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-¿Qué es lo que quieren? ¡Dejen ir a mi hija! - gritó Kaiza

-Mira a quién tenemos aquí. Hasta que por fin volvemos a vernos-dijo Akira

-¿Cómo es que tú estás...?

-¿Vivo?

-Es imposible.

-¿Estabas celebrando mi muerte, Kaiza? Eso es cruel de tu parte.

-¡Maldito seas!

-Hay un dicho muy famoso: Mala hierba nunca muere. ¿Por qué estás molesto? Se supone que quien esté molesto sea yo, ¿No te parece?

-Arreglemos esto como hombres- sugirió y Akira rio

-¿Así como nos mandaste a matar? No sabía que así se arreglaban los problemas como hombre, Kaiza.

-Dejá ir a mi hija.

-¿Debería?

-Hagamos un trato.

-¿Un trato?

-Yo te puedo dar información de tu padre, a cambio suelta a mi hija.

-¿Mi padre?

-Si, puedo decirte donde está, pero deja ir a mi hija -Akira cerró sus ojos, y suspiró

-No me interesa, Kaiza.

-Por favor, deja ir a mi hija. Ella no tiene nada que ver en esto.

-Mi esposa y mi hija tampoco tenían que ver, y tú te metiste con ellas. Gracias a ti, no pude ver a mi hija nacer, ni siquiera pude abrazarla el primer día y todo por tu culpa. ¿Así crees que dejaré ir a tu perra hija?

-¿No te fue suficiente matando a mi esposa?

-Tu mujer era una perra sucia que no le importaba tu hija, me pidió tantas veces que la matara y no accedí, pero creo que ahora después de muerta podrá descansar en paz.

-¿Cómo te atreves a burlarte de ella?- gruñó molesto

-¿Acaso no sabías? Tu mujer era una cualquiera, creo que todos tus socios ya se la habían cogido, hasta yo. Tú qué creías que era una dulce palomita-rio

Entonces ¿si tuvo algo con esa mujer?

-¡Eres un cabrón, Akira! ¡Te voy a matar!

-No estás en posición de eso -Akira agarró del brazo a su hija, y la puso frente a Kaiza

-¿Algunas palabras que quieran intercambiar?-le quitó la cinta adhesiva de la boca

-¡Papá! -estaba en llanto

Esto es demasiado, no sé qué hago aquí.

-Querida, perdóname por mezclarte en mis problemas.

-¿Qué fue lo que hiciste, papá?

-No debí hacerlo, pequeña, perdóname.

-¿Qué debería hacer con esta preciosa chica? -Akira arrancó su camisa de un tirón

La chica gritaba del miedo

-No se te ocurra, Akira.

-La has criado muy bien. No parece una niña, me pregunto si sabe coger igual que tu esposa lo hacía -le tocó los senos por encima del sostén

No pude presenciar eso y salí del lugar. ¿En qué está pensando? ¿Cómo se atreve?

*Akira*

-Déjala en paz, la estás asustando.

-Mi motivo no es asustarla, es mostrar la mercancía y la calidad. No me la cogeré yo, aquí hay muchos que pueden hacerlo, y como vez, mi mujer está algo celosa y tengo que ir a consolarla. Mr. Jefferson, encárgate de ella.

*Lisa*

Sentí que me besaron el hombro, por lo que me asusté.

-¿Qué haces aquí?-le pregunté a Akira

-¿Qué pasa? ¿Mi mujer esta celosa?- arqueó una ceja y sonrió

-¿Por qué hacés algo como eso?-pregunté

-¿Sigues con la lástima?

-Si, Akira.

-¿Sabes qué es lo que sucede contigo, preciosa? Que aún después de todo lo que ha pasado, no entiendes la lección. En este negocio el más fuerte es el que gana, el débil es a quién se cogen. Sientes lastima por los demás, pero ¿Crees que alguien tendrá lástima de ti? ¿En qué momento crees que alguno de los que te hizo daño te tuvo lastima? Ninguno. Porque en este negocio la lastima no existe, o matas o te matan. Deberías dejar de ser tan tonta y aprender de una vez. No estés triste y cambia esa cara. Demuéstrame cuán fuerte es mi princesa.

-No estoy de acuerdo-desvié la mirada

-Si sigues molesta es porque estás celosa. ¿Mi esposa quiere que la atiendan? ¿Por qué no lo hacemos aquí?

-¿Estás demente?

-Si, muero de ganas por hacerte gritar.

-¡Idiota!- evadí el tema e intenté caminar, pero Akira me sujetó la mano y me pegó a la pared

-No es buena idea que entres ahí ahora. Quédate un ratito conmigo. Aquí no vendrá nadie, ¿Por qué no hacemos algo rápido?

-No, aquí no haré nada -me sujetó las dos manos con fuerza

Cada vez tiene más fuerza. Me besó, obligándome a besarlo de vuelta. Podía sentir el roce de su miembro en mi entrepierna.

-Detente, Akira.

-¿Realmente quieres que me detenga, corderito? ¿No se siente bien hacerlo en lugares así?

-¡No!-respondí, molesta

-Cuando lleguemos a la casa te daré mucho cariño para que quites esa amargura y esos celos de encima. - me besó, evitando que pudiera responder su necedad

-Basta , puede venir alguien.

-Nadie va a venir, están muy ocupados ahora.

Me di cuenta que algo estaba pasando y quise soltarme de él para ir a la habitación, pero Akira me aguantó más fuerte contra la pared.

-Te dije que ahora no.

-¿Qué es lo que mandaste a hacer, Akira? Te conozco.

-Solo están divirtiéndose un poco, lo mismo que deberíamos hacer tú y yo, en vez de estar discutiendo.

-¿Cómo puedes ser así? ¡Suéltame!

-Tu actitud me está molestando, lisa. Será mejor que te mande a la casa.

-Suéltame, Akira-forcejeaba molesta

-No, ahora te quedarás aquí conmigo y no se discute.

-¿Por qué simplemente no la matas y ya? ¿Por qué la haces sufrir de esta manera? ¡Eres lo peor!

-Soy lo peor, pero me amas.

-Sí, y de eso te aprovechas.

-¿Cómo no hacerlo?- me soltó una mano, y agarró mi seno tocándolo por encima de la ropa. Intenté empujarlo por el hombro con mi mano, pero era más fuerte que yo

-¡Eres un animal, Akira!

-Si, pero te gusta. ¿Esto es lo que querías, que te tocara así?-su arrogancia me irritaba

Mr. Jefferson salió de la habitación, y lo llamó

-Todo listo, Akira.

-Entendido. Ya mismo terminamos lo que empezamos, corderito -con una sonrisa pícara siguió a Mr. Jefferson

¡Es un maldito infeliz!

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