163 Un disciplinado Mie Qiongqi

El Anciano Cui era el anciano al cargo de la sala de castigo, y supervisaba a los incontables presos que había dentro. Cada vez que un discípulo de la secta entraba en la sala, le dolía el corazón. Después de todo, esos eran todos los discípulos de la secta. ¿Cómo podrían relegarse a tal estado?

Y entre los pocos cientos de prisioneros, aquel con quien el Anciano Cui estaba más afligido no era otro que Mie Qiongqi, naturalmente. Era un genio talentoso de la secta, único en su clase que aparecía cada pocos cientos de años. Cada persona con autoridad en la secta tenía grandes esperanzas de que algún día la llevara a cotas más altas. Pero poco esperaban que un día pusiera las manos sobre un compañero discípulo.

Ese simple asunto era imperdonable.

Los seis años de cautiverio, por supuesto, no eran las intenciones principales de la secta. Si hubiera mostrado algún remordimiento, la secta lo perdonaría y le daría un gran uso otra vez.