a salvo.

Espere unos minutos y se escucharon los tacones de Margareth subiendo las escaleras.

–Sal de ahí niña, no tolero tus berrinches, baja de inmediato o te retiro la tarjeta de crédito –toc�� fuertemente la puerta.

Era el momento de salir pero como buena luchadora seguí con mi meta de: hacerquesedeporvencida.

Esa siempre funcionaba.

– ¿Por qué no puedo ir contigo? Podría ayudarte si quieres, incluso voy a modelar tu línea de ropa juvenil, pero no quiero ir a California – suplique saliendo del armario. Perdiendo mi orgullo por completo.

Estaba al otro lado lado de la puerta.

Hace unas horas me había encerrado en mi habitación por si el plan no funcionaba.

–Estaré varios meses en pasarelas y tú niña berrinchuda– me observo fijamente – tienes clases, no cederé otra vez como en las anteriores–se escuchó el repiqueteo de unas llaves y de pronto se abrió la puerta de mi habitación.

Me fije en Martha, la ama de llaves. Ella la ayudó a encontrar las llaves que oculte es las macetas.

¿Por que no simplemente las había llevado conmigo?

Eres olvidadiza y de seguro las hacías perder.

–Oh, Martha, me traicionaste – la culpé, aferrándome como koala a mi cama.

–Sidney Daniela Gardney Hodgson – oh, oh dijo mi nombre completo – deja tus berrinches y compórtate como una señorita, estas arruinando tu vestido.

Nos observamos a los ojos. Como una guerra de miradas.

Pasaron unos minutos de silencio y cedí. Mis ojos ya se habían cansado, además de que dolían por mi trasnochada del día anterior.

¿Quien me manda a terminar de leer una novela hasta la madrugada?

Exacto, yo.

Resignada, me levanté del piso y limpie mi falda con cuidado. Esta era una de mis favoritas.

–Espero que me traigas un regalo de cada pasarela y país al que vayas– y con mi berrinche acabado, baje las escaleras hasta la puerta y subí al auto.

Mi tía era diseñadora profesional y con sus treinta y tantos, era una de las mujeres más exitosas del país. Con miles de boutiques en Londres, Manchester, Liverpool, Oxford y París.

Es por eso que auspicio pasarelas en diferentes países para que todos conozcan su nuevo diseño de ropa.

Pasarela a la cual no asistiría.

Cada año solía llevarme a mí desde los ocho años, por lo que mi gusto en la moda se volvió "exquisitamente encantador" como me dijo una vez David Cohel, un famoso diseñador de Lambeth. Pero con pasar del tiempo, ya me aburría de solo ver a modelas casi esqueléticas caminar por una pasarela con ropa que yo ya me había probado a escondidas.

Ser sobrina de Margareth tenia sus ventajas.

Una de ellas es poder colarte a los camerinos y probarte la ropa que quieras.

–¿Estarás con esa cara todo el viaje? – me pregunto Margareth, cuando se subió al auto después de mí.

Fruncí los labios y achique mis ojos, para hacerla enojar un poquito.

Solo un tantito. Para eso estaban las sobrinas. Para molestar a sus tías jóvenes hasta cansarlas.

–Esta es mi cara Tía– antes de que ella me respondiera, me llegó una notificación de un chat.

Inmediatamente lance mi celular al posa brazos. Pero volví a levantarlo.

Este celular valía como mi riñon.

– ¡No puede ser! – Exclame, asustando a Margareth – Britt irá y yo no, la vida es muy injusta conmigo.

Britt Parrish es mi mejor amiga, en realidad la única. Un año mayor que yo por lo que ya se graduó y ahora tiene su afamado "año sabático".

Ella y yo somos muy diferentes pero nos entendemos de igual forma.

Como los polos opuestos.

–Ya basta Sidney, es tú último año, al menos disfrútalo – intento tranquilizarme, acariciando mi cabello.

De algún modo ese toque me recordaba al de mi madre cuando era niña.

La cual ya no esta aquí, pero se que me cuida donde se ha que ella este. La extraño tanto.

Ya pasaron ocho años desde que se fue para ya nunca regresar.

Y de esa manera me quedé dormida todo el viaje hasta el aeropuerto, acurrucada entre mi mochila. Y cuando abordamos saque uno de mis libros para leer en el viaje, el cual fue tranquilo.

Era primera clase, obvio que sería tranquilo.

Vi el lado positivo: conocería gente nueva y volvería a ver a mis hermanos después de años.

A veces no los soportaba mucho menos a ese idiota pero se hacían querer.

Aunque también vino el lado Negativo, el cual era ver a mi padre nuevamente, que de seguro me había encontrado madrastra nueva.

Y por último estaba Rainn, el mejor amigo de mis hermanos, el cual me fastidiaba cada vez que lo veía.

Argh, de tan solo pensarlo ya me ponía de mal humor.

Tranquilízate Sidney, inhala y exhala, inhala y exhala. Todo saldrá bien. Al menos eso espero.

Porque no cometeré el tonto guion de ¿Y que podría salir mal?

Ups, lo dije.

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