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Recuerdos que duelen - 2 (Tiempo antes de la huida de Milena)

Observándola en su plena huida era tanto mi preocupación por ella en aquel instante, que salí a toda prisa rumbo al pasillo.

— ¡Milena! — volví a gritar con la esperanza de que aquella fuera capaz de darme la cara, pero tal como sucedió hacía un momento atrás, recta y sin voltear continuó.

— ¿Cuál será él mal que estoy pagando? — cuestione al viento pensando de que aquel podía llegar a darme una respuesta en cuanto a aquello, pero no, la realidad era de que yo muy bien conocía cual era la respuesta a aquella pregunta, una que sin dudas a mi no me agradaba pues me convertía de paso en el villano de la historia.

Desde a expensas de la entrada de aquella habitación la vi desaparecer y adentrarse rápidamente al área de la piscina, llevando un caminar muy de doncella de la alta alcurnia que conformaba más que nada un leve bailoteo de caderas de derecha a izquierda muy característico que la hacían ver aun más tentativa.

A sabiendas de que no podía dejarla sola intente serenar mis pensamientos lo más rápido posible y habiéndome propiciado a mi mismo unas cuantas palmadas contra mis mejillas me hice reaccionar — bien, acomoda tus pensamientos, tengo que centrar mis ideas y ponerlas en marcha y no apartar la idea clave que debo de seguir, debo de cuidarla lo mejor que pueda.

Ya más tranquilo habiendo cerrado la puerta que quedaba a expensas de mi costado izquierdo prácticamente corriendo aprovechando la soledad y los pocos obstáculos que se cernían alrededor en aquellos pasillos, salí de allí como una flecha disparado buscando llegar lo antes posible a mi recamara.

Una vez en ella lo principal que debía de hacer era cambiar mi atuendo por uno más cómodo con el que pudiera llegar a hacerle compañía a Milena una vez estuviera en la piscina, así que al igual que en mi primer día aquí me coloque un cómodo pantalón corto, una camisa la cual al frente no abroche y unas sandalias con las que se me hiciera fácil el moverme por allí.

Ya listo salí de mi recamara prácticamente a paso doble con interés buscando aquella chica, con avidez atravesé aquellos corredores cosa que no me demoro más de dos minutos hasta que finalmente vi lo que yo buscaba, la orilla de aquella piscina en donde Milena se encontraba se hizo notar poco tiempo después ante mis ojos.

La escena que ello trajo de mano para mala suerte mía fue inusualmente familiar para mi y tal como la vez anterior habían puntos en concreto que particularmente se repetían, cosa de la cual instantáneamente me percate — bien Alexander esta vez no lo arruines — no dude en pensar esta vez.

En esta nueva oportunidad que se me presentó intente actuar lo más natural posible y ello significaba que debía de relajarme antes de presentarme ante ella por lo cual, desde un rincón por un momento me dedique a alivianar mi mente y a hacer de mi inmadurez y descontrol un asunto algo más tenue.

Segundos después habiendo respirado un par de veces profundamente, me enderece, erguí mi pecho tomando con ello todo el valor y la caballerosidad que en algún rincón de mi alma inquieta se encontraba en tanto acercándome hasta el borde de aquella piscina me atreví finalmente a interrumpir su paz.

Con las manos en los bolsillos me aproxime a ella, quién desde donde se encontraba no hizo más que verme a la cara.

— Lo que me faltaba también me seguirás hasta este lugar, no podrías bien haberte retirado hasta otra zona de la residencia y haberme por ende dejado sola aquí.

— Sabes bien que no puedo hacer eso Milena.

— ¿Por qué te empeñas tanto en intentar cuidarme? Tu conducta no tiene sentido y no te quiero a mi lado, si de hacerlo por una simple obligación se tratase prefiero mil veces que te mantengas al margen.

— Ya te dije que lo hago porque así lo quiero de no ser así créeme que hace rato te hubiera dejado abandonada, Milena.

Ante lo que dije ella se cruzo de brazos y volteo la cabeza hacia el lado contrario buscando totalmente evadirme.

Ahora bien, aprovechando su nula puesta de atención en mi, yo me deshice de la camisa que llevaba puesta con la que me mantenía cubierto un poco el torso y lanzándome piscina adentro me zambullí casi como un viejo experto en aquellas aguas.

Aquello y era algo de esperarse provocó que tal elemento salpicase y que por ende al Milena encontrarse tan cómodamente sentada sobre la orilla a unos escasos centímetros de los escalones resultara lógicamente rociada.

Ante su rápida reactividad Milena no dudo en quejarse por ello, aparentemente llevarme la contraria aunque fuese totalmente a causa de algo mínimo era algo que ella últimamente disfrutaba, así que no muy bien me vio emerger de las profundidades inmediatamente me regaño.

— Y como no era de extrañar, es que no puedes quedarte quieto un momento sin tener que probar mi paciencia de lleno Alexander.

— Si estás vestida así es lógicamente para mojarte, no quieras venir a pelear por ello, los trajes de baño se hicieron para precisamente eso, mojarse.

Viendo su rostro cubierto por el mal humor aun sin siquiera importarme que ella pudiese llegar a molestarse me acerque un poco a ella — deja de rezongar y entra, el agua está muy rica, está bastante fresca.

— No entrare y menos tu estando allí.

— Milena no me provoques, bien que querías venir hasta aquí y ahora de la nada ya buscas hacer una escena, pareces una niña caprichosa que solo busca dar con lo que quiere.

Ella volvió a cruzarse por segunda vez de brazos y con ello formo un puchero en toda la extensión de su rostro repitiendo con ello el voltear su rostro al lado contrario, con lo que busco abiertamente ignorarme.

Yo aprovechando la ventana que ello formo entre los dos pensé una manera de atraerla hacía mi y que por un momento aquella olvidase su inexplicable disgusto hacía mi.

Sin perder tiempo me lance hacía ella, sin tardar me coloque en medio de sus piernas y con un solo subir de manos me hice a cada lado de sus costados, con ello conseguí sin dudas el momento exacto para llevar a cabo mi plan y tras iniciar a agitar mis dedos empecé a hacerle cosquillas, cosa con la que poco a poco logre ir llevándola hasta la orilla.

Antes de que Milena se diese cuenta la lleve hacía el interior de la piscina y la hice mojar de pies a cabeza, debido a como aquella rodo al ser sumergida prácticamente de golpe aquella se asusto y casi como si se tratase de una reacción innata alrededor de mi cintura aquella unió sus pies y tras rodear mi cuello con sus brazos aquella se prendió de mi al fin mejilla con mejilla tomada por la impresión.

Tras toser un poco aquella busco llenar sus pulmones nuevamente de oxigeno y tras yo retirar el pelo que cubrió hacia delante su rostro aquella empezó a reñirme aunque ahora de una manera más suave.

— Realmente estás loco Alexander.

— Solo un poco — en la esquina derecha de mi boca forme una sonrisa en la cual llevaba en marcada la esencia misma de mis deseos, que aunque no pretendía darle riendas sueltas pues estaba cansado de rogar, era inevitable no sentirme afectado por ello.