493 ¡Hora de que un humilde servidor se luzca!

Los terrenos desolados eran un lugar sumamente vasto y vacío. De vez en cuando, una bestia o dos pasaban por allí. Incluso entonces, a menudo se marchaban a toda velocidad. Un lugar como aquel era algo con lo que no podían preocuparse ni siquiera en lo más mínimo.

A excepción de una parcela de tierra desolada, no había nada más allí.

El Mundo Santo Ancestral era un lugar enorme. Había montones de lugares como esos terrenos desolados, terrenos peligrosos, etc. De hecho, incluso aquellos seres que se autodenominaban como los ocho seres supremos de la Raza Ancestral no podían afirmar que tenían una idea completa de cómo era el aspecto de todo el Mundo Santo Ancestral.

De repente, una mano salió del suelo.

—¡Por fin, estoy fuera! Parece que después de coger el río del espíritu de la Tierra, puedo hacer uso de sus propiedades míticas.